viernes, 27 de noviembre de 2015

452. ¿Amy o Joss?

Salgo de una semana atareada en la que he tenido no pocos saraos y puñetas, incluyendo una doble sesión de mi taller de conversación inglesa, martes y miércoles, para compensar la falta de la semana pasada. El miércoles, última sesión de noviembre, tenía que llevar una presentación escrita, para leerla en unos diez minutos. El mes anterior no la hice y, si llego a fallar también éste, se podría pensar que me estoy tomando el curso a coña, algo injusto con el bueno de Ed que se esfuerza y se implica un montón con nosotros para que no nos acomodemos. Lo cierto es que voy notando una mejoría clara en mi comprensión del inglés que hablan los demás (para hablar yo, no tengo mayores problemas, mi dificultad es para entender a los otros lo suficiente como para mantener una conversación no superficial). El miércoles quedé a comer con los hermanos y la familia que me va quedando, en un restaurante indio. Acabamos a las tantas y, entre los vapores del tikka masala, tuve que ponerme a escribir mi presentación en inglés.

Había pensado contar algo sobre la M-30 y Madrid Río, pero al final cambié de idea y escribí un texto titulado My new glasses. Allí reproduje lo que ya les he contado. Que, al contrario de todo el mundo, he empezado a ver mal de lejos. Que mis amigos médicos sostienen que eso es porque era miope. Que suelo responderles que miope sería su padre. Que un oculista me dijo que lo que me estaba sucediendo se debía a un principio de cataratas. Que con mis nuevas gafas veo como Dios. Que, debido a mi marginación en el ámbito laboral, me sentía cada vez más invisible. Que eso me había empezado a pasar también en la calle. Que pensaba que nadie me miraba y me estaba convirtiendo en el increíble hombre menguante. Que ahora, con las gafas, tengo la sensación opuesta: que me mira todo el mundo, pero desde más atrás. Que incluso me miran las chicas guapas y eso me tiene muy contento (así terminaba mi presentación, aplausos, etc., ya saben que soy el único gallo del corral, aparte de Ed).

Ayer jueves tuve una comida de despedida de un compañero que se jubila. Me había pedido que dijera unas palabras al final, cosa de cinco minutos o así. Yo le dije que, si lo que quería era alguien para hablar cinco minutos, que mejor se buscaba a otro. Que yo soy un monologuista acreditado que estuve a punto de debutar en el Club de la Comedia y que con cinco minutos no tenía ni para empezar. Finalmente me dijo que hiciera lo que me diera la gana. Mi performance duró más de media hora, pero me dicen que no se les hizo larga. La megafonía era regular y los de la última mesa no me oyeron, pero el resto se rió bastante. Hoy estaba un poco cansado por el esfuerzo, pero aun así he salido a correr esta tarde. Olvidado, más o menos, el constipado, el lunes volví a salir a correr y el martes cumplí con la natación, antes de mi primera sesión de inglés.

Aparte de todo eso, como ya les he dicho en alguna ocasión, tengo una serie de seguidores del blog que nunca entran a hacer comentarios por escrito, sino que me los dicen en directo, cuando me encuentro con ellos. Uno de estos me dijo el otro día que no entendía mi emoción con lo del himno gallego cantado a coro por treinta mil voces, sobre todo en un tipo tan escéptico y antinacionalista como yo. Me parece que este elemento no ha entendido nada. Así que sólo me queda ponerle el vídeo. El que no se emocione con esto es que no tiene corazón. Les recuerdo que no es una cosa especialmente preparada, la prueba es que los futbolistas siguen a lo suyo, que no se ponen firmes ni nada. Que encima estaba lloviendo a cántaros. Y que fue arrancar el himno y sumarse al cántico todos los seguidores del Depor y del Celta al unísono. Bien, AQUÍ tienen el link a la página del club. Luego tienen que ponerlo en pantalla completa y subirle el volumen.

Ahora no me digan que no es emocionante. Bien, vamos con el asunto del título. Otro de estos seguidores que me abordan a espaldas de la tribuna, me pregunta que quién me gusta más, Amy Winehouse o Joss Stone. Joder con la pregunta. Este espabilao se creía que me iba a poner en un brete del estilo a quién quieres más a papá o a mamá. Pero la cuestión es improcedente. La diferencia de talla artística entre ambas es abismal. Joss Stone es una chica que canta muy bien y es muy guapa. Que yo sepa, no compone. Empezó a cantar soul con 15 años, algo que hace con bastante arte. Es tan guapa que también trabaja de modelo y actriz (Juego de Tronos). Es alguien a quien la vida mima, a quien el entorno ha cuidado y ella también se cuida. Es vegana y abstemia.

Abajo les hablo de su contrafigura Amy, pero este post ha de seguir ya por la senda del rock y nada mejor que escuchar a esta chica. No sé si se han dado cuenta, pero en este blog, con más de 450 entradas, nunca se ha repetido un vídeo. Les pongo dos temas de Joss Stone. En este primero se puede observar su deriva hacia el rap-funk, de acuerdo con las modas. Para verlo han de pinchar AQUÍ. El segundo es muy curioso, porque sigue la última tendencia del mundo del porno: la cámara subjetiva portada por el varón y la chica dedicándole todo el tiempo su atención, sus miraditas y sus gestos cómplices. Por esas extrañas cosas del youtube, estas canciones se las tengo que poner mediante enlaces. Pinchen AQUÍ MISMO. Espero que la vean bien. La chica no puede ser más guapa y más sugerente.

Y qué decir de Amy Winehouse. Pues que fue el último gran genio de la música, desperdiciado por un final prematuro al que le condujo un destino trágico, que la iba poco a poco acercando a ese final anunciado, del que ella era plenamente consciente, lo que le daba una mayor complejidad y hondura a su música. Ahora que la conozco mejor, soy un fan declarado de esta mujer que usaba su voz como un instrumento, que hacía jazz con una naturalidad pasmosa, que componía canciones hermosas, que era tan generosa con los demás como desconsiderada con ella misma, que se dio a la mala vida por unos amores contrariados, que bebía y fumaba como un carretero y se metía al cuerpo las sustancias más peligrosas. En anteriores posts hemos escuchado varias de sus composiciones más afamadas, así como algunas interpretaciones semi-improvisadas en directo, realmente bellas y sorprendentes.

Hoy nos vamos a centrar en otra de sus facetas: las versiones. Unas versiones que muchas veces mejoraban la original, como esta primera. El autor de la misma era un tipo cenizo que se quejaba todo el rato de que su chica no le hace caso, con un tono llorón y lacrimógeno. Amy interpreta en directo esta canción, que dedica a su marido, seguramente entre el público, y la convierte en un lamento, en una exigencia, en una reivindicación de la atención del amante distraído. La versión es de una hondura casi dolorosa, hasta el punto que el público hay un momento en que no puede más y chilla admirado. Yo la escucho una y otra vez y no deja de ponerme los pelos de punta. Disfrútenla.


Bueno, qué cosa más extraordinaria. Para desengrasar les voy a poner dos aproximaciones de Amy al mundo del ska, porque otra característica de esta mujer era su curiosidad por otras músicas y la adaptación de su vozarrón a todos los registros. Si unimos a ello sus ganas de divertirse y el buen rollo que tenía con grupos como los Specials, pues el resultado eran versiones como estas. Aunque no lo parezca, es Winehouse disfrutando como una enana. 


¿Ya se han puesto a bailar? Pues la que viene ahora tampoco es manca para eso. También se la tengo que poner en forma de link. El youtube está hoy traviesillo, qué le vamos hacer. Hala, a pinchar: JUSTO AQUÍ.

Y para cambiar el paladar después de tanto cachondeo, volvemos a la hondura. Les dejo con la versión que hizo Amy del Will you still love me tomorrow. Haciendo gala de su cultura rockera, Amy rescata esta canción intrascendente de las Shirelles (1960) y la convierte en un verdadero himno a la mujer enamorada, que expresa la duda que le induce su amante casquivano. Su temática de siempre. Esta canción se utilizó en la película Bridget Jones II Sobreviviré. Les dejo con ella. Si todavía no tienen clara la respuesta a la pregunta del título de este post, pues háganselo mirar. Buen finde.



lunes, 23 de noviembre de 2015

451. Una semana ciertamente atípica

Me refiero a la que acaba de terminar, culminada con la victoria del Dépor en O noso derby. El Depor jugó mejor, no dejó al Celta hacer su fútbol y demostró una vez más que es capaz de competir con equipos mejores que él (el Celta lo es, a día de hoy) y hasta de ganarles, si tiene un poco de suerte. Todavía nos queda jugar con el Barça y con el Madrís, y ya veremos hasta dónde llegamos, porque yo ya tengo claro que este año no vamos a pasar apuros para mantenernos. El partido dejó una imagen emocionante: las dos aficiones cantando juntas el himno gallego. Impresionante escuchar a 30.000 personas coreando eso de fogar de Breogán, DE-BRE-O-GAN. Ya ven, soy gallego y me conmueven las señas de identidad de mi tierra (el himno y la bandera, las que menos). Sin embargo, sería el primero en denunciar la superchería, si un día aparecieran unos tipos instrumentalizando todo eso, superponiéndole un absurdo odio a lo español y a lo extranjero y llevándonos a donde no queremos ir, sólo para construirse su propio chiringuito y robar a la gente con más comodidad.

Semana atípica, digo. Lo cierto es que me traje de la Siberia extremeña un constipado de los grandes, algo que pocos inviernos me pilla. Al menos hasta ahora. Yo creo que fue el frío que pasé durmiendo en la antigua Casa-Cuartel de la Guardia Civil de Zarza Capilla. El caso es que el catarro me impidió hacer deporte, incluso nadar, pero no desaproveché el tiempo, como verán. Mis actividades me impidieron también asistir al taller de conversación inglesa. Aunque, por supuesto, acudí todos los días a mi puesto en el Ayuntamiento. Tendría yo que estar medio agonizante para no ir al trabajo. Ya ni recuerdo el último día que falté por cuestiones médicas. El lunes estaba con la cabeza y la nariz bien cargadas. Aprovechando que no estaba para correr, me metí en la cama por la tarde a sudar, bien envuelto en mantas. Con eso y un Espidifén conseguí despejarme un poco. El martes acudí a mi club de lectura, en donde analizamos libros siempre interesantes, lo que pasa es que yo sólo recomiendo en mi blog los que me impresionan y me parecen redondos, y no es el caso de este.

El miércoles empezó lo bueno. Aunque el constipado me iba bajando a la garganta, salí por la mañana bien abrigado y con bufanda, y me constituí a las 9.15 en Madrid Río, justo debajo de la gran bandera europea que adorna la glorieta de San Vicente, junto a la antigua Estación del Norte, hoy dedicada a usos más diversificados. Había quedado allí con mi amigo Pedro Fernández, profesor de la Escuela de Caminos, al frente de un curso Athens de postgrado, formado por 25 arquitectos y titulados de otras carreras relacionadas con el urbanismo, que están en estos momentos haciendo diferentes masters en universidades de toda Europa. El programa Athens es algo similar al Erasmus, pero consistente en cursos de una sola semana, que aportan créditos a los estudiantes. La red europea Athens está formada por 16 universidades técnicas de diferentes ciudades, una por país. En España, la representación en esa red la ostenta la Politécnica de Madrid. Dos veces al año, se ofertan cursos de una semana a los estudiantes de estas 16 universidades.

Mi amigo Pedro suele organizar uno de esos cursos exprés y hace años que cuenta conmigo, a veces para una conferencia, a veces para una visita al río y en ocasiones para las dos cosas. La gente que viene a estos cursos no se conocen de nada, pero se pasan aquí una semana de puta madre, con un apretado programa de actividades lectivas hasta las 7 de la tarde y el resto del día para irse por ahí de marcha. Mi actividad del miércoles consistió en bajar caminando por el parque del río, con sucesivas paradas para explicaciones sobre el proyecto, hasta el negocio de alquiler de bicicletas Eco-Moving Sport, que regenta mi también amigo Luis. Allí nos subimos a las 27 bicicletas que nos tenían reservadas y recorrimos el parque hasta sus últimos rincones. Para estas visitas sin conferencia previa tengo unas imágenes de mis presentaciones en láminas montadas sobre cartón pluma, que me preparé yo mismo en los años de ostracismo. Quiero decir que tuve que comprarme el cartón pluma, el papel y hasta el pegamento. Eso sí: usé la impresora de mi ofi.

Devolvimos las bicis a las 12.15 y continuamos andando, calle Segovia arriba, hasta llegar a la plaza de Cabestreros, en el castizo barrio de Lavapiés. Allí nos habían preparado una mesa para todos, en la terraza al aire libre del restaurante senegalés Baobab. Ya saben que los europeos suelen comer en torno a la una. El Baobab es un lugar auténtico, o enxebre, que decimos los gallegos. África en estado puro. Los camareros, del color de la antracita, son muy amables. Se puede comer con cerveza y otros refrescos occidentales, pero lo mejor es acompañarse de cualquiera de los zumos sin alcohol típicos de Senegal: el bisap (elaborado con flores de hibiscus, delicioso), el buy (hecho con el fruto del baobab, más duro de pelar, pero también curioso) y un tercero de jengibre que no probé. El menú se reduce prácticamente a las diferentes versiones del arroz senegalés (foto de arriba): de pescado, de carne y verduras, o sólo de verduras, y al mafe (foto de abajo), el plato nacional del Senegal. El mafe tiene un aspecto parecido al curry, con el arroz blanco y medio molido (como gusta a los africanos), en plato aparte. Está elaborado con carne de buey (como musulmanes, no comen cerdo) y una salsa de cacahuete ligeramente picante que está muy buena. 


Y aquí la foto que me hice con los que más conectaron conmigo. Pedro es el de la derecha. El chino se llama Bo, es de la ciudad de Lanzhou, construida en el punto en que el Río Amarillo recibe las aguas limpias de un gran afluente, y ha salido por primera vez de China para hacer su máster en Delft (Holanda). Allí comparte curso con la chica guapa del abrigo gris que sonríe a mi lado y que es lituana. Los de la izquierda son un húngaro y una italiana cuyos nombres he olvidado. Después de comer con ellos me fui a descansar un rato, porque por la noche tenía un sarao diferente: una cata de catorce quesos artesanales de Cantabria, en el restaurante Lhardy, con vinos de Fernández Lacuesta y un vermú buenísimo de la misma marca. La cosa empezaba a las 8 de la tarde y terminamos cerca de las 12, porque el tipo que dirigía la cata se tiraba mucho el rollo con maridajes, texturas, matices olfativos y recomendaciones sobre cómo beber el vino. Lo cierto es que los quesos estaban extraordinarios, desde los más suaves del principio hasta los fuertes del final. Y los de Lhardy nos obsequiaron con su estupendo suflé, para cerrar.

Mi constipado seguía su curso. Con los recorridos en bici y caminatas matutinas, mejoró notablemente. En la terraza del Baobab volví a coger frío. Y por la noche acabé con una ronquera importante. El jueves por la mañana no podía ni hablar. Estaba como el de yo tenía un chorro de voz, yo era el amo del falsete. El problema es que tenía citados a primera hora a cinco indonesios de una agencia estatal que se dedica a financiar y construir infraestructuras por todo el país, a los que tenía que hablar durante una hora, tarea para la que no me podía sustituir nadie. Menos mal que no vinieron, plantón del que aun no he recibido ninguna explicación. Tal vez se acojonaron con los atentados de París y suspendieron el viaje. Escribiré a mi contacto con ellos (un tipo de una agencia radicada en Nueva Zelanda) a ver qué me cuenta. Pero el jueves por la tarde tenía más actividades programadas. La primera, recoger mis nuevas gafas de lejos, en la óptica dónde las había encargado. Tuve que entenderme con el optometrista por señas.

Tengo que decirlo ya: esto de las gafas es algo sensacional. Es la hostia. Es la repera. ¡Cómo veo! El óptico me explicó que, como la vista se va perdiendo poco a poco, uno se acostumbra a ello y no es consciente de lo mal que ve. Y, cuando te pones gafas, descubres un mundo nuevo. Les diré que salí de la óptica con ellas puestas (mis primeras gafas). Y que podía leer todos los letreros de las calles. Y las matrículas de los coches. Y veía las caras de la gente. Esto es lo más asombroso. Yo estaba convencido de que por la calle pasaba desapercibido, como parte del síndrome de invisibilidad que había contraído en el trabajo, a fuerza de ser ignorado y marginado. Y resulta que lo que pasaba era que, cuando yo alcanzaba a distinguir bien los rasgos de las personas que se cruzaban en mi camino, ellas ya me habían mirado y habían apartado la vista de mí. Ahora me he dado cuenta de que, no sólo no paso desapercibido, sino que me mira mucha gente. Desde más lejos, pero me miran. Incluso muchas señoritas y señoras de buen ver. En esto también estoy resucitando.

Con mis gafas nuevas acudí al acto de presentación de un libro sobre Labordeta, elaborado con los pequeños textos de 88 de sus amigos. Era en el auditorio de Comisiones Obreras de la calle Lope de Vega, parte del edificio que un día albergó los sindicatos verticales de Franco. Presentaba el libro la periodista Pepa Bueno, escoltada por Rubalcaba, Miguel Ríos, Pilar Bardem y otros famosos. Fue un acto muy emotivo y entrañable, en torno a una figura muy querida. Una cantante aragonesa revivió varias de las canciones del maestro y todos a coro cerramos el acto con su Canto a la Libertad. Bueno, todos menos yo, que no tenía voz. Con mi nueva visión pude percibir hasta el último de los granos en la cara de Miguel Ríos, la calidad y textura del pelo blanco de Luis Pastor y las lágrimas que caían por las mejillas de Pilar Bardem, en situación de gran fragilidad física y anímica. Me compré el libro, por supuesto, y me fui a descansar. El viernes conduje por primera vez con gafas hasta el trabajo y ¡qué maravilla!  Veía todos los letreros: Parque del Retiro, Calle Menéndez Pelayo, Plaza de las Ventas, M-30 todas direcciones. No se imaginan qué cambio.

Así que les deseo a todos que empiecen esta semana con ánimos renovados. Ya se ha acabado el veranillo de San Martín y hace un frío que pela. Por mi parte, he superado la fase no veo ni hostia, y también la de yo tenía un chorro de voz. Aquí me tienen, listo para comerme el mundo.

viernes, 20 de noviembre de 2015

450. Huele a mierda en Barcelona

Supongo que ya lo han leído. Desde hace dos días, la muy noble y (por ahora) ilustre Ciudad Condal se ha visto envuelta en un desagradable olor, de origen misterioso, pero de caracterización olfativa inequívoca: huele a caca. La gente empezó a notarlo en las ramblas y actuó de forma previsible. Primero levantaron los pies para revisar las suelas de los zapatos, pensando que habían pisado alguna merda de gos. Después miraron con indignación a los demás paseantes pensando que algú s’ha cagat. Y por fin han comprendido que la cosa estaba en el aire que respiraban. Entonces han empezado a echar humo las redes sociales, en donde el más tremending de los topics en Twitter ha sido precisamente #pudordemerda. Se dijo que todo se debía a que estaban abonando en la zona del Baix Llobregat, pero esta comarca agrícola está a muchos kilómetros de la ciudad, no hay viento en estos días de anticicló y las autoridades agrícolas ya lo han desmentido.

¿Y si no es del abono, de qué será, tú, aquesta pudor? Pues circulan diferentes versiones. Por ejemplo, hay quien piensa que el Govern en funciones del señor Mas ha querido celebrar el Día Mundial del Retrete y se le ha pasado la mano. ¡Ah! ¿Qué no se han enterat de que ayer era el Día Mundial del Retrete? Desde luego, yo no sé en que mundo viven. Ayer, 19 de noviembre, se celebró en todos los países esta importante iniciativa de la ONU, completada con el lema: “Ni un solo niño cagando al raso”. Si se creen que estoy de coña, pues AQUÍ tienen el link a la Web correspondiente y ACÁ el cartel con que se publicitó este importante evento en México. Como ven, 2.500 millones de personas carecen de un lugar digno para cagar y han de hacerlo por el campo adelante. Cuando yo era niño esto era algo habitual, uno se salía por ahí a unas leiras, hacía su mandado y luego se limpiaba con una piedra o con unas hojas de parra. En ningún momento teníamos la menor mala conciencia; no pensábamos que estuviéramos contribuyendo a la muerte de millones de niños.

Pero volvamos al pestazo de Barcelona. Otras teorías sostienen que la cosa se debe a la mala gestión municipal de la señora Colau, que tiene bastante disgustados a buena parte de sus propios votantes. Tal vez ha rebajado la dotación para el mantenimiento de las depuradoras, tan necesitada como está de cash para algunas de sus ocurrencias más recientes. Otros creen que la cosa viene de la cagalera que les está entrando a los convergentes, ahora desunidos de Unió, al ver que los antisistema de las CUP no parecen muy proclives a apoyar la investidura del señor Mas, número cuatro de su lista que, por el momento, parece que se acerca más al concepto Junts Pel Ridicul. Es una cagalera infundada: yo no tengo ninguna duda de que, al final, se pondrán de acuerdo todos para forzar la legalidad a su conveniencia.

De todas formas, sorprende la resistencia a adoptar la que, para mí, sería la más sencilla y eficaz de las soluciones: que el señor Mas diera un paso al costado, que nombraran a Raül (o Rail) Romeva, que pasaría así de su actual papel de tonto-útil al de listillo que tenía su as bien guardado en la manga. Eso contentaría a todos los secesionistas, que podrían caminar otra vez junts, en amor y compaña. El señor Mas quedaría como un héroe, que condujo a sus huestes hasta la misma puerta de su sueño y luego se hizo a un lado en un gesto de generosidad. Un gesto que encumbraría su figura hasta el infinito y más allá y, además, le permitiría seguir controlando el cotarro desde la sombra. Pero el señor Mas no hace eso. No, señor. Por el contrario, se resiste a contemplar toda salida que no lo tenga a él de presidente, humillándose para halagar a las CUP, hasta extremos esperpénticos, como los que anticipaba la famosa imagen de El Jueves, en la que aparecía con rastas y fumándose un canuto gigante. ¿Por qué esa cerrazón? Pues he encontrado la solución a esta pregunta y les prevengo que es algo ciertamente extraordinario. Veamos.

Desde que empecé a hablar del nacionalismo en este blog, hace más de tres años, me guiaba un solo objetivo: dejar claro que se trata de una corriente ideológica retrógrada, arcaica, reaccionaria y casposa, que va contra cualquier concepto de izquierda o de progreso, que va contra la Historia y hasta contra el sentido común. Y que además tiene un poder destructivo especialmente virulento sobre cualquier partido de izquierdas que no tenga claro ese carácter. Cuando un partido de izquierdas tiene dudas al respecto, el nacionalismo se lo acaba comiendo. Vean los resultados de Podemos en Cataluña. Decidieron no pronunciarse sobre la cuestión fundamental, y camuflarse en una plataforma que no se mojaba a favor ni en contra de la secesión (Catalunya si qu’es pot). Resultado: Catalunya si que es put. Con perdón.

Ahora creo que ese tema lo tiene claro todo el mundo. Por eso yo rebusco cada día en la red en busca de críticas al sainete que está sucediendo en esa tierra, formuladas desde contextos ideológicos progresistas y, a ser posible, locales, de los propios catalanes. Y he encontrado un filón en el semanario El Triangle. Este medio, que tiene una edición digital y otra en papel que se distribuye por toda Cataluña, fue fundado en 1990, como semanario satírico en la línea de El Jueves y contó en sus inicios con colaboraciones como la del genial Perich. Después se volvió más serio y se dedicó a la investigación periodística. Atención: El Triangle se autodefine como semanario catalanista, ecologista y de izquierdas y está escrito en catalán, aunque la versión digital puede pasarse fácilmente al castellano.

Es decir, que no estamos ante un medio que pudiera ser sospechoso de españolista. Ni siquiera incluye la palabra independiente en su definición. Muy bien, pues hace unos días este periódico se descolgó con el artículo cuyo link les voy a poner abajo. Su autor es nada menos que Jaume Reixach, el director y fundador del semanario, es decir, que se trata de un texto con valor de Editorial de este medio. Les pido encarecidamente que lo lean con mucha atención, porque aquí está la clave de todo. Este señor profundiza y aumenta lo que yo venía proclamando basándome en una simple intuición: que todo esto de la secesión es una huida hacia delante del clan Pujol-Mas, para poder disponer de una Hacienda y una Justicia catalanas que les dejen irse de rositas en relación con el gran conglomerado mafioso que han construido en las últimas décadas. Léanlo, por favor. Creo que es lo más impactante que he publicado en este blog en tres años. Sólo tienen que pinchar AAAAAQUÍÍÍÍÍ.

Bueno. Respiren hondo. Ufffff. ¿Han leído lo mismo que yo? El caso más grande de corrupción en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. El FBI y la CIA investigando a estos señores. La secesión como única salida del atolladero. Y todo esto lo escribe un señor que vive en Cataluña y que publica semejante texto con una foto propia a la izquierda. Y que reparte en Cataluña 10.000 ejemplares de su revista, que sólo se vende allí. Una bomba. Esto lo explica todo: las prisas, el nerviosismo, la falta de mesura, la ausencia de sentido del ridículo, la falta de ética y de estética, porque ni siquiera tienen tiempo de camuflar sus argucias para que parezcan otra cosa. No se qué piensan ustedes después de leer este artículo. A mí sólo se me ocurre decir: axó es fort. Molt fort. Además, esto explicaría el futuro al que estos facinerosos quieren condenar a su pueblo, fingiendo que lo liberan del yugo español: la única posibilidad de supervivencia económica de una Catalonia independiente en el mundo actual, sería como paraíso fiscal. Como Suiza, Luxemburgo, Andorra o Liechtenstein. Es decir, serían el albañal donde se lavaría el dinero negro de toda Europa. La cloaca de Occidente. Por eso ha empezado a oler tan mal.

Que pasen ustedes un fin de semana a la altura de sus expectativas. Sean felices. Las cosas acaban por aclararse siempre.