jueves, 28 de agosto de 2014

279. Empezando un nuevo curso

Estos momentos finales del mes de agosto tienen cada año un punto fundacional, naciente, nuevecito, como a estrenar. Es un tiempo lleno de expectativas: ¿qué nos deparará el año que empieza? Porque, a todos los efectos (administrativos, políticos, educativos, contables), el año empieza ahora. Otra cosa es que a finales de diciembre la costumbre imponga una absurda parada de tres semanas para celebrar el cambio de año cristiano a golpe de turrón y zambomba. Los chinos, los islámicos y los judíos no interrumpen sus actividades tanto tiempo, que yo sepa. Este de ahora es también el momento de los planes, de las grandes intenciones: este año me pongo a dieta, o empiezo a hacer ejercicio, o me lanzo a estudiar inglés, o me decido a hacer esas obras en la casa que hace años que debería haber emprendido.

Muchos de mis seguidores entran al blog a ver si cuento alguna intimidad, en general por una sana curiosidad, aunque hay más de un cotilla. Normalmente mis posts hablan de temas externos, que me preocupan o me parecen interesantes o en los que descubro algún matiz que me parece suficiente para escribir sobre ello, hacer alguna reflexión, o simplemente bromear un poco al respecto. Creo que ya hago suficiente striptease mental con las opiniones que deslizo en esos textos, que esas opiniones y valoraciones dan una idea bastante precisa de mi forma de pensar y que no tengo por qué desvelar aspectos más íntimos o personales. Ya cuento bastantes cosas de mi vida, aunque esto no sea un egoblog.

Hasta ahora no he sido capaz de definir una etiqueta que agrupe los textos en que hablo de mí mismo. Tengo etiquetas de movilidad, running, rock, nacionalismo, pedos, La Situación y otras similares. Pero ¿cómo etiquetar los textos en los que hablo de mi persona? He considerado algunos nombres (yo, mi vida, mi salud, mis confesiones) pero no me gusta ninguno. Todos traducen un punto trascendente que no me mola nada, yo no soy Paulo Coelho. El otro día, tomando unos vinos con Lisardo, me dio la solución. Por cierto que mi amigo tiene un color estupendo y está más gordo desde que se ha jubilado. Hablamos de mil cosas y al final salió el tema de cómo etiquetar los textos en que hablo de mí mismo. Dice Lisardo que en el mundo del Blog, las cosas se dicen siempre en inglés: se usa el numeral inglés, se habla de posts, hangouts y todo lo demás. De acuerdo con eso, él me propone crear una nueva etiqueta que se llame About me. Este hombre es un verdadero genio.

Lo que pasa es que tendré que echar un vistazo hacia atrás, a ver qué textos se merecen esa etiqueta. Un propósito adecuado a este momento del año, el de las buenas intenciones y los planes que luego nunca se cumplen. Por ejemplo, éste sería un post a incluir en esa etiqueta About me. Porque hoy les voy a contar algunas cosas. Todo son buenas noticias (si tuviera alguna mala no la contaría aquí). Ya saben que este es el hogar del optimismo, que aquí se mantiene el ánimo contra viento y marea, que, como dicen algunos de mis críticos, vivo en los mundos de Yupi y a mucha honra. Aquí no se permiten desfallecimientos, este blog es el reducto del entusiasmo, de la ilusión, del pensamiento positivo. El antídoto del pesimismo.

Hablando de pesimismo, supongo que saben que el rey de los pesimistas fue el pensador Emil Cioran, nacido en Rasinari, aldea perdida de la Transilvania profunda. En uno de mis recientes recorridos senderistas, la ruta nos llevó a pasar por delante de su casa natal, a la que hice la foto que les pongo abajo. En realidad, Cioran se fue a París a los 26 años y ya no se movió de allí (escribía en francés). Su primer libro publicado se llama nada menos que En las cimas de la desesperación. Le he llamado pensador, y no filósofo, porque su filosofía se resume en una idea: todo es una mierda y, en consecuencia, para qué vivir. Lo mejor es tumbarse en una cama y dejar pasar el tiempo. La verdad es que no le faltaba razón, pero siguiendo su línea no se llega a ninguna parte. Si acaso, a la locura. El pesimismo de este hombre dejaba chiquito a Shopenhauer, otro que tal. Para éste, el pesimismo era la forma más acertada de acercarse a la realidad. Pero al menos no animaba a tumbarse en la cama.


Vamos con las buenas noticias. Finalmente, el urdangarín de 3 mm. extraído en su día de mis entretelas más profundas, ha sido declarado inocente e inofensivo por el alto tribunal anatomo-patológico encargado de juzgarle. A lo mejor piensan que he intentado darle emoción a este asunto retrasando la publicación del veredicto, pero lo cierto es que el informe se había perdido. A mi vuelta de Rumanía, lo encontraron y me lo entregaron en medio de un montón de disculpas. Si el resultado final es bueno, estas cosas no tienen importancia. Y para colmo, tampoco tengo helicobacter, como me anunció erróneamente el tipo que me introdujo el ojo de Dios por mi agujero mejor guardado. Al final, la cosa se ha quedado en “señales compatibles con posible gastritis crónica  inactiva”. O sea, nada. Me dicen que, según el protocolo, no debo volver hasta dentro de 5 años, pero que, como soy un pesado, que vuelva cuando me dé la gana.

La segunda buena noticia. He empezado a correr y la cosa va marchando. Quiero decir que me duele la espalda, pero no más de lo que me ha estado doliendo en los siete meses (7) en que he estado parado. Sigo a rajatabla mi nueva rutina. Antes de salir, me embadurno la espalda con Traumeel y me envuelvo en una faja de neopreno, de esas que usan las doñas para rebajar tripa. Luego salgo despacio y voy incrementando el ritmo. Con este calor tampoco es que se pueda incrementar mucho. Además he añadido un par de ejercicios a mi tanda de estiramientos. Y procuro extremar la zancada económica que ya les he explicado. Los primeros días, me dolían tanto los cuadriceps al acabar de correr, que me olvidaba del dolor de espalda. El domingo me bañé en una piscina, hice unos cuantos largos a braza y me quedé como nuevo. Así que estoy pensando en ponerme a nadar en los días alternos, para acabar de arreglarme la puta espalda. Nadar siempre me ha resultado algo muy aburrido, pero me lo tomaría como una medicina para la espalda. Nadar para poder correr.

Por lo demás, mis hijos están ya instalados en sus nuevas localizaciones para este curso. Lucas ha dejado Nancy y se ha ido a Lille. El tren Nancy-Lille pasa por París, lo que, si miran el mapa, les dará una idea precisa del modelo de transporte ferroviario francés. Y, en cuanto a Kike, pues está ya en Seul (Corea del Sur), después de pasar tres semanas en Dhaka (Bangla Desh), trabajando de becario para el Grameen Bank (el gran invento de Mohamed Yunus, por el que fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz) y una cuarta semana descansando en Hong Kong. Ya saben que me gusta visitar a mis hijos allá donde vayan. A Kike lo fui a ver a Rotterdam y a Lucas a Nancy. El problema es que Seul está muy lejos. Veremos.

Pasan los años y algunas cosas no varían. Hace ya casi dos años que empecé este blog, y tal vez recuerdan el post #2 Pedos de Draghi. Dos años después, la prima de riesgo está bajando a lo bestia. ¿Y saben por qué? Pues por otra declaración del señor Draghi. ¿Y que ha dicho esta vez? ¿De verdad no lo saben? AQUÍ tienen el link. En resumidas cuentas, lo que ha dicho otra vez este señor es que, si la cosa se pone fea, hará lo que tenga que hacer. Mano de santo. No me digan que exageraba con lo de los pedos. Es evidente que, cada vez que el señor Draghi se tira un pedo, baja la prima de riesgo. Esto es como el día de la marmota (supongo que vieron esa película extraordinaria). Les dejo con la imagen más reciente del señor Draghi. Yo también me descojonaría si  mis pedos tuvieran los efectos de los suyos. Sean buenos.


lunes, 25 de agosto de 2014

278. La que ha liao el pollito

La frase del título se ha hecho muy popular, al menos en Madrid, a partir del vídeo que les pongo AQUÍ, por si no lo conocen. En el vídeo, una niña repipi le regaña con esa fórmula a un pollito que no le deja hacer los deberes. Ya saben que tengo debilidad por los niños repipis, como aquel que abordaba a don Camilo José Cela, caminante solitario saliendo de un pueblo de la Alcarria, para decirle muy educadamente: ¿me permite usted que lo acompañe unos hectómetros?

Como más de uno de mis lectores habrá anticipado, el pollito del que quiero hablarles es el catalán (ya saben que en catalán pollito se dice pujol). Hay que ver la que ha liado el señor Pollito, con la confesión de que lleva veinte años sisándoles dinero a sus compatriotas, en porcentajes muy superiores al tres por ciento del que le acusó el pobre Maragall antes de empezar a perder la memoria. Yo creo que este dato viene a explicar algo que no sabíamos: por qué CiU se apuntó a una deriva independentista que hasta hace dos años sólo apoyaba ERC, mensaje con el que nunca lograba pasar de un 12 o 15%, unas cifras que de forma natural se habrían visto incluso disminuidas tras el fiasco del Tripartito en Barcelona y otros lugares.
   
A la vista del pollo (que no pollito) que se ha montado, el proceso, al menos para mí, está ahora muy claro. Veamos primero el tema de la confesión. Lo que esa declaración desvela es que el señor Pujol ha estado toda su vida llevando una doble existencia en la que predicaba una cosa en público y hacía la contraria en privado. Es, pues, un tramposo de libro. Como tantos. Y este tipo de personas actúa siempre de la misma forma: negándolo todo, hasta que ya no pueden sostener su mentira. Incluso, después de que les pillan, siguen mintiendo para suavizar el asunto con excusas pintorescas. Creo que la primera vez que pude observar un comportamiento de ese tipo fue en La Coruña, allá por los sesenta, con motivo de la organización de nuestro viaje de fin del bachillerato. Como suele hacerse en estos casos, preparamos una serie de actividades para recaudar fondos, como venta de papeletas para una rifa, alguna verbena, cosas así. A mediados del proceso observamos que el dinero recaudado sufría a veces disminuciones sospechosas, que las cuentas no cuadraban.

Formábamos el equipo organizador cinco alumnos del sexto curso, de los que cuatro teníamos claro que no pondríamos nunca la mano en el dinero común. Sospechábamos del quinto y le tendimos una trampa. Después de contar minuciosamente el fondo, se lo dejamos a él para que lo llevara a la última verbena. Se lo guardó en un bolsillo del pantalón y fuimos todo el rato con él, sin quitarle ojo, hasta que subimos al estrado. Allí volvimos a contar el dinero, en presencia de todos. Faltaban cien pesetas. Entonces le dijimos que era un cabrón y que dónde tenía el dinero que nos estaba robando. El tipo lo negó veinte veces haciéndose el ofendido. Le pedimos que revisara bien los bolsillos del pantalón (sólo podía tenerlo allí), y lo hizo de manera convincente, mostrando sus manos vacías. Me tocó a mí, en nombre de todos, registrarle los bolsillos otra vez. Allí, en un rincón, estaba el billete de 100 pesetas, dobladito en muchos dobleces. Cuando se lo enseñamos, reaccionó poniéndose muy colorado y, con una sonrisa nerviosa, proclamó: ¡¡Tenía una arruga en el bolsillo!!

Las excusas de Pujol (era dinero de su padre, nunca encontró el momento de regularizarlo), son tan delirantes como la arruga del pantalón de mi compañero de curso. ¿Por qué he contado esta historia? Pues porque estoy convencido de que la confesión de Pujol no procede de un honrado propósito de la enmienda o un repentino arranque de honestidad. Y menos en este momento. El tipo ha hecho su declaración intentando salvar lo insalvable, forzado por los poderes fácticos españoles, que hubieran destapado el tomate de todas formas (lo que viene a demostrar que lo sabían todo hace mucho tiempo). Se trata, pues, de un episodio más del pulso que se mantiene en este instante por debajo de la mesa, mientras por arriba hacen como que no se hablan. Pero esta confesión puede aclarar las razones por las que CiU se sumó de pronto al carro del soberanismo tras la Diada de 2012, sin dar una explicación convincente y con unas prisas, un nerviosismo y una irritación que ahora se entienden.

Podemos fantasear e imaginar cual ha sido de verdad la película de los hechos. Un imperio como el que han montado el señor Pujol y su familia, se sostiene sobre hilos muy delicados, a base de maniobrar con delicadeza amagando y no dando, emitiendo dobles mensajes, disimulando la opulencia, siendo muy cautos para tejer una red de clientelismo basada en repartir adecuadamente una parte del pastel. Parece que el comportamiento de algunos de los siete hijos de Pujol no ha sido siempre tan discreto como hubiera gustado al patriarca; que han hecho ostentación de riqueza cual urdangarines de pacotilla. En cualquier caso, esa doble cara del señor Pujol tenía que ser un secreto a voces en los medios financieros catalanes y políticos madrileños. A cambio de callar y mirar para otro lado, unos sacaban tajada de una situación local estable, ideal para la inversión, y los otros se congratulaban de tener al principal partido catalán en el redil constitucional.

El cambio se produce tras la Diada de 2012, no hace aún ni dos años. CiU se pasa con armas y bagajes a las tesis independentistas con Artur Mas a la cabeza. Y Pujol concede una entrevista a Jordi Évole en la que se declara padre de la iniciativa. Esta entrevista la pueden encontrar fácilmente en Internet. El propio Évole ha dicho que tiene claro que Pujol forzó el encuentro para lanzar un mensaje a los cuatro vientos, que él desconocía previamente, pero que resultó ser la apuesta por la secesión. Yo siempre pensé que ese cambio de acera era una huida hacia delante para tapar la mala gestión económica de los sucesivos gobiernos de CiU. Ahora parece que el propósito de ese apresurado camino a ninguna parte era otro: alcanzar cuanto antes una situación de independencia que garantizara una justicia propia, independiente de Madrid, en la que el caso Pujol se pudiera tapar discretamente, y unas finanzas, también independientes, en las que el marrón se pudiera camuflar mejor.

Lo cierto es que a partir de ese giro, salen a la palestra temas como el de que España les roba, interpretaciones sonrojantes de la historia (la toma de Barcelona en 1714, una batalla dentro de la disputa sucesoria del Reino de España, se transmuta en el inicio de un cautiverio de 300 años, con los pobres catalanes sufriendo hasta hoy como esclavos) y hasta se manipula la prehistoria: Cataluña era ya una entidad cultural y lingüística antes de Cristo, mientras España es un invento del siglo XVI, como sostiene un profesor universitario de Barcelona sin que se le caiga la cara de vergüenza. Ahora parece claro que todos sabían que estos dislates tenían su origen en el affaire Pujol. Lo sabía ERC y ahora entendemos la permanente cara de mosqueo del señor Jonqueras, que no acaba de creerse que CiU apoyará hasta el final su programa de máximos; que sospecha que al final flojeará y tendrán que seguir solos. Lo sabían Rajoy y sus huestes, que por eso mantenían  su postura inamovible, porque tenían guardado ese as bajo la manga.

Los catalanes estarán ahora cuando menos un poco confusos. Les han convencido de que, independizándose de esa España que les roba, alcanzarían el paraíso, y ahora descubren que los que les han vendido la burra eran precisamente los que les estaban robando desde siempre. Yo creo que la situación es ya bastante irreversible, gracias al pasotismo de Don Tancredo Rajoy. Ya no se puede parar la consulta. Pero ahora los catalanes tienen toda la información que hasta hace poco desconocían. Se han arrogado un derecho a decidir que nadie les ha dado (mis vecinos de rellano y yo podríamos forzar una consulta para decidir si nos separamos de la Comunidad de Propietarios. Los Estatutos lo prohíben, pero podríamos ponernos burros y salir a la calle Atocha con pancartas que dijeran La comunidad de Propietarios nos roba).

Muy bien, señores catalanes: pues decidan ustedes, ahora que ya lo saben todo. Que deciden salirse de España para que los oligarcas que llevan décadas robándoles lo hagan con más comodidad, pues adelante. Vayan con Dios. Que deciden quedarse, pues será el momento de empezar a negociar un reparto más justo del pastel hispano, en una estructura federal o confederal. Si consiguiéramos enhebrar un sistema justo y modélico en el que todos estuviéramos a gusto (incluso los catalanes), hasta podríamos invitar a Portugal a unirse. Si eso sucediera, la señora Merkel tendría que hacer el Camino de Santiago entero y a la pata coja, para que le prestáramos un poco de atención. No como ahora, que se hace un trocito simbólico con gesto altivo y el señor Rajoy ha de correr tras ella echando el bofe, para decirle: señora, ¿me permite usted que la acompañe unos hectómetros?
  

viernes, 22 de agosto de 2014

277. Por las montañas rumanas

Disculpen que cargue dos entradas en un día. Es que las he ido escribiendo a lo largo de la semana y no las he podido subir a tiempo por la avería de mi ordenador casero, al que le salen los virus por las orejas. A la vista de lo mal que va, tengo la duda de si serán virus o bacterias, porque supongo que también ha de haber bacterias informáticas. En fin, supongo que saben que detrás de cada virus de los que atacan nuestros ordenadores hay una persona, un hacker, que lo ha diseñado exclusivamente para joder, por lo que un gallego como yo no puede dejar de sospechar que pudieran ser las mismas empresas que venden los antivirus, las que tienen a unos pavos distribuidos por el mundo ideando nuevas putadas, para luego venir de salvadores y hacer negocio a costa del sufrido internauta.

Mi viaje a Rumanía estaba organizado por una veterana agencia de viajes cuyo nombre tal vez les suene: Años Luz. La oferta que hacían era interesante y variada, con días de senderismo por las montañas, implicaciones culturales, algunos guías locales, viajes en autobús por todo el país fuera de las rutas de los turistas y hoteles seleccionados. Es la primera vez que me sumo a un viaje de grupo (éramos 45) y la experiencia no me ha resultado desagradable. A priori se trata de un país en el que me daba un poco de reparo viajar por mi cuenta aunque, ahora que lo he visitado, he comprobado que es aceptablemente seguro y que se puede visitar viajando en avión y alquilando un coche. Las carreteras están muy mejoradas desde que entraron en la Unión Europea y la forma de conducir de los rumanos es bastante caótica, pero no más que la habitual en lugares como Sicilia o Grecia, por los que me ha tocado conducir.

La excursión se centraba casi por entero en la región de Transilvania, la más pujante de la nueva Rumanía, a nivel económico, cultural y vital, pero incluía dos días en Bucarest (uno al llegar y otro al final) y una escapada al norte de la parte moldava, apenas a 10 kilómetros de la frontera con Ucrania, para visitar tres de los catorce o quince monasterios ortodoxos de esta zona, construidos en madera y pintados exterior e interiormente. Por lo que he podido ver, se trata de un país muy verde y húmedo, con un paisaje que recuerda a Galicia y una población muy rural y dispersa como la gallega. Aunque hay ciudades grandes y medias, la gente gusta de tener una casa pequeña con su huerto de autosubsistencia, unas cuantas gallinas, patos o pavos y algún que otro cerdo.

El país tiene un tamaño como de dos tercios de España y allí viven 22 millones de personas, 2 de ellos en Bucarest. Además hay otros 3 millones de exilados, en USA, Inglaterra, España, Francia, Alemania y otros lugares. Los rumanos son eslavos del norte (ya saben que se considera eslavos del sur a los pueblos balcánicos; ese era el significado del nombre Yugoslavia: tierra de los eslavos del sur). Hay importantes minorías de húngaros y sajones (alemanes) y una amplia población gitana, totalmente aislada de los demás pueblos. Su lengua, el rumano, es un derivado directo del latín, uno de los más puros según dicen, y es una seña de identidad muy fuerte, a pesar de que los romanos no estuvieron por estas tierras tanto tiempo como otros invasores y, por ejemplo, mantuvieron su dominio menos tiempo que en Inglaterra, en donde no tuvieron esa incidencia lingüística.

La gente tiene facilidad para los idiomas, todo el mundo habla italiano y mucha gente conoce el español, el francés y, por supuesto, el inglés. El rumano tiene algunas particularidades curiosas, como nos explicó un colega lingüista del grupo. Tal vez hayan observado ustedes que muchas palabras rumanas terminan en ul. Hay un equipo de fútbol que se llama el Petrolul, y los palacios se llaman Palatul. Ese ul es un artículo determinado: palatul es el palacio; petrolul es el petróleo. Y Dracul es el dragón, según algunos, o el diablo, según otras versiones. Los sufijos que se incorporan al final de un sustantivo se denominan enclíticos. En español se usan mucho los pronombres enclíticos. Por ejemplo, para decir acerca-a mí-eso, se usan dos: acércamelo. Pero el rumano, junto con el islandés, es el único idioma que usa enclíticos para los artículos determinados.



Aquí tienen un mapa físico de Rumanía, en donde se ve la gran ele invertida de los Cárpatos, una cordillera contemporánea de los Alpes o los Pirineos. Esa cordillera dibuja una especie de cuadrado con una alta meseta interior. Todo ello constituye la Transilvania. Al Este se sitúa la Moldavia rumana, al sur la Valaquia,  antigua Muntenia, cuya capital es Bucarest, al Oeste la región más húngara, cuya capital es Timisoara. Y aun queda la zona baja del delta del Danubio, en donde está la ciudad portuaria de Constanza, al borde del Mar Negro. El Danubio, antes de entrar en el país para sus últimos kilómetros, dibuja un buen tramo de la frontera sur de Rumanía, primero con Serbia (tras pasar por Budapest y Belgrado) y luego con Bulgaria. Aquí el mapa de las principales regiones rumanas.



Transilvania y el resto de las tierras rumanas han sido sucesivamente invadidas por otros pueblos a lo largo de toda su historia. Los sajones trajeron dinero, orden y organización germana, durante los cuatro siglos que dominaron Transilvania. Luego llegaron los turcos, que estuvieron otros dos siglos, pero se limitaron a los aspectos comerciales. Es decir, no desplazaron población, no construyeron mezquitas y dejaron que los rumanos continuaran practicando su religión ortodoxa, a cambio de cobrarles impuestos. A ese período le siguió el dominio del Imperio Austrohúngaro, que duró hasta el final de la Gran Guerra (1918). El período de entreguerras fue tiempo de prosperidad: por primera vez eran independientes, tenían un rey y mantenían excelentes relaciones con Francia y otros países. De este tiempo son los numerosos palacetes art-deco que hay por las principales ciudades.

Sin embargo, en la Segunda Guerra Mundial se alinearon con el Eje, por la poderosa influencia de un movimiento antisemita al que el propio rey desautorizaba. Al final, las tropas rusas invadieron el país y repusieron inicialmente al rey Miguel, aunque dos años después, en 1947, le sugirieron amablemente que se largara. Rumanía había quedado en la zona de influencia soviética y los dirigentes del antes pequeño Partido Comunista Rumano, se disponían a controlar el gobierno de la nación. Nicolae Ceaucescu era por entonces el flamante secretario general de las Juventudes Comunistas. A pesar de su corta edad contaba ya con un largo currículum de militancia, detenciones, paso por diversas cárceles y hasta cautiverio en un campo de concentración nazi. En 1947, en el primer gobierno comunista, nadie se extrañó de que fuera nombrado Ministro de Agricultura. La posterior deriva de este señor hasta terrenos próximos a la locura, es un elemento clave en la historia de Rumanía, que bien merece un post exclusivo.

Debo añadir que los rumanos de a pie, son trabajadores, amables, hospitalarios, muy cultos (como en cualquier país de la antigua órbita soviética), disfrutones, abiertos, grandes bebedores y muy celosos de sus señas de identidad y del patrimonio cultural que sobrevivió a los excesos del último Ceaucescu. La mayor parte del turismo que hemos encontrado en las ciudades transilvanas era turismo interior. Parte esencial de ese patrimonio lo constituye la religión ortodoxa. La afluencia a las iglesias es masiva. Las misas de los domingos duran tres horas y sólo disponen sillas para los enfermos, ancianos y embarazadas. El resto de la gente aguanta de pié, unos pocos en el interior de las pequeñas iglesias y el resto en la calle, alrededor, en donde se escuchan los rezos por megáfono.

Una de las cosas que más les preocupa es su mala imagen exterior, debida a los gángsters y mafiosos y a los gitanos. Están muy interesados en que se difunda una imagen mejor del país. Mi anterior párrafo va en ese sentido, pero no digo ninguna mentira. De hecho ya conocía a varios rumanos y rumanas de los que viven por nuestra tierra y sé que son totalmente de fiar. Que pasen un buen fin de semana.

276. La política de movilidad de Friburgo II

El otro día les conté unas cuantas cosas sobre la regulación de la movilidad en Friburgo. Me hubiera gustado intercalar algunas imágenes, pero he de confesarles que el ordenador de casa se me ha estropeado. Está atestado de virus y estoy todavía en el proceso de salvar la información a un disco duro externo y hacerle una limpia a fondo, que quizá me obligue a formatearlo. Era lo previsto, llevo 5 años sin antivirus, excepto un Avast gratuito que es como el que tiene un tío en La Habana. Supongo que me costarán menos los arreglos que tenga que hacer ahora, que lo que hubiera pagado en estos cinco años por un antivirus de los buenos, pero al final del proceso decidiré si sigo igual o me paso a contratar un Norton o un Kaspersky.

Intentaré hoy incorporar alguna foto ilustrativa de lo que les cuento. Como ya imaginarán, una política integral de medio ambiente, movilidad y urbanismo tiene muchos más componentes que la simple regulación del tráfico. Lo importante es precisamente que todas las políticas sectoriales estén conectadas entre sí, así como que tengan una estructura única de técnicos y políticos controlando su seguimiento. Eso es algo difícil de concebir en Madrid y en otras ciudades españolas. Sentado esto, les contaré sin un orden determinado algunas de las cosas que pude observar en mi visita. El sistema de transporte público se basa a nivel regional en el ferrocarril. La estación central está ligeramente rehundida al oeste del centro histórico, en dirección norte-sur. Más al oeste están algunos de los barrios de expansión de la ciudad.

Sobre los andenes de la estación de ferrocarril cruzan dos puentes elevados. Por uno pasan las principales líneas de tranvía. El otro tiene una calzada central sólo ciclista. Ambos cuentan con amplias aceras peatonales a los dos lados. Cada vez que para un tren en la estación, es un verdadero espectáculo ver a la gente subiendo apresurada por las escaleras y ascensores hasta las paradas de tranvía, en donde los conductores les esperan conectados con walky-talkies con los del tren. No se van hasta que han subido todos los viajeros que cambian de medio de transporte, entre los que hay niños con sus mochilas, señoras con bolsas de la compra y todo tipo de gente. 









Por la noche, la frecuencia de tranvías disminuye a uno cada media hora. En la plaza central del casco confluyen las líneas perpendiculares de tranvía habilitadas después de la Guerra, como ya les conté, mediante una ligera ampliación de la sección de dos de las calles medievales anteriores. Esta es una ciudad llena de universitarios, que salen a beber cerveza en las noches del weekend (y también los jueves), y han de volver a sus casas. Cada media hora llegan a la plaza al menos cuatro tranvías con puntualidad germana, y allí se reproduce el espectáculo de los conductores con sus walkies cuidando de no salir hasta que todos los viajeros hayan hecho el cambio que querían. Cuando un estudiante vive en un pueblo más allá de la última parada de una línea, puede decirle al conductor que le pida un taxi hasta su casa. Normalmente son varios los que se van juntos y el precio adicional es de un euro. El resto se lo paga el Ayuntamiento al taxista.

Este tipo de coordinación ha de sustentarse en un sistema inteligente de abonos y tarifas. En Friburgo se llama la Regio Karte. En este ENLACE pueden ver la cantidad de modalidades que ofrece. Está en alemán, pero algo entenderán. Las dos variedades principales del abono anual y del mensual son la personal (con foto), como el de Madrid, y otra que puede compartirse libremente, porque no es personal ni tiene foto. Ésta es un poquito más cara, pero es la que se compra casi todo el mundo y evita los problemas de la gente que quiere prestarle su abono a un familiar o un amigo. La idea de los gestores del sistema es que, una vez que se ha gastado el dinero en crear un sistema de transporte público, la forma de recuperar esa inversión es que se utilice cuanto más mejor.




Como ya he dicho, en esta ciudad ofrecen alternativas al uso del automóvil, con un sistema de transporte público cómodo, eficiente y asequible, y unos recorridos ciclistas atractivos y seguros. Cierto que yo visité la ciudad en verano, con menos presión de estudiantes, pero tengo que decir que no vi aquí una dictadura de los ciclistas, como en ciertas ciudades de Holanda. Aquí los ciclistas circulan a buena velocidad por sus carriles exclusivos de las vías rápidas, en los que tienen siempre la preferencia en los cruces, y en cuanto se salen a las otras calles han de adaptarse a la velocidad de 30 kms/hora, si no quieren ser multados.

Estas políticas se ven ahora apoyadas por el gobierno del Estado de Baden-Wurtemberg, en manos de Los Verdes, como les conté. Ahora mismo, en Friburgo están desarrollando un proyecto que supone crear una nueva línea de tranvías que bordea el centro histórico, como una nueva alternativa que alivie otra línea paralela, la que cruza el centro, últimamente un poco sobrecargada. El proyecto incluye la renovación del espacio público de las plazas por las que atraviesa. El Estado les paga el 75% de la inversión, a condición de que el tranvía sea de plataforma reservada (separado del tráfico de automóviles).

Es decir, es una especie de Plan E de Zapatero, con perdón, pero no les pagan el 100% ni les dejan invertirlo en lo que les dé la gana, sino que les imponen unas condiciones dirigidas a acercarse al modelo de transporte regional que pretenden. El Ayuntamiento ha estudiado los modelos de tráfico de la ciudad y ha comprobado que esa plataforma de la nueva línea reducirá demasiado la calzada, por lo que el proyecto establece la creación de un carril adicional de tráfico en la siguiente calle hacia el exterior. Una nueva muestra de que aquí se hacen las cosas con cabeza, buscando no perjudicar a nadie y siempre de forma gradual (pasar del 29 al 20% de automovilistas desde 1982 hasta hoy, no es un recorte brusco, pero sí sostenido).

La ciudad es famosa también por la actuación urbanística de Vauban, un barrio del extrarradio, que ocupa el lugar de los antiguos cuarteles del ejército francés (Alemania fue un país ocupado por tropas americanas, inglesas y francesas hasta hace muy poco). En concreto, las tropas francesas se volvieron a su país en 1992, devolviendo al Ayuntamiento de Friburgo las 38 hectáreas que ocupaban los cuarteles. Desde el consistorio se planteó una actuación estándar, con vivienda libre, vivienda social, algún centro comercial y los equipamientos que fija la ley. Pero ya les he contado (post #264, mes de julio 2014) cómo se las gasta la gente por estas tierras, después de su lucha antinuclear de décadas. En un par de días, la sociedad civil ocupó los cuarteles. Los campesinos llevaron allí sus tractores y cosechadoras, los alternativos sus autocaravanas,  los estudiantes acamparon con sus tiendas, y todos los hosteleros se aprestaron a llevarles viandas y bebida en abundancia.

El Ayuntamiento tuvo que pactar con la coordinadora de estas fuerzas, y el resultado es el que puede verse hoy en día. Vauban es un barrio diferenciado, con calles exclusivamente ciclistas y peatonales, con edificios medioambientalmente eficientes y con una organización vecinal que estructura la participación de sus 5.000 habitantes en todas las decisiones que afectan a los intereses colectivos. En el perímetro externo hay diversos parkings para automóviles que gestiona la propia organización vecinal, además de algunos centros comerciales propios. El ambiente en el barrio es una mezcla entre las mecas hippies, tipo Christianía en Copenhague, y una tranquila colonia de las afueras de cualquier ciudad holandesa o belga.











La experiencia de Vauban fue trasladada por la administración a otro nuevo barrio, Reisenfield, en donde se ha primado la eficiencia energética por encima de los aspectos participativos. Eso ha llevado a las viviendas a un estrato social más pudiente económicamente y menos alternativo. Por finalizar con esta entrega, les contaré una historieta en relación con la urbanización del centro histórico. La ciudad medieval tenía un sistema de canales abiertos por los que circulaba el agua a favor de pendiente. Antiguamente tenían una función limpiadora y la gente echaba allí sus aguas sucias. Cuando se reconstruyó la ciudad tras la guerra, se decidió dejarlos, como elemento decorativo. Ahora forman parte de la imagen de la ciudad y los niños y mayores los usan para refrescarse descalzos en verano.













Los habitantes de Friburgo están acostumbrados a estos canales y no suelen caerse ni dar tropezones en ellos. Pero los turistas despistados a veces se dan unos morrazos fatales. Dice la leyenda que el que se caiga o meta el pie por accidente en uno de estos canales, encontrará indefectiblemente una novia local. Pero no vale hacerlo aposta. Seguiremos hablando de estas cosas.

lunes, 18 de agosto de 2014

275. La política de movilidad de Friburgo I

Si repasan ustedes el post #254 “Políticas de movilidad/movilidad de las políticas”, que pueden buscar entre los de mayo de 2014, aquí a la derecha, encontrarán la documentada historia del problema del tráfico en nuestras ciudades, desde la tranquila convivencia de los peatones con los primeros medios mecanizados de transporte a principios del siglo XX, pasando por la explosión del automóvil privado, símbolo de modernidad que transforma el paisaje de nuestras ciudades tras la Segunda Guerra Mundial, y cómo a mediados de los setenta se invierte la valoración hasta el extremo de que, en el momento actual, muchos consideran al automóvil como el origen de todos los males urbanos.

La cuestión no es para nada baladí. El automóvil ha devenido en elemento hipertrofiado, convirtiéndose en una especie de agente patógeno que colapsa y congestiona las ciudades impidiendo la vida urbana según los parámetros con que fueron diseñadas. Me viene a la memoria una cosa que decía mi padre, con ese humor ácido que todos sus hijos hemos heredado. Mi padre murió en 1990, tras cuatro años de enfermedad en los que apenas salió a la calle. O sea que la frase es, como muy tarde, de los primeros ochenta. Lo que decía mi padre es: “El siguiente hito del llamado progreso de la humanidad será la desaparición del peatón. Yo no lo veré, pero vosotros sí. Un día se prohibirá caminar por la calle y os acordaréis de lo que digo”.

Mi padre era un adelantado a su tiempo. Antes que nadie sentía y sufría la hipertrofia del automóvil y la denunciaba con esa profecía delirante que, por fortuna, no se cumplió. Hoy en día, las ciudades del mundo desarrollado, han diseñado estrategias para disminuir la presión del automóvil privado, con diferente fortuna, porque, de tanto en tanto, recibimos noticias de que la contaminación se ha vuelto a disparar en París o en Londres. Y, como ya se ha comentado en este blog, el único agente que contamina ahora nuestras ciudades es el coche, una vez que la industria pesada ha desaparecido de los entornos urbanos de occidente, lo mismo que las antiguas calderas de carbón.

El automóvil moderno emite tres contaminantes que ponen en riesgo directamente la salud de los urbanitas: el NO2, el CO (monóxido de carbono) y muy en especial las partículas en suspensión. También se produce CO2 (dióxido de carbono), un compuesto que no afecta directamente a la salud humana y se absorbe en gran medida por las plantas, aunque hay que recordar que es uno de los primeros responsables del calentamiento global, junto con el metano que producen los pedos de las vacas (y los de ciertos humanos, como algunos que yo conozco). Entre las peligrosas partículas que emiten los coches (sobre todo los diesel), destacan los nanotubos de carbono. ¿Y qué son los nanotubos?, se preguntarán ustedes. Pues la respuesta es fácil: tubos de tamaño nano, es decir, de dimensión igual a diez elevado a menos nueve metros. Los motores diesel emiten nanotubos de carbono por un tubo, nunca mejor dicho, que los sufridos peatones respiramos sin enterarnos, hasta que te hacen una radiografía y tienes los pulmones negros. Los motores diesel desaparecerán en pocos años.

Para luchar contra esto están las llamadas políticas de movilidad y la ciudad de Friburgo, adonde viajé hace poco como saben, presume de tener una de las más avanzadas, hasta tal punto que se ha llegado a generar un turismo eco-chachi, consistente en visitarles para que te la expliquen. Les cuento algunas de las cosas que pude observar. Para empezar, como toda ciudad que disponga de una política de movilidad digna de ser llamada así, Friburgo cuenta con un sistema de información digitalizada, que permite saber en tiempo real todo lo que sucede en el tema del tráfico, cuánta gente se desplaza andando, en bicicleta, en coche o en transporte público, de dónde a dónde van y a qué horas, cuándo se generan atascos o cuáles son las horas punta. A partir de ese conocimiento detallado y fiel, han establecido un objetivo: disminuir el porcentaje de personas que viajan en coche particular. Este porcentaje era del 29% en 1982 y ahora anda en torno al 20%.

¿Cómo se consigue eso? Pues integrando la política de movilidad con el urbanismo y las demás regulaciones sectoriales, como la del sector comercial. La estrategia ha de ser integral para que funcione. En Friburgo, por ejemplo, los usos comerciales están divididos en dos largas listas, exhaustivas, como todo lo que hacen los alemanes. En la lista de productos que han de ofertarse en comercios de proximidad, o sea, en bajos comerciales de edificios residenciales de los barrios centrales, está la alimentación al por menor, el vestido, el calzado, los libros, los juguetes, las medicinas, los pequeños electrodomésticos. En la lista de productos que han de venderse en centros comerciales del extrarradio, están cosas como automóviles, muebles, alfombras, maquinaria de jardín o grandes electrodomésticos. Esta regulación se lleva a rajatabla, y hace que la gente se abastezca de los productos de la primera lista (la compra de diario) mediante recorridos a pie o en bici.

Por otro lado, el automóvil privado no se demoniza, sino que se ofrecen a los ciudadanos otras alternativas que les resulten cómodas, de forma que los hábitos se vayan volviendo más saludables de forma gradual y sostenida. En estos temas, una estrategia muy radical puede causar efectos contrarios a los que se buscan: que la gente se cabree y se rebote contra los políticos que han permitido tales estrategias. En torno al centro consolidado de Friburgo hay numerosos aparcamientos de automóviles y bicicletas. La gente del extrarradio que llega allí en coche, lo puede aparcar y tomar una bici suya que tenga aparcada en el lugar, o una del servicio municipal, para moverse por la ciudad. A veces estos parkings están en edificios en altura.

En la ciudad consolidada se han seleccionado unas vías principales (como si dijéramos, la calle Alcalá o la Gran Via). Estas arterias cuentan con aceras amplias, un carril bici bien diferenciado, y unas calzadas con velocidad máxima de 50 Kms/hora en donde convive el coche con los autobuses y tranvías. Es suficiente una anchura de 22 metros para establecer una de estas vías principales. El resto del callejero de la ciudad está limitado a una velocidad de 30 Kms/hora, y en él conviven coches, bicicletas y peatones, sin que haya diferenciación de aceras, ni bolardos. Lo que no se puede hacer en estas calles es aparcar. Si alguien tiene que entrar con su coche para una gestión rápida, nadie le impide hacerlo y ha de buscarse la vida a treinta por hora, entre peatones y bicis. La carga y descarga de mercancías tiene unas horas determinadas. Y, por supuesto, el peatón tiene preferencia en todas las situaciones.

A velocidad de 30 por hora, los atropellos se reducen al mínimo y la mortalidad de los pocos casos que se producen es del 5%. Y lo más importante: un coche a 30 por hora no da miedo; la sensación para ciclistas y peatones es de seguridad absoluta, aunque tenga que entrar un coche y moverse entre ellos. Y en las vías rápidas las circulaciones están debidamente segregadas. Querido lector, ya sé algunas de las objeciones que me van a poner a este sistema. UNO. En Alemania estas cosas funcionan porque los alemanes cumplen la ley y con nosotros eso no vale porque somos unos jodidos sinvergüenzas latinos. Pues no es por presumir pero, cuando yo era pequeño, en la calle Real, en La Coruña, las cosas funcionaban así. Era una vía peatonal, pero nadie impedía que entrara una bicicleta o un coche a hacer un recado, por supuesto despacito, y había unas horas para la carga y descarga. No había aceras a distinto nivel, ni bolardos u obstáculos de ningún tipo. Las normas, cuando son lógicas y útiles tienden poco a poco a ser cumplidas por todo el mundo. En Alemania y en Cincinnati.

DOS. Esas cosas pueden funcionar en ciudades pequeñas, como La Coruña o Friburgo, de tamaño muy similar. Pero no en Madrid y en las grandes urbes, con el tráfico que generan. A esto les respondo con un link. Pinchen AQUÍ y podrán comprobar que en la mismísima París están en estos momentos estudiando la implantación de un régimen de tráfico calcado del de Friburgo.

El futuro es hoy. Sólo hay que mirar alrededor. Mañana les cuento más cosas de cómo han organizado la movilidad en esta bonita ciudad de la región de Baden.  

sábado, 16 de agosto de 2014

274. Reiniciando

Aquí me tienen de nuevo después de doce días alejado del mundanal ruido, dedicado a las relajantes tareas de caminar por los bosques transilvanos, visitar viejos monasterios perdidos en recónditas montañas de los Cárpatos y descansar de este mundo convulso en el que hay varios conflictos en plena ebullición: Gaza, Irak, Ucrania. Por no hablar del avance del ébola y otras catástrofes que nos acechan. En el grupo con el que he viajado, había tres elementos convencidos de que la humanidad se extinguirá inexorablemente en 500 años. No estoy seguro de que fuera ésta la cifra que dijeron. Lo que sí recuerdo es el comentario por lo bajo de una colega sevillana: “Estos tres están ya extinguíos de antemano”.

Lo curioso de esta época en que vivimos es que uno puede pasarse todo el día en un entorno bucólico y forestal, sintiéndose un explorador del XIX en íntimo contacto con la naturaleza, o un estudioso de los pueblos primitivos como el que se retrata en el divertido y muy recomendable libro El antropólogo inocente de Nigel Barley (Anagrama, 1989), pero por la noche regresa a su hotel y se conecta. Es algo inevitable. Hoy hasta la pensión más cutre tiene WiFi y recibe la señal de uno de los numerosos satélites que surcan el cosmos. Una señal que te permite conocer en tiempo real que se ha muerto Lauren Bacall, comprobar si Casillas ha hecho un buen partido en la Supercopa de Europa o sigue todavía como un flan, o incluso enterarte de qué tal ha dormido el Rey Padre, aunque de este último ya no interesa mucho saber si está de picos pardos por Namibia o cazando osos en Rumanía.

De Rumanía precisamente les hablaré en sucesivos posts, una vez regresado a Madrid en pleno ferragosto y con las pilas cargadas para incorporarme al trabajo el lunes, día 18 (ya está vencido el verano), en lo que será mi penúltimo otoño de ciudadano útil, tal como les vengo contando. Un otoño que se presenta calentito, como saben. El 18 de septiembre se celebra el referéndum en Escocia, en el que sería crucial que perdieran los independentistas. Ya les he explicado mi teoría de que ésa sí es una consulta legal, y también el curioso hecho de que fue David Cameron quien vetó que se incluyera una tercera alternativa: la de una federación, que es lo que quería el Partido Nacional Escocés, y la solución más lógica y justa, tanto para los británicos, como para España, siempre en mi modesta opinión. En ese sentido se pronuncia el manifiesto Let’s stay together firmado por más de 200 artistas e intelectuales ingleses encabezados por el mismísimo Mick Jagger, que pueden consultar AQUÍ.

Como ganen los separatistas escoceses, no va a haber forma de contener a los catalanes. El tema catalán ha dado un vuelco imprevisto con la confesión de Pujol de que llevaba 20 años llevándoselo crudo a dos manos. Tengo que admitir que me llevé una sorpresa mayúscula. Ahora mucha gente dice que ya lo sabía, pero yo no tenía ni idea. Era lo último que hubiera podido imaginar. Si en Artur Mas siempre he visto a alguien con la cara, el ademán y el discurso de un botarate, Jordi Pujol era para mí todo un personaje: peculiar, muy catalán, brillante, incansable y gran comunicador. Una figura política de primer orden y una referencia ética. Debe de haber sido muy duro para los catalanes descubrir que el dirigente más destacado de su corta y pomposa historia es un simple estafador. La deriva secesionista ha llegado ya muy lejos, ante la pasividad del señor Rajoy, y es posible que el asunto Pujol no tenga la virtud de desactivarla, pero yo siempre he confiado en el seny del pueblo catalán, donde tengo buenos amigos. Hablaré de este espinoso asunto en algún post próximo.

Otro tema que dará que hablar este otoño es el de la designación de candidatos a la alcaldía de Madrid. Desconozco qué será lo que haga el PP. La señora Botella sueña, según dicen, con ser nominada, para quitarse una de las lacras que la afligen: la de no haber sido elegida para el cargo por los madrileños. Si gana ya no le podrían seguir diciendo lo mismo. Pero en el partido tienen serias dudas de que vaya a ganar. Aunque ha revertido la situación económica del Ayuntamiento reduciendo gastos de todas las formas posibles, en el imaginario popular eso no se aprecia y palidece frente a sus meteduras de pata ante el micrófono, debidamente magnificadas por los media. Veremos. En el Ayuntamiento de Madrid, la derecha lleva mandando desde 1988, 26 años. Dos de Rodríguez Sahagún, doce de Manzano, nueve de Gallardón, tres de Botella. Se dice rápido.

¿Cómo es posible que se haya llegado a esta situación de predominancia tan absoluta? La respuesta es clara: por el desistimiento de la izquierda. El PP lleva 26 años ganando la contienda de Madrid por incomparecencia del contrario. El PSOE ha puesto en liza unas candidaturas tan mediocres, que no han sido capaces de ilusionar al electorado. Veremos también a quién lanzan ahora al ruedo. Como vengan con Lisavetzky, tenemos el fracaso garantizado. He dicho en algún post que este señor no es mucho más esclarecido que la señora a la que se ha de enfrentar en cada pleno, aunque él crea lo contrario. Una de mis exageraciones, por supuesto. Pero mis exageraciones parten siempre de percepciones reales. El otro candidato, Carmona, me da mejor feeling, aunque sólo lo conozco de tertuliano televisivo.

En cuanto a la Izquierda Desunida, a nivel local es una jaula de grillos infumable, a la que nunca perdonaré que haya provocado la salida de sus filas de Inés Sabanés, persona válida y brillante, ahora en las filas de Equo. Si esta serie de grupúsculos se unieran con Podemos y otros, constituirían una alternativa real de poder y arrastrarían muchos votos. En caso contrario, la abstención se extenderá entre las filas de la izquierda y volverán a ganar los de siempre, porque sus votantes no se abstienen nunca. Y además, esta vez tienen la opción B, la de apoyarse en los upeydeiros, que están deseando tocar pelo y pillar poder. En último caso, un gobierno de coalición sería mejor para la ciudad que una nueva mayoría absoluta. En fin, de lo que vaya saliendo hablaremos en este foro, con la discreción debida.

La ciudad está este año despoblada, como en los mejores agostos de la era de las vacas gordas. ¿Será que nos estamos recuperando de verdad, como dice Rajoy? Lo cierto es que yo no veo esa recuperación. Lo que veo es que las condiciones laborales, el tipo de contratos y las facilidades para el despido han empeorado hasta niveles impensables. Tal vez se ha empezado ya a crear empleo, pero es un empleo mayoritariamente de baja calidad, en unas condiciones de temporalidad y precariedad que impiden el repunte del consumo. Nunca es malo que se cree empleo, pero tenemos un largo camino hasta que se empiece a crear empleo de calidad y eso permita a la gente joven prosperar, a los universitarios quedarse, a las parejas plantearse tener algún hijo. Alguien pronosticó que la crisis duraría diez años y sólo llevamos siete.

Esta mañana he salido temprano a correr por el Retiro. Llevaba más de seis meses sin entrenar, debido a unas molestias en la espalda que no se me han quitado del todo con el descanso. Veremos también aquí por dónde evoluciona la situación. Puntualmente les iré dando noticia de lo que se vaya suscitando. En estos primeros quince días de agosto, el número de visitas al blog ha caído en picado, por falta de nuevos posts y porque les imagino a muchos de ustedes panza arriba en la playa. Bueno, yo seguiré cargando mis textos mientras se me sigan ocurriendo cosas. Ustedes hagan lo que quieran. Pero manteniendo el ánimo. Que nadie pueda decirles que están extinguíos de antemano. Vienen tiempos prodigiosos. No hay que perdérselos.