sábado, 3 de marzo de 2018

709. Sobre la exquisitez

Alcanzo por fin el final de una semana de mucho trabajo, con el aderezo de dos días especialmente duros: el lunes y el jueves. El lunes celebramos el Meet Up, jornada de difusión internacional del Reinventing Cities. La convocatoria era a las 9.00 en La Nave, el centro de promoción de la innovación que ocupa el contenedor de la antigua nave de fundición de la industria Boetticher, en Villaverde. Quiere decir que yo estaba allí a las ocho en punto, remangado, colocando sillas, mesas, escenario, pancartas, tótems, etc. El programa empezaba con dos itinerarios alternativos para visitar los cuatro lugares que se someten al concurso. Los desplazamientos se hacían en autobuses eléctricos de la EMT, a estrenar (los presentó Inés Sabanés hace unos días), con regreso a las 11.00.

Tras media hora para un café y unos bollitos, empezaba la parte institucional con dos panels en los que participaron los concejales de Urbanismo de Madrid y París, el segundo del área correspondiente de Oslo, un director general de Milán, el Decano del Colegio de Arquitectos y otras personalidades. Y la propia directora de Reinventing Cities, Hélène Chartier, que vino expresamente para el evento desde Nueva York. Tras esta parte, había un almuerzo con un catering buenísimo y luego empezaba la fase de talleres, uno por cada uno de los solares y edificios del concurso, manejados por unos dinamizadores profesionales. Al final, se cerraban las conclusiones y se terminaba la jornada, exactamente a las 18.00.

Tuve tiempo de descansar un rato en mi casa, cambiarme de ropa y quitarme la corbata. Y enseguida salí de nuevo para cenar con Hélène y otros de los ilustres participantes en el Meet Up. Joder, si alguien viene desde Nueva York para apoyarte, qué menos que llevarle a cenar a un buen restaurante. En este apartado seguí la recomendación de mi amigo Mariano: el Moncalvillo, en Chueca, donde se cena de maravilla. Llegué a casa a las once de la noche. El martes estaba, pues, agotado y a mediodía me fui a casa a echarme una siesta con el teléfono en modo avión, de la que ya les hablé en el último post y sobre la que les voy a completar la información más abajo. Porque antes quiero contarles lo que hice el otro día duro, el jueves. Ese día, salí de mi oficina a las 13.30 en un coche oficial, en dirección a la Escuela de Arquitectura.

Allí me invitaban a comer en el restaurante del Museo del Traje, mis amigos José Miguel Fernández Güell, actual Jefe de Estudios, y Ester Higueras, directora del Máster de Planeamiento Urbano y Territorial. Nos acompañaba una cuarta comensal: María Arquero, española que ejerce de profesora en la Escuela homónima de la Universidad de Michigan, cercana a Detroit. Después de la comida impartí una clase de dos horas en inglés, sobre el desarrollo urbanístico de Madrid y el proyecto Madrid Río, al grupo de 15 alumnos que esta señora se ha llevado de viaje y que están en Madrid toda esta semana. Pero aun nos faltaba lo más arduo. Desde allí cogimos todos el autobús 46 hasta Príncipe Pío, donde iniciamos el recorrido del parque del río, en dirección sur.

No sé si han visto la información del tiempo, pero estaba literalmente diluviando, con rachas de viento helado y encima a punto de anochecer. Los chicos pedían de vez en cuando suspender el camino, pero María era dura y les decía que si flojeaban les pondría una nota más baja en la evaluación. En cuanto a mí, ya saben que soy coruñés. Le dije a María que, si ella seguía, yo también. Ella llevaba un paraguas que se le dio la vuelta a medio recorrido y tuvo que tirarlo a una papelera. Yo me protegía con una capucha y unos zapatos de gore-tex. Pero llegamos al Matadero empapados, con las perneras de los pantalones heladas y pegadas a las pantorrillas. En el bar del Matadero, pedimos cervezas, whiskys, gimlets, dry martinis y otras exquisiteces. Todos menos los seis orientales, que se fueron enseguida al Metro. María me explicó que los demás días también se habían empapado, y que los chinos no soportan estar mojados; que, por una cuestión cultural relacionada con la protección de la salud, necesitan ir enseguida a cambiarse, para ponerse ropa seca. Cada día aprende uno una cosa nueva.

Pero volvamos a la tarde del martes. Al despertar de la siesta conecté el teléfono y me entró la llamada en espera de Sarah van Lindt, con la que tuve una larga conversación que ya les he contado. A media conversación, llamaron a la puerta. Me traían un paquete. Sin dejar de hablar, pulsé el portero automático. Subió el chico, me entregó el envío y me dio un bolígrafo. Interrumpí mi conversación: –Un segundo Sarah, ¿dónde tengo que firmar? Vale, gracias. Respuesta al otro lado de la línea: –¡Emilio! No me digas que estás trabajando todavía a estas horas… Aclaré el malentendido y sentí su alivio al otro lado de la línea.

Me traían unas nuevas zapatillas para correr que he comprado por Internet. Se trata de unas Nike Epic React Flyknit, que son una verdadera revolución en el mundo del running, puesto que incorporan un sistema de amortiguación sólo usado antes en el baloncesto. A finales de enero me enteré de su inminente salida al mercado, en un artículo de Expansión que pueden consultar AQUÍ. Y me puse en la cola de espera de venta on line, para hacerme con unas, antes de que se empezaran a vender en las tiendas. El martes me llegó el pedido, me las probé y me quedan como un guante. Son ultraligeras y ya he empezado a pisarlas, es decir a ponérmelas por la tarde para estar en casa y bajar a alguna compra rápida. Un par de imágenes.



Ya sé lo que están pensando. Que soy un pijotero que se pirra por las novedades y las marcas. No, señores. No soy un pijotero. Un pijotero no se hubiera hecho una excursión por el río de tres horas en una noche tormentosa. Lo que yo soy es un exquisito, que es diferente. La exquisitez es algo relacionado con una exigencia de calidad, de precisión, de puntualidad, de elegancia y de muchas otras características, que yo busco en mi trabajo y en mi vida. Cuando le preguntaban a Arsenio (otro exquisito) cual era el secreto del fútbol del Superdepor, respondía invariablemente: –Orden y talento. No hay mejor definición. Ya les expliqué que talento no es lo mismo que genio. Que el talento también se trabaja. Yo nunca me he considerado genial en nada, pero podría admitir un cierto grado de talento en algunos campos. Por ejemplo, como blogger. Pero, si se les ocurre revisar mis posts más antiguos, seguro que observarán cuánto han evolucionado mis textos. Más de cinco años trabajándome este tema, se tienen que notar. Yo mantengo todo el tiempo una exigencia de calidad. No digo que la consiga (eso lo tienen que decir otros), pero esa exigencia, ese perfeccionismo que impregna todo mi esfuerzo, es una cierta forma de exquisitez.

La exquisitez se puede expresar a veces en pocos segundos y les voy a poner un ejemplo muy claro. Quince segundos es lo que dura exactamente la introducción de la canción Out of time, que grabaron los Stones en 1966, hace más de 50 años y que les pido que escuchen. Empieza con el bajo de Bill Wyman, marcando el compás 4x4 con la ayuda de alguien que marca el contrapunto restallando los dedos (tal vez Jagger). Enseguida se suma la marimba, un instrumento inhabitual en el rock y en los Stones, que maneja Brian Jones, un tipo realmente exquisito. Y antes de los quince segundos, entra la batería de Charlie Watts, que pone en suerte a la voz de Jagger. Esto es lo que yo llamo exquisitez. Pueden dejarse la canción de fondo y seguir leyendo: los Stones se gustaron y alargaron el tema más de lo habitual en aquellos tiempos.



Por cerrar el tema de las zapatillas, he de aclarar que la noticia de Expansión me llegó cuando ya estaba yo pensando en comprarme un nuevo calzado para el running. Porque, aunque no he corrido de manera muy regular en los últimos tiempos, mis Brooks Adrenaline, estaban ya bastante gastaditas, como pueden ver en la imagen de abajo. Ahora, las he dejado para caminar por el monte y llevaré las que tenía para eso a un punto limpio.


Pero, ya que hemos entrado lateralmente en el tema del genio, el talento, la excelencia y la exquisitez, voy a recordarles una figura que ciertamente reunía todos estos atributos. Hablo del gran Fred Astaire. Mañana se celebrará en el Dolby Theatre de Los Ángeles la ceremonia anual de entrega de los Oscars. En el acto de 1970, entre los actores encargados de entregar las estatuillas, apareció una pareja legendaria: Bob Hope y Fred Astaire. Eran otros tiempos. Les tocó entregar los premios al mejor documental, o algo así. Hay que decir que Fred Astaire tenía 71 años. Tras la entrega, Bob le hace algunas preguntas: –Hey, Fred, ¿tú ya no bailas?

Fred estaba retirado y, como todos los genios, fue siempre una persona humilde y tímida, a pesar de su búsqueda constante de la perfección. Contesta que lleva un año jubilado, que sólo puede hacer un par de pasos (y los hace) y que eso no es suficiente. Bob le pregunta si ha recibido alguna vez un Óscar y la respuesta es también negativa. Y, tras unos comentarios más, Bob da paso a traición a la orquesta, que dirige nada menos que Elmer Bernstein. Fred pone cara de fastidio: –¿Qué me has hecho, Bob? Y luego sucede lo que pueden ver en el vídeo. Algo inaudito en una persona de 71 años.


Pero es que Fred Astaire era un auténtico genio y, para que lo comprueben, les voy a dejar de regalo un segundo vídeo, que corresponde a la película The damsel in distress, nada menos que de 1937. Aquí es que ya se queda uno sin palabras. Que pasen ustedes un buen finde.   



martes, 27 de febrero de 2018

708. Túneles y festejos

Bueno, aquí me tienen de nuevo, superado el gran evento internacional Meet Up Reinventing Cities, celebrado ayer a lo largo de todo el día. Este asunto del Reinventing Cities está en plena ebullición y no me parece muy pertinente hablar demasiado de ello en el blog, donde no conviene mezclar las cosas de trabajo. Ya habrá tiempo de hablar del tema en esta tribuna, cuando las cosas se definan un poco más y no haya riesgo de joderlas por hablar más de la cuenta en un foro creado para otros temas bien diferentes. Mi amigo Tito asistió a buena parte de la jornada y por la tarde me llamó para felicitarme. Sus palabras: –Emilio, enhorabuena, el mejor piropo que te puedo echar es este: ¡no parecía una cosa del Ayuntamiento! Tiene razón, tal vez esto de Reinventing es más del blog que del Ayuntamiento, pero ya lo desarrollaremos en detalle cuando corresponda.

Hoy les quiero contar un asunto que entra claramente en el mundo de la autoficción, a la que este blog se dedica con fruición casi pecaminosa. Hace unos días llegó a la concejalía donde trabajo, un correo suscrito por una señora llamada Sarah van Lindt, que se identificó como ciudadana belga que vive en Madrid desde hace 20 años y que quiere preparar una visita a Madrid de una asociación de técnicos de diferentes ayuntamientos de la zona de Flandes Occidental, para lo que solicitaba una persona que les pudiera contar el desarrollo urbanístico de Madrid y les acompañara a ver Madrid Río y otros proyectos de interés. Ya saben donde terminó ese correo. El viernes le escribí y le dije que me podía llamar por teléfono cuando quisiera. Esta tarde recibí su llamada, después de levantarme de una merecida siesta, durante la cual, por cierto, había puesto el teléfono en modo avión. 

La señora van Lindt habla un correcto castellano, en el que se ha dejado unos restos de acento extranjero, tal vez por pura coquetería. Después de presentarnos y hablar un poco (me dijo que la visita será en mayo, así que hay tiempo de prepararla), me contó que los de la citada asociación ya me conocen, que en Flandes soy una verdadera referencia en relación con Madrid Río y que estaban seguros de que les atendería yo, pero habían escrito a la concejalía por hacer las cosas correctamente. Ella no sabía a qué se debe esta fama y se lo expliqué, lo mismo que se lo voy a explicar a ustedes a continuación. ¿Autoficción? Quien piense que fantaseo o exagero mi papel en esta historia, es libre de creerse lo que quiera. Pero lo que voy a contarles es verdadero y además hay constancia en el blog.

En septiembre de 2009, yo era el jefe de información del proyecto Madrid Río, en ese momento en plena obra de ajardinamiento. Mi cargo exacto era Subdirector General de Información y Participación Ciudadana de Proyectos Singulares. Nada menos. Por ese tiempo, en la ciudad de Amberes concibieron la idea de hacer un proyecto similar, el llamado Groene Singel (Anillo Verde). Amberes es la capital de la región autónoma de Flandes y está muy cerca de la frontera con Holanda. Por ella pasa todo el tráfico pesado que parte del puerto de Rotterdam hacia el sur. Una hilera interminable de camiones circula por una autopista de muchos carriles que se construyó rodeando la ciudad antigua de Amberes por el Este (al Oeste está el mar). Luego, la ciudad continuó creciendo al otro lado de la carretera, y ahora, la vía transcurre prácticamente por el centro de la zona urbanizada, partiendo la ciudad en dos.

Ya les he contado cómo actuó aquí el señor Gallardón. Pero en Flandes, región que participa de las culturas y las tradiciones nórdicas, las cosas se hacen de otra manera. El Ayuntamiento de Antwerpe (así se llama en flamenco), lo primero que hizo fue contratar a un equipo de arquitectos para hacer un anteproyecto de enterramiento de la carretera, y construcción de un jardín encima (aquí no hay río, pero el concepto es el mismo que el de Madrid Río). Lo segundo que hizo fue pagárselo, cosa poco habitual entre los arquitectos españoles, por desgracia. Y lo tercero, montar un congreso internacional para lanzar la idea. Ese congreso se celebró entre los días 22 y 24 de septiembre de 2009 y allí acudí yo a contar el ejemplo del proyecto de Madrid. El congreso fue en la sede central del Ayuntamiento, en un salón de actos monumental y muy concurrido, con asistencia del propio alcalde los tres días. Me tocó hablar en inglés durante 45 minutos y participar después en un taller con los distintos participantes.

Después de eso, en pocos meses, hube de recibir en Madrid a cuatro delegaciones diferentes de Flandes: dos formadas por parlamentarios de los dos principales partidos políticos del Flemish Parliement, y otras dos de técnicos afines a ambos partidos. Todos querían ver Madrid Río, para saber a qué atenerse. La región autónoma de Flandes tiene una Delegación en Madrid, que se relaciona educadamente con la Embajada de Bélgica, pero es autónoma, algo así como lo que ha organizado la Generalitat por todas las grandes ciudades europeas. Y el Delegado de Flandes en Madrid por esas fechas era un tipo súper simpático, que se llamaba Yves Wantens. Su principal ayudante, el agregado para asuntos económicos, se llamaba Dirk Verlee y era también encantador. Con ambos hice bastante amistad, hasta el punto que tomaron por costumbre invitarme a la fiesta de la comunidad flamenca en Madrid, que cada verano se celebraba en un salón del Hotel Palace.

Estas fiestas eran divértidísimas, había un cátering muy generoso y todos los años contrataban al grupo de jazz que encabeza el saxo Juan Muro y que cuenta con un guitarrista argentino muy veterano que toca sentado. El ambiente de estas fiestas lo reflejé en uno de mis mejores textos, que pueden leer si no lo conocen, o repasar en caso contrario, el Post #151, La fiesta flamenca. Los comentarios de los seguidores y mis respuestas son también interesantes. Lamentablemente, en la fiesta del año siguiente, 2014, Yves y Dirk se despidieron de Madrid en unos discursos muy emotivos, y de mí con grandes abrazos. Los trasladaban a Riga, donde iban a encargarse de abrir una nueva Delegación que extendiera la cultura flamenca por las tres Repúblicas Bálticas. El sustituto de Yves Wantens es un soso, que terminó con las celebraciones decadentes y fastuosas de su antecesor, sustituyéndolas por un aburrido acto institucional que incluye una visita cultural. En 2015, la visita fue a la Real Casa de Tapices y no nos dieron ni una cerveza. Desde ese año no he vuelto a ninguna de sus celebraciones.

Todo eso le he contado esta tarde a Sarah van Lindt. Ella me ha revelado que trabaja en la Embajada de Bélgica, aunque la visita que está organizando, la hace a título particular. Y que, como buena flamenca, solía acudir a las fiestas del Palace. A lo mejor hemos coincidido. No tengo idea de qué edad, tamaño y aspecto tiene esta señora, cuando me encuentre con ella veré si me suena. En cualquier caso, yo con quien intentaba siempre ligar era con la chica de la embajada croata, que estaba como un yogur de fresa con arándanos salvajes. Espero que no se trate de la señora que se tiró el chocolate de la fondue por la pechera. Una cosa ha cambiado desde mi animada fiesta de 2013. El principal partido secesionista de Flandes, declaró con gran pena, que renunciaban a la independencia porque todos sus objetivos estaban cubiertos por la ultima enmienda a la Constitución belga, que les daba plena autonomía financiera y política. Algo que podría haber servido de lección a los que ustedes están pensando, como también se reseñó en el blog. Por cierto, ya saben que estos señores son los que albergan a Puigdemont, por ahora. Ya se hartarán de semejante personaje.

Tampoco les sorprenderá saber que, a día de hoy, el proyecto del Groene Singel sigue en un cajón. Nunca empezaron las obras. Han hecho al menos dos referéndums y no ha resultado de ellos un apoyo mayoritario al proyecto. Tampoco saben cómo financiarlo: la Comunidad Europea no da un solo euro para construir túneles (sólo financia carriles bici y similares). El Flemish Parliament no ha conseguido llegar a un acuerdo claro y meridiano al respecto, que permita aprobar una financiación.  Y el Ayuntamiento no tiene dinero ni quiere endeudarse. Así que los camiones siguen pasando en hilera por el centro del caserío de esta civilizada comunidad. Me disculparán que termine con una moraleja obvia: estas cosas sólo salen adelante si se hacen por el método Gallardón, a lo bruto y pasándose la participación ciudadana por las regiones inguinales. Como empieces a preguntar a la gente, no llegas ni a poner la primera piedra. Sean buenos.

miércoles, 21 de febrero de 2018

707. A ver quién le pone título a esto

Decíamos en el post anterior que la situación mundial mejora, al menos en las grandes cifras de la economía global, aunque eso no garantice un reparto igualitario de la riqueza. Eso es bueno a nivel nacional, pero no se engañen: la economía de nuestro país no es ningún modelo. Se crea trabajo, sí, pero en condiciones chinas o eslovacas: precariedad total y sueldos de mierda. Y, si las cosas están mejorando finalmente, no se lo podemos atribuir al señor Rajoy que, como sabemos, no hace nada. La economía mejora o empeora debido a variables supranacionales que no tienen nada que ver con la actividad presidencial. Desde que el actual titular se encontró sin mayoría absoluta, esa actividad tiende a cero. Qué se puede esperar de un presidente que no lee nada, salvo el Marca, que abre cada noche en la cama, para conjurar el sueño. 

La vagancia de este sujeto está alcanzando niveles nunca vistos. Ahora han nombrado a Guindos para la vicepresidencia del Banco Europeo, y hay que cesarlo como ministro, pero le han preguntado que cuándo y ha dicho que tranquilos, que ya se hará, que no hay prisa por nombrar un sustituto, que su padre le enseñó a proceder despacito y con buena letra, que no por mucho madrugar amanece más temprano y que ya nombrará al sustituto cuando convenga. Así que en este, como en otros asuntos, pasito a pasito, suave-suavesito. Uno puede imaginárselo en la cama, con el puro apagado en la mesita de noche, el pijama apestando a humo del cigarro, el Marca desplegado y mascullando entre dientes: y mañana el coñazo del nombramiento.

Y, ya que estamos con Guindos, la suya me parece una elección muy acertada. Yo creo que este caballero es consciente de lo costoso que es conseguir un nombramiento para un organismo internacional, aunque sea, como en este caso, por abandono del contrincante. Ese fue el error con Rodrigo Rato, que se fue al FMI y se llevó a su flamante novia, 22 años más joven, y a los tres años va y dimite, porque (sic) a su novia no le iba bien el clima de Washington. Pero: ¡¡ALMA DE CÁNTARO!! ¿Sabes tú el esfuerzo que nos costó como país el conseguirte ese puesto? ¿Sabes cuantos abdominales tuvo que hacer Aznar para poder alcanzar con los zapatos la mesa de despacho de Bush sin deslomarse?

Y vas tú y te deprimes a los dos días. Y te dejas barba y dices que a tu chica la perjudica la humedad de Washington. Que va de sinusitis en sinusitis. Que así no hay quien viva. Joder, a Strauss-Khan le tuvieron que urdir una trampa saducea, porque no lo despegaban del sillón ni con agua caliente. Y a su sucesora Lagarde la están atacando por todos los flancos (aquí al lado tienen una imagen que sintetiza toda la maldad de esta señora). Y va el pánfilo de Rato y dimite él, sin que lo eche nadie, dizque por motivos personales. Lo nunca visto. Con Guindos al menos sabemos que eso no va a pasar. Es un tío muy feo, con una calva reluciente y no parece muy proclive a enamorarse de periodistas y becarias. Y encima dicen que es del OPUS, así que miel sobre hojuelas. Por cierto, nos quejamos de Rajoy pero, viendo los nombres de la terna que tenía Aznar en el famoso cuaderno azul, uno se echa a temblar. Rato, Rajoy y Mayor Oreja. Al menos por comparación, hemos de pensar que, por una vez, el dedo de Dios acertó.

Disculpen que use una imagen que ya ha salido en el blog, pero es que me parece cojonuda. La cosa es que echo un ojo a la prensa de estos días y descubro una serie de síntomas inequívocos de que estamos todos como cabras. Las portadas vienen llenas de noticias que parecen sacadas de El Mundo Today, pero son reales. Ya contábamos con que el prusés siguiera dando titulares, pero no hasta estos extremos. Vean la última novedad: dada la imposibilidad de encontrar una solución a la investidura de Puigdemont, la cupaire Anna Gabriel ha adoptado dos decisiones. La primera, tomar las de Villadiego, renombrado cantón suizo donde supongo que habrá llegado bien provista de salchichón de Vich y butifarra para cocinar las mungetas, aunque no me extrañaría que fuera vegetariana. La segunda y más trascendente, cambiarse de imagen, desterrando definitivamente el corte de pelo a tazón, para peinarse hacia atrás, en una solución estética que la favorece bastante, como ven en esta imagen comparativa.



El juez ha decidido no reclamar su extradición a Suiza y me parece muy bien, aparte de que tampoco se la iban a conceder. Yo prefiero que viva feliz en Suiza y se gaste su dinero en un país tan caro, que no que la metamos entre rejas y haya que pagarle la comida entre todos los contribuyentes. Quita, quita. Comida carcelaria que fue calificada como muy flatulenta por Rull/Turull, una dupla cuyo nombre suena a estribillo de Lou Reed, formada por dos tipos tan compenetrados que los nombran consellers a la vez, entran al trullo de la mano y los liberan al unísono. Esta pareja, que ha dejado pequeña a la de Hernández y Fernández (Dupont y Dupond), está tan coordinada que no me extrañaría que hayan entretenido sus largas horas carcelarias tirándose pedos armónicos; quiero decir, que si Rull se tira uno en Do mayor, su compañero puede desde su celda hacerle terceras con un Mi, o terceras menores con un Mi bemol. Combinaciones ambas muy vistosas, salvo que terciara Prometeo Junqueras con su bordón de sonoridades legendarias y rompiera la construcción armónica.

En cambio, Puigdemont puede tirarse todos los pedos que quiera en su nueva casa de Waterloo, 550 metros cuadrados, donde está divinamente, a pesar de que sólo tiene tres baños, y no catorce como Isabel Preysler. A él le llega con uno. Lo necesita para recolocarse el pelucón por las mañanas, mirarse al espejo y pensar: cómo molo, nen. La prensa de estos días se ha hecho eco de que este buen hombre ha pixelado la imagen de la casa en el Google Maps. Una precaución innecesaria: los cazurros del Ampurdán que le siguen no creo que sepan ni encender el ordenador. Y además eso se ha hecho cuando la foto de la mansión ya ha circulado urbi et orbi. Aquí la tienen, sin ir más lejos.



Pero Puigdemont ha construido su reino imaginario sobre su dominio de las redes sociales, en donde se camuflaba como @KRLS. Y debe cuidar ese entorno. Aunque los que le rodean son un poco descuidados, como se evidenció cuando le sacaron fotos a los whatsapps bíblicos en que se quejaba de que todos le habían abandonado. Le faltó añadir: ¿Tú también, Toni? El que es un verdadero chapuzas es el becario que se encarga del Photoshop. Supongo que conocen la historia, pero por si no. Resulta que, antes de la desbandada, dejó el grupo la última rata sensata, que se apresuró a abandonar el barco a la deriva del independentismo: el consejero Santi Vila. Llegado a Bruselas, Puigdemont quiso colgar en Twitter una foto de su gobierno, con el letrero de El guvern legitim. Pero había que eliminar a Santi Vila. Es algo sencillo y mucho más antiguo que el Photoshop.  Por ejemplo, Stalin, cada vez que se cargaba a un miembro del Politburó, lo eliminaba enseguida de las fotos.

Pero se lo encargaron al becario y le quedó como ven abajo. Primero vean la foto original. Debajo está la retocada, la que colgó @KRLS en Bruselas. Como pueden ver, se han olvidado de quitar la pierna izquierda de Vila, que asoma ominosamente entre Puigdemont y Junqueras, lo mismo que la punta de su zapato derecho, que amaga con mostrarse entre las piernas rotundas del Prometeo catalán.







Pero la noticia más inquietante de todas nos llega desde la Semana de la Moda en Nueva York, recién clausurada. En fin, disculpen este inesperado giro argumental, pero supongo que no ignoran que la moda de rasurarse las mujeres por todas partes, está convirtiendo a las féminas más deseadas en seres de piel bruñida y reluciente, cual huevo duro recién pelado. Tradicionalmente se hacía en los sobacos, el bigote (la que lo tiene), las piernas. Aunque las nórdicas gustan de dejarse su pelusa pelirroja por las pantorrillas, lo que las hace aun más deseadas. También supongo que conocen la jota tradicional: como los melocotones/ tienes el culo, mañica/ como los melocotones/ redondico y colorao/ y también con pelusica.

A lo que íbamos. Esa moda de erradicación de todos los pelos corporales, esa especie de deforestación lamentable, ese genocidio piloso masivo, alcanza, como no podía ser de otra manera, a la zona púbica. Me dice una amiga que en las duchas del gimnasio al que acude con regularidad, las chicas van cada vez más rasuradas. Que llevan el pubis liso y brillante, como la calva de Guindos. Y que es bastante frecuente que se dejen la llamada corbatilla, especie de pasapiollos vertical, que es a la vez vestigio de selvas frondosas definitivamente arruinadas y flecha que señaliza la posición exacta de las deseadas regiones meridionales, para la mano del amante desorientado o inexperto. O tal vez es que se ven con la rasuradora asesina en la mano y les da pena perpetrar una tala completa, como me pasó a mí el día que decidí afeitarme la barba: que me dio pena, indulté al bigote y hasta ahora.

Pues en esa deriva del asunto no es de extrañar que haya aparecido un corolario absolutamente lógico: las pelucas de coños. Un adminículo que haría las delicias del Marqués de Leguineche, el inefable personaje de La Escopeta Nacional, que interpretaba Luis Escobar, actor que, por cierto, era también marqués, en este caso, nada menos que de las Marismas del Guadalquivir. Leguineche coleccionaba pelos de coño y, ahora, la firma coreana de moda Kaimin ha presentado su gran invento en la pasarela neoyorkina. Dicen los de la marca que, con esta colección, pretenden lanzar un mensaje de diversidad y tolerancia. Para mí es más bien una nueva muestra de la locura en la que estamos instalados: las mujeres se afeitan sus partes, para luego ponerse una peluca. Y se desnudan, para luego tapar su desnudez. Les dejo un par de fotos del desfile. Y el encargo de que le asignen un título a este post. En realidad este es un ejemplo de algo que me sucede a veces: que empiezo a escribir sin rumbo y dejo que mi barca arribe a las playas más inesperadas. Sean felices.