Fin de año, a falta de tres días,
momento de rememorar lo sucedido y destacar los cambios en relación
con la situación a finales de 2014. Podemos empezar por el final: el sainete
catalán. Que Artur Más haya fiado el destino de esa Catalonia que is not Spain
al lanzamiento de una moneda a cara o cruz, es de por sí bastante surrealista.
Que se tiren diez horas para dirimir el asunto, entra en el terreno de lo esperpéntico (¿habrán
pedido pizzas a mediodía?). Pero que la moneda caiga luego de canto, es ya digno de un
guión de Azcona para ser dirigido por Berlanga. Están haciendo un ridículo
planetario sin vuelta de hoja. Los lanzadores de la moneda al aire, los que se han jugado el destino de Cataluña este domingo, son una
panda de porreros, rastafaris y antisistema, que tienen todos mis respetos,
aunque no dejan de producir un cierto sonrojo por su ingenuidad.
AQUÍ
pueden consultar el testimonio de un par de ellos, que dan el nivel del
colectivo. Uno no fue a la asamblea porque le daba pereza. El otro se marchó a
Andalucía a disfrutar del pescaito y
el Moriles. Los dos pensaban votar contra Más y están ahora abochornados y
compungidos pensando que, si hubieran acudido, habrían ayudado a evitar este adefesio de inequívoco perfume a pucherazo: desactivada la elección asamblearia, el
llamado Consejo Político de las CUP, tiene vía libre para investir a Más. Es significativo que las votaciones fueran secretas, contra la costumbre del grupo; si llegan a votar a mano alzada, muchos de los que apoyaron la investidura de Mas habrían cambiado el sentido de su voto por vergüenza torera. Lo
dicho: de traca.
Ya que he hablado del Moriles,
tal vez ustedes (enólogos eminentes) sepan que se trata del mismo vino que el
Montilla. Es un solo vino, con dos nombres. El que no lo sabía era yo, hace unos
cuantos años, la última vez que fui a Córdoba, a ver la mezquita y callejear
por los barrios del centro. Es un viaje que se recomienda especialmente para el mes de enero. En cualquier
otra época hace un calor de la leche y la ciudad está petada de turistas. Pues un enero de esos recalé yo unos días en un
hotelito del centro y encontré cerca un bar cojonudo, que no puedo menos que
recomendarles: Casa Pepe el de la Judería, en la calle del Romero, 1. Tienen un
salmorejo y unas berenjenas rebozadas con miel para chuparse los dedos. Me
senté y me preguntaron: –¿Y para beber, qué, jefe, un Moriles, un Montilla? Vale, pues
un Moriles.
Me gustó tanto que regresé al día siguiente a repetir de salmorejo y berenjenas. Y añadí: –Como ayer me pusieron
un Moriles, hoy deme usted un Montilla. El camarero se agarró un ataque de risa
del que no lograba volver, a pesar de los golpes que se daba en el muslo con la
mano abierta. Cuando pudo hablar, me reveló que se trataba del mismo vino. Para que no me volviera a suceder, me recitó un refrán con efectos mnemotécnicos
acreditados: la cosa es bien sencilla/ o Moriles, o Montilla. Por cierto, si
consiguen hotel en el centro de Córdoba, cójanlo sin desayuno. Ninguno de los buffets
de hotel iguala el chocolate con tejeringos de la Cafetería Don Pepe, en la
plaza Bañuelos, cerca de Las Tendillas. Luego no me digan que no les doy
referencias y consejos desde mis experiencias viajeras.
El año que se va me ha llevado a
algunos viajes interesantes por España. Desde el Frente del Agua, en el norte
de la provincia de Madrid, hasta la Serranía de Cuenca, dos incursiones
extremeñas por el entorno del embalse de la Serena y la zona de Las Hurdes y,
por último, la visita breve a mi Coruña natal y la extensión a la preciosa
villa de Noya, junto a la ría de su mismo nombre, zona marisqueira por
excelencia. También he salido algo al extranjero: gira de conferenciante por
Leipzig, Erfurt, Dresde, Weimar y Berlin, recorrido por el interior de Polonia
con paradas en Varsovia y Cracovia y, por fin, visita relámpago a Hamburgo. Tierras llenas de referencias
a la Segunda Guerra Mundial y a los tiempos de la Guerra Fría. Episodios tremendos, como los que se relatan en la última película de Spielberg, El puente de los espías, muy
recomendable, a pesar de contar con uno de esos finales patriótico-edulcorados que a veces tiene a bien
largarnos este excelente director. La historia es real y está centrada en el
intercambio de prisioneros entre USA y la URSS, por el que se liberó al piloto
del avión espía U2 Francis Gary Powers, derribado sobre territorio soviético.
Este incidente se produjo en mayo
de 1960 y la liberación de Powers casi dos años más tarde. Se lo crean o no, yo
seguí el asunto por la prensa en La Coruña. Tenía entonces entre 9 y 11
años, pero cada día repasaba los titulares de La Voz de Galicia y el ABC, los
periódicos que compraba mi padre. Yo los pillaba después de leerlos él y, en el
caso de La Voz, primero lo recomponía, lo ordenaba y lo doblaba bien: mi padre solía dejarlo hecho
una ruina. Una vez arreglado, lo ojeaba y me quedaba con los titulares, aunque
no entendiera gran cosa. Y les juro que el asunto del piloto del U2 derribado
ocupó las cabeceras durante meses. El otro día, al ver la película, que tiene a
un Tom Hanks sobresaliente como siempre, me vinieron a la memoria aquellos
años.
Muchas cosas han cambiado en
estos doce meses. Para empezar, la concejala inane que okupó el Área de Urbanismo en los tres años anteriores, pasó en
mayo a mejor vida (administrativa): ahora se dedica a tareas de ama de casa,
como corresponde a su preparación. La alcaldesa del relaxing cup of café con leche, también está retirada. Y por los
pelos sorteamos a la Esperanza desencadenada, asistiendo al espectáculo de ver
como ella solita estropeaba su posición ganadora de salida y le hacía gratis la
campaña a la señora Carmena, a la que unos meses antes nadie conocía. El cambio
en el Ayuntamiento es sustancial, hemos pasado de estar gobernados por una
panda de incapaces, casposos y sospechosos de connivencia con los grandes intereses inmobiliarios (con excepción de Dancausa y algún
otro), a tener al frente a unos tipos honrados. ¿Nada más que honrados? Por
ahora no han conseguido grandes resultados, admitámoslo. La herencia recibida
es letal y hay que darles un margen, pero lo cierto es que la situación es un
poco caótica. Confiemos en que mejore.
En el aspecto personal, yo estoy
encantado. Como saben, barajaba la idea de jubilarme el próximo 19 de junio,
algo que hubiera hecho con toda seguridad si llega a vencer Esperanza. Al haber
ganado la señora Carmena, he cambiado de opinión. No se lo he contado pero, el
pasado día 22, La Lotería, bajé al registro del edificio de mi destierro y eché
la instancia pidiendo el reenganche. Esa instancia inicia tres trámites paralelos.
UNO: un reconocimiento médico (me acaban de hacer uno completo, cuyo resultado
aun desconozco, pero no vale, han de hacerme otro específico). DOS: un informe
de mis jefes diciendo que soy cojonudo y hago mucha falta (no tengo la menor
duda de que mentirán de manera convincente). TRES: un informe interno de
Recursos Humanos, en el que comprobarán si he sido un tipo muy absentista, si he
tenido muchos días de baja médica, si he hecho huelgas y cosas por el estilo.
Con los tres papeles sellados y rubricados a la vista, el responsable de Recursos Humanos
del Ayuntamiento, adoptará la resolución que estime conveniente. El proceso se
lleva unos dos meses.
Si no llego a echar ese papel, el
20 de junio ya no podría ni entrar en el edificio. En cambio, si me dan la
prórroga, me puedo ir luego cuando
me dé la gana. La diferencia es sustancial. Tan sustancial como la que existe entre
ir por la calle con mis nuevas gafas o sin ellas. Otra de las novedades del año. Y a partir de un diagnóstico preciso: principio de cataratas, que me genera una
miopía, que compensa la presbicia, de forma que sigo viendo de cerca como Dios
y ahora también de lejos (con las gafas). Además de esto, he mantenido la
natación con regularidad y también el running hasta hace dos semanas. Ahora
estoy en el dique seco, porque no he tenido tiempo de entrenar estos días. Y una constatación preocupante: desde que he dejado de correr, mis
molestias en la espalda han mejorado de forma notable. Eso sugiere una relación
causa efecto, que me lleva de cabeza a un examen médico como los que les hacen
a los futbolistas, con resonancia magnética incluida. Ya tengo tarea para el año entrante. Y, a partir de los resultados, pues a ejercer mi derecho a decidir.
Ya que hablamos de fútbol, el
Dépor se salvó en junio del descenso, de forma milagrosa, a lo que se contribuyó
en este blog con las pertinentes rogativas y jaculatorias a San Benitiño de
Lerez. En verano me saqué mi carnet de socio amigo, con el que pude ver en directo el partido con el Rayo
Vallecano y me dispongo a verles también contra el Getafe, pasado mañana, y
contra el Real Mandril el 9 de enero. Creo que no vamos a tener mejor ocasión
de ganar a los mandriles, que en este momento esperpéntico que atraviesan,
con Benítez prácticamente sentenciado. De momento, se está comiendo el turrón. Espero que lo aguanten hasta el roscón de Reyes. Que, como vengan con entrenador nuevo, nos crujen. El Dépor de esta temporada juega muy
bien, ha construido un equipo muy aseado (el que recibe menos disparos a puerta
de España) y tiene una figura estelar: el gran Lucas Pérez, cuya importancia puedo
presumir de haber anticipado hace mucho (ver posts #295 y #296), y que va
directo a la selección nacional.
Mantengo mi asistencia al club de
lectura Billar de Letras, que nos brindó un encuentro inolvidable con Leonardo
Padura, del que se dio cuenta en el blog con algunas fotos. Y tengo una nueva
actividad: el taller de conversación inglesa e ingesta masiva de cerveza, en el
que comencé en el nivel A2 y ya me han subido al B1, donde están las chicas más
guapas (ya saben que soy el único participante varón, además del profesor). Así
que ya ven si han sucedido cosas en estos 362 días (faltan tres más para cerrar
el año). El año que entra es bisiesto, algo que les da igual a los secesionistas
catalanes, que seguirán con su raca-raca a pesar del esperpento de ayer. Llegados a este punto, para resolver el empate y siguiendo la reciente recomendación de
un comentarista anónimo de este blog, yo les propongo que recurran al lanzamiento
de penaltis.
Déjese de falsas modestias. Sus jefes no tendrán que mentir mucho a la hora de ponderar sus méritos.
ResponderEliminarNo es falsa modestia. Es sólo la conciencia de ser una especie de vieja gloria municipal, que a veces estorba más que ayuda. La edad no perdona, amigo.
EliminarFeliz año también para usted
A ver cuando nos trae una foto de sus compañeras del grupo de inglés, de cuya belleza tanto presume. Al menos serán más guapas que Padura...
ResponderEliminarTodo llegará. Padura es un tipo con un encanto personal natural, que no necesita ser más guapo para cautivarte.
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