La frase del título se ha hecho
muy popular, al menos en Madrid, a partir del vídeo que les pongo AQUÍ,
por si no lo conocen. En el vídeo, una niña repipi le regaña con esa fórmula a
un pollito que no le deja hacer los deberes. Ya saben que tengo debilidad por
los niños repipis, como aquel que abordaba a don Camilo José Cela, caminante solitario saliendo
de un pueblo de la Alcarria ,
para decirle muy educadamente: ¿me permite usted que lo acompañe unos hectómetros?
Como más de uno de mis lectores
habrá anticipado, el pollito del que quiero hablarles es el catalán (ya saben
que en catalán pollito se dice pujol).
Hay que ver la que ha liado el señor Pollito, con la confesión de que lleva
veinte años sisándoles dinero a sus compatriotas, en porcentajes muy superiores
al tres por ciento del que le acusó el pobre Maragall antes de empezar a
perder la memoria. Yo creo que este dato viene a explicar algo que no sabíamos:
por qué CiU se apuntó a una deriva independentista que hasta hace dos años sólo
apoyaba ERC, mensaje con el que nunca lograba pasar de un 12 o 15%, unas cifras
que de forma natural se habrían visto incluso disminuidas tras el fiasco del
Tripartito en Barcelona y otros lugares.
A la vista del pollo (que no pollito) que se ha
montado, el proceso, al menos para mí, está ahora muy claro. Veamos primero el
tema de la confesión. Lo que esa declaración desvela es que el señor Pujol ha
estado toda su vida llevando una doble existencia en la que predicaba una cosa en
público y hacía la contraria en privado. Es, pues, un tramposo de libro. Como
tantos. Y este tipo de personas actúa siempre de la misma forma: negándolo
todo, hasta que ya no pueden sostener su mentira. Incluso, después de que les
pillan, siguen mintiendo para suavizar el asunto con excusas pintorescas. Creo
que la primera vez que pude observar un comportamiento de ese tipo fue en La Coruña , allá por los
sesenta, con motivo de la organización de nuestro viaje de fin del bachillerato.
Como suele hacerse en estos casos, preparamos una serie de actividades para
recaudar fondos, como venta de papeletas para una rifa, alguna verbena, cosas
así. A mediados del proceso observamos que el dinero recaudado sufría a veces
disminuciones sospechosas, que las cuentas no cuadraban.
Formábamos el equipo organizador
cinco alumnos del sexto curso, de los que cuatro teníamos claro que no
pondríamos nunca la mano en el dinero común. Sospechábamos del quinto y le
tendimos una trampa. Después de contar minuciosamente el fondo, se lo dejamos a
él para que lo llevara a la última verbena. Se lo guardó en un bolsillo del
pantalón y fuimos todo el rato con él, sin quitarle ojo, hasta que subimos al
estrado. Allí volvimos a contar el dinero, en presencia de todos. Faltaban cien
pesetas. Entonces le dijimos que era un cabrón y que dónde tenía el dinero que
nos estaba robando. El tipo lo negó veinte veces haciéndose el ofendido. Le
pedimos que revisara bien los bolsillos del pantalón (sólo podía tenerlo allí),
y lo hizo de manera convincente, mostrando sus manos vacías. Me tocó a mí, en
nombre de todos, registrarle los bolsillos otra vez. Allí, en un rincón, estaba
el billete de 100 pesetas, dobladito en muchos dobleces. Cuando se lo
enseñamos, reaccionó poniéndose muy colorado y, con una sonrisa nerviosa,
proclamó: ¡¡Tenía una arruga en el bolsillo!!
Las excusas de Pujol (era dinero
de su padre, nunca encontró el momento de regularizarlo), son tan delirantes
como la arruga del pantalón de mi compañero de curso. ¿Por qué he contado esta
historia? Pues porque estoy convencido de que la confesión de Pujol no procede
de un honrado propósito de la enmienda o un repentino arranque de honestidad. Y
menos en este momento. El tipo ha hecho su declaración intentando salvar lo
insalvable, forzado por los poderes fácticos españoles, que hubieran destapado
el tomate de todas formas (lo que viene a demostrar que lo sabían todo hace mucho tiempo). Se trata, pues, de un episodio más del pulso que se mantiene en este instante
por debajo de la mesa, mientras por arriba hacen como que no se hablan. Pero esta
confesión puede aclarar las razones por las que CiU se sumó de pronto al carro
del soberanismo tras la Diada
de 2012, sin dar una explicación convincente y con unas prisas, un nerviosismo
y una irritación que ahora se entienden.
Podemos fantasear e imaginar cual
ha sido de verdad la película de los hechos. Un imperio como el que han montado
el señor Pujol y su familia, se sostiene sobre hilos muy delicados, a base de
maniobrar con delicadeza amagando y no dando, emitiendo dobles mensajes, disimulando la opulencia, siendo muy cautos para tejer una red de clientelismo
basada en repartir adecuadamente una parte del pastel. Parece que el
comportamiento de algunos de los siete hijos de Pujol no ha sido siempre tan
discreto como hubiera gustado al patriarca; que han hecho ostentación de
riqueza cual urdangarines de
pacotilla. En cualquier caso, esa doble cara del señor Pujol tenía que ser un
secreto a voces en los medios financieros catalanes y políticos madrileños. A
cambio de callar y mirar para otro lado, unos sacaban tajada de una situación
local estable, ideal para la inversión, y los otros se congratulaban de tener
al principal partido catalán en el redil constitucional.
El cambio se produce tras la Diada de 2012, no hace aún ni dos años. CiU se pasa
con armas y bagajes a las tesis independentistas con Artur Mas a la cabeza. Y
Pujol concede una entrevista a Jordi Évole en la que se declara padre de la
iniciativa. Esta entrevista la pueden encontrar fácilmente en Internet. El
propio Évole ha dicho que tiene claro que Pujol forzó el encuentro para lanzar
un mensaje a los cuatro vientos, que él desconocía previamente, pero que
resultó ser la apuesta por la secesión. Yo siempre pensé que ese cambio de
acera era una huida hacia delante para tapar la mala gestión económica de los sucesivos
gobiernos de CiU. Ahora parece que el propósito de ese apresurado camino a
ninguna parte era otro: alcanzar cuanto antes una situación de independencia
que garantizara una justicia propia, independiente de Madrid, en la que el caso
Pujol se pudiera tapar discretamente, y unas finanzas, también independientes, en
las que el marrón se pudiera camuflar mejor.
Lo cierto es que a partir de ese
giro, salen a la palestra temas como el de que España les roba,
interpretaciones sonrojantes de la historia (la toma de Barcelona en 1714, una
batalla dentro de la disputa sucesoria del Reino de España, se transmuta en el
inicio de un cautiverio de 300 años, con los pobres catalanes sufriendo hasta
hoy como esclavos) y hasta se manipula la prehistoria: Cataluña era ya una
entidad cultural y lingüística antes de Cristo, mientras España es un invento
del siglo XVI, como sostiene un profesor universitario de Barcelona sin que se
le caiga la cara de vergüenza. Ahora parece claro que todos sabían que estos
dislates tenían su origen en el affaire Pujol. Lo sabía ERC y ahora entendemos
la permanente cara de mosqueo del señor Jonqueras, que no acaba de creerse que CiU
apoyará hasta el final su programa de máximos; que sospecha que al final
flojeará y tendrán que seguir solos. Lo sabían Rajoy y sus huestes, que por eso mantenían su postura inamovible, porque tenían guardado
ese as bajo la manga.
Los catalanes estarán ahora
cuando menos un poco confusos. Les han convencido de que, independizándose de
esa España que les roba, alcanzarían el paraíso, y ahora descubren que los que
les han vendido la burra eran precisamente los que les estaban robando desde
siempre. Yo creo que la situación es ya bastante irreversible, gracias al
pasotismo de Don Tancredo Rajoy. Ya no se puede parar la consulta. Pero ahora
los catalanes tienen toda la información que hasta hace poco desconocían. Se
han arrogado un derecho a decidir que nadie les ha dado (mis vecinos de rellano
y yo podríamos forzar una consulta para decidir si nos separamos de la Comunidad de Propietarios.
Los Estatutos lo prohíben, pero podríamos ponernos burros y salir a la calle Atocha
con pancartas que dijeran La comunidad de
Propietarios nos roba).
Muy bien, señores catalanes: pues decidan ustedes,
ahora que ya lo saben todo. Que deciden salirse de España para que los
oligarcas que llevan décadas robándoles lo hagan con más comodidad, pues
adelante. Vayan con Dios. Que deciden quedarse, pues será el momento de empezar
a negociar un reparto más justo del pastel hispano, en una estructura federal o
confederal. Si consiguiéramos enhebrar un sistema justo y modélico en el que
todos estuviéramos a gusto (incluso los catalanes), hasta podríamos invitar a
Portugal a unirse. Si eso sucediera, la señora Merkel tendría que hacer el
Camino de Santiago entero y a la pata coja, para que le prestáramos un poco de atención.
No como ahora, que se hace un trocito simbólico con gesto altivo y el señor
Rajoy ha de correr tras ella echando el bofe, para decirle: señora, ¿me permite
usted que la acompañe unos hectómetros?
Siga usted soñando con explicaciones torticeras y conspiranoicas de las cosas. Desde Barcelona lo hemos vivido de otra manera. Aquí se elaboró un Estatut aprobado por el parlamento catalán, y consensuado con el gobierno español (Zapatero). Los señores del PP lo recurrieron ante el Constitucional y este alto tribunal anuló una serie de artículos fundamentales, incluyendo párrafos que más tarde se admitirían en otros estatutos de autonomía. Eso fue una especie de gota que colmó el vaso de la paciencia de los catalanes.
ResponderEliminarPuedo admitir que los señores Pujol, Mas, etc. se pusieron al frente de la marea por criterios oportunistas. Pero la marea surge de abajo, del pueblo y no se podrá parar con estrategias descalificadoras de algunos de sus promotores, como la que usted mismo sugiere que ha llevado ahora a acorralar a Pujol. Nada podrá impedirnos decidir nuestro destino.
Su problema es que le parece bien lo que deciden otros pueblos (por ejemplo, los asturianos) siempre que esa decisión vaya en el sentido que usted quiere. Si no es así, no le parece bien que decidan. Pero la libertad de decisión es precisamente que la gente diga libremente lo que quiere.
A veces se ven las cosas mejor desde fuera, querido troll. Esa marea que usted dice es real, pero Pujol & co. no se han limitado a subirse a ella (eso se podría aplicar a Mas), sino que la han provocado y jaleado para tapar sus vergüenzas. Y han encontrado terreno fértil para sus proclamas, en el malestar anterior de los catalanes, en parte justificado y en parte derivado de su secular victimismo. Los catalanes, económicamente, están tan jodidos como los demás, pero les han engañado diciéndoles que la culpa es de Madrid. Los que les decían eso, se dedicaban a recortar la sanidad y la enseñanza, sin quitar un solo euro de cosas como el doblaje al catalán de todas las series, dibujos animados, etc. que nutren su programación televisiva de 24 horas, ni suprimir una sola de las delegaciones con ínfulas de embajadas que mantienen por todo el mundo (más de 100). Ahora, además, sabemos que esa huida hacia delante tenía otros motivos menos presentables (todavía).
EliminarLo que yo les digo en este post es que ahora tienen ustedes más información, para decidir lo que más les conviene. Adelante, sigan ustedes. Decidan, ya que les gusta tanto. Si deciden bien o mal, el futuro lo dirá. Su decisión afecta a mucha más gente: los catalanes no nacionalistas y todos los demás españoles, pero los promotores de este proceso ya han dado sobrada muestra de que eso se la suda.
Yo ya he dicho por activa y por pasiva que los únicos derechos en los que creo son los de los ciudadanos. No los de ningún supuesto pueblo. Como Hanna Arendt. Esos derechos colectivos son un invento de determinados politiquillos que se sirven de la credulidad de la gente para construirse su propio chiringuito de poder y, como se ha visto, también de dinero.
Siempre tratas cosas interesantes sobre las que apetece conversar. He retomado tarde la lectura de tus escritos y no porque estuviera yo de vacaciones sino porque pensaba que prolongarías más las tuyas. Este año no he ido a Vigo. Me he quedado terminado un par de trabajos e intentando cobrar unas cosas. Esto último lo he conseguido solo parcialmente. Así estamos.
EliminarCon relación a lo que cuentas aquí tengo que decirte que no estoy de acuerdo con tu entrañable troll. No creo que las explicaciones que das sean torticeras ni conspiranoicas. Creo que son muy plausibles. Creo que son una parte entre otras, pero una parte real.
Al hilo de esto quería que comentarte que el manifiesto Let’s stay together, al que pones un enlace en tu Reiniciando, me parece impecable en su redacción, respetuoso, justo y comedido. Soy de la opinión de que cuando alguien se quiere separar no le tiene que pedir permiso al otro pero el que quiere que sigan juntos sí puede plantearlo y pedir que se reconsidere la intención de separación.
Si se piensa que la separación un error ha de lucharse porque no ocurra, pero la lucha ha de ser para convencer al otro, no para imponerse.
Bueno, yo estoy bastante convencido de que la secesión de Cataluña va a ser mala para ellos y para nosotros. A nivel práctico es una locura. Y a otros niveles (cultural, histórico, etc.) no resiste un mínimo análisis. Es curioso que en Escocia, donde sí hay una base cultural e histórica sólida y diferenciada de la de Inglaterra, el debate se circunscriba a lo práctico: qué moneda van a usar, cómo les va a afectar al bolsillo.
EliminarIntento no dejarme llevar a discursos demasiado excluyentes, para evitar que algún lector me llame nacionalista español, como ya ha sucedido. Yo creo que los catalanes han perdido un poco el sentido del humor y ya no se puede bromear con ellos. ¿Imaginas ahora una obra de teatro como Ubu President? Echarían abajo el teatro a pedradas.
Con mi troll particular tengo una extraña relación amor-odio. Sobre cosas como estas se edifican las grandes amistades.