jueves, 28 de abril de 2022

1.136. Sobre la felicidad y el blues

Aquí me tienen, aliviado de que perdiera la señora Le Pene y un poco estresado mientras trato de preparar mis tres bolos consecutivos de los próximos días 5, 6 y 7 de mayo, en los que tendré que hablar de políticas de movilidad urbana, contar el proceso de realojo del barrio de Palomeras y explicar el parque Madrid Río, las tres cosas en inglés, en una concentración temporal que puede ser agotadora. Pero así son las cosas, uno se pasa a lo mejor dos o tres meses sin vender una escoba, como suele decirse, y de pronto se produce una especie de grumo en el desarrollo de este tiempo líquido que vivimos y no te queda otra que afrontarlo y tratar de salir del apuro lo mejor que puedas. Yo estoy bastante baqueteado en estas lides, pero es cierto que uno va ya teniendo una edad y tal vez debería ir poniéndole un poco más de pausa a esta vorágine.

Pero lo de la edad no tiene por qué ser un impedimento para mantener una velocidad de crucero determinada, algo que requiere sobre todo voluntad, energía, resistencia y tenacidad, cualidades de las que no creo que duden ustedes que las tengo, después de llevar casi diez años manteniendo este blog contra vientos y mareas diversas. Eso es algo que va en la idiosincrasia de cada uno, vean por ejemplo el caso del actor Al Pacino: hace unos días ha celebrado su 82 cumpleaños, efeméride que ha aprovechado para presentar al mundo a su nueva novia, de 28 añitos y bastante vistosa. Si no están al tanto de ello, aquí les traigo una reseña en donde se pueden ver imágenes de la chica. Con una mujer como esa, no es de extrañar que el tipo rebose felicidad por todos sus poros. Pinchen AQUÍ y verán que no les miento.

La felicidad es un factor clave para la longevidad, como ya demostraron hace años investigadores de la University College de Londres, que llegaron a cifrar en un 35% la diferencia de posibilidades de muerte entre la gente feliz y contenta y los estresados y agobiados. Pueden consultar una referencia sobre esta información AQUÍ. Dice mi hijo Lucas que, entre todos sus amigos actuales, ninguno tiene un padre que esté tan contento como el suyo. Por algo será. Un matiz importante: la felicidad consiste en estar a gusto con lo que te ha tocado, es decir, en sentirse bien con el mundo, en no tener más ambiciones, envidias o frustraciones que te creen mala sangre. Es algo que requiere un esfuerzo y que sólo se consigue a veces; yo trato siempre de lograrlo, pero no siempre es posible. Y, ¡ojo! no hay que presumir mucho de felicidad, que el mundo está lleno de resentidos que luego, cuando te vienen mal dadas, dicen: mira este, tanto presumir y ahora mírale qué jodido está.

Un lugar donde la gente es bastante feliz es indudablemente mi tierra gallega. Por eso no me extraña la información que acaba de publicarse: según el último informe del observatorio Eurostat, Galicia está entre las cinco regiones de Europa con mayor esperanza de vida, igualada con Baleares y sólo por detrás de la isla de Córcega. Completan el ranking la región griega de Epiro y la Umbría italiana. Como nunca se creen las cosas que cuento, me veo obligado a ponerles también el enlace a esta noticia: han de pinchar AQUÍ. Bueno no se me quejen, que hoy les he puesto tres enlaces pero todos remiten a artículos sencillos y cortitos. Las abuelas gallegas de pueblo se siguen escarallando de risa a la menor ocasión, como ven en esta imagen.

En mi caso, el mantenimiento de este blog es algo que me ayuda a estar contento y por eso sigo con él. Lo que pasa es que dice mi amigo X que no debo preocuparme o estresarme si pasan tres días y no he escrito mi post reglamentario, ni tampoco sentirme obligado a escribir de temas que no me interesan: que yo escriba cuando quiera y de lo que quiera. Bien es cierto que, a renglón seguido, me estuvo presionando para que escriba un post sobre la épica de las remontadas del Real Madrid, pero esto ya entra en el terreno de las contradicciones que todos tenemos en nuestras formas de afrontar la vida. En cualquier caso, yo seguiré su consejo de ámbito más general: escribiré cuando quiera (es decir, ahora mismo) y de lo que quiera. ¿Y de qué quiero escribir yo en estos momentos? Pues sin dudarlo: de blues.

La verdad es que estoy deseando que se pase este grumo de tiempo con sus tres bolos, para irme unos días a La Coruña, acometer la pintura y lijado del suelo de mi casa y que llegue pronto el mes de julio para llegarme a Cazorla al festival de blues en el que podré ver en directo a mi adorada Samantha Fish, así como al sensacional Eric Gales y otros portentos, sin olvidar a Raimundo Amador. He hablado con gentes del mundillo del blues que estuvieron otros años y me han dado dos consejos: que lleve sombrero de paja y crema solar de la máxima protección; la solana que pega en el sur de la provincia de Jaén a primeros de julio es para tenerla en cuenta. Pero se trata de tres días de fiesta interminable, que este año tiene un carácter especial después de dos ediciones suspendidas. Para que se hagan una idea del ambiente del festival, les pido que vean este vídeo que se grabó después del último, en 2019.

Como han visto, el vídeo acaba con la frase Nos vemos en 2020. No se imaginaba nadie por entonces que a final de año nos aguardaba una pandemia que nos iba a obligar a encerrarnos y que determinaría la suspensión del festival durante dos años. Los organizadores han enviado por Facebook una versión nueva del vídeo en la que corrigen el año para decir Nos vemos en 2022, pero no la han colgado en Youtube. Al menos por ahora. Por cierto, después de dos años dándonos información al segundo de las consecuencias de la pandemia (hoy se han muerto 300, bieeeen, 50 menos que ayer) el Gobierno ha dejado de dar información.

Sucedió el 1 de abril y ahora parece que no pasa nada, aunque la situación no ha debido de mejorar especialmente. Pero no hay dónde buscar datos y ya saben que de lo que no se habla es como si ya no existiera. Es lo mismo que cuando la señora Botella detectó que el medidor de contaminación que daba las cifras más altas estaba al pie de la Cuesta de Moyano: procedió a trasladarlo al centro del Retiro y santas pascuas. Puedo dar fe de ello porque paso por allí cuando salgo a correr y vi cómo lo desmontaban (otro tema sería por qué, después de años de atravesar corriendo el punto más contaminado de Madrid, no tengo los pulmones del color del helado de chocolate).

Pero sigamos con el blues. Han de saber que, desde hace unos días soy nuevo socio de la SBM. Como lo oyen. ¿Cómo dicen? ¿Que no saben lo que es la SBM? Lo suyo es grave, queridos seguidores. Por favor: Sociedad del Blues de Madrid. Es una asociación a la que cuesta 20€ anuales apuntarse y que organiza semanalmente pequeños conciertos en bares y locales, así como jam sessions y otros eventos. Yo me estrené como socio este domingo asistiendo a un concierto de Osi Martínez y Guille the Kid en la taberna Alabanda, en el Lavapiés profundo, ya cerca el Rastro.

Osi Martinez es un veterano de la escena del blues vallecana, algo más joven que yo, que ha pasado por diversos grupos sin demasiada repercusión mediática, el último de ellos llamado Osi y los Osidados. El esfuerzo de Osi ha sido siempre adaptar el blues a las letras en español, algo bastante difícil. Y es uno de los mejores armónicas de Madrid. El último disco de los Osidados se grabó a finales de 2019 y tenía ya fecha para su presentación pública en marzo de 2020. Ya se imaginan lo que pasó. Para que vean lo que hace este señor, vean este vídeo de un tema de dicho disco. Les pido que se fijen especialmente en el tipo de la camisa morada, al cargo del trombón de varas. Se trata nada menos que de mi amigo Henry Guitar, mi profesor de guitarra que le da también con soltura a otros varios instrumentos.

Yo esperaba ir al concierto con Henry, pero al final no pudo venir, así que acudí solo, andando desde mi casa. La entrada costaba 5€ para público en general y 3€ para socios de la SBM. De todas formas, el local era pequeño, al fondo de la taberna en ángulo de 90 grados y con un aforo limitado a 35 personas. Una maravilla. La hora era a las 13.30, una especie de sesión vermú, y se anunciaba como un doble pase. Pero la cosa era un único concierto con un descanso en medio de media hora, en el que se puede pedir de comer y ese es el truco. La taberna ofrece cosas bastante ricas, hace el negocio con eso y tú solucionas el tema de la comida de un domingo de forma muy agradable, con música en directo.

Osi contó su historia entre tema y tema. La pandemia le llevó a tener que disolver el grupo, que ya no ha vuelto a reconstruirse. Uno de los componentes se ha puesto a trabajar en una oficina, otro está desanimado, etc. Estos últimos tiempos, Osi ha empezado a ensayar con un guitarra muy jovencito que sonaba muy bien, y este era su primer concierto después de la pandemia, en el que confesó al final que se sentía feliz de nuevo. Por fin podía volver a hacer lo que le gusta. Hablé un rato con él para darle recuerdos de Henry y le pedí que nos avisara de sus próximos bolos. En la segunda parte del concierto grabé un fragmento de un tema, para que se hagan un poco la idea del ambiente del lugar. En diversos pasajes subieron al escenario varios de los asistentes, a hacer coros o a tocar una segunda guitarra, como es el caso del calvorota que aparece en el vídeo.  

El nivel del blues madrileño es el que es, pero los que están en el asunto son igualmente felices, especialmente si pueden vivir de ello. Si se tienen que ir a trabajar a una oficina ya no tanto. La SBM hace lo que puede por apoyar a estos músicos y yo trataré de irme integrando en este mundillo que me resulta muy atractivo. Les diré que el contacto con la SBM no me lo ha dado Henry Guitar, que ni siquiera sabía que existía, sino Pablo, el dependiente de una de las tiendas en las que he estado mirando amplificadores, en la calle Cedaceros. Pablo es un friki del blues y toca la batería en un grupo de hard rock. Él fue el que me animó a asociarme, y eso que finalmente no me compré el ampli en su tienda, sino en otra que me ofrecía uno más barato. Como le anduve mareando mucho, al final le fui a pedir disculpas y le conté que mis hijos me habían regalado un ampli por mi cumpleaños, de sorpresa. Es lo que en inglés se llama una white lie (en español una mentira piadosa).

Pero el blues que a mí me apasiona es el genuino, el auténtico, el que nació en Nueva Orleans y en Chicago y a lo largo del Mississippi. El de Samantha Fish, Larkin Poe, Eric Gales, Damon Fowler o Tab Benoit. Eso es otro nivel. Samantha es una mujer que también destila felicidad y lo han podido comprobar en las innumerables fotos que les he traído al blog, aunque sus letras hablan últimamente de un corazón en busca de alguien que lo sepa apreciar, que encuentre la llavecita de su colgante de cuello. Pero además Sam hace que los músicos de su grupo se lo pasen bien también y en definitiva sean igualmente felices y en eso ha encontrado una colega impagable que es la estruendosa y mediática baterista Sarah Tomek. Hoy les traigo una foto suya para variar.

Sarah se ríe casi como las viejas gallegas de la foto de arriba. Pero, si hemos de ser justos, desde el punto de vista estrictamente musical, yo creo que nadie duda de que, en el universo del blues, el más grande (en todos los sentidos) es hoy por hoy el gordo Christone Kingfish Ingram. Así que, para que no se diga, voy a cerrar el post con un tema suyo. Kingfish es igualmente un hombre feliz y es algo que se percibe en su forma de tocar, en su voz, en su presencia sin parangón, en su personalidad sobre el escenario. Este vídeo está grabado en marzo de este año en Fort Lauderdale (Florida) y es realmente portentoso. Disfruten de él. Y traten de ser felices, coño. Que no se diga que no lo han intentado al menos.

viernes, 22 de abril de 2022

1.135. Sí, sí, sí, el lobo ya está aquí

Supongo que conocen el refrán vernáculo de La Mancha profunda: no es lo mismo decir “que viene el lobo”, que verlo de venir. Pues este domingo, en la segunda vuelta de las elecciones francesas, tenemos al lobo llamando a la puerta, en forma de triunfo de la señora Le Pene (que sí, que ya sé que lo he escrito mal, digamos que es culpa del corrector del Word). No sé si son ustedes conscientes de lo que supondría esto para nuestro mundo si llegase a suceder. Es que se acabaría la globalización, la Unión Europea, las becas Erasmus, el espacio Schengen y el buen rollo entre los países, digamos, civilizados. Las encuestas previas dicen que hay una posibilidad entre diez de que gane la señora Le Pene. Pero yo no las tengo todas conmigo.

Porque, sea cual sea el resultado, el lobo ha rondado ya nuestra puerta y seguirá por ahí mientras no lo desactivemos. La previsible victoria de Macron no será más que un aplazamiento por otros cinco años del mismo problema. Si no conseguimos hacer un mundo más justo socialmente, más transparente y más sostenible desde el punto de vista medioambiental, una porción creciente de la población se sentirá estafada, enfadada y descreída del sistema y ese sentimiento le acercará a votar a movimientos como Vox o a personajes como la señora Le Pene, Viktor Orban o Bolsonaro.

Yo, hasta que no vea que gana Macron este domingo, no me voy a sentir tranquilo. Porque el asunto del lobo ha sucedido ya tantas veces que deberíamos estar escarmentados. El Brexit no iba a triunfar, nadie se lo acababa de creer. Pero ahí tienen lo que pasó. Ninguno de mis amigos norteamericanos contemplaba la posibilidad de que ganase Trump (ni siquiera la de que antes fuera elegido candidato por el partido Republicano). En este blog quedó reseñado mi encuentro con varios colegas brasileños en el workshop de Chicago 2018, en el que estaban totalmente tranquilos y seguros: era imposible que ganara Bolsonaro. Y hace cuatro días, todo el mundo estaba segurísimo de que el Hijo de Putin no se iba a atrever a atacar Ucrania.

Todos estos resultados regresivos son consecuencia de la generalización de la información, subsiguiente a la aparición de Internet y las redes mal llamadas sociales. La gente recibe ahora una cantidad de información realmente apabullante. Algoritmos perversos son capaces de ver de qué pie cojea cada uno y ya recrudecen la lluvia de mensajes redundantes para que cada cual se reafirme en su línea de desinformación y ahonde más sus convicciones. El extremo de este tema es el movimiento antivacunas, muy íntimamente vinculado con el universo de los grupos de ultraderecha. También hay terraplanistas, gente segura de que nunca llegamos a la luna, que los americanos se tiraron ellos mismos las Torres Gemelas o que Elvis Presley vive y es un señor de casi 90 años que reside en las Bahamas. Pero estos no dejan de ser movimientos minoritarios y pintorescos, que apenas tienen incidencia en nuestro mundo cotidiano.

Lo de las vacunas es más grave por su mayor extensión, por su incidencia negativa en la lucha contra el virus y porque, por ejemplo, yo tengo un amigo que se ha negado a vacunarse, él y toda su familia. Resultado: ahora mismo todos tienen el Covid, lo están combatiendo con Ibuprofeno y con infusiones de yerbas medicinales, y todos los de su entorno estamos mucho más preocupados por ellos que si se hubieran vacunado. Este tipo de actitudes se deben a un motivo que yo tengo muy claro: la gente tiene acceso a un montón de información y carece de la adecuada formación cultural, política y moral como para procesarla adecuadamente. Si a eso le sumamos el que el mundo es muy injusto socialmente y que ahora se tiene mucha información sobre cómo viven los milmillonarios, el resultado es un malestar que está detrás de movimientos como los chalecos amarillos o la reciente huelga de transportistas en España. Un personal sobreinformado y poco formado es carne de intoxicación y manipulación.

En el Tercer Mundo, a todo esto se suma la religión, entreverada de elementos mágicos, místicos y de superstición y brujería. Otra muestra local de ese fenómeno del lobo que nunca va a llegar hasta que lo vemos de venir, fue el referéndum colombiano para ratificar el proceso de paz firmado en La Habana entre el Gobierno y la cúpula de las FARC, que acababa con 50 años de guerra. Como les conté, los negociadores se sintieron modernos e incluyeron en el acuerdo un parrafito a favor de la regulación del aborto. Eso puso en contra a los evangelistas, que tienen una penetración acojonante entre los indígenas de las zonas rurales de Colombia y que votaron en masa por el no al acuerdo. Lo sé de fuente bien informada.

Estos evangelistas son otro fenómeno paralelo a lo que estamos comentando. La misma penetración la tienen entre los gitanos en España y entre los negros del África subsahariana, que ven conectada su tradición animista y mágica con unas reglas que les ayudan a apartarse de cosas como el alcohol, las drogas o el sexo descontrolado. Aquí sí que la incultura y las penurias económicas favorecen el caldo de cultivo para este tipo de movimientos religiosos. En estos días pasados estuve en un par de eventos con gente muy preocupada por el calentamiento global, como les conté. Algunos de estos son gente bastante ideologizada, que no viajan más en avión ni comen carne ni casi ponen la calefacción. Sin embargo, con mucho alivio constaté que la cerveza no la incluyen entre los hábitos a desterrar de este mundo corrupto del que abominan. Sin embargo, vean ustedes lo que dice al respecto un cura evangelista de estos que guían la vida de los emigrantes negros en España.   

Es de una coherencia asombrosa: si te atragantas con un vaso de agua o de Coca Cola, vas al cielo; si es con cerveza al infierno. Lo dicho: incultura más sobreinformación, igual a manipulación colectiva. Pero dejemos el Tercer Mundo y volvamos al primero. Realmente a mí me molestaría mucho que este pequeño paraíso que hemos construido en Europa se venga abajo y es lo que sucederá si gana Le Pene. El programa Erasmus es una maravilla, porque ha conseguido que las nuevas generaciones se sientan europeas. Mis hijos lo son también del mundo Erasmus y lo percibo cuando vienen a mi casa y veo cómo les llaman por teléfono y se lanzan a largas conversaciones en francés, inglés y alemán (Lucas) o en francés, inglés e italiano (Kike). Si destruimos esto volveremos a las fronteras, los pasaportes y los nefastos nacionalismos.

Le Pene ha cometido un error de bulto, que quizá nos salve de su victoria, cuando ha dicho que, en cuanto llegara al Eliseo, pactaría con el Hijo de Putin un acuerdo para crear una nueva sociedad de naciones independientes, fuera de la Unión Europea. Al lobo ruso no lo quiere nadie en su casa y eso le puede hacer perder muchos apoyos. Pero es realmente penoso (penoso de pene) que se haya llegado a esta situación. En Europa, la incultura no es tanta como en África. Pero aquí lo decisivo es el descontento, el que existe una clase media baja que se va distanciando cada vez más de los estándares mínimos de confort, que se va quedando al otro lado de la brecha, coqueteando con la pobreza pura y dura. Esta gente se siente frustrada y cabreada y, debidamente manipulada con las técnicas que organizó el perverso Steve Bannon, son carne de voto contra el sistema.

En Francia se generó así el movimiento de los chalecos amarillos. Examinemos los resultados de la primera vuelta de estas elecciones que se culminan el domingo. Si sumamos a los votos a Le Pene los que ha cosechado el aun más ultra Zemmour, alcanzamos un tercio de los votos emitidos. Y, si a estos dos, les sumamos, como votos hijos también del descontento, los del izquierdista Melenchón (el líder de los chalecos amarillos) y los del político ruralista (similar a los españoles que representan a la llamada España Vacía) Jean Lassalle, totalizaríamos más de la mitad de los votos emitidos. Es decir, que si todos los cabreados votasen a Le Pene pasado mañana (Melenchón se ha negado a recomendar el voto a sus seguidores: libertad-libertad-libertad) veríamos a esta señora tomando posesión el lunes. Terrorífico.

¿Esta situación puede llegar a darse en España? No, de momento. Parafraseando al negro: ¿por qué? Pues por varios motivos. En Francia hay un problema mucho más serio con la inmigración, tanto en volumen como en calidad. España ha sido durante mucho tiempo punto de paso hacia otros países, que ofrecían a los emigrantes mejores condiciones laborales y sueldos más altos. Aquí se quedaban pocos, sobre todo sudamericanos y magrebíes, cuyas culturas no eran tan antagónicas con la nuestra. En Francia, ya les conté lo que sucedió. Empezaron por abrir la mano a que vinieran hombres jóvenes solos, para trabajar en las obras públicas en tareas que los propios franchutes no querían asumir para no mancharse de barro. Y entonces empezaron a producirse violaciones de jóvenes francesas con gran escándalo. Y Giscard d’Estaign abrió la mano a que entraran sus familias, para que sus necesidades sexuales se gestionaran en casa. Así nació el concepto conciliación familiar y por ahí se empezaron a colar cuñaos, amiguetes y aprovechados de todo tipo.

El fenómeno no se atajó a tiempo y eso provocó la creación de grandes barriadas alrededor de las grandes urbes que eran auténticos guetos, caldo de cultivo perfecto para la delincuencia, el tráfico de drogas y el terrorismo. Como ya les he contado, cada fin de semana en estos barrios, se queman unos cuantos automóviles por puro deporte y los chavales se ponen de acuerdo para acceder en masa a las estaciones de Metro y RER para saltarse los tornos en manada, fenómeno ante el que los vigilantes de la compañía no pueden hacer nada y que les sirve a estos chavales para ir a divertirse al centro, dar algún tirón que otro a bolsos de señoras y turistas y volver luego a casa con más dinero que a la salida. Además, los grandes atentados de los últimos años han sido perpetrados por franceses nacidos en esos guetos.

Todo esto favorece el racismo y el cabreo de los franceses de toda la vida, que votan ahora a la señora Le Pene, porque les promete mano dura con la inmigración. En España, el fenómeno es menos grave numéricamente y tampoco es tan agresivo, la famosa teoría de Vox acerca de los MENAs es una manipulación clara. Además, hemos de añadir un factor más que afecta a todo esto: en Francia mucha de la gente joven no vota, porque pasan de todo. Se la pela, dicho en plata. Yo creo que en España los chavales están más concienciados, al menos por lo que yo veo con los amigos de mis hijos, los hijos de los amigos (que no es lo mismo), o los propios alumnos que asisten a mis charlas. Son más o menos alternativos, pero cumplen con sus deberes cívicos elementales. Recuerden que el 11-M surgió en España.

En estos países más adelantados, los hijos de las clases más acomodadas, a fuerza de mear colonia con perdón, son más proclives a actitudes pasotas y nihilistas. Recuerden que, en la votación para el Brexit, los rockeros pasaron de votar y se fueron todos a ver el festival de Glastonbury, que era el mismo día. Y luego se quejaban de que los mayores habían decidido su futuro por ellos, cuando esa decisión les afectaba precisamente a ellos. Pues haber votado, joder. En Francia, mucha gente joven no vota y eso está también en el origen de esos porcentajes que les he detallado más arriba. Porque, si todos los cabreados la votaran, la señora Le Pene ganaba fijo (toquemos madera). En España vienen tiempos duros. Es curioso que la llegada de Feijoo a la cabeza de la oposición haya provocado euforia hasta en la propia izquierda. 

¿No se lo creen? Pues les voy a dejar de propina el enlace a un artículo al respecto de eldiario.es, voz bastante prototípica de la izquierda española actual. Sus análisis me parecen muy acertados, especialmente su explicación de la defenestración del fraCasado y la prisa por quitarlo de enmedio. Coinciden con lo que yo venía adelantando en el blog. A mí me gustaría ahora que aparecieran en nuestro país algunos líderes con altura de estadistas, tanto en la izquierda como en la derecha. Tipos como Merkel o Macron. Feijoo, puede ser uno de ellos. Sólo le falta contratar un buen asesor de imagen y quitarse un poco el pelo de la dehesa o, por referenciarlo al medio galego, el olor a grelos. Y, desde luego, Yolanda Díaz. Entre ambos puede estar la siguiente pelea electoral.

De momento, vamos a ver si gana Macron. Luego, cómo sigue el asunto de la guerra ucraniana. Y a ver si se controla la inflación. A la vuelta del verano hay otras citas cruciales: elecciones en Brasil y midterm elections en USA en noviembre. Con el lobo Trump merodeando las puertas de la Casa Blanca, de donde no se ha terminado de ir. Mientras tanto, en este blog seguiremos como la Orquesta del Titanic, practicando el blues, el yoga y el samanthing y soñando con la cita soñada del Cazorleans, que es todo un planazo, como les iré contando. Sean felices y que pasen un buen finde. ¡Ah! que se me olvidaba. El link al artículo del que les hablaba. Se lo recomiendo encarecidamente. Para leerlo han de pinchar AQUÍ

domingo, 17 de abril de 2022

1.134. Esto no es rock'n roll, esto es genocidio

En el Domingo de Resurrección por la tarde, punto final a estos cuatro días que he pasado prácticamente encerrado en mi casa, escribiendo, leyendo, practicando con la guitarra, estudiando y preparando las conferencias que tendré que dar en inglés dentro de poco, no puedo dejar de pensar en lo bien que me encuentro en mi casa, protegido de toda adversidad, con mis provisiones adquiridas con antelación, con mi ordenador y mi teléfono móvil que me permiten conectarme con el universo. ¿Se puede imaginar un horror mayor que la existencia de unos aviones que pasan por el cielo lanzando misiles y bombas de racimo sobre los edificios habitados de ciudades hasta ahora en paz como Madrid? Veamos unas cuantas imágenes del horror absoluto.





Para un urbanista y urbanita como yo, no se puede concebir nada más horrible que la destrucción del medio urbano, que es la máxima expresión del progreso del ser humano. ¿Quién va a reconstruir esto? ¿Quién va reedificar lo arrasado? Es que no quiero escuchar ninguna explicación alternativa, es que esto es el horror absoluto y detrás de ese horror absoluto hay un enano físico, político y moral a quien hemos dado en llamar en este blog el Hijo de Putin, rodeado de una cohorte de aduladores semiaterrorizados que no le van a llevar nunca la contraria. Ese tipejo que, cuando en los sesenta todos los jóvenes del mundo se levantaban contra el poder, contra el imperialismo y contra la guerra, en vez de eso se dedicaba a ir a la puerta de las oficinas del KGB en San Petersburgo a rogar que le permitieran enrolarse. Ese acomplejado que odia al mundo occidental porque consiente el feminismo, el ecologismo, la libertad de voto. Y el fuagrás.

Ese monstruo ha osado atacar a un país soberano y masacrar a su población civil. Mi alma y mi cabeza están del lado del pueblo ucraniano. Que está luchando por su libertad. Y también por la nuestra. Recuerden a Bertold Bretch: atacaron a los ucranianos y yo no me preocupé porque no soy ucraniano, etc. Hace unos cuantos posts proclamé que no quería que este blog se convirtiera en un monográfico sobre la invasión de Ucrania. Pero eso no quiere decir que se me haya olvidado el tema. En realidad, me acuerdo de ello continuamente. Y ahora me van a permitir que les traduzca un poema. El título de este post es en realidad el grito final de ese poema, escrito en inglés, que se titula Leyenda de Futuro (Future Legend) y que podría resumir esa situación distópica que el Hijo de Putin ha convertido en real.

                              …y a la hora de la muerte
                              Mientras los últimos cadáveres yacían pudriéndose en la vía pública
                              Las persianas se alzaron una pulgada, allí en el Edificio Temperance
                              En lo alto de la colina del Cazador Furtivo
                              Y ojos rojos mutantes contemplaron la Ciudad del Hambre
                              No más norias gigantes
                              Pulgas del tamaño de ratas aferradas a ratas del tamaño de gatos
                              Y diez mil humanoides divididos en pequeñas tribus
                              Atestaron las azoteas de los estériles rascacielos
                              Como manadas de perros listos para el asalto
                              De los escaparates de la Avenida Quiéreme
                              Desgarrando y volviendo a enroscar sus pantalones de chándal
                              De visón y zorro plateado
                              Mostrando su insignia de zafiro y esmeralda cuarteada
                              Será cualquier día, a partir de ahora
                              El año de los Perros de Diamante

                                           ¡¡¡ESTO NO ES ROCK’N ROLL!!!                                                                                                               ¡¡¡ESTO ES GENOCIDIO!!!

Tal vez piensen ustedes, amables y acongojados lectores de mi blog, que este es un poema que algún bardo ucraniano enloquecido por los bombardeos ha compuesto a la vista de lo que está sucediendo en su ciudad. Nada de eso. Este texto que les he traducido tiene casi 50 años y su impresionante lectura en inglés, que van a escuchar ahora, marcaba el comienzo del disco Diamond Dogs (David Bowie 1974). El disco se iba a llamar inicialmente 1984 y todas sus letras recrean el ambiente opresivo de la conocida obra de Orwell, pero Bowie tuvo problemas con los derechos de autor y tuvo que reordenar sus canciones y darle el título de una de ellas. Bowie acababa de disolver su banda Spiders of Mars en el momento de mayor éxito y publicó este disco de ambiente distópico y tenebroso, con un sonido que se aproximaba ya a los Stones y en el que volcaba todas sus obsesiones y su inclinación a la ciencia ficción. Este disco se publicó ocho años antes del estreno de Blade Runner. Y esta leyenda de futuro parece estarse confirmando hoy, cuando Ucrania ha sido atacada por esos nuevos perros de diamante. Escuchen el arranque del disco que les comento.

La letra de la canción, ya si eso, se la traducen ustedes mismos, no hace falta saber mucho inglés para entender el grito de advertencia: Sal del parque, nena, puedes encontrar la muerte en medio de la niebla, que vienen los perros de diamante. Casi cinco millones de ucranianos han huido de estos diamond dogs hacia los países fronterizos del oeste, pero algunos empiezan a regresar a Kiev y su entorno, aprovechando que los perros de diamante han aflojado un poco su presión en la zona. Prefieren vivir bajo la amenaza de las bombas en ciudades arrasadas porque ¿a dónde van a ir? Esta era su casa, aunque esté semidestruida. Me viene a la memoria una anécdota.

La casa en la que yo nací en La Coruña, era un piso alargado entre medianeras, estructurado en torno a un pasillo central con habitaciones a los dos lados ventiladas por patios de luces de 3x3 metros. Formaba parte de una manzana enorme del ensanche coruñés, con un patio de manzana casi más ancho que las calles circundantes. La mayor parte de estas casas estaban construidas en estructura de madera. Un día, cuando mis padres eran octogenarios y vivían solos en la casa, se desató un incendio pavoroso en el otro extremo de la manzana. Los bomberos empezaron la lucha contra el fuego, pero mientras tanto pasaron por todas las casas recomendando a la gente que las abandonara, porque no estaban seguros de poder sofocar el incendio a tiempo. Mis padres se negaron a irse de casa. Y no le dijeron nada a nadie de la familia o conocidos. Era su casa y no se querían ir de ella de ninguna manera. El incendio se contuvo y la casa no sufrió daño alguno pero luego, cuando nos lo contaron, confesaron que habían pasado un calor horrible, además de la angustia imaginable.

Podría seguir esta línea temática, pero creo que ya les he agobiado bastante. Así que voy a derivar por el lado de Bowie. Algunos de mis seguidores más rockeros, como Paco Couto o el Coronel Groucho son bastante refractarios a este personaje y he de confesar que yo también lo era en los primeros setenta. Hasta que me compré un doble LP en directo que se llama David Live (1974), por consejo de un amigo que me lo recomendó. El disco recoge la grabación en directo de un concierto en Filadelfia, en el que interpreta básicamente las canciones de Ziggy Stardust y Diamond Dogs, sus álbumes anteriores. Y tengo que decir que, a día de hoy, este es todavía uno de mis discos favoritos, felizmente recuperado en mi colección de vinilos. Me dejó tan alucinado que procedí a comprarme en cascada todos sus discos anteriores, que son en general bastante buenos.

También me seguí comprando lo que fue publicando en adelante, pero en este caso les confieso que ya no me gustaban tanto como álbumes, si bien casi todos contenían algún tema extraordinario (Héroes, China Girl, etc.). Es algo muy típico de los artistas de rock, en algún momento de su carrera tienen una especie de borbotón creativo que luego se pasa. Y es muy típico que se dediquen a repetirse a sí mismos y vivir de los directos, en los que todo el público les pide las canciones de su momento dorado. De todas maneras, Bowie ha sido reconocido y reverenciado por la mayoría de los músicos y les voy a poner una foto que demuestra lo que digo. El viejo judío no le pone la mano en el hombro a cualquiera. Un tipo tan huraño como él, que no se casa con nadie, demuestra en esta imagen que también lo apreciaba.

Hubiera sido bueno saber que piensa cualquiera de estos dos del Hijo de Putin. De Bowie ya no podemos conocer su opinión, y de Bob prácticamente tampoco, siempre se ha expresado en sus letras por las que le dieron el premio Nobel, en mi opinión con toda justicia, aunque bastante tarde. El mundo del rock ya se está movilizando y se anuncian macroconciertos para recaudar fondos para ayudar a los ucranianos, como no podía ser de otra manera. Algunos veteranos, como U2 y Pink Floyd han grabado unos vídeos cantando canciones al respecto, pero no se los voy a traer a esta tribuna, porque me he quedado bastante acongojado al ver lo viejos que están todos. En el caso de Pink Floyd, hacía nada menos que 30 años que no grababan nada. Y se pueden imaginar las pintas que tienen.

Pink Floyd fue también uno de mis grupos favoritos, nunca llegué a verlos en directo pero conservo varios de sus vinilos. Y, en la memoria, entre otras, una de las canciones mejores de todos los tiempos. Pocas veces se ha expresado con tan pocos versos el conflicto existencial, la dificultad de la convivencia, la soledad como destino inevitable del hombre del siglo XX. La canción se llama Wish you were here y me he tomado la molestia de grabar para ustedes una versión artesanal, en la medida de mi progresión con la guitarra española, antes de entregarme ya del todo a la eléctrica. Para algo llevo alrededor de un año dando clases de guitarra y practicando de forma cotidiana. Además, ahora que veo bien las partituras, algo se tiene que notar. Véanla y seguimos un poco más.

¿Cómo dicen? ¿Que yo también estoy muy viejo? Desde luego. Pero al menos me pongo el pañuelo de bluesman y las gafas negras para que no se me vean las ojeras. En fin, este es mi pequeño homenaje al pueblo ucranio, que lucha por su libertad y también por la nuestra. Les llamo la atención sobre un detalle. Durante el punteo, que se repite tres veces, los dedos anular y meñique de la mano izquierda no se han de mover, permanecen cautivos sobre las cuerdas quinta y sexta. Eso le da a la canción ese punto nostálgico tan característico. Pequeños trucos que me enseña mi amigo Henry Guitar, con quien me iré en julio al Cazorleans, si el tiempo y el Hijo de Putin no lo impiden. Porque la situación internacional es muy peligrosa y en cualquier momento se puede liar parda.

Mientras tanto hay que seguir con la música y las demás actividades, como la orquesta del Titanic. He de decirles que, por si no tuviera bastante con el programa de los meses venideros, me ha salido un nuevo bolo. El día 5 de mayo, justo antes de atender a los doctorandos del Politécnico de Milán, me tocara hablar a una delegación de técnicos y funcionarios del Metro de Copenhague. Los trae mi amigo Werner que, superado lo peor de la pandemia, ha reanudado su actividad de organizar viajes profesionales especializados por la ciudad de Madrid. Me va a tocar explicarles la política de movilidad de la ciudad. Le he dicho a Werner que mi posición es muy crítica con esa política (suponiendo que hubiera alguna), pero dice que da igual, que a ellos les va a interesar esa visión crítica.

A lo mejor piensan ustedes que tengo mucha cara poniéndome a hablar de algo de lo que no soy especialista, pero les recuerdo que ya fui al workshop de Portland (Oregón) en 2017 a contar lo que estaba empezando a montar el equipo de Carmena en el tema de la movilidad y quedé bastante bien. Ahora tengo que poner en orden mis informaciones y organizarme una presentación más o menos aparente. Además, este es un bolo de los de cobrar. Aunque sea poco, cualquier cantidad es bienvenida, para que no me tengan que andar invitando mis amigos franceses de visita en Madrid. Así que, mientras puédamos, seguiremos con las actividades dispersas, sin olvidar el cuidado del blog, que es como mi jardín particular. Esperando que lo hayan pasado bien en estas fiestas, les deseo una buena semana de rentrée. Sean buenos.

jueves, 14 de abril de 2022

1.133. Optimistas y pesimistas

Hasta ahora yo solía decirles que el optimista y el pesimista se diferencian en la forma en que ven el queso de Gruyere (Paco Couto me corrigió oportunamente haciéndome ver que en realidad me estoy refiriendo al Emmental): el optimista lo ve todo queso y el pesimista lo ve todo agujero. Pues, miren por dónde, he encontrado un nuevo símil, que viene como anillo al dedo. Les comenté de una amiga cenizo que me anunció que eso de ver como Dios después de una operación de cataratas dura unos días y luego se vuelve a ver tan mal como antes. Pues el otro día comiendo con ella, me preguntó que tal iba con la vista y le dije la verdad, que ahora veo a las mujeres mucho más guapas. Respuesta: ¡Ah! pues a mí me pasa lo contrario, que desde que me operé, veo a la gente mucho más fea. ¿Y eso? –le pregunté. Pues porque ahora les veo todas las arrugas. Creo que huelga todo comentario.

En fin, que aquí me tienen, como siempre a la contra, dispuesto a pasarme la Semana Santa prácticamente encerrado en mi casita, mientras todo el mundo corre al mar o la montaña a desquitarse de dos años de encierros y terrores derivados del maldito Covid que, por cierto, sigue por ahí generando nuevas variantes, a partir de linajes mixtos de Omicrón y Omicrón sigilosa. Por no hablar de la variante Putincrón. Yo trataré de viajar al extranjero, cuando se vaya pudiendo, fuera de temporada desde luego, y también en función de mis demediadas ganancias monetarias a partir de la jubilación, que me están obligando a aquilatar un poco mis gastos para equilibrar cuentas. Sólo les diré un detalle. Cuando mi amigo Alain Sinou estuvo por Madrid, a preguntas suyas le revelé a cuánto ascendía mi pensión. Se quedó pasmado. A partir de esa información, insistía todo el rato en pagar en los bares y restaurantes a donde yo lo llevaba, diciéndome: no, no, no, déjame pagar a mí, que ganas muy poco dinero.

Pero yo estoy encantado con mi situación porque soy un optimista nato. Así que, las vacaciones aquí en casita, de momento. Además, los lugares por los que me gusta moverme en Madrid están atestados de turistas, como he podido comprobar en estos días de comienzo de semana. El lunes acudí a mi clase de yoga a mediodía y luego recalé en el Ricla, donde Emilio, que está al cargo de la barra, suele guardarme una mesa con un letrero que dice Reservado bluesman-tocayo. Desde allí subí al FNAC a encargar el libro que me falta para este trimestre de Billar de Letras y ya de paso me compré una conexión doble-mini-jack, para conectar el ampli a mi teléfono móvil, de forma que me pueda bajar melodías o fondos de blues sobre los que improvisar con la guitarra eléctrica. El lunes estaba el centro un poco más despejado, porque la avalancha de turistas rurales del entorno no había llegado todavía.

El martes, después de mi clase de inglés, subí de nuevo al APOT con el coche para comer en el bar de mi amiga S. y después pasarme por las oficinas de Santa Lucía, donde tenía que firmar alguna operación financiera nueva, para mover mis exiguos fondos y defenderme de lo mal que va todo con la pandemia, la guerra y la inflación. Ayer miércoles salí temprano directamente al Retiro a hacer mis 6,5 kms, una gozada con el parque vacío. Luego desayuné como un rey y salí a hacer acopio de reservas para esta semana, tanto en el mercado como en la farmacia, Cuando estaba descargando mis compras, me llamó mi amiga cenizo, que andaba de recados por el centro, y bajé de nuevo para comer con ella en la Plaza de Santa Ana.

Hoy mi rutina tenía un pequeño cambio porque, al ser festivo, la clase de yoga se adelantaba a las 10.00 y eso me obligaba a cancelar el inglés y subir a la academia en ayunas para hacer la rutina debidamente. Al salir, he pasado por unas calles en las que se reservaban todos los laterales con cintas de la policía, seguramente para alguna procesión. Y, después de una rutina larga de yoga, recién vestido, sudoroso y en ayunas, la referencia a esa eventual procesión me ha llevado a la idea de la Semana Santa y en mi mente se ha formado una visión muy concreta: una torrija bien bañada en leche. Así que he encaminado mis pasos al bar La Casa de las Torrijas, un histórico de la calle Paz, enfrente del fenecido Teatro Albéniz. Allí me he tomado una torrija espectacular, con un dedalito de moscatel, como mandan los cánones, y seguida de un café con leche. No he podido evitar hacer una foto de este lugar histórico, con sus azulejos maravillosos y un selfie con los manjares. Aquí los tienen.


En mi tierra, cuando se dice de alguien que vaya torrija tiene, viene a significar que está medio atontado o alelado. Por ejemplo, cuando a un futbolista le roban todos los balones. Pues en estos momentos podríamos decir que menuda torrija tiene el señor Almeida. El caso de las mascarillas es ciertamente de traca. Resulta que, en el momento más dramático de la pandemia, con la gente muriéndose a cientos, con el Palacio del Hielo habilitado para apilar los cadáveres que excedían de la capacidad de las diferentes funerarias, se presentan en el Ayuntamiento un par de pícaros, de la estirpe más arraigada en nuestras tierras desde el Guzmán de Alfarache. Y se la cuelan a Almeida con el objetivo único de forrarse. En realidad, esta es una práctica muy corriente entre ciertos estratos, que pululan alrededor de los partidos políticos. Pero, como les he dicho alguna vez, no todos los aprovechados son iguales. Los que orbitan alrededor del PP son de familia. Los que lo hacen alrededor del PSOE, son de partido, como Roldán. El caso es que al Alcalde le siguen creciendo los enanos. Y cayendo chuzos de punta.

Lo de las familias estas de aristócratas espabilados es crónico. Este caso no es muy distinto del del hermano de Ayuso. Tanta simetría tienen ambos casos que no entiendo cómo a nadie se le ha ocurrido la idea de que este segundo sea una venganza por el primero. A Ayuso la trató de apartar el fraCasado amenazándola con el caso de su hermano. Y proponiendo a Almeida para presidir el partido de Madrid en vez de ella. Y Almeida se dejó querer hasta el final, incluso puso a trabajar en el tema al espía John Le Carromero. Y Ayuso, con MAR detrás, es bastante peligrosa. No sería de extrañar que ahora diga: ¿me habéis enmierdado la imagen con lo de mi hermano? Pues a ver qué decís de esto ahora. Tal vez la prensa no saca esto por evitarse querellas al respecto. Pero este, como digo siempre, es un blog literario y los bloggers literarios tenemos que aguzar la imaginación. Porque, obviamente, no tengo prueba ninguna de lo que digo. Es sólo un barrunto, del que supongo que no soy el único que lo ha tenido.

Pero volvamos al tema de la gente que vive del cuento. Esa gente no deja de maquinar estratagemas para forrarse ni por una pandemia, ni por una guerra; yo estoy convencido de que la guerra de Ucrania es una ocasión estupenda para que ahora mismo se esté forrando un montón de gente. Y me malicio que, a los que lo hacen medio bien, no los pillan nunca, porque este es un mundo para listillos. Recuerden que Urdangarín decía, abriendo las manos: yo me he limitado a hacer lo que hace todo el mundo. Era sincero. En este caso de las mascarillas de Almeida, se dan sin embargo algunas circunstancias diferentes.

Para empezar, tenemos a una señora Ayuso todavía muy ofendida, que en el congreso del PP pidió que se castigara a los que la habían atacado. El fraCasado ha dejado la política, pero Almeida se prestó a hacerle el juego y debe pagar también. Pero, además, los personajes del esperpento son también especiales. Para empezar el tal Luceño, un tipo con un apellido que más bien parece el nombre artístico de un torrero. Este tipo, parece que fue medio director de la empresa de joyería Uno de Cincuenta, de donde lo echaron por sus malas prácticas. Pero de esa época, conservaba contactos en Asia, de donde viene la mayor parte del material de este tipo de negocios. Entre esos contactos, un tipo que se llama San Chin Choon (no es coña). Este señor es el mandamás de Leno, una de las mayores empresas de bisutería de Asia, que surte a todo el mundo de perritos chinos dorados, de esos que saludan con la patita arriba y abajo. Es que, si alguien se inventara una historia así para una novela, la consideraríamos increíble (por cierto, Choon es la grafía americana, la pronunciación correcta es San Chinchún).

Pues este santo asiático lamentable, es el primer timador, porque las mascarillas y los guantes eran una porquería, peores que los que conseguía el hermano de Ayuso. Pero les hacía falta un contacto para acceder al Alcalde, y aquí aparece el otro: Luis Medina, hermano del actual Duque de Feria e hijos ambos del anterior duque, un aristócrata bastante grillado, que acabó con sus huesos en la cárcel por temas de pedofilia y alcohol, tras abandonar a la madre de las criaturas, señora de rompe y rasga que fue quien los sacó adelante. Medina tiene los contactos precisos para llegar al Alcalde, a través de un primo suyo y acepta llevarse un millón por la gestión. Pero resulta que el Luceño se lleva cinco. ¿Se pasó de optimista? En su declaración, Medina ha revelado que desconocía que el reparto de comisiones fuera tan desigual. No tenía ni idea de que el otro se llevara tanto. También parece sincero.

Un inciso. Hace años, en tiempos de Gallardón, la concejalía de Cultura contrató para las fiestas del barrio de la Arganzuela a un grupo de Vigo, por entonces desconocido, que respondía al nombre de Defcon Dos. Este grupo es el más irreverente del mundo, sus letras dejan a las de Siniestro Total como textos para niños, de hecho su líder ha estado procesado luego por algunas de esas letras. Pues estos señores montaron la mundial en dichas fiestas, para regocijo de ácratas, punks y bandarras diversos y acabaron el show puño en alto al grito de ¡Libertad para el Duque de Feria! No los volvieron a contratar nunca más.  

Así que estamos ante un timo en cascada, como fichas de dominó. San Chinchún le tima a Luceño mandándole un material defectuoso, lo peor de sus almacenes. Luceño tima a Medina, porque le oculta que él se lleva cinco millones. Y Medina y el primo son colaboradores necesarios para timar a su vez al Ayuntamiento. Por cierto, el primo realmente hace el primo, porque no se lleva nada. Aunque ahora está en mejor posición, al no haber sido imputado. Parecería que el más listo aquí es Luceño. Pues es al revés. Resulta que finalmente es el más tonto, porque desde Como robar un millón y… (William Wyler 1966) hasta La Casa de Papel, el cine nos ha instruido de que cuando te llevas una cantidad de dinero importante has de evitar hacer ostentación del mismo, has de seguir viviendo modestamente hasta ver por dónde van los tiros. Cualquier atracador de bancos sabe esto. A lo mejor es que Luceño no va al cine.

¿Cómo puede ser un tío tan tonto para comprarse doce coches de lujo, Ferraris y Lamborghinis? ¿Y dónde los tiene guardados? ¿Le caben en el chalet de Pozuelo que también se ha comprado? Hombre, Medina ha sido más moderado. Sólo se ha comprado un yate y ha invertido el resto en bonos. Ahora están ambos acusados de estafa agravada, falsedad en documento mercantil y blanqueo de capitales. El juez ha dictado el embargo de sus bienes pero Medina sólo tiene en la cuenta 250€, lo que directamente remite a un cuarto delito: alzamiento de bienes. Otra cosa rara: la prensa carroñera, el inMundo, el Voz Pópuli y demás, ¿por qué no sacan fotos de los doce coches, o de la casa fastuosa de Pozuelo? Tienen que tener fotos de todo, eso no se puede esconder. ¿Están protegiendo a alguien? 

No es casualidad que esos periódicos que apenas cuentan lo mínimo del escándalo, se hayan apresurado a proclamar que, desde que Feijoo ha tomado las riendas del PP, las encuestas dan ganador al partido en las próximas elecciones generales. Eso mismo decían del fraCasado hace dos días ¿recuerdan? Las Generales iban a ser un paseo militar para el seguro próximo inquilino de la Moncloa. Todos lo daban por ganador, menos el CIS de Tezanos. Pero se le ocurrió meterse con Ayuso y El del Bigote dio la señal de salida con su comentario por sorpresa en el mitin de las elecciones de Castilla León: Todo el rato estoy oyendo que tenemos que ganar para qué no sé quién llegue al palacio de no sé cuantos, pero la pregunta es ¿para hacer qué? Parece que todo va encajando. Las encuestas son la cosa más manipulada del mundo, al fraCasado le dieron una merecida patada en el culo, pero la operación de caza y captura de Sánchez sigue después del ínterin. Este es un optimismo interesado.

Porque, la verdad, yo recibí la llegada de Feijoo al puesto con alivio pero, ahora que le he oído hablar, tampoco veo que sea un tipo como para generar ese subidón en las encuestas. Habrá que darle tiempo, pero la impresión que da es que no estaba demasiado preparado para el puesto. Galicia es una cosa, pero España otra mucho más compleja. Para empezar, es bastante feo, tiene una nariz que recuerda a la de ciertos personajes del TBO, como Doña Urraca. Y luego, debería de buscarse un buen asesor de imagen. Alguien que le diga, por ejemplo, que se suene los mocos antes de empezar a hablar, para no tenérselos que sorber cada poco. Y tal vez recibir unas clases de foniatría, para aprender a hablar más en estadista y evitar ese tono monótono y un poco siniestro. La imagen es muy importante en un país en el que nadie se lee los programas electorales. Sánchez no es mucho más que un tipo con planta de galán de Hollywood.

Y ya si vamos a los contenidos, la única idea que parece traer este señor es lo de bajar impuestos, qué cansino, es que parece que no saben decir otra cosa. Los impuestos hay que bajárselos a los de abajo y subírselos a los de arriba, es tan sencillo como eso. Dejen a los economistas que se ocupen de ese tema y no hablen sin saber. Ya les conté que yo me di cuenta de que Zapatero era tonto cuando salió en la tele diciendo Bajar los impuestos es de izquierdas, y miró circularmente a su alrededor con el gesto del que acaba de descubrir la rueda.

Finalmente, los dos grandes partidos comparten el mismo modelo económico de país, el que les dejan las autoridades monetarias internacionales, como el FMI (que por cierto, no hace mucho ha recomendado subir moderadamente los impuestos para salir de la crisis generada por la pandemia). Lo que diferencia actualmente a la izquierda de la derecha (en temas económicos) es que la izquierda es más legalista y procura que se cumplan las leyes (aunque tenga aprovechados de partido), como garantía de un mayor reparto de la riqueza. La derecha, en cambio es partidaria de la desregulación y la flexibilidad, pensando que eso aumenta los beneficios de las empresas, lo que redunda en más empleo y más riqueza para todos, aunque esté peor repartida (y aunque ello facilite la aparición de sus propios aprovechados de familia). Aquí lo vamos a dejar, que ya estoy oyendo su clamor: ¡¡¡Las cosas no son tan sencillas!!! 

Hoy en El País hablan del renacer de los festivales de música y publican la lista de los más destacados del año en curso, los que nadie se debe perder. Y no está el de Cazorla, como cabía esperar, el blues es una música minoritaria, no amparada por las grandes discográficas. Sin embargo, el Cazorleans es uno de los mejores festivales de blues de Europa, lo que explica que puedan traerse a mi querida Sam fuera de su gira europea que no empieza hasta octubre. Samantha va teniendo ya bastante caché y hacerla venir sólo para un concierto, en medio de su extenuante temporada de bolos estivales en USA, cuesta dinero. Como soy ciertamente un optimista, este festival me hace una ilusión superlativa. Por cierto, el otro día, nuestra diva se concedió una jornada de descanso entre conciertos, que aprovechó para irse con su baterista Sarah Tomek a hacer unos hoyos de golf en un resort cercano. Esta chica nunca deja de sorprendernos. Les dejo de propina el selfie que se hicieron estas dos mujeres admirables (claramente optimistas), que Sam publicó en sus redes con un comentario muy cariñoso hacia su empleada y ya amiga: encantada de recorrer el mundo con ésta. Que pasen una buena Semana Santa. 

sábado, 9 de abril de 2022

1.132. Mientras puédamos

Esta es una expresión manchega que usaba mucho mi padre, para expresar esa idea que seguramente compartimos los seguidores de este blog y yo: hay que seguir al pie del cañón mientras puédamos, mientras nos quede un resto de energía y de alegría, como hacen estos días los habitantes de Mariupol y otras ciudades ucranias asediadas por las hordas al servicio del Hijo de Putin, que está aplicando el mismo sistema que tan bien le fue en Chechenia, Georgia y Siria entre otros lugares: atacar indiscriminadamente a la población civil, que es algo que desmoraliza mucho al enemigo. Con esta guerra el mundo ha retrocedido casi un siglo, a los años 30 del siglo pasado, esos que se narraban día a día en la revista ilustrada En guardia, que mi padre atesoraba y de la que les hablé en el post anterior.

Ya saben que me gusta eso de enlazar cada post con el anterior, así que hoy voy a empezar por seguir congratulándome por el Grammy obtenido por el enorme (en todos los sentidos) artista de blues Christone Kingfish Ingram. Hace tiempo que les puse algunos videos de este angelito, solo o con Samantha Fish, de los que se podía concluir que estamos ante el auténtico heredero de Jimmy Hendrix. Vamos, que ni Stevie Ray Vaughan, ni Joe Bonamassa, ni mi admirada Sam, ni nadie: Christone es el mayor talento del blues y tiene ahora mismo 23 años. Miren, yo tengo amigos gordos y grandes, que vienen a pesar 100 kilos, o hasta 110, pero lo de este chaval es más que eso. Así que he buscado en las páginas biográficas del angelito y he encontrado cuánto pesa: 180 kilos.

En el colegio seguramente le hacían bullying y burlas de todo tipo, porque además saben que todos los niños negros adoran el rap y el hip hop, pero este chaval lo que hace es blues y esa es la música que dice que le hace sentirse conectado con sus abuelos. Puede uno imaginarse los recreos de su colegio y el pobre hombre solo, que intenta acercarse a un grupo y cada vez escucha como alguien comenta: ya viene el gordo. Samantha lo ha protegido siempre, saben que tiene afinidad con todo tipo de frikis, pero ahora ya vuela solo. Por si quieren saber algo más de él, les pongo el enlace al número de la recientemente desaparecida revista musical Silencio, en el que hace tres años saludaban su aparición como el futuro del blues. Si les interesa, han de pinchar AQUÍ. Y abajo les dejo un vídeo en el que se le ve en acción con 19 años. Pueden comprobar aquí lo que son 180 kilos de masa corporal y lo simpático que es este angelito, que les hace cantar a todos: no lo hagas, no lo hagas… Después prescinde un rato del acompañamiento, para un solo realmente apoteósico.

El blues es un universo muy absorbente y yo me empiezo a mover en sus aguas procelosas (perdónenme por reciclar esta frase tan repolluda y manida), como un aprendiz esperanzado que intenta abrirse hueco. Este miércoles, mi profesor Henry Guitar me pidió que llevara a la clase la guitarra eléctrica y el nuevo ampli que me compré con él, porque, ante la irrupción de la hermosa chica israelita en las Bodegas La Ardosa, apenas tuvimos tiempo de estudiarlo. Así que me cogí el coche, porque no puedo trasladar todo eso en el Metro, y dedicamos la clase íntegramente a ver para qué vale cada uno de los botones. La verdad es que el conjunto suena como un cañón. Ya he probado a conectarle los cascos para no molestar a mis vecinos y va todo como un reloj.

Son estos unos cascos grandes, de la marca alemana Sennheiser, que me compré en los años en que no tenía despacho en la Isla de Alcatraz, por lo que mi mesa estaba abierta a lo que llamábamos la pradera, desde donde me llegaban todos los cotilleos del marujerío (con perdón), lo que a ratos me impedía concentrarme en el trabajo. Cuando desmantelé el despacho que me dieron después, me los traje a casa y ahora me son de mucha utilidad. La clase de este miércoles fue la última del trimestre, porque en Semana Santa descansamos. No así en el inglés y el yoga, que siguen esta semana que viene con normalidad. La verdad es que, después de mi lapsus por las dos operaciones de cataratas, he retomado todas mis actividades con ánimos renovados. El lunes acudí a mi clase de yoga en la sesión que ya les conté, con diez compañeras y dos profesoras. No sé si es por mi agudeza visual recobrada, pero yo veo a las mujeres guapísimas ahora.

He de decir que en la primera clase después del parón hice una rutina un poco más suave, para ir entrando poco a poco. Pero en la de este jueves ya hice toda la secuencia completa. Por cierto, en esta segunda clase solamente estábamos tres chicas y yo, además de las profes. Quizá estaba todo el mundo preparando sus viajes de Semana Santa. A la vista de ello, Elena, la profesora, llamó nuestra atención un instante para comunicarnos que a partir de ahora podemos hacer los ejercicios sin mascarilla, un verdadero alivio. Se nos recomienda seguir usándola al entrar y en los vestuarios pero, una vez extendida la esterilla en el suelo, podemos quitárnosla. Por cierto que alguna de mis colegas casi hubiera sido mejor que no se descubriera porque el resto de la cara no está a la altura de sus bonitos ojos.

Nuestro universo evoluciona, no volveremos nunca a lo de antes de la pandemia, pero el contexto va cambiando, y vamos recuperando sensaciones, como ya vi cuando asistí a los dos saraos que les narré del finde anterior, en los que nos juntamos un buen número de gentes en espacios cerrados sin mascarillas ni mayores apuros o temores. Mi grupo de inglés también evoluciona. El bueno de Ed ha decidido que el nivel B1 ya se nos queda pequeño, el libro correspondiente a ese nivel ya lo hemos terminado y nos hemos pasado al libro del B2, que es mucho más difícil. Digamos que hemos perdido la zona de confort y hemos entrado en un medio mucho más exigente, que nos supone un reto mayor. Hablo en plural, porque somos mi colega Javi y yo, los únicos que hemos quedado del grupo inicial, los demás se han ido cayendo.

También he vuelto al running con buenas sensaciones. El miércoles salí por primera vez al Retiro y recorrí el circuito corto, una vuelta por el interior de la valla, que son unos cuatro kilómetros, para probarme y no poner en riesgo mis lentes intraoculares. Fue todo bien, y el jueves en el yoga tenía unas ciertas agujetas, normal, después de un mes sin entrenar. Pero ya esta mañana he hecho mi recorrido normal de 6,5 kms, conseguidos a base de hacer una serie de bucles interiores por el parque, que tengo medidos sobre plano. Así que hoy he vuelto a pasar por aquel camino verde, camino verde que va a la Montaña de los Gatos, punto más alto del circuito, desde el que todo el resto es descenso hasta el pie de la Cuesta de Moyano. Y ya sin agujetas y con un crono bastante similar a los anteriores al parón.

Todo evoluciona, nada se mantiene, ya lo dijo Heráclito de Éfeso y por fin estamos gozando de un tiempo bastante primaveral. Las plantas de mi terraza se han puesto a crecer y echar flores como locas y en la imagen pueden ver un detalle de cómo se está poniendo mi naranjo, en el que las primeras flores se han empezado a abrir. Hace dos años, el arbolito dio un montón de naranjas, de las que, por consejo de mis floristas, dejé sólo cuatro o cinco, que se pusieron enormes y me las comí con mis hijos en Navidad: estaban buenísimas. Pero el año pasado, el árbol decidió tirarlas todas y no se me logró ninguna, en un gesto que yo interpreté como un puñetazo encima de la mesa, un decir aquí estoy yo, que los árboles finalmente son seres vivos y tienen sus cosas como cualquier ser vivo: tienen sus querencias, sus rutinas y sus anhelos.

Así que, superado el lapsus quirúrgico-oftálmico, me apresto a afrontar la fase cálida del año, para la que tengo una serie de planes y proyectos que les voy a contar (por cierto, el jueves me conecté a una conferencia on line de una hora a cargo de mi amigo José María Ezquiaga sobre la crisis del planeamiento municipal y volvió a hablar de la dialéctica plan-proyecto, qué cansino, a veces me sorprende que haya podido pasarme casi cuarenta años inmerso en ese mundo tan aburrido, con lo que me estoy divirtiendo ahora). A primeros del año en curso, al fallarme el tema del concierto de Sam en París, proclamé que ya no iba a anunciar más en el blog mis proyectos, porque se me metió en la cabeza la idea de que traía mala suerte anunciarlos antes de tiempo. Pero ahora me ha fallado otro tema del que no les dije nada, así que creo que lo mismo me da, que me da lo mismo. Así que les voy a poner al día de lo que me viene en los próximos meses, a sabiendas de que el hombre propone y Dios dispone, como suele decirse.

Así de primeras, creo que no me voy a mover mucho en Semana Santa, me limitaré a mantener mis actividades habituales, que ya son bastantes para llenar mi tiempo cotidiano. En la segunda quincena de abril, tengo una tarea prioritaria. A primeros de mayo mi amiga Sonia de Gregorio, profesora de la ETSAM con la que puse en contacto a mi también amigo Alain Sinou de París, recibe a los alumnos del doctorado en Planeamiento Urbanístico de la Escuela de Arquitectura del Politécnico de Milán, que vienen en un viaje de estudios con su profesora Simonetta Armondi a la que también conocí brevemente en algún sarao anterior. Y Sonia cuenta conmigo para dos actividades. El viernes 6 de mayo estoy citado para comer con todo el grupo en el bar de la escuela. Luego tengo una hora para contarles el proceso de realojo del barrio de Palomeras y el conjunto de actuaciones del Plan de Barrios en Remodelación. Y finalmente nos cogeremos un transporte público para ir al propio barrio de Palomeras y dar una vuelta por allí hasta la noche.

Este es un tema que he contado ya muchas veces, pero siempre en español. Y esta vez ha de ser en inglés, porque los alumnos son de diversos países y ese es el idioma estipulado para este tipo de encuentros transnacionales. Así que tengo bastante trabajo de traducción, vocabulario técnico y ensayo de la charla. En paralelo, Ed nos ha comunicado que el paso al nivel B2 implica la posibilidad de hacer presentaciones a los alumnos de los diversos grupos de ese nivel, de forma voluntaria y además de las clases. Así que creo que aprovecharé esa posibilidad para ensayar mi clase. Por lo demás, mi idea era haber conectado a través de Henry Guitar con la Asociación de Vecinos Nuevas Palomeras, para que nos recibieran allí, pero tras unos primeros escarceos, he podido constatar que son bastante espesos y creo que nos limitaremos a dar una vuelta por el barrio remodelado, ver algunos de los equipamientos construidos y terminar en el parque del Cerro del Tío Pío, construido sobre los escombros de las chabolas y desde donde se puede disfrutar de una de las mejores vistas de Madrid.

Eso por lo que respecta al viernes 6 de mayo. El sábado 7 echaré también la mañana entera con estos chicos enseñándoles el parque Madrid Río, lo que pasa es que esto ya lo he hecho muchas veces en inglés y hasta en francés, como saben. Antes de ese compromiso, el 29 de abril, llega a Madrid mi hijo Kike. Este viaje se debe a que se cambia de trabajo. Ha firmado con una nueva empresa de París y por su contrato con la antigua ha de quedarse tres meses desde ese momento. Pero también le deben una serie de vacaciones, por lo que tiene unos cuantos días libres que ya se ha organizado para disfrutar. Los primeros días, en que yo estaré centrado en atender a los de Milán, entiendo que estará preferentemente con su madre. Pero el día 7 yo me quedo libre y el domingo 8 tenemos pensado cogernos los dos el coche y llegarnos a la Coruña, que Kike tiene ganas de ver a su tío y a sus primos.

Hemos de volver el 12, porque el 13 Kike se coge un avión y se va unos días a Canarias con un grupo de amigos, con lo que cierra estas vacaciones inesperadas. Y, desde el 13 al 19 de mayo tengo un montón de trabajo, porque he de meter en cajas de cartón (que ya estoy recopilando), todos los libros de mi estantería y restantes objetos de la casa. El 19 de mayo entran los pintores y yo he de trasladarme a la casa de mi querida amiga África, que me alojará durante ese trance en un dormitorio que he de compartir con sus diversos gatos. Si yo consigo dejar recogidos los libros y demás, el pintor únicamente ha de mover los muebles al centro de los cuartos y cubrirlos con plásticos, para poder colocar las escaleras que necesita para su trabajo. Está previsto que termine su trabajo el día 29, momento en que me ayudará a trasladar todo a la cocina, el baño y la terraza, para que entre el artista del parqué.

Este señor es un auténtico virguero y hay que dejarle la casa perfectamente vacía para que entre y haga su trabajo. Y cuando termine, entiendo que la casa tendrá que estar al menos otra semana sin que nadie la pise para que el barniz se seque completamente. Después, el pintor ha dicho que volverá por si hay que repasar algún rayajo y para ayudarme a recolocar los muebles. Una auténtica aventura que me mete ya en pleno junio. Pero todavía me queda una cosa más. Ustedes seguramente no lo saben, pero en España se viene celebrando desde hace unos veinte años un festival de blues que se tiene por uno de los mejores de Europa. Tiene lugar en los primeros días de julio en la localidad jienense de Cazorla, que durante tres días se convierte en Cazorleans. La edición 17 de este gran festival se intentó en 2020 y 2021, pero no pudo celebrarse por la pandemia.

Pero esta vez sí que va en serio. Y ya han anunciado algunos de los artistas que participarán. ¿Y saben quién está entre ellos? Síííííííí. Han acertado. ¡¡¡Samantha Fish!!! Nuestra querida Sam vuelve a España, lugar que no había pisado desde su participación en 2011 en el festival de jazz de Hondarribia con su grupo Girls with Guitars. Ese concierto del que ya les puse el arranque, en el que intenta decir algo en español y se equivoca: ¡¡Buenos Diasss! Oh I’m sorry Buenos noches!! El festival tendrá lugar los días 7, 8 y 9 de julio, las actuaciones principales son en la plaza de toros de Cazorla, pero al tiempo hay decenas de pequeños saraos en los bares y las plazas del pueblo, auténticamente transformado en Cazorleans. Pueden ver aquí el cartel que ha publicado la organización con los nombres de los artistas ya confirmados.  

Joder, es que además de Sam, viene el gran Eric Gales, el tipo con la mandíbula inferior más grande desde los reyes Austria, el que corre el riesgo de ahogarse como le caiga encima un chaparrón, el guitarrista zurdo que toca una guitarra de diestros gesticulando continuamente con un resultado espectacular. También es muy bueno Tommy Castro, con su grupo de nombre impagable: Tommy Castro y los Analgésicos. Y siempre es un placer escuchar a nuestro Raimundo Amador. En cuanto se publicó el cartel de arriba, se agotaron todos los alojamientos del pueblo. A este festival viene gente incluso de fuera de España. Pero, no se preocupen: ya tengo reservada una habitación para dos personas en el Hotel Al Andalus en Peal de Becerro, un pueblo a 10 kms de Cazorla. En principio, me voy al festival con mi profesor y ya buen amigo Henry Guitar.

Estos son, pues, mis planes a corto y medio plazo. Ya saben que yo, como estoy solo, no tengo la obligación de irme quince días a la playa y además, como jubilado, hago ya lo que me da la gana y procuro ir un poco a la contra, que no me gusta seguir a la masa. Con esas premisas, en lo que queda de año ya tengo entradas para ver a Sam dos veces, porque recuerden que en noviembre tocará finalmente en el Bataclan de París. Aunque algunas de mis lectoras dicen que estoy un poco pesado con esta chica, Sam ha venido a este blog para quedarse y por eso la he incorporado incluso a mi perfil de blogger. Pero ya saben que yo estoy enamorado de una Samantha que ya no existe, la que empezó en el grupo Girls with Guitars y siguió luego en formato power trío con Chris Alexander al bajo y GoGo Ray a la batería.

Ahora Sam es una señora estupenda, una dama del blues un poquito entrada en carnes que toca y canta estupendamente. Pero en sus primeras fases era esa polvorilla súper delgada y llena de nervio, que se descalzaba y desarrollaba una energía prodigiosa en el escenario. Sigo buceando en los archivos de Youtube para encontrar vídeos de esa época y hoy les dejo otro de propina. Con sus dos amigas Dani Wilde y Cassie Taylor y el batería motivao, el grupo Girls With Guitars hacía esta estupenda versión del tema Bitch (puta) de los Stones. El vídeo es de 2011. Creo que hasta el propio Keith Richards aprobaría este cover. Por cierto, con la tontuna actual del lenguaje correcto, es dudoso que una canción pueda titularse así en nuestros días. No sea que vaya a ofender a todos y todas. Aquí la cantan sin problemas tres chicas guerreras y lo hacen muy bien. Disfrútenla. Y que pasen un buen Domingo de Ramos.

lunes, 4 de abril de 2022

1.131. La orquesta del Titanic y otras divagaciones

En fin, este mediodía he vuelto a mi clase de yoga y qué maravilla: estábamos once alumnos, diez chicas y yo, además de la profe Elena y una ayudante nueva que tiene, es decir, doce mujeres jóvenes vestidas con maillots ajustados, haciendo posturas muy estéticas, sudando y resoplando durante hora y media a mi alrededor, y yo allí con mi vista recobrada calibrando lo guapas que están la mayoría, igual que me pasa por la calle y en cualquier sarao al que me apunte. No sigo, que a este blog entran niños y a ver si me voy a llevar un disgusto. Esto de la vista es para mí como un milagro, vamos, talmente como cuando San Pablo se cayó del caballo cuando iba en una expedición o razzia a cazar cristianos y la costalada lo convirtió en santo.

El viernes pasado acudí a mi última consulta con el oftalmólogo que me operó los dos ojos. Me encontró muy bien, me deseó felices pascuas y me convocó a volver dentro de un año, pero sólo a efectos de su sistema de seguimiento estadístico, no por otra cosa. Este señor es un genio, me ha tratado estupendamente, pero la verdad es que ya tenía yo ganas de perderlo de vista, y nunca mejor dicho. Liberado ya de este tormento médico-visual, este fin de semana he salido dos veces y eso me ha permitido disfrutar de imágenes, colores, rostros, miradas y expresiones gestuales con toda la nitidez de mi vista de halcón felizmente recobrada. El viernes, mi joven amigo César, a quien hace poco enseñe a correr por el Retiro, celebraba su cumpleaños y me invitó.

Era en un bar alternativo que se llama La Maraca, cerca de San Bernardo. Fui caminando desde mi casa y, de paso, paré un momento en el FNAC para comprarle un libro de regalo. Pensaba estar un rato y volverme pronto, porque imaginé que sería toda gente más joven que yo, pero luego me integré muy bien y me lo pasé en grande. Era todo personal muy involucrado en las distintas formas de lucha contra el cambio climático y me encantó comprobar que la cerveza está entre los temas a mantener en este tipo de movimientos. Corría la Alhambra tostada de barril que daba gusto y las conversaciones giraban sobre todo en torno al tema medioambiental. Por ejemplo, varias de las chicas trabajan en el sector de la moda sostenible, algo de lo que no tenía yo mucha idea. En el fondo se trata de incorporar a la moda el concepto de economía circular, es decir, trabajar ya de origen con materiales pensados para que duren y se puedan luego reutilizar en nuevas prendas.

Como es natural, este tipo de actividad, puede reducir tensiones en el sector productivo, de modo que la gran industria no necesite ya tener a verdaderas niñas semiesclavizadas en el sureste de Asia trabajando doce horas al día y durmiendo en la misma fábrica, para que ustedes y yo podamos ir a comprar una camiseta en Zara o en H&M y tengamos un montón en donde elegir. Me enteré por ejemplo de que, más o menos el 60% de la ropa que usamos contiene polyester que es un material que cada vez que se lava en la lavadora suelta micropiezas de plástico que ya no se destruyen y acaban en los peces, en nuestros estómagos, en las placentas de las embarazadas, etc. Nos estamos cargando el planeta, el auténtico virus somos nosotros y, como no hagamos algo radical en poco tiempo, vamos a acabar con la propia especie humana. Y qué alivio sentirá la Tierra cuando pueda empezar a regenerarse. De cosas como esas hablamos en esta fiesta en la que me lo pasé muy bien, como pueden ver en este selfie, uno de los muchos que nos hicimos ya a altas horas de la noche.

Esta gente joven, en torno a la treintena, está muy concienciada y tratan de trabajar en líneas cuidadosas con el planeta, sobre la idea de que sólo tenemos uno y no hay recambio. Pero en absoluto se guían por un pensamiento único o monoblock mental. Hay continuos debates muy interesantes, porque las grandes empresas ya se están blanqueando la imagen para ponerle un lacito de respetuosos con el medio ambiente a sus productos y eso es una mierda: en inglés lo llaman el greenwashing, el lavado de imagen ecológico. Por aquí solemos llamarlo también lo eco-chachi. Por ejemplo, la energía eólica está bastante en cuestión, porque las palas de los aerogeneradores se construyen en fibra de vidrio de alta resistencia y tienen una vida media estipulada, al final de la cual, cuando empiezan a ser menos eficientes, no queda otra que enterrarlas, porque no se pueden destruir ni reutilizar. Además de todo el destrozo de los paisajes naturales que se deriva de la instalación de estos molinos gigantes.

También la energía fotovoltaica tiene sus detractores, por la necesidad de contar con materiales difíciles de encontrar. En realidad, la gente con la que estuve el viernes se inclina preferentemente por las formas de economía circular y el reciclaje de materiales ya concebidos de origen como reciclables. En el fondo es lo que hacían nuestras abuelas: hacer zurcidos, poner coderas a los jerseys, subir los puntos a las medias y fabricar mantas con la lana de los jerseys que se iban desechando. Pero la gran industria textil necesita seguir creciendo siempre y para eso hay que fabricar ropa de usar y tirar.

No sé si conocen la excelente película El hombre del traje blanco (Alexander Mackendrick, 1951). En ella, un científico interpretado por Alec Guinness inventa un tejido irrompible, que dura para siempre. Al principio todo el mundo lo celebra, le hacen homenajes, se empieza a pensar en darle el Nobel. Pero la gran industria textil ve en él a un enemigo y le empiezan a putear, lo que ahora se llama cultura de la cancelación, proceso al que se suman los sindicatos, y el pobre hombre acaba fatal. Es un film que se adelantaba a la problemática de hoy en día. Los chavales de las nuevas generaciones están muy implicadas en el tema climático y yo sintonizo perfectamente con ellos.

Pero mientras el mundo se va a la mierda, nosotros seguimos divirtiéndonos, igual que la orquesta del Titanic seguía tocando hasta el último momento, porque no nos queda otra. El sábado tuve un sarao en cierta forma primo hermano del anterior. A media tarde cogí el autobús de la línea 6 que llega hasta Orcasitas y me fui a la Usera profunda, en medio del barrio en que viven todos los chinos de Madrid. Estaba citado allí en Le Bâtiment, un centro de coworking artístico que ha montado un grupo de artistas y algunas chicas del mundo de la moda sostenible, por lo que pude comprobar. Allí estaba invitado al Concierto de Corro, que en realidad es Álvaro Corrochano, músico del grupo de amigos de mis hijos en Torrelodones. Corro tocaba la batería en el grupo de hardcore rock en que mi hijo Kike tocaba el bajo y ahora se dedica ya al piano y a la composición de música contemporánea. Les voy a poner un vídeo de uno de sus temas, para que vean de qué estoy hablando. 

Sin comentarios. Este chaval es un genio y creo que oiremos hablar de él. El sábado tocó cerca de una hora, una serie de temas similares al que han visto arriba. Es una música que sugiere muchas imágenes, que sería perfecta para una película de tema existencial o pasional, por ejemplo. El texto que suena a ratos es una poesía escrita y leída por su novia. Y fue realmente hermoso ver como las treinta o cuarenta personas que ocupábamos el lugar, estrictamente por invitación, escuchamos esta música en silencio riguroso, sin una tos ni un gesto de aburrimiento. Aquí la mayoría era también gente en torno a los treinta, universitaria, culta y con una vena artística. Al principio estuve hablando con alguna chica, y me enteré de que la gentrificación que ha expulsado a este tipo de colectivos de Lavapiés y otros lugares céntricos, ha alcanzado ya Carabanchel, donde muchos se habían refugiado. Y se han tenido que ir más allá, a Usera, donde los alquileres aún son bajos. Pero en este sarao, encontré una pareja de mi edad: los padres del artista, que son amigos míos y con los que me fui luego a tomar un pulpo con unas cervezas. Aquí el selfie correspondiente.

Ya ven, después de mi resurrección desde los quirófanos sombríos que les describí (y que estaban sólo en mi cabeza, inducidos por mi visión deficiente), me he entregado de nuevo al frenesí del sinvivir continuado. El domingo estuve descansando y practicando con la guitarra eléctrica, porque han de saber que el jueves pasado me compré finalmente un pequeño amplificador. Es una copia china de una marca buena, de segunda mano, pero para empezar me basta y sólo me costó 130€, más otros 10 del cable de conexión. Ese día, mi profesor y amigo Henry Guitar me acompañó por varias tiendas de instrumentos de segunda mano en Malasaña, hasta dar con lo que queríamos en un lugar que se llama Mad Vintage & Rare Guitars y está en la calle de la Palma, casi enfrente de donde yo tuve mi primer piso de pareja.

Después caminamos hasta las bodegas La Ardosa, en la calle Colón, en donde invité a mi amigo a un vermú. Llevaba él una guitarra vieja que está intentando vender y yo cargaba con el ampli. Y con esas cosas se liga mucho. En el barril de al lado se sentó una chica sola a tomarse una cerveza y enseguida pegamos la hebra. Era de Israel y no hablaba ni palabra de castellano, pero nos insistía en que tocáramos algo, a lo que obviamente no accedimos. Estuvimos un buen rato de cháchara con ella, era súper maja. Mi amigo se vio un poco cortado con el tema del inglés y se despidió rápido. Yo me quedé a tomar la segunda con la chica.

Había venido a pasar el fin de semana con un grupo de amigas, con las que se encontraría en el bar después. Y venían a ver a otra amiga suya que bailaba flamenco en Madrid desde hace años. Me contó que se llamaba Adva, tenía 35, había estudiado en Tel Aviv, que es una ciudad tan marchosa como Madrid, pero ahora vivía a 20 kilómetros por cuestión de trabajo. Hablamos de muchas cosas y, al final, le pregunté si me pasaba su teléfono, por si me daba por ir un día a Israel, pero, con una sonrisa deliciosa, me dijo que mejor lo dejábamos así, que había sido un encuentro muy bonito y las cosas no hay que estirarlas, que se estropean. Así que nos dimos un abrazo y me volví a casa andando. Podríamos habernos hecho un selfie, pero no se me ocurrió.

La vida sigue en la ciudad, como ven. No sé si se irá todo a la mierda, pero hay que aprovechar que de momento no nos está bombardeando ningún hideputin. Es terrible, ya nos hemos acostumbrado a integrar las imágenes del horror y seguimos adelante como si nada. Cuando yo era niño, recuerdo que mi padre tenía una colección de todos los números de una revista ilustrada que se llamaba En guardia. Había informado día a día de la Segunda Guerra Mundial y mi padre, que durante un tiempo confió en que el final de la guerra se llevara por delante también el franquismo, las tenía ordenadas por fechas. Y yo cotilleaba en ellas, con la sensación de que me estuvieran hablando de un mundo lejano, distópico, imposible de imaginar en la pacífica Coruña de mi infancia. Ahora, el horror está sucediendo y no sabemos hasta dónde va a llegar. Pero seguimos adelante. La organización ACNUR de la que soy socio me ha pedido un esfuerzo extra con los refugiados ucranianos y he entrado al trapo como ya hice con los rohingya de Birmania, los venezolanos en la frontera de Colombia y los afganos del año pasado.

Pero nuestro pequeño paraíso occidental apenas se inmuta. El mundo financiero tiene un termómetro muy fiable que es la prima de riesgo y registra cualquier incidencia peligrosa para el statu quo, con unas significativas decimillas. Yo lo consulto de vez en cuando y está bastante estable. Eso quiere decir que la clase alta que controla esta sociedad irreversiblemente desigual, no ve en peligro sus negocios, sino al contrario, con el tema de la guerra de Ucrania. Las consecuencias en forma de inflación, desigualdad, miseria, polarización social, las van a sufrir los de abajo, como siempre. En España, la derecha ya se relame pensando en que con Feijoo van a ganar en las próximas elecciones. En el fondo, el PP está haciendo lo mismo que el PSOE: lanzarse a por el espacio de centro, huérfano desde la autovoladura de Ciudadanos. Algo que no supo entender el fraCasado, cuyo paso por la política ha sido una verdadera pesadilla. Y yo lo detecté antes que nadie, lo mismo que el mal rollo que destilaba el tema del prusés.

Ya saben que me encanta presumir de anticiparme a algunos temas, que luego se confirman. Sólo me falta que a Samantha Fish la valore como se merece la gran industria del disco. Este domingo fue la entrega de los Grammy y manda carallo que esta señora no haya sido nunca ni siquiera nominada. Ciertamente, el último disco no es finalmente de los mejores suyos (aunque tiene dos o tres canciones geniales), pero a lo largo de su carrera ha publicado una serie de álbumes que superan de largo a muchos de los artistas que se premian habitualmente en este certamen.

Pero, al menos una buena noticia: el Grammy al mejor disco de blues contemporáneo, se lo llevó esta vez el gordo Christone Kingfish Ingram, ese guitarrista estratosférico que conocen los seguidores de este blog, el que dice que no le gusta el rap como a sus compañeros de colegio, sino el blues que es la música que le conecta con sus abuelos. Christone tiene 23 añitos y vino a la gala bien maqueado, pero imagino que no esperaba ganar y por eso se sentó en la últimas filas. Lo pueden comprobar en este corte de la ceremonia de entrega de premios. Sean buenos y pasen una buena semana. Aprovechen mientras este Titanic nuestro no haga aguas.