domingo, 3 de marzo de 2019

814. Mis andanzas parisinas

Empiezo a escribir en el hotel de Lille en el que estoy alojado, confiado en tener un buen viaje de vuelta y completar este texto desde mi casa en Madrid. Hasta aquí, está siendo este un viaje venturoso y les voy a hacer un resumen de mis andanzas, para que lo puedan entender en su conjunto. Además, me consta que algunos de mis lectores utilizan mis textos para ayudarse a diseñar sus propios viajes. Por ejemplo, mi recuperado amigo Berto me confesó que había ido a Roma y a Florencia con mis posts al respecto a modo de guía, y que incluso había ido a comer a los restaurantes que yo citaba. Motivo suficiente para que les complete una reseña de mis últimas aventuras, omitiendo, por supuesto, lo que ya está contado en los posts precedentes. Tengo que decir también que algunas de las referencias que daré aquí, ya se han citado en textos antiguos, pero muy pocos de mis lectores me siguen desde el principio y, además, ya saben que los viejos siempre nos repetimos, como el abuelo Cebolleta. 

El jueves 21 de febrero, volé a mediodía a París, me moví en transporte público hasta encontrar la casa de mi nuevo amigo Alain y participé en la cena que preparó para esa noche, con una docena de comensales. El viernes acudimos a la Universidad París 8 para mi charla, luego comimos en una brasserie en la misma plaza de Clichy (media docena de ostras como entrada del menú del día) y luego paseamos por Montmartre, hasta que mi amigo  se quedó en un teatro y yo regresé en Metro a su casa. El sábado me despedí de Alain y, con mi equipaje, me desplacé al Metro Bastille, donde esperé en un café a que llegara mi hijo. Apareció al rato con dos amigas, una de ellas urbanista. Tras dejar mis cosas en su casa, se ofrecieron a acompañarme a visitar las obras ya comenzadas de una operación cercana de Reinventer Paris, la denominada Morland. Para mi sorpresa, se trata de la reforma completa del edificio donde estaban las oficinas de urbanismo del Ayuntamiento de París, la sede del APUR y los viejos despachos de Philippe y su gente, donde tantas horas pasé trabajando para el proyecto de Sri Lanka.

Hace un año, cuando vine con mi jefa y mi compañera M. estuvimos con la gente de urbanismo en este edificio y nos comentaron que pronto se tendrían que trasladar, pero yo no había procesado esta información en todo su alcance. Ahora, al parecer, las oficinas del APUR se han trasladado a una sede alquilada detrás de la Gare de Lyon, y el gigantesco edificio (que antes del APUR albergó la Prefectura central de París) ha sido vaciado completamente y va a ser convertido en un conjunto de usos mixtos, con un enorme hotel, vivienda social y no social, y diversos equipamientos. ¿Les suena este tipo de operación? Sí señor, han acertado. Es exactamente lo mismo que hizo la denostada señora Botella con nuestra sede histórica de la Gerencia de Urbanismo, para demolerla y sustituirla por viviendas de alto standing. Para lo cual hubo de desterrarnos a la Isla de Alcatraz, también a un edificio alquilado. Moraleja: en todas partes cuecen habas, aunque algunos las camuflen llamándolas cassoulet. Aquí unas fotos que fui tomando sobre este gigantesco pelotazo, a diversas horas del día y la noche.




Quien haya tenido la paciencia de leer mi serie Recovering myself, sabrá que el objetivo de Reinventer Paris era exclusivamente movilizar la inversión, algo muy diferente del Reinventing Cities internacional, en el que priman los objetivos sociales y medioambientales. Por eso en París los inversores acudieron como moscas a la mierda mientras, por ejemplo, en Madrid las estamos pasando canutas para que entren algunos. Otro matiz: el proyecto, de David Chipperfield, mantiene las fachadas del edificio preexistente que, en mi opinión, no tiene especial valor arquitectónico. Me malicio que, si hubieran propuesto demolerlo para construir otro (algo que les resultaría mucho más barato), probablemente perderían edificabilidad. Con la gran promoción inmobiliaria, nada es casual.

Ese día me di después con mi hijo un largo paseo por la zona del antiguo Canal de París, al otro lado de Republique, un lugar por el que tantas veces paseé con Philippe. Dicho canal, poco antes de Republique, entra en subterráneo, para salir después junto al bulevar Henry IV, después de Bastille. Comimos por allí y luego regresamos a echar una siesta. Por la tarde/noche, nos dirigimos al Marais, el viejo barrio judío en torno a la maravillosa plaza de los Vosgos, luego reconvertido en barrio gay, como Chueca. Cenamos algo rápido y nos fuimos a dormir. El domingo, como ya he contado, me levanté el primero y me fui a patear París. Bajé por el Bulevar Henry IV, para alcanzar el Pabellón del Arsenal, donde el año pasado celebramos el Meet Up París de Reinventing, y tomé el Pont de Sully para acceder a la Île Saint Louis. Y recorrí todo a lo largo esta isla mítica donde ya he contado que vivía George Moustaki, que entretenía su ancianidad saliendo algunas noches con su moto de gran cilindrada para vagar por las calles de París avec sa gueule de métèque, de juif errant, de pâtre grec, et ses cheveux aux quatre vents… 

Crucé a la Île de la Cité, bordeé Nôtre Dame y busqué la pequeña Place Dauphine, en donde está el restaurante Monsieur Paul, donde el comisario Maigret acostumbraba a tomarse un tentempié de la cocina más francesa, al salir de la cercana Prefectura en la que trabajaba. Al otro lado de la plaza vivió la gran Simone Signoret, con su marido, el no menos grande Yves Montand, que, al parecer, la hacía sufrir bastante, con infidelidades y otras formas de maltrato. Pero al pasar había observado que la cola para visitar la Sainte Chapelle era muy escueta, así que regresé y me coloqué detrás de una pareja de japoneses, para ver esta joya del gótico tardío que nunca había visitado antes, porque siempre hay una cola monstruosa de turistas pedorros. En el folleto que reparten en español dicen que es un ejemplo de gótico radiante, sin duda una traducción automática del Google Translator. Cuando yo estudiaba Historia del Arte, a este estilo se le designaba como gótico flamígero. Vean algunas de las fotos que le hice.






Después crucé hacia la rive gauche. En esta zona, el eje fundamental es el Boulevard Saint Michel, que los parisinos llaman el Boul-Mich y sale en perpendicular al río. A su izquierda se sitúa el llamado Barrio Latino, antaño el lugar de los artistas y bohemios, enfrente de Nôtre Dame. Hoy este barrio, en torno a la rue de la Huchette, está totalmente tomado por el turismo masivo, es decir, hordas de chinos, viajeros del Este o españoles de provincias, abarrotando las calles de empedrados añejos, entre tiendas de souvenirs, bares infectos, restaurantes griegos supercutres, hamburgueserías y locales para borrachos. Pero a la derecha del Boul-Mich, está una de mis zonas favoritas de París, la que vertebran la rue St. André des Arts, el Odeon, el marché Saint Germain, el Palais Louxembourg y el pequeño parque del Jardin de Louxembourg, por el que he corrido varias veces. Anduve un buen rato callejeando por esta zona, me compré un libro de fotografías de Robert Doisneau y me senté a tomar una birra en la terraza del Café des Editeurs. Allí me llamó mi hijo con el ukase de que no comiera nada, porque teníamos la ceremonia de la pasta a mediodía. Por la tarde, todo el grupo de italianos y asociados deambulamos por Pigalle/Montmartre y luego cené con mi hijo en un café del Marais.

El lunes, al contrario del día anterior, me levanté el último. Me vestí y salí a holgazanear un rato por el Marais, especialmente por la rue des Rosiers, centro de actividad peatonal del barrio judío, lleno de restaurantes donde expenden el típico falafel, que está muy bueno. El más famoso de ellos es el llamado El As del Falafel, siempre con una cola por lo menos mediana. Me comí un falafel por la calle, rodeé el Pompidou y llegué a Chatelet-Les Halles, donde cogí el Metro para ir a visitar a Philippe. Esa noche cené con mi hijo y sus amigos en el Café des Filosophes, que ya conocía de otros viajes.

El martes, mi amigo Alain me había ofrecido acompañarme a ver alguna zona de crecimiento de París. Quedé con él a comer. Por la mañana visité otros dos proyectos en obras de Reinventer Paris, antes de dirigirme al lugar de nuestra cita, el restaurante L’Arrosier, bajo los arcos de ladrillo que sustentan el llamado Coulé Vert, antiguamente conocido como La Promenade Plantée. Es este un jardín lineal de 4,5 kilómetros construido sobre una línea de ferrocarril elevada en desuso. Es decir, el mismo concepto que el High Line de Nueva York, pero muchos años anterior. Comimos muy bien, por mi parte una blanquette de ternera, que es un guiso hecho con una especie de bechamel muy suelta, bastante típico de Francia. Y echamos a andar, de nuevo hacia la rive gauche. Mi amigo me guió a la Gare d’Austerlitz, que no conocía.

Las vías que salen de la estación han sido cubiertas por una plataforma sostenida sobre robustos pilares, sobre la cual se lleva construyendo un nuevo barrio de oficinas desde hace unos treinta años y le faltan otros diez para completar el último sector, ya llegando al Peripherique. Es una zona enorme, que bordea por detrás la biblioteca François Mitterand y que recorrimos hasta el final. Es decir, es más o menos lo que se quiere hacer en la Operación Chamartín. Todo lo que se hace por cualquier parte, se ha realizado ya en París. Al final, cruzamos el Sena, y volvimos por la otra orilla hasta la zona de Bercy, donde me despedí de mi amigo que se fue caminando a su cercano domicilio, mientras yo tomaba el Metro a Bastille. Acabé agotado, no sólo por la distancia recorrida, sino porque Alain se conoce la intrahistoria de cada uno de los edificios y te la explica entera. Del estilo: aquí Mitterand estaba empeñado en que hubiera oficinas, pero inauguraron el edificio y nadie venía para ser el primero. Pero Mitterand tenía un cuñado que era el gerente de la compañía farmacéutica Nosecuantos y le dijo: Fulano, ven a poner la sede aquí. El tipo vino y así se animaron los demás. Entonces, se volvió a ir. A la cuarta historia de este tenor, yo ya había rebasado mi capacidad de registrar más datos. Aquí unas imágenes de esta proto-operación Chamartín.


 
Esa noche acabé tomándome un bocata con mi hijo y esto nos lleva al miércoles. Ese día tomé de nuevo el Metro para ir a la zona de Nanterre, más allá de la Défense. Tenía allí una cita con dos amigos más. Marie-Christine Duriez, arquitecta del CAUE (Conseil de la Architecture, l’Urbanisme et l’Environnement) del departamento de Hauts du Seine. Y Joris Fromet, joven arquitecto al que conozco hace tiempo, puesto que se dedica a organizar viajes de estudios y, cada vez que viene a Madrid cuenta conmigo para alguna conferencia o una visita al río. El CAUE le ha contratado para que les monte un viaje, que tendrá lugar a mediados de mayo y ya vinieron en enero para una visita previa. Me estuvieron enseñando sus oficinas y una exposición de vistas aéreas de ciudades que tienen en la planta baja. Luego me invitaron a comer en una terraza cercana, al sol magnífico que he disfrutado durante toda mi estancia en París. Marie-Christine se despidió allí y Joris me acompañó un rato hasta el Arco de la Défense. Algunas imágenes de este centro de oficinas parisino.







En lo alto del arco de la Défense, encontré una exposición extraordinaria de fotografías del archivo de la revista Salut les Copains, una especie de Hola privado que montaron Johnny Halliday y sus amigos. Allí estaban Antoine, Jacques Dutronc, Eddy Mitchel y tantos otros de los que se ha hablado en este blog. Les dejaré de propina algunas fotos que tomé de la expo. Para terminar les cuento que esa tarde regresé a casa de mi hijo a echarme una pequeña siesta y escribir un post sobre la verdadera naturaleza de la amistad. Que ese día Kike no salía hasta las 10 y pico de la noche y no tenía plan de cenar. Que al anochecer caminé hasta el barrio Latino, el único lugar al alcance donde ver el Madrí-Barça en algún bar. Que encontré un lugar colombiano donde vi el partido en compañía de una banda de latinos que gritaban cosas como ¡¡¡Tremenda atajada del arquero!!! Que regresé después de las doce a pasar mi última noche en Paris. Que el jueves desayuné con mi hijo y luego me dirigí a la Gare du Nord en Metro para coger el AVE a Lille. Ya les dejo con las imágenes de Salut les Copains. Espero que ustedes hayan pasado también una buena semana.


Aquí el grupo al completo. Pueden distinguir a Adamo, Hallyday, Antoine y otros

Aquí Johnny Hallyday entre Silvie Vartan y Françoise Hardy

El gran Jacques Dutronc.

El macarra Eddy Mitchel.

La guapísima Silvie Vartan

Antoine, siempre provocador.


Por último, una de los Beatles con cara de mosqueo, como diciendo: –A ver si termina ya el coñazo de fotógrafo este.


6 comentarios:

  1. Todo lo que se hace en el mundo en urbanismo ya se ha hecho en París (como el High Line y la Operación Chamartín). Menos la operación Reinventer Morland, que ya la había hecho la señora Botella. Ver para creer.

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    1. Aprecio su coña. En realidad, en urbanismo está todo inventado. Pero hay diferencias. La señora Botella sustituyó un edificio administrativo, exclusivamente por viviendas de alto standing. Y la idea no fue ni siquiera suya: ya estaba planificado desde tiempos de Álvarez del Manzano. En París, en un caso similar, proponen una mezcla de usos que hace la cosa algo más presentable (no mucho). Y el resultado final le dará vidilla al barrio.

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  2. Como bien sabes, hoy la mayoría de la gente que viaja lo hace con un formato turístico previamente minutado, siempre a salto de mata y circulando a modo de ganado por los sitios previamente catalogados como escaparate para el turismo de masas.

    El viajero que disfruta del viaje es aquel que sabe sumergirse en el pulso vital de los lugares por los que transita; el que explora y se regocija en aquello que descubre, integrando esas experiencias como esencia y emoción de su aventura viajera.

    Por eso, mi querido amigo, tengo muy en cuenta todo lo que escribes de tus andanzas viajeras. Tus experiencias no son el resultado de lo que previamente programan las agencias de viajes, sino el resultado de tu propia iniciativa, de tu conocimiento, de tu olfato, y de las casualidades que surgen cuando estás fuera de casa. Y como se ve claramente que disfrutas en tus desplazamientos, yo apunto todo eso que cuentas, porque ante la posibilidad de recorrer los mismo lugares, quiero aprovechar tus experiencias convencido de que valen la pena.

    Asi que dejo constancia de ello y te doy las gracias. Un abrazo.

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    1. Gracias a ti, por seguirme y por tus comentarios siempre atinados. De la tontuna del turismo masivo ya estoy preparando un texto. Y me encanta que el recuento de mis excursiones te sea de utilidad. Qué bueno sería recuperar el viejo "tocino" y pasar a recoger al Coronel para darnos un garbeo por ahí.
      Un fuerte abrazo.

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