Hace ya un tiempo que varios de mis lectores me reclaman que me moje, que me pronuncie de una vez en relación con las inminentes Elecciones Generales y deje ya de hablar todo el rato de lo majo que soy con mi yoga, mis cervezas en el Ricla y mis conciertos de rock. Vale, me doy por enterado, pero permítanme que antes de entrar en harina les muestre una foto que me saqué en casa ayer, antes de salir a la calle de esa guisa maqueado, para acudir a mi clase de yoga de recuperación del lunes perdido por la luna llena. Me consta que a mi gato le gusta bastante esa imagen un poco canalla, pero siempre colega y optimista. Una imagen vale más que mil palabras, uno es lo que parece y es bueno que sepan ustedes con quién se están jugando los cuartos y juzguen mis opiniones en consonancia.
Sentado esto, vayamos al grano. Tengo que empezar por contarles la historia de la autocanasta, que seguramente ustedes desconocen, porque su aparición fulgurante tuvo lugar nada menos que en enero de 1962, hace más de 60 años. El inventor del concepto fue el gran Pedro Ferrándiz, uno de los mejores entrenadores de baloncesto de la historia, un genio según todos los que le trataron y por aquel entonces al mando del Real Madrid, al que dirigió en unos años gloriosos en los que conquistó, entre otros trofeos, cuatro Copas de Europa. Era precisamente una eliminatoria europea a doble partido la que se estaba jugando ese día en Varese (Italia), frente al Ignis, el peleón equipo local. El Madrid cobró una ventaja amplia en los primeros cuartos, pero luego empezó a desfondarse. Varios de sus jugadores se lesionaron o fueron eliminados por cinco faltas personales y el equipo llegó a los compases finales literalmente exhausto, con los de Varese acercándose cada vez más en el tanteo.
En un momento dado, el Ignis logró igualar el marcador. El reloj indicaba que quedaban sólo dos segundos y Ferrandiz pidió tiempo muerto. Ese empate llevaría el partido a una prórroga en la que al Madrid previsiblemente lo arrasarían, porque el contrario estaba mucho más entero y traía el subidón psicológico de la remontada. Y ahí viene la genialidad de Pedro Ferrándiz. Sacaba el Madrid para jugar los dos segundos que faltaban, sin tiempo para intentar llegar al aro contrario y anotar. Ferrándiz sacó a un suplente para perpetrar la travesura, un tipo gris que se llamaba Lorenzo Alocén. Un compañero sacó, le pasó la pelota y Alocén encestó en su propia canasta. La artimaña se había urdido sobre la marcha durante el tiempo muerto, hasta el punto que el mítico Emiliano confesó años después que él estaba preparado al otro lado para palmear en caso de que Alocén, que era un manta, se pusiera nervioso y fallara el tiro.
También estaba preparado el numerito de que todos los compañeros se echaran encima de Alocén regañándole ostensiblemente, como diciéndole: ꟷPero ¿tú estás loco o qué? mientras el autor de la superchería se echaba las manos a la cabeza desolado. Todo esto era un show perfectamente coreografiado para hacer pensar a los árbitros que no era algo preparado. Porque unos árbitros puñeteros podrían pitarle falta técnica a Alocén, anular la canasta y mandar el partido a la prórroga. Pero, después de consultar entre ellos, decidieron dar por válida la jugada. El Ignis ganó el partido de ida por dos puntos y luego perdió de 18 la vuelta, que se jugaría en Madrid dos semanas más tarde. El Madrid pasó de ronda y los italianos pusieron el grito en el cielo. Pero la FIBA hubo de reconocer que en el reglamento internacional del baloncesto no estaba contemplada sanción alguna por meterse una autocanasta.
La cosa trajo mucha cola y la
federación se apresuró a cambiar el reglamento internacional del basket,
estableciendo que el equipo que se autoinfligiera una canasta en su propio aro,
sería multado con 1.000 dólares y excluido de todas las competiciones durante
dos años. Así que nunca más volvió a producirse una autocanasta, lo que todavía
engrandece más la figura y la leyenda de Pedro Ferrándiz, un tipo capaz de
urdir un truco tan maquiavélico como el que les he relatado. Y ahora viene la
pregunta del millón: ¿qué tiene esto que ver con el tema de las Elecciones
Generales, del que más arriba acabo de prometer ocuparme por petición de unos
cuantos de mis seguidores más fieles? Pues lo van a ver enseguida. Porque
durante esta campaña y precampaña, hemos asistido por lo menos a dos
autocanastas.
La primera hemos de atribuírsela a
Pedro Sánchez. Después de la debacle de la izquierda en las Locales (mucho más grave de lo que los peores augurios anunciaban), Sánchez se dio prisa en convocar las
Generales, en algo que yo entendí y justifiqué como un calentón: vale, si esto
es lo que quiere la gente, si el personal es tan burro que se traga lo del
sanchismo, el Falcon y mi intención de romper España, pues votemos ya de una
vez y que el pueblo diga ya lo que quiere y me dejen en paz. Pasados los días, he llegado a la
conclusión de que la cosa no vino de un calentón. En estas elecciones es mucho
lo que nos estamos jugando (en mi opinión la decisión entre seguir adelante en
el camino del progreso, la integración europea y el cuidado social y
medioambiental, o por el contrario iniciar el camino hacia atrás, hacia el
franquismo más rancio y desfasado). Es mucho lo que nos jugamos y aquí nadie da
puntada sin hilo. El adelanto electoral no fue un calentón sino una
autocanasta.
Tras los desastrosos resultados de las Locales, es creíble que el presidente se reuniera con sus asesores. Estos
manejan datos reales y prospectivos y seguramente pronosticaron que, de aquí a diciembre
(fecha normal en que se hubieran celebrado las elecciones), el deterioro de la imagen
del Gobierno iba a seguir en aumento y la diferencia del PP frente al PSOE
ampliándose cada vez más. Por eso el adelanto. Sánchez es un narciso y confía
muchísimo en su capacidad de seducción cuando baja a la arena, como ha hecho
estos días con un maratón de entrevistas de todos los tipos. Con ese tirón,
cimentado en su autoconfianza, tiene la posibilidad de recuperar la diferencia
que le saca ahora el PP, nunca la que le sacaría en diciembre. Es decir, se ha
metido una autocanasta para evitar la dolorosa prórroga que le quedaba hasta
final de año y en este momento parece que hay partido. Es una jugada muy
arriesgada, pero no duden de que a Sánchez le pone eso de ir por el filo (como
le gustaba a Gallardón). Y tampoco olviden que Sánchez es jugador de baloncesto y
forofo de ese deporte: seguro que conocía la historia que les he contado.
La cosa viene también inducida por el
hecho constatable de que Sumar no acaba de acercarse a los niveles que muchos
esperábamos. La guerra fratricida con Podemos, la tesitura de vetar a Irene
Montero (una persona que ahora mismo no suma, sino que resta, como Echenique),
le ha hecho a Yolanda dejarse muchos pelos en la gatera. Sumar, como Vox, están
relegados al papel de comparsas y lo que aquí finalmente se ventila es una pelea
de gallos entre los dos históricos del bipartidismo. El PSOE considera crucial
que Sánchez saque más votos que Feijoo. Y en eso está ahora su empeño
principal. Y Feijoo, que tampoco da puntada sin hilo, se ha dado cuenta de esa estrategia y se ha puesto manos a
la obra. Y eso nos lleva a la segunda autocanasta. Porque el programa que
publicó anteayer Vox no tiene pies ni cabeza. Pone en cuestión el Estado de las
Autonomías, el aborto y hasta el divorcio. Por un descuido se les ha olvidado
prometer que se podrá volver a fumar en los bares.
Un programa como ese les va a hacer
perder muchos votantes entre la gente de buena fe de la derecha que les ha
votado en los últimos tiempos. ¿Y a dónde irán a parar esos votos? Sí señor,
han acertado: al PP. ¿Lo van pillando? La publicación de ese programa en este
momento (más la lona de Atocha y otras animaladas) tiene por objeto generar un
miedo que induzca un trasvase de votos de Vox al PP. Un trasvase de vuelta,
porque no olviden que Vox surge como una escisión del PP, promovida por gente descontenta
con el excesivo centrismo del señor Rajoy. Esto es otra autocanasta, pero en
este caso huele a kilómetros a una estrategia pactada entre ambos grupos. No es
muy difícil imaginar que Feijoo y Abascal se han reunido en secreto y pactado
una hoja de ruta conjunta. Mira, Santiago, tú sabes que puedes contar conmigo, que venimos
de la misma raíz, has visto que no te he puesto obstáculos a entrar en los
gobiernos regionales. Así que ahora, me vas a devolver el favor, vas a sacar a
la luz un programa de máximos que asuste a tus electores y me permita a mí recuperar parte de los votos travasados a tu grupo, para quedar el primero; eso es básico. Una vez que yo sea el ganador, tú y yo nos
vamos a entender.
¿Cabe imaginar una estrategia
semejante en la izquierda? Yo creo que no. Para empezar, los dos grupos de esta
tendencia no vienen de la misma raíz, de hecho socialistas y comunistas llevan
décadas a la greña, casi desde sus respectivas fundaciones. Y, en este caso,
Yolanda se está diluyendo sola, por culpa del boicoteo de muchos de los suyos
que se están vengando del ninguneo a Podemos condenándola a jugar un papel
similar al de siempre de Izquierda Unida (en torno a un 10/11% de los votos).
En los medios de la izquierda hay una tendencia a pedir el voto a Sánchez como forma de
voto útil; no es casualidad que a mí me haya llegado ese mensaje al menos por
cuatro o cinco vías, de personas que no se conocen entre sí. A la vista de eso,
la cosa queda reducida a una contienda Sánchez-Feijoo. Todo a cara o cruz. Young Sánchez contra Mano-de-Piedra Feijoo. Sánchez se sabe
guapo y atractivo, por eso propuso cuatro o cinco debates, uno por semana.
Pero Feijoo sabe que, en ese tipo de ring, tiene
todas las de perder: es feo, pueblerino, metepatas y poco ágil en las
distancias cortas. Pero no lo subestimen: es muy listo y posee esa astucia de
los gallegos de pueblo que tan bien usaba Rajoy (por no hablar de Franco). Para
empezar, sólo ha aceptado un cara a cara, el de esta noche, a pesar del
desgaste de imagen que supone el que la gente piense que no quiere mostrarse mucho por miedo a que Sánchez se lo coma. Es significativo que Feijoo haya
propuesto un solo debate y jugando en casa (Atresmedia). Y supongo que saben
que el PSOE, después de aceptar el reto, ha exigido que se prohíban los
pinganillos, porque están convencidos de que Feijoo es incapaz de memorizar
todos los datos estadísticos y económicos con los que podría rebatir la
avalancha de cifras con que le va a atacar Sánchez, que es un memorión y lo tiene todo en la cabeza.
Lo de los pinganillos dicen las malas
lenguas que lo usa con frecuencia la señora Ayuso, debajo de esa melenita tan coqueta que
suele peinar, porque en ocasiones no tiene ni idea de lo que se está hablando y
tienen que soplárselo subrepticiamente. La cosa es tan seria, que el PSOE no
sólo ha pedido que se prohíban los pinganillos, sino que ha exigido que se
instalen inhibidores de frecuencia, para que a Feijoo no le lleguen
informaciones por el aire; este tipo de sistemas se ha sofisticado mucho y
ahora puede hasta llevarse el pinganillo dentro del culo (con perdón). En
realidad, esas condiciones que pide el PSOE son las que ahora mismo se suelen disponer
en cualquier examen universitario. Así que, esta noche, tendrá lugar a la
vista de todos el round decisivo. Preparen las cervezas y las palomitas, que la
cosa promete. En realidad, yo no estoy seguro de que vaya a verlo, porque ya
tengo mi voto decidido, algo que no creo que les sorprenda; llevo diez
años mostrando cuál es mi orientación política (y hasta creo que ya
lo he anunciado en textos anteriores).
¿Y por qué estoy tan seguro de mi voto? Hombre,
yo siempre estaré a favor de una propuesta basada en la sostenibilidad
económica, social y medioambiental. Y no veo eso por parte de los partidos más a
la derecha. Es más, por ese lado veo sobre todo mucho negacionismo: climático,
social, vacunas y demás. Para intentar explicar un poco más todo esto, creo que
conviene repasar la historia reciente, que tenemos una memoria bastante frágil.
La cosa arranca con la gran crisis
económica de 2007/2008. Tal vez lo hayan olvidado, pero el momento en que los
grandes poderes económicos que gobiernan el mundo asomaron la patita fue cuando
el señor Zapatero, a la sazón presidente del Gobierno, se vio abocado a promover
una reforma de la Constitución (creo que es la única hasta ahora) por la que se
blindaba la obligación de pagar las deudas del país, por encima de cualquier
otra consideración social o política.
El, también a la sazón, jefe de la oposición, señor Rajoy, se apresuró a votar a favor de una propuesta tan afín a sus postulados políticos. Además, como Rajoy no era un fraCasado, no le importó votar a favor del Gobierno; el fraCasado hubiera votado en contra para provocar la caída del Gobierno y ponerse él. El caso es que Zapatero con este movimiento terminó de cavar su propia tumba (ya empezada a excavar con tontunas como aquello de que bajar los impuestos es de izquierdas). En las siguientes elecciones, Rajoy fue el vencedor. Y ganó con un programa que prometía bajar impuestos, aumentar la inversión pública, disminuir la presión fiscal y otras medidas para fomentar la economía. Pero muy pronto, las autoridades financieras lo llevaron en sentido contrario, a cometer el llamado austericidio, que terminó con muchos de los derechos históricamente conquistados por los trabajadores españoles.
Preguntado años más tarde al respecto, Rajoy declaró que él no había hecho lo que había prometido en su programa electoral,
sino que había hecho lo que había que hacer. Las autoridades financieras han
comprendido luego que el austericidio fue un error. Por suerte, somos un país
bastante potente y, como Italia, hemos logrado recuperarnos. Pero a Grecia la
han hundido para siempre. En esas estábamos, cuando los procesos de la
corrupción empezaron a llegar a buen puerto. Y, entre otras cosas, toda España
pudo ver que, en los papeles de Bárcenas, figuraba una asignación periódica al
señor M.Rajoy, en dinero negro y bastante sustanciosa. Pero el presidente se
llamó andana y tuvo la cara dura de declarar que esas anotaciones no probaban
nada, que podía ser otro (por ejemplo Manolo Rajoy). Parece mentira que no nos
acordemos de todo esto. El chiste del momento de El Roto es, como siempre, genial.
Sánchez, a quien la cúpula del PSOE había echado de la Secretaría General porque no quería colaborar con Rajoy (el momento del famoso no es no), secretaría que luego recuperó, planteó una moción de censura, un procedimiento contemplado en nuestra Constitución. Y, contra todo pronóstico, ganó el órdago. Desde entonces, la derecha lo considera un presidente ilegítimo, un okupa de la Moncloa. Pasan por alto el hecho cierto de que después de eso ganó dos elecciones. Casi desde el minuto cero, empezaron a insultarlo en El inMundo, el ABC o la sinRazón, por no hablar de los libelos como OK Diario, Voz Populi o Libertad Digital, más todos los medios audiovisuales. Es una lluvia fina, cada día y cada noche, durante cinco años, que poco a poco ha ido calando a la gente. Yo tengo amigos que están convencidos de que Sánchez es un mentiroso y un falso. Yo les pregunto por qué y me contestan: ꟷ¡Ah! No sé, lo dice todo el mundo.
Vamos a ver: todos los políticos
mienten. Es más yo quiero que mientan, es decir que no se atrincheren en líneas
rojas ideológicas, sino que negocien y hagan política, para eso se les elige,
incluso si para ello tienen que rectificar lo que han dicho o prometido. Como ha
hecho la señora Guardiola en Extremadura. No pasa nada; lo de decir Diego donde
hasta hace unos días decían digo, les viene de serie a los políticos de todos
los grupos. Pero es que esto de que Sánchez es un mentiroso es una fake news, una posverdad.
Algo que se inventaron para derribarle, entre el fraCasado y el nefasto
Albert Rivera, el político más tonto de Europa después de la Segunda Guerra
Mundial, a mucha distancia de Zapatero, Hollande y Cameron (aunque este último
ha sido sin duda más dañino para su país). Al final del post diré algo más de
este señor. Como digo, se empezó a difundir como algo irrebatible que Sánchez
miente cada vez que habla. Sin embargo, les voy a pedir que vean un fragmento
de una intervención ante unos jóvenes de su partido, justo hace siete años,
cuando todavía no lo había echado su partido de la secretaría general para intentar poner a Susanita-tiene-un-ratón.
No sé qué piensan ustedes, pero a mí
me parece que no hay una gran desviación ideológica o programática entre este
discurso, su trayectoria como presidente y su programa actual para renovar el
cargo. Por cierto, el sueldo mínimo es ahora mismo de 1.080€. Me encantaría que algunos de mis lectores, de los que piensan que este
señor es un falso y un malvado, pusieran en cuestión esta especie de dogma inducido por cinco
años de lluvia fina y analizaran lo que ha hecho este señor mientras ha sido presidente.
Yo creo que ha gobernado bien en las áreas económica, laboral e internacional,
basándose en el brillante desempeño de dos personas: Nadia Calviño y Yolanda
Díaz. En una situación de excepcionalidad forzada por la pandemia y la guerra
de Ucrania. Con Iglesias dando por culo cotidianamente desde dentro del Gobierno. Y con Irene Montero
equivocándose clamorosamente con la ley
de sólo sí es sí y no reconociéndolo ni bajo tortura.
Y con un fraCasado que se oponía a
todas sus iniciativas legislativas, sin siquiera leerlas. La Reforma Laboral,
que derogó de facto el austericidio de Rajoy, es ahora reconocida hasta por
Feijoo. Pues recuerden que se aprobó de chiripa, sólo porque un señor gordo de Extremadura
(a quien en el blog bautizamos como El de
la Chacina) se equivocó reiteradamente en su voto telemático. No sé cómo la
gente se olvida de esto. El fraCasado es uno de los peores políticos que ha pasado
por España, ayudado por el nefasto Teodoro García Egea (recuerden que Cayetana dijo en
su libro que el PP se había convertido en una teodorocracia). Pues El de la
Chacina era la mano derecha de Egea (la de limpiarse el culo, como me dijo un
amigo siempre certero en sus comentarios). Durante esos años, el PP se dedicó a
ir reiteradamente a Bruselas a hacer de acuseta para intentar torpedear la política de Sánchez, esa
misma que nos ha permitido generar empleo, no pagar demasiado por la luz, etc.
El presidente ha salido adelante, muchas veces por los pelos, frente a un
adversario que ha usado contra él todas las formas de la deslealtad. Pero
nada, hay que echar a Sánchez porque miente todo el rato, quiere desmembrar
España y viajar en Falcon. Realmente, si el PP gana con semejante discurso, nos
mereceremos todo lo que nos pase.
Seguiré por esta línea, que ya saben
que yo, cuando pillo la linde, ya nadie me aparta de mi camino, y hay muchas cosas
que comentar, como el apaciguamiento del independentismo catalán, los ERTES,
los contratos fijos-discontinuos, o las campañas de vacunación. Esto queda para
el siguiente post. Pero he prometido concluir diciendo algo sobre el idiota de Albert
Rivera, el culpable de haberse cargado un partido que podía haber jugado un papel
crucial en España. Porque un partido de centro es una bisagra y tiene que saber bandearse a un
lado o a otro según convenga. Y Rivera fue a entrevistarse con Sánchez, en una
reunión de la que podría haber salido como vicepresidente del Gobierno. Y sin
saber por qué, el tipo agarró el cesto de
las chufas y se fue; ya no volvió a hablar nunca con Sánchez. ¿Cómo dicen? ¿Que
no conocen esa expresión? Pues búsquenla en la Wikipedia.
Después de la espantada, Rivera se
sintió graciosillo y empezó a parir expresiones que el PP hizo suyas enseguida:
el sanchismo, el gobierno Frankenstein, este gobierno es una banda, la Moncloa
es la habitación del pánico. Con esta tontuna se cargó su propio partido. Pero
el PP sigue hablando del sanchismo, una denominación que no designa nada y
empieza por ser una incorrección gramatical, porque sanchismo vendría de
Sancho, no de Sánchez; en todo caso debería ser sanchecismo. Rivera no fue
vicepresidente y en su lugar entró Pablo Iglesias. Ahora, según dice la prensa
rosa, a Rivera lo ha dejado su pareja, la cantante Malú. Yo creo que no le
perdona que rechazase la vicepresidencia, un puesto que le hubiera permitido a ella ser
ministra de Cultura; eso es lo que hace un macho ibérico de verdad por su mujer
y no tanta mandanga del sanchismo y el Frankenstein. El día que Albert agarró
el cesto de las chufas cavó su propia tumba política y personal.
En fin, ya les dejo, listos para ver el debate de esta noche. Un guaperas narciso, contra un pailán, que es como se llama en mi tierra a los tipos de pueblo cuya pinta da el cante en la ciudad. Tradicionalmente se representaba al pailán con el paraguas enganchado en el cuello del abrigo, colgando para atrás, algo que un tipo urbano no haría nunca. Pero no subestimen al Pailán. Es listo y astuto. No habla inglés y, si llega a presidente, nos haría quedar muy mal internacionalmente, pero eso no quiere decir que sea tonto como el fraCasado. Feijoo es un político de larga trayectoria, que está en posesión de muchas mañas. Así que, como suele decirse: segundos fuera, no va más.
Querido brother, por su análisis, veo que tiene usted una gran afición a leer EL PAIS y escuchar a la SER. La deuda reconocida del grupo PRISA es de 780 millones de pavos lo que indica, a pesar de las constantes inyecciones oficiales, lo bien que le va debido a su calidad informativa.
ResponderEliminarEn otro orden de cosas yo, de ser Feijoo, me limitaría a preguntarle al presidente por su insólita y unipersonal decisión sobre el Sáhara, para ver si lo explica de una vez.
Usted ya tiene decidido su voto. Yo también, NO VOTO. Cuando no me gusta un juego pues no juego y punto. Cuando se decidan a poner circunscripción única y listas abiertas a lo mejor me hago un sitio en la mesa de juego.
Un abrazo querido y cuídeseme.
Querido amigo, no escucho jamás la SER, ni ninguna otra radio y apenas veo la tele. El País sí que lo leo a diario en la Web, pero no me lo tomo como un expendedor de dogmas.
EliminarPor contraste, le veo a usted ligeramente afectado por la lluvia fina de la que hablo. Que esa lluvia le lleve a la abstención, y no a votar a Vox, habla mucho de su sabiduría.
Cuídese mucho y no dude nunca de que esta página está abierta para usted, sean cuales sean sus opiniones. Un fuerte abrazo