Por fin he llegado a un tiempo de descanso, un receso en mi sinvivir. En Navidad, todo se detiene y es momento de recluirse un poquito en casa y tomar fuerzas para el año entrante. Para mí ha sido simplemente levantar un poco el pie del acelerador y dejarme llevar. El día de Nochebuena, después de publicar mi post, debía acercarme al mercado a por mis gambitas de Huelva. El pescadero había sido muy claro: ven a las 12, es cuando tenemos género recién cocido; como vengas a la una ya no queda nada. Pero, cuando me estaba vistiendo, me entró una llamada de una chica y ya saben que no puedo evitar entrar a este tipo de trapos. Me encerré en mi cuarto para que mis hijos no escucharan la conversación y tuve una larga y deliciosa charla de casi media hora inscrita, digamos, en esa zona de sombra de mi vida que no se cuenta en el blog.
Resultado: llegué a la pescadería a las 12.30 y las gambas se estaban acabando, apenas quedaban tres cuartos de kilo. Suelo comprar un kilo, así que completé el lote con un cuarto de camarones, también cocidos, que son más caros y también de Huelva, por lo que no están ni la mitad de buenos que los de mi tierra. Estuve un rato aun por el mercado, deseando feliz Navidad a los comerciantes que conozco y comprando alguna cosa que necesitaba. En estas fechas, el mercado es un lugar muy entrañable y hogareño, donde toda la gente se conoce y las chanzas, pullas y chascarrillos sobrevuelan los puestos en una contienda que supera en calidad y gracejo a la de nuestro vomitivo Parlamento. Una señora algo más joven que yo, miró al carnicero con ojos sugerentes y le dijo: ꟷPaco, ¿qué coño haces aquí todo el día en Nochebuena, en vez de estar en casa atendiendo a tu mujer como se merece? ꟷTengo que estar aquí hasta que cerremos porque soy el que lleva el dinero a casa; pero, a este paso, lo mismo no me deja ni entrar. ꟷ(ojos todavía más sugerentes) Si te quedas en la calle, llámame, que ya sabes que conmigo siempre tienes un arreglo.
Paco es un tipo muy guapo, que las vuelve locas, si bien hay que decir que las mujeres están muy crecidas últimamente, algo que me encanta, aunque, en este caso, la señora estaba al otro lado del mostrador que el Adonis del Entrecot no podía abandonar con la cola que tenía, en la que yo tenía un puesto ya próximo a ser atendido. En fin, volví a casa y me puse a mandar Whatsapps deseando felices pascuas all over the world, como hago todos los años en este día. Kike cocinó una pasta fabulosa para él y para mí, con los ingredientes que le había traído, mientras Lucas comía fuera con un amigo. Tras una pequeña siesta, envolví cuidadosamente nuestros tres regalos del amigo invisible, cerré el tema Whatsapps y aún tuve un rato de relax, antes de coger el coche para desplazarnos a la cena de Nochebuena en familia, que resultó tan divertida y cariñosa como de costumbre.
Con esto del sinvivir, no les he contado que Samantha Fish ha recuperado ya su cuarteto titular, con Matt Wade a los teclados y la extraordinaria Sarah Tomek a la batería. En los últimos conciertos, el formato ha cambiado y Jess Dayton aparece ya como un simple telonero con su propia banda, algo que parece más apropiado, dado el distinto caché de ambos. Imagino que lo tendrían todo previsto y bien atado en el contrato. Mientras Sarah y Matt disfrutaron de unas merecidas vacaciones, Sam y Jess dejaron alguna pequeña joya, como la que les traigo. En un momento del concierto, prescinden del resto de la banda y se marcan una versión muy sentida de un clásico del country: I’ll be here in the morning. Cierra los ojos, cariño, y descansa, que yo estaré aquí por la mañana. Recuerden que Jess proviene del mundo del country, aunque le pirren los punteos acelerados del punk más canalla. Y fíjense en cómo ambos se turnan para hacerle la segunda voz al compañero.
Un tema intimista muy apropiado para estas fechas. Apenas dos minutos, pero plenos de detalles. Tal vez se hayan fijado en que Sam ha puesto una cejilla en el segundo traste, mientras que Jess no, lo que sugiere un juego de afinaciones abiertas. Otro día se lo explico. El día de Navidad estuvimos tranquilos en casa, dedicados a tareas diversas. Yo barrí las hojas de la terraza y le di unos manguerazos de mantenimiento, tras los dos meses que lleva lloviendo. También coseché las naranjas de mi naranjo, del que ya les he mostrado fotos. Este naranjo, lo adquirí a finales del 2019, cuando puse la terraza guapa, y ese invierno no dio fruta, tal vez en protesta por el traslado y los tumbos consecuentes. En 2020, ya con la pandemia, dio cinco naranjas magníficas, que nos comimos por Navidad mis hijos y yo. El año pasado tiró todas las pequeñas naranjitas que se habían formado, no sé si en protesta por la Filomena, o porque le gusta este ritmo alterno. Pregunté a los floristas, que me dijeron que un naranjo es un ser vivo y tiene sus caprichos. El caso es que este año ha vuelto a dar cuatro naranjas estupendas. Pueden comprobarlo en este vídeo. Y en la foto, después de la cosecha.
El día 26 lunes era festivo y pasó también sin pena ni gloria. Mis hijos iban y venían a las citas con sus amigos y yo disfrutaba de los ratos en que estaban conmigo. Eso sí, por la mañana salí a correr por el Retiro. Desde que el miércoles anterior corrí en círculos por mi casa, no había vuelto a entrenar. Estando mis hijos conmigo, no me parece adecuado ponerme a correr en círculos por la casa. Son 50 minutos en que les tendría inmovilizados, porque si andan por el medio pueden hacerme tropezar y encima hago un ruido bastante molesto. Además, el tiempo era perfecto para salir. Hacía mucho que no bajaba al Retiro, desde que empezó el shitty weather, y lo encontré bien, todavía encharcado, con las praderas brillantes por el rocío (qué sería de una mañana sin el rocío) y con una temperatura de unos 7 grados, ideal para correr. A pesar de que era lunes, al ser festivo, no tenía clase de yoga, así que dispuse de todo el resto del día para seguir levitando en la insoportable levedad de estos momentos en que el mundo se para y uno puede olvidarse del estrés del día a día.
El año finalizado ha resultado ciertamente fabuloso para mí y estoy preparando un resumen para el próximo post. Y muy pronto empezará un año nuevo, en el que las expectativas son amplias, especialmente en el tema viajes, una vez que he roto el hielo en mi periplo por las Europas. Nada más volver de las vacaciones tengo ya en mi agenda unas cuantas fechas reservadas. Los días 24 y 25 de enero, la Dirección General de Planificación Estratégica ha organizado unas jornadas de divulgación del proyecto Bosque Metropolitano, la joya del programa electoral de Ciudadanos, que mis compañeros/as quieren llevar lo más adelante que se pueda, no vaya a ser que en la siguiente legislatura les dé a los políticos de turno por abandonarlo. Las jornadas son en el Centro-Centro en el Palacio de Cibeles y, obviamente, no puedo faltar.
El 2 de febrero tengo un meeting on line con la investigadora urbanística sueca Jenny Stenberg, que me entrevistará a mí y a otras dos colegas españolas, Alexandra Delgado y otra cuyo nombre no he fijado. Este tema me viene a través del grupo de investigación urbana a cuyos miembros paseé por el parque Madrid Río hace unos meses. Se quedaron muy impresionados con lo que les conté y me han seleccionado, junto con Alexandra que era la organizadora del congreso que terminaba con esa visita, para hacernos unas entrevistas e incluir nuestras reflexiones urbanas en un libro que están preparando. Espero dar la talla en esa conferencia on line, aunque ya en la visita me pareció que mi forma de entender el hecho urbano estaba muy en la línea de este grupo formado por urbanistas de muchos países europeos.
A partir del 3 de febrero estaré una semana bastante atareado atendiendo a los miembros de la ONG Afrique Reveil, radicada en Brazzaville, a los que todavía no les han dado el visado, pero confío en que no tengan mayores problemas para obtenerlo. Una vez que nos confirmen las fechas de sus vuelos, tenemos que cerrar el programa de la visita, que incluirá un acto institucional con la Dirección General de Planificación Estratégica. El Gabinete del Concejal también ha designado a dos personas más para que les acompañen ese día, en el que les daremos una charla sobre el Bosque Metropolitano y los llevaremos luego a ver los diferentes lotes ya ajardinados, en un autobús que la propia Concejalía ha puesto a nuestra disposición. Después de más de dos años de no usarlas, creo que tendré que rescatar las corbatas y las chaquetas de mi armario, para tan gran ocasión. Espero que no estén muy apolilladas.
Y el 23 de febrero toca en Madrid Ghalia Volt, que inicia una corta gira por España. ¿Cómo dicen? ¿Que no saben quién es Ghalia Volt? Pues se trata de una guitarrista y cantante de blues belga muy joven, con muchos puntos en común con Samantha Fish, una de las jóvenes estrellas que han aprovechado la brecha abierta por Sam en el mundo del blues, para seguir su estela. Ghalia debe de tener poco más de 25 años y empezó como artista callejera que maravillaba a todo el mundo con sus performances en las plazas de Bruselas. Captada por los cazatalentos de la RUF Records, ahora vive largas temporadas en Nueva Orleans, donde es muy apreciada. Tiene algunas similitudes con Samantha: toca muy bien, canta con mucha soltura y tiene la misma determinación, la naturalidad y la simpatía en el escenario de Sam. Y también se maneja muy bien con la cigar box guitar de cuatro cuerdas.
Pero ahí se acaban las afinidades: Sam es muy alta y Ghalia es más bien rechonchita. La voz de Sam es aguda, timbre de soprano, mientras que el tono de Ghalia es más grave, más cálido, más mezzo. Y, lo más importante: Ghalia no tiene grupo porque ella lo toca todo. Es un ejemplo sorprendente de lo que se conoce como One Woman Band. No necesita bajo, porque ya lo hace ella con el dedo pulgar. Y maneja una batería con los pies. Digamos que, además, toca la guitarra sin púa, a mano abierta, lo que le permite simultanear el bajo con los punteos que hace con los dedos menores. Es un verdadero portento. Les traigo un vídeo en el que pueden escuchar cuatro de sus canciones, que ella misma compone. La última, Loving me is a full-time job, tiene un estribillo sensacional: Amarme a mí es un trabajo a tiempo completo, y tienes que demostrarme que estás cualificado. Disfrútenlo.
En estos días concretos, como ya les he contado otros años, las tardes van estirándose, mientras las mañanas se demoran todavía por un tiempo. La hora del amanecer y la del anochecer se van modificando de manera desfasada, debido a la inclinación del eje de rotación de la Tierra sobre el plano de la eclíptica por el que trascurre la deriva cósmica del globo terráqueo alrededor del sol. Como consecuencia de esto, las tardes empiezan a estirarse el 13 de diciembre (refrán gallego: por Santa Lucía, mengua a noite e crece o día), pero las mañanas se siguen acortando, dando un saldo total negativo. El día 21 de diciembre, solsticio de invierno, el saldo es exactamente cero, por eso es el día más corto del año. Después, las mañanas se siguen acortando todavía hasta el 29, en que empiezan también a ampliarse.
Se dice también que la fiesta de Navidad ya existía antes de Cristo, que los paganos celebraban durante diez días el hecho, anunciado por sus astrónomos, de que el sol iniciaba su regreso un año más, fenómeno visto desde su convencimiento de que la Tierra estaba inmóvil, era el sol el que giraba a su alrededor y había que agradecerle que volviera y no se siguiera alejando. Y que Cristo, posiblemente nació en otra fecha, pero se adaptó la liturgia para integrar esa fiesta ancestral. Temas navideños muy interesantes que ya se han desarrollado en el blog en años precedentes. Otros años he manifestado aquí mi incomodidad ante estas fechas, que nos sacan de nuestras rutinas, pero últimamente me estoy volviendo más pro-navideño, tal vez influido por Paco Couto, que es el más navideño de mis lectores. Ahora con el Whatsapp, aprovecho estas fechas para mantener vivos mis contactos por todo el mundo.
Casi todos me han contestado ya muy cariñosos. Shannon Ryan y Carolyn Jefferson, desde LA. Diego Moreno desde Tijuana, Gonzalo López desde San Diego, Radcliffe, de Seattle, Flavio Coppola de Brooklin. Liana y Giselle de Curitiba. Y, ya desde este lado del charco, Barbara, Tangi y Tantri a los que he visitado hace poco. Ian Standish & Louise, de Londres, que siguen mi blog para mejorar su castellano. Y Clare Haley, también de Londres. Hélène Chartier de París, Claudia Sánchez Morzán desde Berlín y Michael Scholz-Hansen de Leipzig. Más Rumi Satoh desde Tokio. Y Masafumi Koga, de Osaka, pero que ahora vive en Berkeley (California). Por no hablar de todos mis contactos en España. Antiguamente, cuando aún no existía el Whatsapp, esto se hacía con postales navideñas, que se enviaban por el correo normal (el único que había entonces), usando esas tarjetitas con dibujos de árboles de Navidad, paisajes nevados y papanoelitos en trineos tirados por renos, que se compraban en las papelerías.
Hoy voy a cerrar este post con una de estas postales navideñas, que en los USA se llaman Christmas Cards. La autoría de esta se debe al gran Tom Waits, el músico más inclasificable del rock, que tiene ya 73 años y es el heredero de toda la temática de la generación beat, Kerouac y Ginsberg, mezclados con la sordidez de Charles Bukovsky. La sensibilidad de este señor es casi sangrante, refleja la vida tal como es, sin paños calientes, y tanto su voz como su piano son inimitables. La verdad es que no sé cómo es posible que no haya hablado de él en estos más de mil posts. La canción de la que les hablo se publicó en 1978 y se llama Christmas Card from a hooker in Minneapolis, es decir: Postal navideña de una puta desde Minneapolis. Se la ofrezco con subtítulos en inglés, para que practiquen, pero me he molestado en traducírsela al español. Aquí la tienen. Sean buenos, disfruten de las fiestas y no se pasen con el champán.
Postal navideña de una puta desde Minneapolis
En la resaca del año nuevo, me estoy poniendo al día de sus entradas, que veo que usted no da tregua y sigue erre que erre con su ritmo de publicaciones. Este blog es un poco adictivo y en tiempos como los navideños es difícil encontrar el momento de leer sus textos. Yo no sé de dónde saca usted el tiempo para escribir tanto, con la cantidad de actividades en que se implica. Pienso que tal vez algunas de ellas se las inventa, pero igualmente eso sería un ejercicio de imaginación admirable.
ResponderEliminarEn cualquier caso, aprovecho para desearle lo mejor para el año que hoy empieza. Y no baje el ritmo: su blog, como sustancia adictiva que es, no se podría cortar de golpe, nos dejaría a algunos desolados.
Pues Feliz Año Nuevo también para usted y no tema, que de momento no pienso terminar con el blog. La verdad es que los posts más ligeros me lleva media tarde hacerlos. En el caso de algunos textos más complicados la cosa se extiende a una tarde entera. Me gusta también dejarlos reposar una noche, y repasarlos al otro día antes de publicarlos, cuando el programa que me he autoimpuesto me lo permite. Pero en general esto de cultivar el blog es una tarea que me permite rellenar los huecos que me dejan el resto de mis actividades.
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