Pasados varios días, yo creo que ya no tiene mucho sentido seguir contando el viaje de Hamburgo que, por otra
parte, no les costará mucho imaginar, así que voy a resumir. El segundo día
mantuvimos la actividad frenética. Acudimos por la mañana a la sede de una de
las principales sociedades cooperativas, donde nos entrevistamos con el señor
Ingo Thiel, creo que uno de los alemanes más bajitos que he conocido nunca,
completamente calvo y con un aire entre Rompetechos y Danny de Vito. Por otro
lado, era un hombre súper competente, muy simpático y con un buen dominio del
inglés. Desarrollaba una actividad extenuante, porque su cooperativa tiene un
funcionamiento altamente participativo, lo que le obliga a asistir a interminables
asambleas para tomar las más pequeñas decisiones. Es consciente de que desempeña
una labor social, diferente de la de un empresario cualquiera y eso le hace sentirse
satisfecho con su trabajo.
A pesar de ser una persona muy
ocupada, nos dedicó toda la mañana. Desde su oficina nos llevó en su propio
coche a visitar una serie de edificios, promovidos por su empresa en régimen de
alquiler. Luego comimos con él en una pizzería cercana a su despacho. Por la
tarde visitamos otra de las empresas mayores de promoción de viviendas en
cooperativa y también tuvimos margen de recorrer con su director un barrio
próximo promovido por ellos. Eran las 5 de la tarde cuando Joachim propuso ver
el anochecer dando un paseo por la orilla del río Elba, cerca de nuestra última
cita. Los tres soñadores recorrimos un buen tramo del paseo de ribera de este
enorme curso fluvial junto al que se fundó la ciudad. Y, por supuesto, después de cenar en el hotel, salimos
también esa noche, esta vez a tomar una pinta de cerveza en un pub de estilo british, con buena música de blues,
donde nos contamos nuestras vidas respectivas, además de incontables chistes de
nuestros países, y nos prometimos amistad eterna. Acabamos otra vez en torno a
la una.
El miércoles, desayunamos juntos
y nos dimos toda clase de abrazos, porque yo me iba ya. Werner se quedaba hasta
el mediodía y tenía una mañana de nuevas entrevistas y visitas de campo. Tomé
el metro al aeropuerto y llegué a tiempo al mostrador de la Norwegian Airlines.
Allí, una azafata tirando a borde me preguntó si hablaba inglés. Le dije que sí
y entonces me informó de que el avión estaba completamente lleno y yo podía
tener problemas, pero que no me preocupase: si me parecía bien, la compañía me
ofrecía un bla-bla-bla-bla-bla sin
cargos, o sea gratis. Le dije que no había entendido qué era lo que me ofrecían
y que si me lo podía repetir más despacio, por favor. La chica hizo el gesto
típico de John Wayne y dijo: déjelo, da igual. Y me dio la tarjeta de embarque, asiento 4-A.
Pregunté si estaba todo bien y me dijo que sí, entre gestos ostensibles de que pasara el siguiente cliente.
Por un momento pensé que me
habían dado un asiento de primera clase, por overbooking (ya me ha pasado
alguna vez). Pero la cosa era diferente. El problema era que el avión iba
sobrecargado de equipajes, por la manía que tiene la gente de no facturarlos. Y
eso era precisamente lo que me había ofrecido la chica poco amable: facturar mi
maleta sin pagos adicionales. Por cosas como esta es por lo que voy a un taller
de conversación en ingles e ingesta masiva de cerveza. Por cierto que esa
semana cambié el martes por el miércoles y me sumé al nivel B-2, en donde no me
sentí inferior a como me siento en mi grupo habitual. El jueves
recuperé la natación y el viernes mi carrera de fondo por el Retiro. Por circunstancias
que no voy a contar aquí, tuve más tiempo de escribir que el habitual en fines
de semana y aproveché para ponerles al día de mis aventuras.
Otro tema derivado. Por fin he
resuelto el problema de la carga de fotos en el blog. Resulta que el origen del
problema está en que, como creo haberles contado, no tengo antivirus de pago y
lo que hago es formatear el ordenador de vez en cuando (once in a while, que dicen los ingleses; ya ven lo que estoy
aprendiendo entre pinta y pinta). ¿Qué por qué no tengo antivirus? Pues por la
misma razón que no me da la gana de pagar un solo euro por ver partidos de
fútbol televisados en mi casa. Ni comer o beber en los aviones nada que no sea
gratis. Digamos que me lo prohíbe mi religión. O que ya soy muy mayor para
adaptarme a estas nuevas modalidades de sacarte la pasta por cosas que antes
eran gratis. El caso es que, en el último formateo, la maquinita me cambió por
su cuenta el sistema de almacenaje de mis fotografías. Yo tenía antes un Picasa
y me cambió a un sistema de Google-fotos que yo creí que era el mismo, porque
todas mis fotos pasaron automáticamente de uno a otro.
Las fotos que me bajo de Internet
para colgarlas en el blog tienen todas su URL. No me pregunten qué coño es eso
del URL; eso ya es para nota, imagino que es una especie de copyright. Sin
embargo, las fotos que yo hago con mi cámara no tienen URL, porque son privadas.
Cuando las subía a Picasa, el sistema les asignaba inmediatamente un URL. Pero el
otro sistema no lo hace, algo que me costó bastante averiguar. Así que me he
descargado de nuevo el Picasa (que también es un programa de Google) y ahora las subo otra vez desde ahí. No crean que estoy seguro al 100% de que funcione, pero para eso
tengo el control de calidad de Alfred. Por cierto que la foto que puse para
chequear el nuevo sistema ha causado bastante impacto. El amigo Groucho me
advierte de que hay una página en la que se anuncian artilugios para que las mujeres
orinen de pie. Para consultarla pinchen aquí: https://www.belelu.com/2014/08/4-dispositivos-que-permiten-a-las-mujeres-orinar-de-pie/
Yo creo que esto es una evidencia más de que vivimos en un mundo decadente, en el que nadie está de acuerdo
con su condición. Los gordos quieren adelgazar, los flacos engordar, los
bajitos ser más altos, etcétera. Proliferan las operaciones de cambio de sexo.
La gente se llena el cuerpo de tatuajes y luego pagan un pastal
por borrárselos. Todo es apariencia, todo es figurar, todo es postureo barato.
Bebemos leche desnatada y cerveza sin alcohol, fumamos cigarrillos electrónicos
(el colmo del absurdo). Vean AQUÍ
la propaganda de una marca italiana de falsos cigarros que se está extendiendo
por España. Nadie quiere ser lo que es. Los catalanes no quieren ser españoles, los arquitectos queremos ser
escritores. Cada vez hay más gente que escribe y menos que lee, si exceptuamos
el Marca.
Así que no es de extrañar que,
por una parte, a los varones se nos inste a mear sentados y, por otra, a las
mujeres se les vendan aparatos para mear de pie. El mundo al revés. Como
símbolo de este desmadre, les traigo aquí otra cosa sorprendente. A nuestros
amigos los gatos, después de hacerles en los últimos años toda clase de
perrerías (como castrarlos, cortarles las uñas y bañarlos con champú), pues
ahora rizamos el rizo: alguien ha ideado un sistema para enseñarles a mear
directamente en el excusado o inodoro, evitando el trajín y los malos olores de
la tradicional cajita de arena. ¿No se lo creen? Pues AQUÍ
tienen la página. Pinchen en los vídeos. Son realmente para mearse de la risa.
En fin, como la cuestión del pis está
cobrando un protagonismo extraordinario en mi blog en los últimos tiempos, he decidido cambiar la etiqueta Pedos
para ampliar su significado. Había pensado en Cacaculopedopis, como la canción de Los Punkitos. Pero es demasiado
larga y, además, aquí de caca no se habla, faltaría más, menuda ordinariez, este es un foro fino y delicado. Así
que la dejaremos en Culopedopis.
Tengo que cambiarla en todos los posts, uno a uno, pero esta noche tengo
tiempo. ¡Ah! ¿Qué no conocen la canción de Los Punkitos? Pues AQUÍ
se la dejo. Sean
felices y no intenten ser lo que no son. Y dejen en paz a los pobres gatos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario