Aquí me tienen instalado en el
hotel Anker de Oslo, la capital noruega que nunca antes había visitado. Durante
dos posts me he centrado en la campaña de Carmena, porque pensaba y sigo
pensando que es decisiva para mi ciudad, sin desdeñar las elecciones autonómicas
y las europeas, que también son clave. Pero ya sé que a mis seguidores les
divierte más que cuente mis nutridas aventuras en estas semanas previas, en las
que me he involucrado en tantas actividades que ya estaba a punto de echar a
volar, levitando por el firmamento. Así que aprovecharé este interregno noruego
para ponerles al día. Desde que escribí mi post #834 hace un par de domingos,
ciertamente no he parado y se lo cuento ya.
El lunes 13 de mayo me fui desde
el trabajo en mi flamante Toyota Corolla a la Escuela de Arquitectura, en donde
tenía la posibilidad de dejar el coche en el parking de profesores. Tenía allí
que dar una clase de una hora en inglés a un curso de postgrado del Politécnico
de Milán, sobre la Estrategia de Regeneración Urbana que hemos logrado aprobar
en estos cuatro años y que necesitaríamos otros cuatro para consolidar y
empezar a ver las obras de las primeras actuaciones concretas. Tras mi clase,
me quedé a escuchar la siguiente, a cargo de mi amigo el profesor Patxi
Lamikiz, que hizo un análisis riguroso sobre la burbuja inmobiliaria del comienzo de siglo y la posterior crisis. Presidiendo la jornada estuvo el gran Julio Pozueta, que aun jubilado,
no se pierde ninguno de estos saraos y es amigo del profesor milanés que traía
al grupo Allesandro Baldini.
El 14 martes repetí con el grupo
por la tarde para contarles Madrid Río. Esta vez el marco fue el salón de actos de la Junta de Arganzuela, que habíamos logrado reservar a pesar de estar
ocupadísimo entre las elecciones y las fiestas de San Isidro. Este salón está
en una de las antiguas instalaciones del Matadero y es muy cómodo para salir
desde allí a recorrer el parque. Iniciamos luego el paseo en dirección norte y
echamos toda la tarde bajo un sol inmisericorde. Llegamos a la otra punta
bastante cansados y continuamos un poco más hasta el mítico Casa Mingo, en
donde estábamos a las siete y media. El grupo era de 44 personas en total, lo
que no es fácil para encontrar un sitio para cenar. Pero nuestro plan era
llegar a una hora temprana para tener sitio, porque Casa Mingo no reserva,
nunca lo ha hecho. El grupo estaba lleno de indios, chinos, sudamericanos y
gente de todas partes, como suele suceder con estos masters. Gente joven de
todos los orígenes con la que me lo pasé muy bien bebiendo sidra y comiendo pollo
asado, tortilla española y chorizos a la sidra.
Tras el festivo del día 15, el
jueves 16 tuve sesión de mañana y tarde, esta vez en francés, con el grupo de
arquitectos que traían mis amigos Joris Fromet y Marie-Christine Duriez.
También eran unas 30 personas y la cosa incluyó una conferencia por la mañana
en la sede del Colegio de Arquitectos, una visita al río por la tarde y luego
una cena en el restaurante Ópera Victoria, de la que salimos adecuadamente
achispados y felices. Por la mañana, después de la charla en el COAM hube de
volverme corriendo a la oficina, porque a primera hora nos habían llegado los
informes financieros sobre los proyectos de Reinventing y la cosa exigía reunir
de urgencia al Jurado el día siguiente. De las actividades con el Politécnico
de Milán no tengo fotos todavía. Si tengo una en cambio del grupo de franceses,
que pueden ver aquí.
El viernes 17 reunimos al Jurado
de Reinventing por tercera vez, a las 9 de la mañana, para decidir
definitivamente a la vista de los informes financieros. Hubo quórum suficiente
a pesar de la premura de la convocatoria y a media mañana teníamos ya unos
resultados. Y me tocó llamar luego uno a uno a todos los finalistas para
comunicarles oficialmente esos resultados, tarea especialmente dolorosa con los
perdedores, que se lo tomaron como se imaginan. Por la tarde pude por fin
descansar, lo que hice escribiendo el primero de mis posts sobre Carmena y
Errejón. Pero tenía un fin de semana movidito. El sábado a las 20.30 estaba en
la puerta del Joy Eslava, en cuya taquilla tenía dos entradas a mi nombre para
el concierto de Ramoncín, el viejo rockero intelectual de la Arganzuela, amigo
de Tierno, de Umbral y de tantos otros.
Ramón tiene 64 años y conmemoraba
los cuarenta años de su primera actuación en público en Madrid. Me había dejado
las entradas porque es también amigo mío y me hacía ilusión verle. ¿Cómo? ¿Que
no sabían que conozco a Ramoncín? Es que no se convencen de que yo no lo cuento
todo en este foro, que me guardo lo que me da la gana. El caso es que el concierto
fue apoteósico, más de dos horas sin parar de bailar, en medio de una peña de
sexagenarios marchosos. Con mucha cana y mucha calvorota. Pero el domingo a las
diez de la mañana estaba como un clavo en la salida de la Carrera Solidaria de
la Mutualidad de la Abogacía, cinco kilómetros por el parque Juan Carlos
Primero. Aquí pueden ver la foto que me hicieron tras la carrera, en la que
hice un tiempo de 33.02, que no está mal para mi edad y condición.
El domingo por la tarde lo
dediqué a vaguear, para descansar de una semana tan completa, lo que me
permitió escribir cómodamente la segunda parte de mi proclama carmenista y
errejonuda. Y eso nos pone en el lunes 20, en el que hube de dedicar la mañana
a diversas tareas complementarias del inminente viaje a Oslo, como sacar la
tarjeta de embarque, escribir una memoria para que los de Asuntos Internos me
den los dos días de viaje como jornadas trabajadas, revisar el acta de la
tercera sesión del Jurado de Reinventing, o escribir un correo a todos los ganadores
con instrucciones para la sesión de Oslo y a los perdedores animándoles a
seguir peleando y a participar en el Reinventing II que pronto pondremos en
marcha.
Mi compañera M. me pidió que la
acompañara a Vallecas Villa, para apoyarla en una actividad que había
programada dentro del proyecto Europán, un concurso europeo para jóvenes
arquitectos, en el que hemos propuesto este año el entorno del Hospital Infanta
Leonor. La cosa consistía en recorrer el lugar explicándoles a los posibles concursantes
lo que pretende el Ayuntamiento en la zona. Se presentaron unos siete u ocho
jóvenes arquitectos y echamos aproximadamente hora y media en ello. Por la
tarde hube de pasarme por el concesionario de Toyota para los últimos papeleos
y luego dedicarme a hacer la maleta. Ayer me fui al curre en Metro con mi
maleta preparada y terminé a la carrera todos los flecos pendientes. Luego nos
fuimos los tres mosqueteros del Reinventing en Metro al aeropuerto y tuvimos
toda la tarde de vuelos.
Resulta que el único vuelo
directo a Oslo es el que ofrece Norwegian, compañía en estos momentos al borde
de la quiebra por la crisis de los Boeing defectuosos. Ante ello, empresas como
El Corte Inglés, con la que trabaja habitualmente el Ayuntamiento, no tramitan
vuelos de esta compañía. Por eso tuvimos que coger un vuelo de KLM con escala
en Amsterdam. Eso sí, nos dieron algo de comer en ambos vuelos, lo que nos vino
muy bien, porque a la hora en que llegamos al hotel hubiera sido difícil
encontrar un lugar para cenar. Para ir del aeropuerto a la Estación Central de
Oslo tomamos el rápido y cómodo tren Flytoget, que despacha los 50 kms en
apenas 20 minutos. Y desde la estación caminamos otros 15 minutos hasta el
hotel, por calles céntricas aceptablemente animadas, en una ciudad que parece
ahorrar en iluminación nocturna y con un grado de humedad y temperatura
bastante coruñés.
Hoy es el gran día. Mi habitación
del hotel da a naciente, así que el sol me ha despertado antes de hora. Y ya
saben que yo, al contrario que la señora Carmena, adoro quedarme vagueando en
la cama hasta que suena el despertador. Y qué mejor momento para cumplir con
ustedes, queridos seguidores. Ya les iré contando.
Urge. Fotos de Oslo, porfa.
ResponderEliminarTodo a su tiempo, querida. Bonita ciudad, Oslo.
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