miércoles, 2 de abril de 2014

242. Los conciertos de rock de 1980, en Madrid

1980 fue un año clave para el rock en directo en la capital. En aquellos tiempos primigenios de nuestra recién recuperada democracia, la llamada Movida estaba aún en mantillas. Los colegas de los barrios seguían con veneración a los grupos ruidosos y esforzados del heavy metal local, como Barricada, Obús, Ñu, Burning o Leño. Madrid estaba fuera del circuito internacional, todavía superada por una Barcelona cosmopolita, donde los nacionalistas eran vistos como unos tipos de derechas bastante ridículos (Vargas Llosa, que vivía allí por entonces, lo cuenta en el artículo, ya comentado en el blog, cuyo link les pongo otra vez). El principal promotor nacional de conciertos de rock, un barcelonés llamado Gay Mercader, llevaba a los mejores grupos a su ciudad pero no a Madrid, donde no había expectativas de negocio.

Así sucedió con el flamante Elvis Costello, que a finales de 1979 vino sólo a Barcelona. Yo estaba en la mili y, para que me dieran un permiso de tres días, tuve que pretextar la celebración del CONSTRUMAT, una Feria Inmobiliaria que, en mi condición de arquitecto, no debía perderme de ninguna manera. Con el permiso en mi poder, cogí un tren para ver al nuevo prodigio. Por esas fechas, a Madrid sólo venían conjuntos extranjeros veteranos en plena decadencia, con sus cantantes gordos y sebosos. Los grupos de la Movida ya existían pero no se les conocía. En el concierto de Elvis Costello, por ejemplo, los teloneros fueron los para mí desconocidos Radio Futura, que tocaron apenas veinte minutos.

En febrero de 1980, entre los colegas se extendió por el boca a boca (no había redes sociales entonces) la convocatoria de un concierto que se iba a celebrar en el salón de actos de la Escuela de Caminos y que nadie debía perderse: el homenaje a Canito. ¿Y quién es Canito, tío? Y yo qué sé, tronco, creo que uno que se ha matao con un buga, tío, ni puta idea de quien era. Con escepticismo mal disimulado asistimos a una procesión de músicos que tardaban un montón en cambiar y afinar sus instrumentos entre grupo y grupo, total para interpretar dos o tres canciones blanditas, cantadas con voces anémicas, con un sonido horrible y muy poca energía en el escenario.

Los únicos que me gustaron algo fueron un grupete que respondía al nombre de Mario Tenia y los Solitarios, que al menos eran simpáticos. Ni siquiera reconocí en la supermaquillada lideresa del grupo Alaska y los Pegamoides, que cantaba subida en unos coturnos king size, a la adolescente gordita con falda vaquera cuadrada que aporreaba una guitarra rítmica junto al batería de Kaka de Luxe, un grupo infame al que había visto en la sala MM unos años antes. Ninguno de los conjuntos de aquella tarde me pareció superior a Radio Futura, que tampoco me habían impresionado mucho en Barcelona. Sin embargo, todo el mundo coincide en considerar ese concierto como la fecha mítica fundacional de la Movida.
  
Algo se empezaba a cocer en la ciudad y el avispado Gay Mercader, que tenía un olfato de lince para los negocios, se decidió por fin a empezar a traer a sus músicos a la capital. Uno de los primeros en anunciar su visita fue Lou Reed, cuyo primer concierto en Madrid se programó para el 20 de junio, en el Campo del Moscardó, en Usera. El Moscardó es un equipo de fútbol creado en los cuarenta para los chavales de la Colonia Moscardó. Con motivo del nombre franquista y con ayuda de un presidente entusiasta, el club empezó a crecer y se construyó un campo muy grande, que enseguida se reveló desmesurado. En los setenta, el equipo llegó a jugar una única temporada en Segunda División, que terminó colista. El club existe todavía y juega en la Preferente madrileña, pero el campo está cerrado y abandonado. En los 80 se pensó recuperar una parte de la inversión comprometida, alquilándolo para conciertos. El lugar era amplio y permitía montar grandes escenarios, pero los accesos eran horrorosos, era imposible aparcar cerca y la gente de Usera no veía con buenos ojos que de vez en cuando se les llenara el barrio de melenudos que dejaban las calles hechas una pena.

El concierto suscitó la expectación de los colegas, atraídos por el malditismo y el discurso suburbial de Reed, un tipo capaz de pincharse en escena, fíjate, qué demasiao, tío. Y eso que, según la prensa, se acababa de casar con Laurie Anderson, su tercera esposa, y ese era un dato que descolocaba un poco al personal, que no cuadraba con su perfil. El concierto fue un completo fiasco. Para empezar, el camión del equipo de sonido se vio retenido en Legazpi por una huelga de transportistas, algo normal en aquella época convulsa. Dos horas después de la anunciada, la cosa seguía sin arrancar y la basca estaba irritada y caliente, porque nadie nos explicaba la causa del retraso. Y el propio Reed estaba aun más cabreado de lo habitual.

Empezó finalmente el concierto, en medio de los silbidos y abucheos del personal, ante un Lou Reed bronceado y con buen aspecto, que estaba hasta un poco gordito, cantaba sentado y no hacía nada por empatizar con el público. Menudeaban los insultos: hijoputa, gordo cabrón, pringao y (el peor de todos) ¡¡CASAO!! Entonces empezaron a tirarle cosas. Algo le dio en la cara, según unos una moneda, según otros un pitillo encendido. Con gesto serio, el tipo se bajó de la silla, dio media vuelta y se largó. No hubo forma de convencerlo de que continuara el concierto, que había durado unos diez minutos. Cuando los técnicos empezaron a desmontar el equipo se armó la mundial. En casos como este, como sabe la policía, lo mejor es recuperar la música, porque el personal cabreado la puede liar parda. Pero Lou se negó a volver.

Yo salí pitando como pude. Luego supimos que los exaltados asaltaron el escenario, echaron a los técnicos a bofetadas, se llevaron los instrumentos y lo destrozaron todo. El escritor Ray Loriga, otro que cultiva la imagen de malditismo suburbial, presume de que fue un amigo suyo quien se llevó la batería, que conserva en su casa como un tesoro. La escasa policía presente se vio desbordada y no pudo parar el tsunami, que luego se extendió por todo el barrio. Hubo carreras y cargas. Las turbas arrasaron con farolas, papeleras, vidrieras de comercios y contenedores de basura. Los habitantes de Usera, distrito obrero por excelencia, asistieron atónitos a unas escenas que creían ya superadas con la desaparición de los grises, cuyo uniforme se acababa de sustituir por otro de tonos marrones (por entonces, quien llegaba a Bilbao en tren encontraba frente a la Estación una pintada gigante, que rezaba: GRISES O MARRONES, IGUAL DE CABRONES).

Gay Mercader se negó a devolver el dinero de las entradas, porque dijo que la culpa de lo sucedido la tenía el público. La prensa condenó unánimemente el incidente, desde el ABC hasta el Mundo Obrero, órgano oficial del PC, que venía a decir en su artículo de fondo que ese entretenimiento de señoritos que eran los conciertos de rock, mejor que se llevara fuera de los barrios obreros. Ante el follón montado, el Gobernador Civil decidió prohibir el siguiente concierto a celebrar en el Campo del Moscardó: nada menos que el gran Bob Marley. Las entradas estaban ya todas vendidas y, esta vez, Gay Mercader tuvo que admitir su devolución. Pero el mejor artista jamaicano de todos los tiempos se quedó sin actuar en Madrid, donde nunca llegaría a debutar porque, como saben, moriría de cáncer de pulmón un año más tarde. Sí lo hizo en Barcelona, y lo había hecho dos años antes en Ibiza, en un concierto que los asistentes califican de memorable.

Más adelante, volvieron los grupos al Moscardó (yo he visto allí a Roxy Music y a Police). Pero por entonces, no estaba el horno para bollos. En esa tesitura, se planteó la posibilidad de traer a Madrid a los Ramones, el grupo precursor del llamado punk-rock, un movimiento que, musicalmente, se limitó a copiar lo que hacía este mítico grupo neoyorkino. Los Ramones venían a Barcelona, a participar en la fiesta del PSUC, y el avispado Gay pensó que ahí había negocio y organizó el concierto para el 26 de septiembre en la plaza de toros de Vista Alegre, conocida como La Chata, un lugar con mejores accesos, que años después sucumbiría a la especulación inmobiliaria, siendo demolida y sustituida por un Palacio de Deportes y un Hipercor. El concierto suscitó una expectación previa considerable. No sabíamos entonces que los Ramones, sorprendidos por la acogida, el cariño y el éxito apoteósico, tomarían la costumbre de volver a Madrid casi todos los años, hasta que se disolvieron.

¡El primer concierto de Los Ramones! ¡Cuántos recuerdos asociados! Allí estaba la peña al completo, ante la perspectiva de ver a un grupo puntero en plena expansión, sin tener que esperar a que sus componentes estuvieran viejos y acabados. Actuaron como teloneros Nacha Pop (joder, qué nombre), un grupo más adelante hipervalorado en el contexto de la Movida, que por entonces ofrecía un sonido indecente, unas voces destempladas y una música banal, totalmente inadecuada para la ocasión. Bien es cierto que el personal le prestaba menos atención que al cuarto toro en Sanfermines. Quiero decir que los colegas estaban de espaldas al escenario, comiendo bocatas de caballa, bebiendo latas de cerveza y liando los últimos canutos. Se escuchaban conversaciones del siguiente tenor: ¿De dónde han salido estos pringaillos? No sé, tío, creo que son unos pijos del barrio de Salamanca que están empezando. Lo que están empezando es a tocarnos las pelotas, a ver si acaban de una vez.

Apenas hubo aplausos para los teloneros y, tras una larga preparación, con cambio de casi todo en el escenario, salieron en tromba Los Ramones con toda su parafernalia de banderas con águilas y bates de béisbol en negro sobre rojo, humos de colores y una avalancha de sonido a todo volumen al grito de ¡¡Hey Ho Let’s Go!! y aquello fue la locura. Joey, el cantante, tenía una voz atronadora y agarraba el micro a dos manos contorsionando su humanidad de 2 metros sin mover los pies del suelo, mientras guitarra y bajo, uno a cada lado, daban saltos como grillos y abrían el compás de sus piernas en ángulos imposibles. Cantaban sus canciones de 2 minutos igual que en los discos, sin alargarlas ni añadir adornos, si bien enlazaban cuatro o cinco sin parar y luego hacían pequeñas pausas en las que valoraban el entusiasmo del público, atónitos ante el hecho de que la gente se supiera sus canciones. Tras cada pausa, Joey miraba a su derecha y hacía una señal (la 7, la 10, la 11 y la 14) y volvía la avalancha de sonido. Eran profesionales y dieron todos los bises que se les pidieron, hasta acabar agotados.

Agotados terminamos también los agradecidos colegas, tras más de una hora de disfrutar en la arena de la vieja Chata de Carabanchel dando saltos tan altos como los de los músicos, levantando puños y vociferando hasta quedarnos roncos. Asistíamos a un evento que jamás olvidaríamos. El mundo del rock madrileño no volvió a ser el mismo. Ahora estábamos en el circuito. Ya no tendríamos que viajar para ver buenos conciertos, ni limitarnos a escuchar a veteranos en el ocaso de su carrera. Francisco Umbral, escribió la crónica del concierto cuyo link les pongo abajo y les recomiendo que lean. Hay que ver qué bien escribía este señor tan insoportable. Por cierto, Julito el Eléctrico era amigo mío. A saber qué ha sido de él.

18 comentarios:

  1. Buenísimo el texto de Umbral. No tenía noticia de que era tan bueno. Eso es literatura con mayúsculas.

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    1. Eso es literatura de verdad y no lo que yo hago (ese es el sentido de su comentario ¿no?). Pues ni lo dude. Umbral escribía unas cien veces mejor que yo. Sólo que yo soy mejor persona (por lo que sé del personaje).

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    2. Bueno, no era ese el sentido de mi comentario (al menos no conscientemente). No pretendía molestarle. Si lo lee usted de nuevo, comprobará que dice exactamente lo que dice. Lo otro lo añade usted.

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    3. No me ha molestado, hombre. Es por chinchar un poquito (sin malicia). Mi personaje de bloguero es moderada y deportivamente mosqueón. Pero no me tome muy en serio. No es más que postureo.

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  2. Lo que cuentas es rigurosamente cierto, tío. Pura historia del rock en el Foro. Parece mentira que haya pasado tanto tiempo. Canito era el batería de Tos, grupo que formaban con él los tres hermanos Urquijo, que luego fundarían Los Secretos. Eran gente de buena familia que se movían por el eje Pozuelo-Majadahonda-Villalba. Aquí te pongo un enlace donde se detallan las circunstancias de su muerte.
    http://www.auriculardigital.com/2009/04/21/el-accidente-de-canito-o-la-desgracia-que-inicio-la-movida/
    Estremece pensar que, si no hubiera ocurrido esa desgracia, Canito sería ahora el señor Cano, de 55 años, seguramente bien instalado en la sociedad, tal vez viviendo en un chalé de la sierra y con hijos buscándose el cocido fuera de España.
    Yo fui al concierto de Caminos, por supuesto, y también al fallido de Lou Reed (el "Walk on the wild side" nos parecía entonces el colmo de la sofisticación cosmopolita), pero no estuve entre los 15.000 que, según Umbral, vieron a Los Ramones. Entre nosotros, seguidores de la Movida, se les veía como una especie de descerebrados injustamente encumbrados, que musicalmente no iban mucho más allá de lo que proponían Barricada y los grupos heavy que citas. Ya ves cuales eran nuestros prejuicios...
    Un abrazo, amigo. Tu texto ha vuelto a remover en mi alma los viejos recuerdos de la época más feliz de mi vida. Daría un brazo por volver a aquellos años luminosos.

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    1. Gracias por los detalles y el enlace donde se explica el accidente. Sus comentarios me confirman que la Movida (yo la pongo siempre con mayúscula para que sepamos de qué se habla) fue un fenómeno que surgió entre gente culta, universitaria y de clase media acomodada, decidida a divertirse como fuera. Los obreros y la gente del suburbio se mantuvieron fieles a los grupos del heavy, manteniendo una actitud distante, ligeramente despectiva hacia los músicos de la Movida. En mi opinión, esta división de la juventud en dos tribus urbanas diferenciadas no incide en la calidad de la música. En unos y en otros había músicos excelentes, como Santiago Auserón, de Radio Futura. Por poner un ejemplo del otro lado, nadie en España ha tocado la guitarra eléctrica como Rosendo, primero en Ñu (con 18 añitos), luego en Leño y luego en solitario.
      Los Ramones son un grupo de culto. A sus seguidores nos encanta su música. El resto no la entiende.
      Finalmente le digo una cosa: anímese, hombre. El tiempo de la juventud es maravilloso y único. Pero no se puede vivir de los recuerdos. Y la vejez también tiene su punto. No lo aprovechará si se desanima. Un abrazo, quien quiera que sea.

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    2. Querido Emilio, eres muy optimista dándole ánimos a tu lector. Claro que juegas con ventaja tú que corres maratones, pero no todos somos así. Sin ir más lejos, mírame a mí, que era "la reina de la noche": Acabao que estoy.
      Hecho este triste inciso, vamos al concierto:
      Desde luego que recuerdo el concierto de Lou Reed y también la prohibición del de Bob Marley. Todavía guardo la entrada. No la devolví, quería guardarla de recuerdo (de aquella podía permitirme no recuperar 800 ptas).
      En aquellos tiempos estábamos acostumbrados a las prohibiciones, hábito que nos resultaría útil en estos tiempos en los que parece que las volveremos a sufrir.
      Recuerdo una prohibición muy curiosa. Resulta que Ricardo Bofill, un genio, aunque no esté claro que lo sea de la arquitectura, pretendía hacer una promoción en Madrid al estilo del Walden, creo que se llamaba La Ciudad del Espacio, no estoy seguro pues ya hace tiempo que tiré el folleto de publicidad. Eligió Moratalaz y allí montó un basamento de hormigón sobre el que colocó una estructura tubular, como la de los andamios, en la que al nivel de un primer piso cantaba un tio con su guitarra acompañado de un bajo y un batería. Resulta que el que cantaba era Taj Mahal. No sé cuantos días estuvieron allí haciendo música. Fui un par de tardes y no duró más el asunto porque lo prohibieron, supongo que preventivamente, pues aquello era de los más pacífico e idílico que se pueda imaginar. Claro que en aquellos momentos, año 70, el alcalde de Madrid era Arias Navarro que ya contaba con un abultado historial de represión.
      De la Movida hablamos otro día, cuando encuentre mi carnet del Rock-ola.

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    3. Visto el contraste entre el tiempo en que todo estaba prohibido y los tiempos actuales (a pesar de los últimos retrocesos), digo yo que hay motivo para ser optimista ¿no? Bueno eso es una cosa personal de cada uno. Los pesimistas miran un queso de Gruyère y lo ven todo agujeros. Los optimistas lo vemos todo queso. Para ser optimista hace falta un cierto esfuerzo, no es algo automático. Pero te puedo asegurar que sus efectos terapéuticos superan los de cualquier medicamento o sustancia euforizante.
      No conocía esa historia de Taj Mahal en Moratalaz. Bofill es indudablemente un águila, no de la arquitectura. Un abrazo, amigo (esta mañana he visto a Pedrito Montón y le he apuntado la dirección del blog. Espero que sepa entrar).

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  3. No se olvide usted mi querido amigo que en el año 1982 nos visitó, por primera vez, en Madrid nuestro adorado viejo judío en el estadio del Rayo Vallecano. El telonero, por así llamarlo, fue un tal Carlos Santana que se dignó a tocar un par de temas con nuestro judio universal. Todavía conservo la entrada como una reliquia. Ah! que viejos éramos entonces...y que ancianos somos ahora....
    Un abrazo.

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    1. Claro que sí, hombre, ¿cómo no? Pero todo partió del año 80. En 1981 todavía viajé yo a Barna, a ver a Bruce Springsteen, que no se dignaba venir por aquí. Otro concierto memorable.
      Lo que decía Bob Dylan en el estribillo de "My back pages" era "Ah, but I was so much older then/I’m younger than that now", es decir: "Ah, pero yo era mucho más viejo entonces/ahora soy más joven". Yo lo suscribo íntegramente. No como tú, que estás velliño, carallo.
      Abrazos y besos.

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    2. Del concierto del viejo judío, que comentáis, yo que soy un mitómano, también guardo la entrada. Como era costumbre, en la fecha de las entradas no solían poner el año, lo considerarían una obviedad. Miré la entrada y me sorprendió que costara 2.200 pelas. Los Stones en 1982, en el Vicente Calderón habían costado 2.000. Con ayuda de un calendario perpetuo, busqué en que año de aquellos el 26 de junio caía en martes y resulta que era el año 1984. Tengo documentado un concierto de Santana con Paco de Lucía con fecha martes 15 de septiembre que cae en 1981. Costaba 800 pelas y era en el campo del Moscardó. La pasta que nos gastábamos en estas aficiones la doy por bien empleada.
      Te animo a que sigas hablando de músicas y conciertos, aunque para mí sea ocasion para plañir, como dice con razón tu corresponsal independentista, aunque en la autocompasión se equivoca. Autocompasión ninguna.
      Y ya que estamos con el judío Zímmerman, recuerdo la anécdota de un virtuoso guitarrista que lo acompañaba a menudo, Mike Bloomfield. Decía que no era necesario ser negro para tocar blues, de hecho él era judío y se dedicaba a eso. Ésto me crea cierto optimisno, pues como nacido en Ribadavia y con muchas generaciones de ancestros de allí, algo de judío tendré. Seguire intentándolo.

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    3. Bueno, bueno, cuántos comentarios me encuentro esta noche. Respecto de este primero, querido Paco, no puedo añadir mucho más. Ya no soy un erudito del tema. Tal vez lo era en los 80, pero se me ha olvidado todo y luego no he seguido mucho la música, no me gusta lo que se hace ahora, con excepciones que supongo compartimos: Pearl Jam, o Wilco, por citar a algunos ya viejos. Más Incubus, que son muy buenos (me los han descubierto mis hijos). Y, en mi vena más dura, dos por encima de los demás: Rancid y Rage Against The Machine.
      Yo no guardo entradas, más que desde los últimos cinco años en que tengo una vida otra vez estable. Cuando rompí con todo lo anterior, digamos, por seguir con Dylan, que "I trhew it all away".
      No te he oido tocar, pero seguro que eres mejor que muchos negros. Recuerda el soul que hacían los chavales de Dublín de The Commitments, película que no dudo habrás visto varias veces.
      Que duermas bien, joder, que algunos de tus comentarios entran a horas de insomne.

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  4. Querido señor, azote de los catalanes que reivindicamos el derecho a decidir nuestro futuro en libertad: me sorprende un poco este post. Aparte su habitual pullita antinacionalista en el primer párrafo, no acabo de entender a qué viene a cuento este post en este momento. En otros de sus textos cuenta usted algún asunto de actualidad que le lleva a traer algo del pasado, basado en sus recuerdos o refrescado en alguna wiki. Pero aquí no encuentro esa conexión con el mundo de hoy. Eso lo convierte en un relato típico del abuelo Cebolleta (qué majos éramos entonces y qué viejos estamos ahora). No es de extrañar que una buena parte de los comentarios que han entrado hasta ahora abunden en el mismo juego plañidero y autocompasivo. Yo que usted me preocuparía.

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    1. Pasmao me tiene usted, querido troll. Ya sabía yo que de discrepancias tan fundamentales como la suya conmigo salen amistades de esas que duran para toda la vida. Me enternece que se preocupe por mí y mi posible deriva hacia un perfil de abuelo Cebolleta.
      Sentado esto, y entrando en la cuestión concreta que me plantea, pues tengo que decirle que ha acertado usted al 100%. Que me ha pillado. Ha puesto usted el dedo en la llaga. No sé si es arquitecto, pero me ha recordado a algunos profesores de proyectos que tuve en la Escuela. Uno preparaba un proyecto para presentárselo y resultaba que había en la planta un punto mal resuelto que no había forma de arreglar. Al final uno lo presentaba tal cual, cagado de miedo, confiando en que el tipo no se diera cuenta del fallo. Algunos profesores (los mejores), al primer vistazo al plano lo pillaban y señalaban con el dedo el punto fatídico, preguntando "¿Y aquí, qué es lo que pasa?"
      No me queda más remedio que explicar la génesis de este post, en el que falta justo eso que usted ha echado de menos: por qué lo escribo ahora. Lo cierto es que todo lo que atañe al concierto de Lou Reed lo escribí cuando se murió el viejo Lou, hace unos meses, al final de la necrológica que le dediqué. El resultado de mi homenaje era demasiado largo, así que le quité esa parte, confiando en subirla unos días después. Luego pensé que lo que había quitado de ese texto, era demasiado corto para un post exclusivo, busqué fechas en algunas páginas de rock y me salieron al paso los otros dos, el de Canito y el de los Ramones. Había estado en ambos y de estas casualidades se alimenta este blog. Lo tenía escrito hace un tiempo. El otro día me hice el propósito de recuperar una mayor frecuencia de publicaciones y tiré de este texto. No había ninguna razón para hacerlo justo en ese día, sólo lo que le cuento ahora. Si lo hubiera explicado, hubiera convertido el arranque del post en un rollo patatero.
      Es usted agudo y veo que me sigue con asiduidad. ¿No ha pensado en abjurar de su independentismo? No sé que pinta un tipo como usted en medio de semejante banda.
      Bueno, pues un abrazo.

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  5. Se ha estrenado una obra de teatro que narra lo que pasó en el concierto de Lou Reed en Usera. Yo estuve en la puerta, no tenía ni pasta ni edad para entrar, pero si ganas de escuchar, lo mismo con los Ramones y los Police. En cuanto a Barricada, son algo posteriores, del 82, en los 80 petaban Leño, Ñu, Cucharada, Asfalto, Topo, Barricada aún no habían grabado nada ni sonaban en Madrid sus maquetas. Por cierto los mejores grupos catalanes y vascos siempre han sido y son los independentistas de Hertzainak a Brahs. Muy interesante el blog, a pesar de ser un nacionalista español el que lo escribe. Desde Usera, MAdrid un saludo. !salud y anarquía!

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    1. Salud y anarquía, amigo desconocido. Entiendo que eres más joven que yo y me hace mucha ilusión que las jóvenes generaciones se interesen por las batallitas que cuento en este blog. Queda constancia de que Barricada no existía todavía en 1980, tú lo dices y yo me lo creo, disculpa el error, debido a que escribí mi post más o menos de memoria, y que tampoco altera el fondo de lo que quería contar.
      Eres muy libre de deducir de mis opiniones que soy un nacionalista español, pero yo no me siento así. Lo que yo soy es antinacionalista. Me siento mucho más libre que si estuviera abducido por ese virus que afecta a muchos pueblos, entre ellos, por supuesto, al español (o, habría que decir, castellano). Las señas de identidad de los pueblos tienen todo mi respeto, lo que me jode son los políticos que las sacan de contexto y hacen de ello bandera. Las guerras más terribles de los últimos siglos (no causadas por motivos económicos) se han debido a las religiones y a los nacionalismos, dos formas para mí idénticas de comedura de tarro. Pero esto es mi opinión, y tú puedes tener la tuya. Por cierto, el anarquismo siempre ha sido una ideología transversal, universalista, que no cree que ningún pueblo sea más que los otros, en las antípodas del nacionalismo.
      En lo que te doy la razón es en lo del rock radical vasco, un movimiento ahora un poco mortecino, pero que tuvo una energía admirable, no sólo con Hertzainak, sino también con Eskorbuto, Kortatu (para mí los mejores), La Polla Records y tantos otros. Y los navarros Kojón Prieto, que eran cojonudos (cuando se disolvieron, el cantante, que es amigo mío, se convirtió en Tonino Carotone).
      A los que no conozco mucho es a Brams (supongo que te refieres a ellos). En realidad, al independentismo catalán, yo suelo identificarlo con la sardana y otros ritos casposos.
      Un saludo cariñoso, chaval, Usera es un lugar estupendo, y tú tienes un sitio aquí para entrar a comentar lo que te dé la gana y dar tus opiniones aunque no coincidan con las mías. Y puedes pasarle el link a quien quieras.

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  6. Hola querido emilio.soy ché,el amigo de José certucha de México.tuve oportunidad de saludarte hace ya varios años en Hermosillo.ahora mismo estoy en mi casa de playa donde prácticamente vivo,retirado del curre y la farándula.la covid me arreció duro en agosto 2020 pero estoy Aliveand rockin'.gratos recuerdos de ese Roch de 1980.en ese concierto del Reed un tripi,cosa rara salió buenísimo y tuve un alucine impresionante con el fuego sobre el escenario.ademas de los grupos que mencionais yo disfruté mucho la marcha con motorhead y sus teloneras las girl schools y con el barón rojo,mi grupo español favorito y que a mí regreso a México en 1982, prendió a toda mi raza.un abrazo por siempre

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    1. Querido Ché. ¡Qué alegría saber de ti después de tanto tiempo! He intentado buscar tu dirección de mail, pero no la encuentro. Si me escribes en el blog como anónimo, la única forma de contestarte es por aquí. Entonces tú tienes que andar mirando a ver si te contesté, lo que es un rollo para ti. Si llegas a leer esto, por favor, contéstame otra vez por aquí y escríbeme tu dirección de mail (el sistema me avisa de que ha entrado un nuevo comentario, si no, yo no me entero). Así podemos comunicarnos mejor. O directamente te pongo la mía: tiomilu@gmail.com.
      Un abrazo fuerte. Si no logramos comunicarnos de esta forma, le pediré tu dirección a Joe, pero últimamente no nos vemos demasiado, la vida...

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