Escribo en el aeropuerto de
Hamburgo, donde estoy esperando que llamen a los de mi vuelo de vuelta, DY 5421
de la compañía Norwegian Air Shuttle,
con destino Madrid. En realidad estoy tomando notas para el post, que completaré esta noche, en un bloc
de notas hurtado del YoHo Hotel Hamburg,
the young hotel, en donde he dormido las dos últimas noches, para el
negocio que les explico más abajo y del que hasta ahora no he revelado mucho,
aparte de mi intención de pedir los días 13 y 14 como jornadas de trabajo.
También les he contado que, si quiero que me reconozcan estos días es sólo para
comprobar que las cosas han cambiado de verdad en el Ayuntamiento de Madrid,
por cuanto está cantado que nos van a devolver los llamados canosos, días extra de vacaciones por
antigüedad, lo que a mí me va a suponer cuatro días más, al tener más de 30
años de servicio, y ya no necesito más días libres.
El vuelo está retrasado media
hora y tengo tiempo de organizar unas reflexiones, con el orden un poco caótico
que me atribuye mi amigo X, gran seguidor del blog, que dice que en mi cerebro
las ideas se mueven de forma browniana,
como partículas de un gas en reposo. Es cierto, supongo, pero también lo es un
hecho que pretendo demostrarles: todos los temas que han ido apareciendo en
este blog están relacionados. Todos los temas son, en el fondo, el mismo tema.
Mi mente, quizá de forma browniana, lo que hace es volver una y otra vez sobre
los mismos asuntos, los que más me interesan o me llaman la atención. Y, aunque
parezca que trato sobre un montón de materias distintas, en realidad no hago más
que dar vueltas y vueltas sobre lo mismo, como el burro en la noria. No sé cómo
me aguantan, la verdad.
Por ejemplo, me pongo a hablar
del Deportivo de La Coruña y más de una seguidora arruga la nariz y se apresura
a saltar al párrafo siguiente, como muestra de la militancia anti-fútbol de que
hacen gala algunos de mis lectores. Pero lo cierto es que el Depor,
transcurridas siete jornadas de liga, es el equipo de España al que menos le
disparan a puerta. Es decir, que le tiran menos que al Madrís, con su defensa construida a base de millones por el Ser
Superior, o que al Barça, emblema de los secesionistas que silban nuestro himno
nacional y sin embargo se sienten muy ofendidos de que, fuera de Catalonia-is-not-Spain, se silbe al señor
Piqué y encima no nos enteremos de que Me
cago en tu puta madre es una expresión amable y genuinamente catalana que
para nada pretende insultar al juez de línea al que va dirigida.
Pues, como les digo, el Dépor les
da sopas con ondas a todos ellos, por el momento. Bien es cierto que, como
tenemos un portero muy malo (el titular está lesionado), de cada dos tiros que le
lanzan, uno es gol. Si no fuera por eso, seríamos los líderes de la Primera
División. Hablo de la estadística de disparos a puerta de la UEFA, un baremo
contrastado que, de momento, no ofrece dudas: el Dépor es el cuarto equipo de
Europa al que menos le disparan este año, sólo por detrás del Bayern de Munich,
el Borussia de Dortmund y la Fiorentina italiana. Como para no presumir. La
pena es que este domingo no ha habido liga, por los partidos de la selección.
El segundo de estos partidos se jugó anteayer en Kiev, capital de Ucrania, sede
del último Campeonato de Europa que ganó nuestra selección.
Parece que fue ayer. ¿Recuerdan
la Plaza de la Independencia, en el centro de Kiev, llena de seguidores de la
selección española, agitando sus bufandas y sus banderas? Hace poco más de tres
años. Sin embargo, esa plaza se convirtió unos meses después en el icono de la
resistencia contra el régimen, con el nombre de El Maidán, como la conocen los habitantes de la ciudad. Allí se
inició la revolución que tumbó al presidente prorruso. En este blog se anunció
con bastante antelación el peligro de lo que estaba sucediendo. Por una vez
acerté y bien que lo siento. Ucrania es ahora un país en guerra civil, con dos
regiones al este que pretenden la secesión y la unión con Rusia. Ucrania ha
perdido Crimea en este ínterin. Aquí, el paso del tiempo se ha acelerado,
forzado por pulsiones violentas.
La violencia incide en la percepción del tiempo de formas diversas: a veces lo acelera y a veces lo congela. El otro día hablábamos de John Lennon. Como a este señor lo mataron cuando tenía 40 años, ya nos hemos quedado con su imagen a esa edad. Sin embargo, algunos colegas suyos han envejecido y ahora están llenos de arrugas. Como Keith Richards y Eric Clapton. Vean aquí el aspecto actual de ambos.
Hace muchos años, Lennon los reunió en un supergrupo efímero que se llamó Dirty Mac. Completaba el grupo Mitch Mitchel, el que fuera gran batería de la Jimmy Hendrix Experience, que ya se ha muerto también. Llegaron a actuar en conciertos y aquí tienen su interpretación del Yer Blues de Lennon, en un programa de televisión en el que, previamente, Lennon bromea con un joven y atónito Mick Jagger. Resulta chocante comprobar cómo Richards y Clapton están irreconocibles de puro jóvenes, mientras Lennon tiene la imagen que todos tenemos de él en nuestras mentes. En el fondo, la imagen de Lennon no se ha deteriorado, no hemos llegado a conocer un Lennon podrido como Richards, o descolorido como Clapton. Escuchen la canción y seguimos.
Ya ven lo que hace el paso del
tiempo. La puta vejez. Y cómo la violencia altera estas percepciones. En
realidad, no sé por qué les cuento esto, si yo lo que quería es hablarles de mi
aventura en Hamburgo. Forcemos el pensamiento browniano y vayamos al principio.
Como saben, mi amigo suizo Werner Durrer se dedica a traer grupos de visitantes
extranjeros, a los que organiza completamente la estancia: hoteles,
restaurantes, visitas especializadas y contactos con gente de las
administraciones, como yo. Siempre trae grupos muy selectos, de gente de
altura, a los que da una visión urbanística especializada y de calidad. A
finales de junio, trajo a uno de estos grupos. Se trataba de una delegación de la
VNW, potente federación de cooperativas de vivienda social y empresas
municipales de la vivienda, del norte de Alemania, con sede en Hamburgo.
Hay quince de estas federaciones
en Alemania, pero esta es de las más antiguas y poderosas y abarca toda la zona
de Bremen, Hamburgo, la región de Schleswig-Holstein (al sur de Dinamarca) y la
Pomerania occidental, donde están Lübeck, Rostock y otros puertos de la antigua
Alemania Oriental. Presidía la delegación su presidente histórico, a punto de
jubilarse, que se llama Joachim Wege. Resultó que yo no pude atenderles, porque
estaba en Leipzig, pero me sustituyó un compañero que conoce mis
presentaciones. Y se fueron encantados del viaje en su conjunto y de las
atenciones de Werner. En algún momento, Joachim le dijo que si quería venir a
Hamburgo a seguir hablando de las diferencias en la política de vivienda social
en ambos países y profundizar en la relación entre las dos ciudades. Y Werner
entró al trapo, porque en eso es igual que yo. Después, me habló del caso en
nuestra comida en La Castela y yo me apunté también, aunque saqué el billete de
avión después.
Joachim se jubilaba a final de junio.
Y, cuando supo que queríamos ir a visitarlo nos organizó un programa
apretadísimo de encuentros con responsables de diversas cooperativas de la
zona, visitas de campo y hasta un encuentro con el Consejero de Urbanismo y
Vivienda de la ciudad de Hamburgo, o sea el equivalente a un ministro. Tal vez
recuerden que Hamburgo, con Bremen y Berlín, son las tres ciudades-estado de
Alemania, como Ceuta y Melilla, y que las dos primeras tienen su origen como tales
en la Liga Hanseática de la que les hablé cuando visité la ciudad el año
pasado. Joachim, a quien yo no conocía, se puso tan contento con nuestro viaje
que decidió reservar una habitación en nuestro hotel (él vive en el campo, a
una hora de Hamburgo), con objeto de poder atendernos debidamente, guiarnos por
la ciudad y acompañarnos a todas las visitas. Un detalle que revela a un tercer
soñador, como Werner y yo. Recuerdan la vieja estrofa de Lennon: You may say I’m
a dreamer/but I’m not the only one…
Ese era el contexto que me
esperaba en estos dos días vertiginosos, que les contaré en la segunda (y quizá
en una tercera) parte de este texto que debo cortar aquí, por cuestiones de
formato. Ya saben que no quiero pasarme mucho de los dos folios. Mi objetivo en
esta aventura, además de pasármelo bien y disfrutar del viaje, era establecer
un primer contacto con una cultura de vivienda social basada en el alquiler,
que en España brilla por su ausencia y que podría servir de ayuda en las nuevas
líneas de trabajo de la corporación recién elegida. Conocer de primera mano
cuál es el modus operandi de estas cooperativas, el marco legal, la forma en que
abordan la rehabilitación de edificios existentes, o las posibilidades que
ofrecen para acoger la avalancha de refugiados sirios.
Otro tema este de los sirios en
el que me anticipé en un post bastante flojito, cuyo único valor es el de haber
empezado a hablar del asunto uno o dos días antes de que se apoderara de los
titulares de toda la prensa. En fin, que esto es dar vueltas circularmente sobre
algunos temas que se repiten. Hoy miércoles he acudido a mi taller de conversación
inglesa, sumándome al nivel B-2, porque ayer martes estaba en Hamburgo. Nos hemos enrollado
más de lo normal y he llegado cerca de las 11 de la noche. Por eso no he
terminado de escribir este post a tiempo y la fecha se ha saltado al jueves.
Continuará.
Increíble el vídeo de Lennon. Queda claro que este hombre era el puto amo. Primero le vacila a Jagger y le deja su comida para que se la termine. Y luego se ayuda de dos monstruos de la guitarra y los pone a trabajar para él, porque está claro que en todo momento lleva la voz cantante. Esta claro que ahora no hay gente de esta talla artística. Sólo quedan los espectros del pasado.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo. Ya no hay nadie de esa altura artística. La única que se ha acercado a ese nivel es Amy Winehouse, en mi modesta opinión. Un abrazo.
EliminarPor otro lado, entiendo que el título "Tres soñadores" hace referencia a Lennon, Clapton y Richards.
ResponderEliminarEfectivy Wonder, tío ganso.
EliminarEl Richards al bajo!!
ResponderEliminarQue bueno!!
Ya ves, tío, lo que no consiguiera Lennon no lo hacía nadie.
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