lunes, 10 de octubre de 2022

1.175. Cipriano, la vaselina y los premios del blues

Domingo por la tarde. Escribo en mi terraza, aprovechando este delicioso veranillo retrasado de San Miguel que nos está deparando unas tardes maravillosas, a la temperatura perfecta para estar en camiseta escribiendo bajo los toldos y con la música a volumen bajo para no molestar a los vecinos. Hay que aprovechar también que al Hijo de Putin aun no se le ha ido la olla hasta el punto de ponerse a lanzar bombazos nucleares. Occidente hace bien en decir que se toma muy en serio sus bravatas. Este tipo es un enano físico y moral y por tanto un acomplejado. Y con los acomplejados lo peor es tomarse sus amenazas como si fueran de farol. A ese desprecio pueden responder con la famosa frase sujétame el cubata, que voy donde el botón rojo. Esperemos que la locura no llegue a ese grado.

Vuelan mariposas y abejorros por mis plantas, felices de que se haya terminado el calor extremo (durante el mes y medio de asfixia a partir del 15 de julio, no hubo insectos por aquí, ni mosquitos, ni moscas ni nada). Escribo hoy para publicarlo mañana temprano, porque este lunes entraré en otro grumo del sinvivir que les vengo relatando. Mañana a las 10.30 he de dar una clase de hora y media sobre el realojo del barrio de Palomeras en la ETSAM, al grupo de mi amiga Sonia de Gregorio, que año tras año me sigue llamando para contar esta historia. Tenía esta cita reservada hace tiempo, pero resulta que se me ha juntado con el viaje de mi nueva amiga Inés R., profesora de la Escuela de Arquitectura de Le Havre, que mañana desembarca en Madrid con 40 de sus alumnos.

Para el lunes, esta chica ha organizado una visita a las oficinas de Madrid Nuevo Norte, antigua Operación Chamartín, y, a modo de contrapunto, un encuentro con Félix Arias, el líder de la contestación contra ese proyecto. El martes comentaré con ellos mi postura al respecto, más pragmática y menos dogmática que la de Félix, aunque no menos crítica. Porque el martes por la mañana me reuniré con este grupo a las 9.30 al pie del depósito de agua del Matadero para iniciar allí una visita guiada a Madrid Río. Durante cuatro horas he de explicarles el proyecto en francés. El plan es terminar en el kiosco del parque, al final de la Avenida de Portugal, donde espero que puedan darnos de comer a un grupo tan grande. Por la tarde, voy a acompañarles a su encuentro con el grupo de arquitectos Zuloark, que organizaron el solar de la plaza de La Cebada, resultante de la demolición del viejo polideportivo en tiempos del alcalde Gallardón. Tengo algo que aportar aquí también, sobre el proceso que dio lugar a ese solar.

El miércoles este grupo de alumnos franceses continuará por Madrid y no descarto sumarme a alguna de sus actividades, en función del feeling que establezca con su profesora, a la que por ahora sólo conozco por teléfono y en fotos. Todo esto no es más que la continuación de mi frenético día a día que les voy contando en el blog. El jueves pasado, como les comenté, estuve en la concentración frente a la Embajada de Irán. Fue una cosa bonita, intensa, dramática, apenas 200 personas a ojo de buen cubero. En un momento dado, muchas de las asistentes se quitaron los pañuelos de la cabeza y los cortaron con tijeras para echar los pedacitos en una bandeja que se entregaría en la embajada. Yo había acudido con mi pañuelo de bluesman y de pronto todo el mundo me miraba como animándome a sumarme a la protesta, así que opté por quitármelo y guardarlo en un bolsillo: yo llevo el pañuelo para presumir, no porque me lo ordene ningún ayatollah. Y no lo quiero perder.

El viernes inauguré la temporada de teatro con Finlandia, una obra de 80 minutos sobre una pelea de pareja en una habitación de hotel de Helsinki. A mí me gustó, pero algunos colegas del grupo resaltaron el hecho de que la historia empieza ya en pleno clímax y no hay un crescendo o una gradación de tempos anímicos: empiezan a hostia limpia y acaban igual. El trabajo de los dos actores es agotador, se chillan todo el rato con parrafadas vociferadas a toda velocidad. Al final, nos tomamos unas cervezas por la zona, que es uno de los objetivos del grupo, el teatro es sólo la excusa. Con motivo de esto, me acosté tarde y ligeramente achispado pero, a pesar de ello, el sábado salí tempranito a correr mis reglamentarios 6,5 kms por el Retiro. Y no hice mala marca.

Una reflexión al respecto. Tanto en la concentración iraní, como en el teatro, el personal que había acudido a estos eventos era de edad. Abundaban las calvas, las barbas canosas, las señoras con teñidos de peluquería, los trajes chaqueta, los rostros veteranos, prototipos del dicho la arruga es bella. La gente mayor, de mi quinta, se divierte, es culta y tiene preocupaciones sociales y políticas. Somos los boomers y a mucha honra. Pero ¿dónde están los más jóvenes? Pues ustedes me dirán. Tal vez mandándose compulsivamente mensajes de guasap escritos a velocidad de vértigo con ambos pulgares o haciéndose selfies poniendo caras de memos. Ya saben que yo tengo debilidad por los millenials, como mis hijos, esos treintañeros que pronto habrán de acceder a los puestos directivos de la sociedad y que son una generación preparada y capaz. ¿Sabrán ellos como motivar a los más jóvenes? Está por ver.

En los conciertos de Samantha Fish también el público es veterano. Esta chica hace la música que nos gusta a los boomers. Los jóvenes se decantan más por el rap, el hip hop y similares, de los que ya saben que Keith Richards dice que puede admitir que eso sea cultura pero que, por favor, no le digan que es música. Samantha está a-puntito-a-puntito de iniciar su gira por el Reino Unido, que en principio debe terminar en París, en el Bataclan, concierto para el que tengo seis entradas para verla con mis hijos. Pero este concierto sigue sin estar confirmado del todo y, por si acaso, me he sacado una entrada para mí, para otro que sí está totalmente confirmado, el que dará en la sala AB de Bruselas el próximo 29 de octubre. Mi plan es hacerme un viajecito por esa parte de Europa visitando amigos y amigas, entre uno y otro concierto. Samantha tocó hace unos días en el Telluride Blues and Brews Festival que se celebra cada año en esa estación de esquí del estado de Colorado. Sam es la reina de ese festival y les voy a pedir que vean una de las canciones que tocó, para que disfruten de la conexión que tiene con su baterista Sarah Tomek. Merece la pena.

Sam y Sarah comparten la energía, la determinación, el talento, la profesionalidad. También los vestidos que se ponen, pero en este caso imagino que Samantha ha creado una línea de ropa con la que se visten ambas y de la que seguramente saca también beneficios, porque ya les he dicho que esta mujer es una auténtica fenicia. En sus últimos vídeos la veo con el pelo más largo y en una mujer que cuida tanto su apariencia física esto no puede ser casualidad, es posible que se esté dejando otra vez la melena de sus primeros tiempos. Por otro lado, la letra de esta canción es compleja y lúgubre como las que solía escribir al principio de su carrera (ahora son más alegres y desenfadadas). Nena de ojos verdes, reina difunta, afrodita pasada de anfetaminas, llenas el depósito con Tanqueray, y miras cómo se desvanece tu dulzura, porque no hay ángeles por aquí alrededor, no, no hay ángeles.

Las letras del rock empezaron siendo muy ñoñas, chico busca chica, necesito tu amor, dame la mano, etc. Es que los boomers rompimos con una época muy puritana, de educación primaria segregada y mucho beaterío. Hasta que llegó Bob Dylan con sus poemas magníficos, justos merecedores del premio Nobel aunque fuera con un par de décadas de retraso, el rock se centraba básicamente en letras bastante moñas. Recuerden por ejemplo que los Stones pretendían escandalizar con una canción cuyo estribillo decía pasemos la noche juntos, Let’s spend the night togheter. ¡Qué escándalo! En una aparición en TV les hicieron cambiar la letra para decir pasemos un rato juntos. Ya ven en qué tiempos surgimos con el rock. Los Beatles también tuvieron un éxito importante con una canción que decía I wanna hold your hand, quiero coger tu mano. Habrá cosas más inocentes que hacer manitas, o pasar la noche haciendo las cucharillas, por ejemplo.

Contrasta esto, por ejemplo con el despelote que fueron los años 20 del siglo pasado, en donde Josephine Baker salía a escena cubierta con un cinturón de plátanos como único atuendo. Las letras de los pasodobles y las zarzuelas eran mucho más pícaras que los rocks del principio, recuerden las Noches de Faraón, el maldito Putifar y aquella estrofa de Ay Ba, Ay Ba, Ay Babilonio, qué mareo. Supongo que todos ustedes la conocen. Sin embargo, es posible que desconozcan piezas como el Chotis de Cipriano, de los años 20, una cumbre de las letras picantes con su impagable estribillo: Ay Cipriano, no bajes más la mano, no seas exagerao. Vale, por si creen que me lo he inventado, aquí está la versión de la simpar Olga Ramos, tal como la cantaba en el antro de la calle de la Palma 51, en donde algunas noches me tocó disfrutar de su arte.

La gran Olga Ramos rescató este tema publicado en 1916 en la voz de Úrsula López y que me imagino que a mi padre le tocó bailar más de una vez cuando vino a Madrid años después. De aquellos años solía contarme lo que hacía los sábados con una peseta, que le llegaba para el tranvía de ida y vuelta al centro, un vermú con aperitivo, cena y copa en algún café cantante. Eran otros tiempos pero, en cuestiones morales, más adelantados que muchas épocas posteriores. Otro ejemplo destacado es esta grabación que todavía se conserva de la gran artista conocida como Bella Dorita, la reina del Molino Rojo de Barcelona. La acompaña la orquestina Crazy Boys, está grabado en 1933 y el título no puede ser más sugerente: La vaselina.

Ay, qué calores que me están entrando entre el veranillo y la Bella Dorita, me he tenido que quitar la camiseta y todo y aquí estoy hecho un cachas de terraza. Pero mientras escribía estas cosas, me ha llegado una noticia acerca de Samantha. Como cada año, la revista de blues Making A Scene ha publicado los premios anuales a los mejores artistas independientes del blues. Hace dos años Sam se llevó nada menos que diez premios por su penúltimo disco Kill or be kind, entre ellos el de mejor artista de blues, hombre o mujer. Pues este año, su disco Faster se ha llevado seis premios, como pueden ver en la imagen de abajo.

Entre ellos, el de mejor artista femenina de blues. El premio más importante se lo ha llevado esta vez el mejor artista masculino: el gordo Christone Kingfish Ingram, otro motivo de alegría para mí, que llevo meses hablándoles de este singular guitarrista de 22 años y 180 kilos de peso. Kingfish se ha llevado también seis galardones en un certamen que se convoca en mayo y en el que votan todos los seguidores del blues que desean hacerlo. También ha habido premios (dos) para Larkin Poe. El premio Road Warrior a la mejor gira esta vez no se lo ha llevado Sam sino Ally Venable, una chica que toca muy bien la guitarra y tiene 23 añitos, diez menos que Sam. Así que cerraré este post con un tema del gordo, que lleva este año muchos premios, porque también ganó el Grammy como les conté. Es mucho este gordo, que toca la música que le conecta con sus abuelos y no quería saber nada del rap que le gustaba a sus compañeros de cole. La de perrerías que le habrán hecho. El vídeo que les traigo ya ha aparecido en el blog, pero es que es el tema que más me gusta de todos los suyos. Sean buenos.

jueves, 6 de octubre de 2022

1.174. Leña al mono hasta que hable inglés

Buenos días, amigos y amigas. ¿Cómo dicen? ¿Que si me he pasado al llamado lenguaje inclusivo? No, no. Para nada. Odio profundamente esa tontuna tan generalizada entre los políticos y oradores de todas las tendencias, especialmente las escoradas a la izquierda. Esto es otra cosa, esto es el saludo de cortesía de toda la vida, como lo de señoras y señores, emulación del anglosajón ladies and gentlemen. Además, este tipo de tontunas continuamente se van quedando atrasadas y se ven superadas por otras tontunas aún mayores y, ahora mismo, si yo quisiera estar a la última, tendría que decir amigos, amigas y amigues, que manda cojones. En fin, que vengo hoy caliente y dispuesto a dar caña de nuevo de un tema del que pensé que no tendría que hablar más. Pero me siguen llegando mensajes varios con opiniones diametralmente opuestas a la mía, y tengo que defenderme. Así que, nada: leña al mono hasta que hable inglés.

Pero vayamos por partes. Para empezar, quiero precisarles que he decidido aumentar el lapsus entre post y post de tres a cuatro días. Ese ritmo acelerado, que he llevado en muchas épocas del blog, lo retomé a partir de la constatación de que este va a ser mi año con menos entradas, lo cual se debe a la falta de tiempo por el sinvivir. Pero tengo claro que, por mucho que corra, no voy a poder revertir la situación. Así que mejor relajémonos. El otro día, paseando con mi amigo X desde el restaurante Jai Alai hasta la parada de bus después de despedirnos de nuestros contertulios, mi querido amigo pasó a comentarme sus impresiones sobre el blog y empezó por arrugar mucho la nariz y el gesto en general, para decirme: Estás escribiendo mucho últimamente. No necesito que nadie más me lo diga; mantener un ritmo de un post cada tres días puede acabar por agotar a mis lectores y que el blog muera de éxito, como suele decirse.

Así que, uno cada cuatro días. Hoy me toca hablar del mundo exterior, de lo que hay al otro lado de la puerta. Y empezaré por anunciarles que esta tarde, después de terminar mi ritual yoga-Ricla, no me voy a ir a casa a echarme la siesta como de costumbre, sino que cogeré el Metro para participar en la concentración convocada a las 18.30 frente a la embajada de Irán, en apoyo del movimiento de las mujeres de ese país, que están hasta la punta del pañuelo de tener que cubrirse la cabeza y vestirse según la moda de la Edad Media. Como seguramente saben, la protesta se ha encendido a partir de un suceso concreto. El 13 de septiembre, la joven Mahsa Amini, de 22 años fue detenida mientras paseaba por Teherán. La detención la perpetró la llamada policía de la moral y el motivo, que la chica llevaba mal puesto el pañuelo, de modo que dejaba fuera una parte del flequillo, quién sabe si por descuido o por una simple coquetería (no estaba en ningún movimiento político o de resistencia feminista).

Lo siguiente que se supo de ella es que, según la citada policía de la moral, la chica había muerto en las dependencias policiales a causa de un paro cardiorrespiratorio inesperado. Todo el mundo entiende lo que eso quiere decir. Que le dieron una paliza de muerte y se les fue la mano. Inmediatamente empezaron las protestas de las mujeres por todas las ciudades de Irán. Y las muestras de apoyo en todo el mundo. Cuando una situación es insoportable, basta una chispa para que todo eche a arder y, si no, recuerden las primaveras árabes, narradas en este blog, que empezaron cuando un vendedor ambulante de frutas fue humillado por una policía tunecina, detenido y llevado a la comisaría donde le confiscaron la mercancía. De allí fue directamente a comprar un bidón de gasolina y un mechero, para inmolarse a lo bonzo delante del Ayuntamiento de su pueblo. Esto de ahora es algo similar y vean una foto de las protestas en el propio Irán, en donde portaban en alto fotos de la chica asesinada.

Creo que el caso de esta chica no se puede consentir (como el del descuartizamiento de Khashoggi en Estambul) y allí me tendrán esta tarde, puño en alto, junto a las chicas que han decidido cortarse el pelo y mostrarlo en alto como símbolo de su protesta. Ahora viene la pregunta del millón. ¿Creen ustedes que al participar en esta actividad vespertina soy coherente desde un punto de vista ético e ideológico? Yo creo que sí. Ya les he dicho que yo no soy de izquierdas ni de derechas, simplemente sigo las sencillas enseñanzas de mi padre: no matar, no robar y, ante cualquier decisión, elegir siempre la alternativa que cause menos daño (a mí y a los demás). De acuerdo con eso, participé en todas las manifestaciones contra la agresión USA a Irak, en base a unas armas de destrucción +IVA, que luego resultaron inexistentes. Ya les conté que iba a esas manis con mis hijos pequeños provisto de una pancarta de colorines que me fabriqué yo mismo y que rezaba Give peace a chance.

Para mí está bien claro. Si yo protesté por lo de Irak, y me indigné por lo de Khashoggi, tengo que indignarme y protestar por lo sucedido en Irán. Y sigo: también por lo que está pasando en Ucrania ¿o no? Ah, no, disculpen, se me había olvidado que, en este caso, las cosas no son tan sencillas, a Putin lo han provocado y acorralado, el Zelensky ese no es trigo limpio y la culpa de todo la tienen los yanquis. Y Gorbachov, que casi se me olvida. POR FAVOR. ¿Quiénes son aquí los incoherentes? Díganmelo (hermosa palabra sobresdrújula del castellano). Yo lo tengo muy claro: hay cosas que son perversas y condenables en sí mismas y en esos casos me importa un rábano la génesis de cómo se ha llegado a esa situación y si al animal de pezuña lo han provocado o no. Les he repetido el ejemplo varias veces: si a mí me atracan por la calle y matan a un acompañante mío que se resiste, yo no quiero saber las razones del atracador para dedicarse a semejante oficio.

Lo repetiré todas las veces que haga falta. Que al señor Khashoggi lo detengan cuando va a pedir un documento en la embajada saudí de Estambul y lo hagan picadillo, no tiene pase. Que maten a una chica que va paseando por la calle por llevar el pañuelo torcido no tiene pase. Que los USA invadan Irak comandados por el Tontolbush, el Tontolblair y el Tontolaznar, no tiene pase. Y que el Hijo de Putin ataque Ucrania, bombardee barrios habitados y mate a decenas de miles de civiles inocentes tampoco tiene pase. Y eso no admite matizaciones. Sin embargo, no se han hecho manifestaciones de protesta como las masivas contra la invasión de Irak, o la de esta tarde ante la embajada de Irán. ¿Qué pasa? ¿Es que aquí sólo nos movemos contra las cosas que vienen de un lado? ¿O es que hay que esperar a que lo diga San Pablo Iglesias; ese santo creado por Villarejo, Cospedal y Fernández Díez?

Otra pregunta del millón. ¿Por qué sigo dando el coñazo con esto? Pues porque me siguen bombardeando con mensajes por correo, teléfono y hasta en el barrio. Y me veo obligado a insistir. De los cuatro grupos que definí cómo críticos con la ayuda a Ucrania, de dos de ellos no merece la pena decir nada más. Me refiero a los conspiranoicos, terraplanistas y similares (en los que incluyo a mi amiga M. que me hizo ponerme un imán de la nevera en la vacuna para ver si se me quedaba pegado, y también a Jurgen mi peluquero) y los pacifistas que emulan a Daladier y Chamberlain. Luego están los aterrorizados ante la posibilidad de una guerra nuclear. El miedo es libre y los aterrorizados tienen todo mi respeto. Casualmente dos de las personas a las que he visto pasar más miedo con la pandemia están ahora en esa línea. Yo, obviamente, no quiero que llegue un holocausto nuclear pero, ahora mismo, esto no es más que una posibilidad y yo sigo siendo ese boomer agradecido hasta el infinito y más allá de haber vivido 71 años de paz y democracia (incluyendo 24 años de franquismo en los que tampoco me lo pasé tan mal). Pero entiendo que el miedo es libre y hay que respetar la capacidad de cada uno para aterrorizarse.

A los que menos comprendo es a los del cuarto grupo, los podemitas y simpatizantes. Es que, como les dije, a mi no me adoctrina nadie. Y yo recibo presión de este grupo, proveniente de personas que no se conocen entre sí, pero que me dicen todas lo mismo. Todas adoran a Chomsky. De este señor ya he dicho que me merece un respeto reverencial, que me parece cojonudo, que me encantan los octogenarios cascarrabias que van a la contra como él o como Fernando Terán. Pero no por eso me siento obligado a compartir todas sus opiniones. También hay otra serie de leit motivs, por ejemplo, el desprecio por Gorbachov, un señor que se equivocó por ser un ingenuo y que es el culpable de todo lo que ha pasado después (por cierto, desde este sector también se dice que Carmena se equivocó y por eso perdió, San Pablo Iglesias no tiene ninguna culpa de ese desastre). Qué casualidad que todos los que me hablan desde esa postura se guíen por las mismas fuentes.

Lo voy a personalizar para que entiendan lo que quiero decir. Agosto finales. Viene mi hijo Lucas y está unos días en mi casa. El día en que ha de coger el vuelo de vuelta, comemos con mi ex, la madre de la criatura. Y acabamos discutiendo a gritos por este tema. Lucas, con su fina ironía de millenial, me comentará después: me lo he pasado muy bien con vosotros dos, hasta que se ha metido por medio Zelensky, luego ha sido un poco coñazo. Bien los argumentos que recibo son los de siempre, más el seguimiento de Chomsky y el artículo de Javier Valenzuela sobre Gorbachov, que todos han leído. Por chinchar, la comparo con mi amiga M. y le cuento lo del imán de la nevera. Se ofende mucho por la comparación y me dice que ella se basa en fuentes fiables, y me cita a Pedro Poch, ex corresponsal de La Vanguardia en Moscú. Días después, me manda por mail uno de sus artículos, para que me vaya culturizando. Lo leo y más abajo les comento mi opinión.

Primeros de septiembre. Me tomo una caña con mi amigo J. uno de los floristas del barrio que me decoraron la terraza. Acabamos con la misma discusión. Y también me habla de Chomsky, del pobre Gorbachov que la cagó con la perestroika y, ¡qué casualidad, hombre! de Pedro Poch, de quien me recomienda otro artículo diferente que leo. Tercer input: mi queridísima amiga África, con la que espero encontrarme esta tarde en el merdé iraní, me manda esta semana un artículo, para que me entere de lo que se dice desde una versión alternativa a la mía. ¿Saben de qué autor? Sí señor, han acertado: de Pedro Poch. He leído, pues, al menos tres artículos de ese Pedro Poch, que son todos el mismo artículo. Textos escritos desde el prejuicio, el rencor y el antiamericanismo más rancio, cebado en sus años de estancia en Moscú como corresponsal. Hombre, todo el mundo tiene que ganarse el cocido y, si este señor escribiera lo mismo que la mayoría, digamos, proyanqui, no le publicarían ningún artículo, porque él no tiene el prestigio de Chomsky.

Pero a lo que voy no es a eso. Es que mi ex y madre de mis hijos, mi querida amiga África y J. el florista del barrio no se conocen de nada. Y sus opiniones y sus fuentes son idénticas. Clónicas. ¿Qué les sugiere esto? Pues yo lo tengo muy claro y he de remitirme a muchos años atrás, a mi primer año de bloguero. Tal vez algunos lo recuerden. Al principio yo estaba muy preocupado por revisar las estadísticas de visitas (las seguí comprobando con frecuencia hasta que me convencí que eran bastante poco fiables). Y en un momento dado, el contador de visitas por países empezó a mostrarme números masivos de visitas desde Rusia. Es que cada día entraban a ver mi blog 50 personas en España y más de 600 de Rusia. Me preocupé y consulté con una garganta profunda del proceloso mundo de la informática, antiguo hacker que ahora ha sido contratado por una empresa para que les defienda de ese tipo de hackeos. Su respuesta: no te preocupes, los rusos llevan años pirateando todas las páginas occidentales de internet, hasta los blogs más privados y acumulando información de todo tipo, no se sabe para qué, aparentemente sin ningún objetivo concreto, porque no tienen medios para procesar todo ese volumen de información.

Años después, sabemos cuáles eran esos objetivos concretos, porque está demostrado que los rusos movieron hilos informáticos para favorecer la victoria de Trump, el Brexit y la línea de los independentistas catalanes. Cualquier cosa que contribuyera a desestructurar el mundo de las democracias occidentales, que tanto odia el Hijo de Putin (recuerden que, en el colmo del despendole y la molicie, hasta comemos fuagrás). Por cierto, para mí el paraíso del mundo democrático no es USA, desde luego, ni siquiera el Reino Unido; es Francia, es Suiza, es Italia y son los países nórdicos. Y nosotros, que intentamos acercarnos a ese modelo, pero tenemos unos políticos muy malos. ¿Soy un conspiranoico por pensar que Rusia está moviendo los hilos de la información para favorecer todo lo que suavice las opiniones negativas sobre ellos? ¿Que detras de esa coincidencia de fuentes hay un algoritmo que selecciona la información que se te envía para que te refuerces en tus opiniones en bucle? No lo sé, obviamente no estoy seguro, pero no me extrañaría nada.

Así que, como me bombardean con Pedro Poch y otros pedorros (entre pedros y pedorros sólo hay una o de diferencia), pues yo contraataco y vuelvo a insistir en lo que ya dije. Pero mi amigo Alfred y otros seguidores del blog me llamaron para regañarme por mi intolerancia, cuando dije que no quería escuchar comentarios con opiniones diferentes a la mía. Tienen razón y ya me disculpé por ello. Pero creo que puedo aportar una matización. Aquí lo que hay no es una diferencia de opiniones, sino de enfoques. Mi enfoque es ético. Y creo que, desde un enfoque ético, no hay otras opiniones admisibles excepto la mía: si un señor causa decenas de miles de víctimas civiles y destruye barrios residenciales, ese señor es un Hijo de Putin. Y punto, no hay otras opiniones posibles.

Lo que sí hay es otros enfoques respetables del problema. Por ejemplo el enfoque práctico. Se ha iniciado una guerra terrible y hemos de intentar que se pare como sea y se inicie una negociación pacifica. Desde un enfoque práctico, mis opiniones no sirven para nada, no ayudan a parar la guerra. Vale, tienen razón. Diré a este respecto que, si yo fuera político y tuviera en mi mano parar la guerra, me guardaría esas opiniones y sacaría otras como Groucho Marx. Lo que pasa es que yo sólo soy el modesto autor de un blog zombie que siguen entre 30 y 40 personas y han de permitirme que aquí me exprese libremente.

Otro enfoque que es muy respetable: el del terror a un holocausto nuclear. Si al Hijo de Putin se le sigue acorralando, derrotando y humillando puede suceder lo mismo que si acorralas a un gato rabioso: que le dé por apretar el botón rojo. Aquí, yo juego con ventaja, como he dicho: tengo 71, ya lo he hecho casi todo en la vida y mis hijos tienen las herramientas éticas y prácticas como para defenderse de lo que les venga. Sentiría mucho que eso sucediera, pero sostengo que hay cosas que no se pueden consentir, y creo que si al Hijo de Putin no se le frena ahora, seguirá después con Estonia, Polonia, Bulgaria y los demás. No olvidemos que todos esos países ex-URSS están en la OTAN a petición propia, precisamente para que les proteja de los rusos, a los que temen más que a un nublao, después de los años de dictaduras prosoviéticas. Pero cualquier cosa que se haga por evitar el desastre nuclear es lícita y admito que mis opiniones no ayudan en ese sentido.

Por terminar este texto con un tema relacionado, diré que la izquierda de este país no aprenderá nunca. En Italia han perdido por ir divididos. En cambio la señora Meloni ha sabido aglutinar a la derecha y se ha aprovechado de las leyes electorales italianas que fueron aprobadas para favorecer las coaliciones y acabar con el cachondeo de varios gobiernos al año. Pues aquí, las izquierdas irán también divididas. La iniciativa de Yolanda, que tiene todo mi apoyo, está destinada a darse el hostiazo. Ya se encargarán de hacerla descarrilar los que siguen el dogma y las consignas de ciertos algoritmos manejados desde Rusia, con el apoyo de San Pablo Iglesias y otros (Errejón no le va mucho a la zaga con su empecinamiento en mantener un partido con dos diputados). San Pablo, el de verdad, ganó muchos seguidores con su Epístola a los Efesios. San Pablo Iglesias podría resumir su ideario en una Epístola a los ad-Efesios. Nada, sean buenos, que yo me voy al yoga, al Ricla y a gritar contra los ayatollahs. Les dejo con la foto que ya publiqué en el blog. Es de este verano. Por si les ayuda a posicionarse. 


 


domingo, 2 de octubre de 2022

1.173. Reseña del sinvivir

Esto del sinvivir cursa en grumos, como mi memoria, de forma que, sin saber por qué, de vez en cuando me veo sumido en una sucesión vertiginosa de citas y eventos que aceleran e intensifican mi tranquila vida de jubilado. Ya me sucedió antes del verano, cuando tuve que dar tres charlas sucesivas, luego irme a La Coruña con mi hijo Kike, ponerme a hacer cajas, trasladarme a casa de África, dar una conferencia más en el Ateneo, someterme a una colonoscopia, rehacer mi casa después de las obras y terminar recorriendo la geografía patria como un verdadero groupie de Samantha Fish. Sin llegar a tanto, algo así me ha pasado en estos primeros días del otoño, en los que he experimentado un frenesí de actividades de todo tipo, algo que cualquier idiota tildaría de una intensa vida social y que me dispongo a contarles en formato diario, para disfrute de mis seguidores más cotillas.

21.09.2022. Primer día del otoño. Como todos los miércoles, hoy salí a correr temprano por el Retiro, aprovechando el fresquito otoñal que hace tan gratas estas salidas mañaneras. Después de desayunar y ducharme, me puse al teclado y rematé el post titulado Acerca del wishful thinking, que había escrito en su mayor parte en la tarde anterior. Lo publiqué, me preparé la comida, me la zampé con una Milnueve y me eché una pequeña siesta. A las 18.15 bajé a coger el Metro a Palomeras para mi reencuentro con Henry Guitar tras el parón veraniego, que les relaté en el post anterior.

He de decirles que, por si no tuviera bastante con mis actividades diurnas, estoy viendo la excelente serie danesa Borgen, de la que voy ya por la mitad de la tercera temporada. La serie cuenta la hipotética llegada al poder de una mujer, elegida como Primera Ministra de Dinamarca, y es real como la vida misma: su partido, de centro izquierda moderado se esfuerza en implementar políticas sociales, frente al bloqueo que le intenta hacer la derecha sin otro programa sólido más que la murga de bajar impuestos, parece que no se les ocurre otra cosa. La serie se empezó a rodar y emitir en 2010, así que ya ven que las cosas no cambian mucho entre los países ni en el tiempo. Cada noche, aunque esté muy cansado, me pongo el episodio siguiente, me engancho y me despejo, de forma que acabo acostándome a las tantas.

22.09.2022. Hoy me he conectado con Ed a las 9.30 y hemos tenido una hora de inglés B2 bastante agotadora. He pasado el resto de la mañana leyendo mi libro para el próximo Billar de Letras, que llevo un poco atrasado y a las 14.00 estaba en la puerta de la academia de yoga. Les diré que hace ya casi un mes que me caí corriendo por el Retiro y todavía tengo molestias en el costado izquierdo. Una de las características de la vejez es precisamente lo que tarda uno en recuperarse completamente de los golpes y lesiones. El brazo lo tengo bastante bien y atribuyo eso justo al yoga. Al fin y al cabo, los músculos son elementos formados por miles de fibras, somos un 65% de agua y ejercicios de estiramiento como los que comportan las sesiones de yoga ayudan a reparar las fibras dañadas.

Sin embargo, lo que más me molesta ahora es la zona intercostal izquierda, que no acaba de arreglarse del todo. Tiempo al tiempo. Como de costumbre, recalé luego en el Ricla a comerme unas lentejas extraordinarias. Algunos puristas fanáticos de la vida sana me dicen: todo lo que haces bien con una hora y media de yoga, lo estropeas después comiendo con dos dobles de cerveza. Están completamente errados. La cerveza es una bebida saludable, que ayuda a reponer el agua sudada en el ejercicio y además alimenta. Tras la suma del yoga más una buena comida bien regada, vuelvo a casa suave, encantado de que mi madre me pariera. Además, con los dos hermanos que regentan el bar, hablamos de muchas cosas y paso unos ratos estupendos.

23.09.2022. Es viernes y hoy tenía una cita para desayunar con África y otras ex-compañeras en una terraza de Diego de León, a donde me he desplazado en Metro. Ha sido una reunión grata como siempre, he encontrado a la gente muy bien, con los ánimos intactos a pesar de las pandemias y las guerras y dispuestas a seguir peleando por una mejor calidad de vida. Creo que lo mejor es que les ponga una foto, espero que a las chicas no les moleste semejante exposición mediática.

Hemos estirado la cosa casi hasta la hora de comer, con su cervecita correspondiente, pero yo me he tenido que despedir apresuradamente, porque tenía otra cita a las 15.00 en la Puerta de Alcalá, hasta donde quería llegar andando. Había quedado allí con mi amiga Cr. y otros compañeros que se están ocupando del estudio previo para la necesaria rehabilitación de ese monumento emblemático, de cuyas esculturas superiores se cayó un ala gigante de un ángel con motivo de la Filomena. Desde entonces está rodeado de andamios y yo tenía la oferta de mi amiga de visitar la obra y disfrutar de las panorámicas desde arriba. Con casco, por supuesto. Por otro lado, aprovechando los andamios, el lugar está abierto a visitas libres y gratuitas de cualquiera que lo desee, en horarios de mañana y tarde. El problema es que hay una larga lista de espera, como en cualquier actividad gratis.

La puerta en sí es de granito, pero arriba tiene unas esculturas de piedra caliza muy blanca, que son las que hay que restaurar. Los autores de esas estatuas, seguramente escultores del taller de Sabatini, hicieron un trabajo excelso, pero las figuras son enormes, como las que coronan el Ministerio de Agricultura en Atocha, para que puedan ser observadas desde abajo sin que parezcan enanas. Y subir y verlas al natural es algo que impresiona. Abajo les pongo una imagen para que se hagan idea de la escala de las figuras y otra de parte del grupo arriba de la puerta. Después de la visita nos quedamos algunos a tomar una cerveza más con algo de picar en una terraza cercana, que nos habíamos saltado la comida. Y me fui a casa a descansar, que me esperaba un sábado movido.

24.09.2022. Hoy, sábado, me he puesto el despertador después de meses de no utilizarlo. Tenía que madrugar para estar a las 8.30 en punto en la puerta de la Facultad de Ciencias Ambientales de la Universidad de Alcalá de Henares, adonde me he desplazado en coche mientras amanecía. Allí me he encontrado con mi grupo de senderistas habituales, para una excursión de un solo día. Nos hemos juntado 30 personas, que nos hemos desplazado en autobús hasta el pueblo de La Bodera, en la Serranía Alta de Guadalajara. Allí dejamos el bus y nos tomamos un café con unas pastitas que llevábamos, para coger fuerzas para el camino. Echamos a andar y caminamos cerca de diez kilómetros por el valle del río Cañamares, para terminar en Robledo de Corpes, en donde nos esperaban con un cocido castellano completo en el restaurante del pueblo. 

Por el camino, pudimos observar diversos fenómenos geológicos, como por ejemplo, trozos grandes del llamado gneis precámbrico, que constituye la corteza primigenia de la península y que se reconoce por los afloramientos redondeados de feldespato, conocidos como ollos de sapo, por ser especialmente frecuentes en Galicia. El cocido no estaba mal, pero no era extraordinario. Sin embargo, después de diez kilómetros de andar y con el acompañamiento de varias cervezas de presión, cualquier plato te resulta buenísimo. Por la tarde, el bus nos llevó a Hiendelaencina para ver unas antiguas minas de plata abandonadas, lo que nos supuso andar todavía otro poco más. Y volvimos en bus hasta Alcalá, donde me despedí de mis compañeros y cogí el coche para volver a casa. Llegué como a las 20.00, reventado y sin ganas ni siquiera de ver nuevos capítulos de Borgen. Aquí unas imágenes.


La de arriba es antes de empezar a andar, durante la explicación del recorrido que íbamos a emprender y las cosas en las que debíamos fijarnos. La segunda es la foto final del grupo en Hiendelaencina. Les pido que observen mi postura en cuclillas, como los futbolistas en la foto de equipo. Esa postura tiene su mérito entre personas mayores como yo, y se la debo a la flexibilidad que me proporciona el yoga. Si se fijan en el lado de la izquierda, verán a un colega que intenta agacharse de la misma forma pero se queda a la mitad. Por cosas como esta sigo corriendo y haciendo yoga, además de que ambos asuntos me ayudan a no volverme loco.

25.09.2022. Domingo en el que he amanecido bastante cansado, aunque he dormido bien. Hoy me tocaba publicar un post nuevo, que he escrito por la mañana, porque ayer me fue imposible. He hablado de la ventana de Overton y otras historias y lo he conseguido publicar antes del mediodía. Menos mal, porque luego tenía un sarao nuevo. Hoy cumple años mi amigo Joe, mi hermano mexicano, y ofrecía una carnita a la brasa en su casa, en el Sector 3 de Getafe. Así que, aunque me apetecía mucho quedarme en casa, he cogido el coche y he puesto rumbo al sur. La comida ha sido fantástica y, por primera vez en mi vida he comido zarajos de Cuenca. Los ha traído José, el hijo de Joe, que es un gran gastrónomo, como saben.

Yo esto de los zarajos lo asociaba a unos bares infectos de Vallecas y Villaverde, en donde ofrecían dos delicias de la casquería nacional: los zarajos y las gallinejas. Ambas delicatessen se ofrecían fritas y sólo el olor que había en la calle en el entorno del bar era tan asqueroso que a mí se me revolvían las tripas. Pero estos zarajos, además de estar bien escogidos, los ha cocinado José a la brasa, partidos por la mitad y con un chorrito de limón por encima. Y estaban exquisitos. Yo me he comido dos medios, además de numerosos tacos de entraña y vacío, con tortillas de trigo, frijol refrito y salsas picantes diversas. La mejor comida de la semana. No obstante, a media tarde he decidido volverme a casa porque estaba exhausto. Y esta vez no me han puesto ninguna multa. Al menos eso espero.

26.09.2022. Hoy he debido madrugar otra vez para atender a una amiga que me había pedido un favor. Estaba apuntada a una actividad lectiva de la Escuela Técnica en la que cursa sus estudios, que consistía en un recorrido por la sierra de Madrid de todo el día. Pero tenía una consulta médica vital a primera hora, se iba a perder el autobús y necesitaba que alguien la recogiera y la llevara a la sierra a encontrarse con su curso. Le había ofrecido llevarla en mi coche y así lo hicimos. Salimos por la carretera de Burgos y averiguamos que podíamos alcanzar al grupo en el pueblo de Canencia, donde harían una parada a media mañana. Canencia está a unos 90 kilómetros de Madrid, pero me pareció oportuno ayudar a esta chica, que forma parte de esa zona de mi vida que no se cuenta en el blog.

Dejé a la chica en Canencia y regresé a Madrid. Pero no me fui a casa, sino a mi antigua oficina en el edificio APOT, donde había quedado con mi compañera R. para que me diera otros dos libros del Bosque Metropolitano. Resulta que en mi anterior visita me habían dado dos, uno para mí y uno de más. Pero yo mañana tengo una comida con mi amigo X y nuestros antiguos jefes de la Oficina del Plan. Y quería llevarles de regalo uno para cada uno. Con los libros a cuestas he vuelto a casa, con el tiempo justo de coger la mochila y echar a andar a mi habitual sesión de yoga de los lunes, seguida de la grata colación en el Ricla. Por la tarde estaba cansado, pero resulta que la chica de por la mañana se ha dejado el cargador del móvil en mi coche. Y me ha dicho que no tenía otro y que se iba a quedar sin carga. Así que he cogido el coche de nuevo, he subido a su Escuela, he esperado a que llegara el autobús a las 20.30 y luego la he llevado en coche a su casa. Servicio completo.

27.09.2022. Hoy martes ha sido también un día intenso. Empecé por mi clase de inglés on line. A las 13.30 cogí el Metro hasta Nuevos Ministerios, en donde tenía mi cita para comer con mis queridos colegas en el restaurante Jai Alai, donde nos hemos obsequiado con diversas recetas de bacalao, una de ellas al pil pil, esta vez con un vino tinto de marca. Me gustan mucho estas comidas en las que repasamos la actualidad del urbanismo y recordamos los viejos tiempos. Los regalos que les llevaba a mis amigos les han encantado, realmente el libro ha quedado muy bien. Y he regresado a casa en bus con el tiempo justo para una siestecita. Porque a las 19.30 me he conectado para la primera sesión de la temporada de Billar de Letras.

Hemos hablado durante dos horas sobre el libro El mar alrededor, de la escritora neozelandesa Keri Hulme, ganador de un Booker ya hace años. Esta Keri Hulme, fallecida el año pasado, era pintora y poeta, de ascendencia mixta, blanca y maorí. El mar alrededor es la única novela que escribió (le llevó doce años hacerlo) y es fabulosa. Me costó encontrarla en las librerías, me decían en todos los sitios que estaba descatalogada. Pero al final la localicé en la Librería de Mujeres, cerca de la plaza Mayor, especializada en libros de pluma femenina. Es un libro muy grueso, que Ronaldo había pensado para que nos lo leyéramos en verano, pero yo no lo encontré hasta primeros de este mes y aun así me lo he terminado a pesar del sinvivir.

La sesión del club fue muy interesante, participaron el traductor y el editor del libro, mi amigo Darío Ochoa, socio fundador de la editorial Automática, a quien me alegré mucho de ver. Ellos dos, más Ronaldo, compensaron un poco el hecho de que el resto de miembros del club son mujeres. En este club soy el único que mea de pié, con perdón, lo mismo que en el yoga. Al acabar el club, puse la tele, me tumbé a ver el España-Portugal de futbol y pude ver la segunda parte con el gol que dio el triunfo a nuestra selección. Y me fui a dormir.  

28.09.2022. Hoy he salido a correr como todos los miércoles. Como el sábado anterior sustituí la carrera por diez kilómetros de caminata, tenía la musculatura un poco agarrotada, pero he corrido muy bien. Después he tenido que subir al centro a comprar café en La Mexicana para mi insaciable máquina De Longhi Magnífica y recoger un cargador para la plancha que había encargado en el Corte Inglés. La Puerta del Sol está levantada entera, lo mismo que muchas otras calles, el Topillo no descansa. He comido en casa por primera vez en varios días y a las 18.15 he salido en Metro para mi clase con Henry Guitar en donde me ha hablado de las anacrusas. A la vuelta tenía dos alternativas para ver futbol: el partido del Depor o el de vuelta del Real Madrid femenino. Por una elemental lealtad he visto el segundo tiempo del Depor, que ha ganado por los pelos. El otro tenía menos emoción, en la ida habían ganado 0-3, pero ya les he puesto el resumen de ese partido en el que Athenea se salió como siempre.

29.09.2022. De nuevo he tenido que madrugar, esta vez para constituirme a las 8.30 en la Escuela de Arquitectura, en donde empezaba el ISUF, congreso hispanoamericano de urbanismo, al que estaba invitado a cambio de llevar a los congresistas a Madrid Río el sábado. Tenía interés en esta primera sesión, sobre todo por escuchar a Fernando Terán, una de mis referencias en la doctrina urbanística, a quien a sus 88 años habían pedido una ponencia y se la había preparado con mucha ilusión, según la directora del congreso Ester Higueras. Fui en coche, aparqué detrás de la escuela, me registré y me dieron la acreditación. Abrió la sesión el director de la escuela, le siguió José María Ezquiaga que estuvo muy bien (es un gran orador) y luego la propia Ester, que también fue de interés. Ambos hablaron de un tema clave: la adaptación de las ciudades a una población envejecida. Abajo tienen el cartel de este congreso.

Y entonces salió a la palestra Terán. Hacía mucho que no lo escuchaba hablar y los estragos de la edad eran evidentes, pero mantiene la cabeza de siempre. Terán, a quien he escuchado muchas lecciones magistrales y con quien tuve mucho contacto en el Ayuntamiento, llegó a ser Director de la Real Academia de Bellas Artes de la que es miembro hace años. Y tuvo una cierta relevancia mediática cuando emparejó su vida con Elena Arnedo, prestigiosa ginecóloga y militante socialista, a la que Miguel Boyer abandonó por causa de la señora Preysler. Fueron pareja hasta la muerte de ella en 2015, que le dejó bastante tocado anímicamente. Después se ha ido más o menos apartando de la actividad pública y era una ocasión única de escucharle de nuevo. Abajo les pongo una foto de 2014. Tenía entonces 80 años, era director de la Real Academia y tenía esposa.

No voy a contar aquí las reflexiones de Terán, de las que tomé nota frenéticamente para que no se me perdiera nada. Son demasiado conceptuales y abstractas para este blog. Sí contaré un par de momentos entrañables al final de la conferencia, cuando pidieron a los asistentes que aprovecharan la presencia del maestro para hacerle preguntas. Salió Ramón López Lucio, otro profesor de la escuela habitualmente enrevesado, con una pregunta bastante larga y abstrusa. Terán le escuchó y le contestó que está muy sordo, usa audífonos y con la reverberación del micrófono no había entendido nada de lo que le decía. Luego salió otro profesor más, Luis Moya, que subió al estrado a hablarle de cerca. Dijo que el movimiento vecinal está cobrando fuerza otra vez (primera noticia para mí) y que los arquitectos deberíamos estar al lado de los vecinos como en los años gloriosos. Con una amplia sonrisa, Terán le dijo: ꟷYo ya estoy mayor para eso, eso os lo dejo a los jóvenes. La gracia del tema es que Luis Moya tiene 75 años y está jubilado, como Ramón López Lucio.

Finalizada su participación, el maestro bajó trabajosamente del estrado, para lo que necesitó ayuda, y enfiló el pasillo a cuyo lado me sentaba yo en la fila tres. Y al pasar por mi lado, nos miramos y vi que me reconocía, estiré la mano y me la apretó muy emocionado antes de seguir su camino. Me hizo ilusión que se acordara de mí después de tantos años y salí tras él a decírselo. Afuera, le di un abrazo y le dije mi nombre por si no lo recordaba. Asintió vivamente en silencio y me quedé con la duda de si me había escuchado con los audífonos. Pero lo que no se le había olvidado era mi bigote, desde luego.

Regresé a la sala para ver la siguiente ponencia, a cargo de la arquitecta colombiana de origen griego Doris Tarchopulos, que fue también interesante. Después venía el break-coffee, que yo aproveché para tomar las de Villadiego. Eran las doce y yo quería volver con el coche a casa para ir otra vez al yoga y al Ricla. Tras la siesta me di prisa para escribir mi post sobre las anacrusas, ciertamente a la carrera, para tener margen de incorporarme de nuevo al congreso a las 20.30, para la Cena de Gala en el restaurante del Museo del Traje. Fue una cena en formato coctel, todos de pié mientras unos camareros te iban sirviendo bebidas y pinchos, y yo me lo pasé muy bien, mariposeando por entre mis colegas arquitectos con los que no tengo grandes afinidades, pero con los que me gusta encontrame de vez en cuando.

30.09.2022. Viernes y día de merecido descanso, sin más detalles.

1.10.2022. Hoy he madrugado una vez más para poder estar a las 10.00 al pie del mástil de la bandera europea gigante que hay en la glorieta de San Vicente. Allí me he reunido con los 35 participantes del ISUF que se han apuntado a la visita guiada a Madrid Río. Han sido cuatro horas y cuarto de paseo en las que he logrado mantener la atención de todos ellos como el flautista de Hamelín. La gente era de nivel, profesores de diferentes universidades españolas y extranjeras, con mucha presencia de paisajistas, geógrafos y sociólogos, el urbanismo es definitivamente un asunto multidisciplinar. Por la mañana me había levantado y me había tomado un té de ginseng rojo coreano, mi pócima secreta para estos saraos.

A las 14.30 hemos llegado al Matadero, en cuyo bar, que se llama La Francachela, nos hemos obsequiado con las cervezas de rigor, en mi caso con un pincho de tortilla. He hablado bastante con Doris Tarchopulos, que me ha contado que su abuelo era griego de Estambul, pero se fue a Colombia huyendo de los turcos, que estaban haciendo una limpieza étnica decidida, en paralelo al genocidio de Armenia. Vamos, que el famoso Ataturk era el Putin de la época. Si algún día me decido a viajar otra vez y caigo por Bogotá no dejaré de llamarla. Me he despedido, he subido a Atocha en Metro, pero tenía un hambre canina. Así que me he pasado por El Brillante a completar mi comida con medio bocata calamares. Por la tarde, me he podido sentar a escribir este post, que publicaré mañana.

2.10.2022. Bueno, después de desayunar, me he dedicado a repasar este post hasta dejarlo niquelao. Ahora lo publicaré y trataré de pasar el resto del domingo dedicado a la noble tarea de tocarme las pelotas a dos manos, también llamada por mis hijos samanthing. Mañana empiezo una semana más tranquila. Espero no haberles aburrido con mis aventuras. Hoy se juega el futuro de Brasil y, entre ustedes y yo, que gane o pierda Lula me la trae al pairo, lo que deseo con toda mi alma es que pierda Bolsonaro, que es un animal de pezuña. Les diré que, en tiempos de amenazas planetarias diversas y sucesivas, ponerse unas orejeras y concentrarse en el presente más inmediato es una buena receta para no venirse abajo ni sucumbir a la inquietud. Recuerden: hacer como si. Hagamos como si no estuviera pasando nada ahí afuera, al otro lado de la puerta. Y seamos buenos. Yo el primero.