No va más, que se dice en la ruleta. La suerte está echada. Mañana votarán los norteamericanos que no lo hayan hecho anticipadamente (ya han votado 93 millones según los últimos datos). Y sabremos de una vez qué pasa. Les prometo que, si Trump pierde la presidencia, el evento se celebrará adecuadamente en el blog. Por lo que voy leyendo, la victoria de Biden en votos populares parece asegurada y también la ventaja demócrata en el Congreso. Está por dilucidar si esa victoria popular de Biden se traduce en compromisarios que le den una ventaja amplia, o si las cosas se quedan más apretadas, lo que le daría a Trump la posibilidad de tensionar la situación y seguir dando por culo, que ya sería lo único que le quedaría.
El presidente proclama a diestro y siniestro que la parte contraria hará fraude, y yo creo que realmente se lo cree, porque es lo que él haría si pudiera, lo que ha hecho toda su vida, ya saben el refrán: cree el ladrón, que todos son, de su misma condición. Hace cuatro años las encuestas se equivocaron y no valoraron el escaso entusiasmo que despertaba Hillary, incluso entre sus propias filas. Ahora es diferente. Esto es una emergencia y todo el Partido Demócrata es un bloque, Bernie Sanders ha pedido el voto para Biden y ha participado en los mítines electorales, igual que Pete Buttigieg, Elisabeth Warren, Eric Garcetti y la mayor parte de los pesos pesados del partido.
Mi admirada Alexandria Ocasio-Cortez (AOC) ha ido más allá. Se ha prestado a hacerse un reportaje para el número de diciembre de la revista Vanity Fair y esto enlaza con los temas del post anterior. Igual que la primera ministra de Finlandia, o Irene Montero, ha desvelado datos de su intimidad y ha accedido a posar con ropa de marca. Pero con algunas condiciones. Una de ellas, que se le permitiera filtrar la portada y parte del contenido antes de las elecciones. Otra, que no se censurasen sus comentarios. Así podemos leer cómo se refiere a Trump como motherfucker (cabrón) y dice cosas como esta: Los que dicen que no hay dinero para construir más escuelas y universidades públicas, son los mismos cabrones que han estado años pagando 750 dólares al año en impuestos. Por lo demás, abajo pueden ver que está guapísima. El establishment se ha apresurado a ponerla verde por posar con ropas que valen en total 14.000 dólares. ¿Pero no era de izquierdas? se preguntan los republicanos escandalizados. Ella ha contraatacado diciendo que es una ropa que le prestaron para las sesiones fotográficas (algo obvio), pero que en todo caso está acostumbrada a vestirse con ropa prestada o compartida con su gente, así que ningún problema. Vean la portada de la revista.
Respecto a eso de que Trump no va aceptar el resultado, es algo que nunca me he creído. Este señor es un fanfarrón, y como todos los fanfarrones alardea de todo lo que va a hacer, que luego no hace. Yo tuve un jefe que, cuando se cabreaba con alguien, lo ponía verde a sus espaldas, lo insultaba a gritos de todas las maneras habidas y por haber y, para coronar su perorata iracunda, solía culminar con una frase final: ¡Se lo voy a decir! Los que le escuchábamos, ya sabíamos en ese momento que no le iba a decir nada al interfecto, que cuando lo tuviera a la cara se callaría como un puta. Trump no ha dicho en ningún momento que no vaya a aceptar el resultado. Sólo ha deslizado sibilinamente algo de incertidumbre al respecto, para que se hable de ello y seguir siendo protagonista de la actualidad. Pero, ya generada la curiosidad sobre el asunto, todos los periodistas le preguntan sobre qué haría en ese hipotético caso de resultado apretado, a lo que suele contestar en gallego: ya veremos…
En esta especie de jornada de reflexión, sólo nos queda ejercitar la paciencia, como con el maldito virus. Mi página de seguimiento de encuestas, sondeos y apuestas, le concede a Trump un 10% de posibilidades de victoria, frente a un 90% de Biden. La única posibilidad de que repita el presidente es que fallen estrepitosamente las encuestas. Ya lo hicieron en 2016, pero entonces los pronósticos eran más apretados, Hillary suscitaba mucha antipatía y, por aquellos tiempos, había mucha gente que no admitía que iba a votar a Trump y luego lo hacía, lo mismo que pasaba con Vox al principio. Los encuestadores suelen ser gente joven y algunos de los encuestados les dicen lo que creen que quieren oír. Incluso los hay que, por tratar de ligarse a la entrevistadora, presumen de majos y progres pero luego, en el anonimato del voto secreto, eligen la papeleta contraria. Eso ahora pasa bastante menos, los trumpistas, como los voxeros, ya no se ocultan, sino que gritan a los cuatro vientos sus preferencias, que ya no están tan estigmatizadas.
También hubo en 2016 bastante abstención: desencantados de todo, partidarios de Sanders que votaron a la candidata ecologista, incluso los que pensaron que no hacía falta que se molestaran en votar, porque la cosa estaba ganada (como sucedió aquí con Carmena). No olviden que en USA, la votación es en día laborable (el primer martes después del primer lunes de noviembre, según la Constitución) y que muchas empresas de gerente absentista o negrero no les facilitan a sus empleados el permiso para ir a votar. Entre eso y la situación de pandemia, muchos se han apresurado a votar antes, para evitar peligrosas aglomeraciones. Sheryl Crow ha sido uno de ellos y el otro día posaba así con su mascarilla y la pegatina que dice yo ya he votado.
Según la página que les digo, la situación de los estados más trumpistas y la de los anti-Trump está bastante clara. La partida se juega en los llamados swing states. Yo excluiría de este concepto a Minnesota, Michigan, Wisconsin y Pensilvania, que se han citado a menudo y que creo que se los llevará Biden. La cosa empieza a estar más apretada en Arizona, Carolina del Norte y Florida, donde parece tener Biden una ventaja exigua, Georgia y Ohio, virtualmente en empate, y Texas y Iowa, con ventaja ajustada de Trump. En estos estados puede suceder de todo, siendo los más importantes, por su tamaño poblacional, Texas y Florida. Los esfuerzos del ticket demócrata se han concentrado estos días en Florida, de donde dice Biden que, si ganan allí, ya no hay más que hablar. Incluso han sacado del congelador a Obama a que eche por allí un par de speechs, a ver si rebaña algún voto con su proverbial verbo encendido. Texas yo creo que se lo llevará Trump, aunque es el estado en que más gente ha votado ya, más que el total de votantes de 2016.
Otra cosa que se juega mañana es la composición del Senado, si bien sólo se renueva un tercio de los asientos. Esto está verdaderamente difícil. Si se consiguiera la mayoría simple en el Senado, entonces sí que yo ya me daría directamente al alcohol. Ya les he dicho que el Senado sólo ha estado en manos demócratas en contados períodos de 2 o 4 años a lo largo de la historia. Obama lo tuvo siempre en contra y sólo disfrutó de un Congreso demócrata los dos primeros años de mandato, que es cuando pudo empezar algunos avances. Los otros seis tuvo a ambas cámaras en contra boicoteándole todo, así que se limitó a hablar bonito y aguantar la posición, haciendo lo mínimo que le dejaban hacer. Respecto a este tema de las elecciones USA, una de las mejores cosas que he leído es la entrevista que le hacen al escritor Richard Ford, autor entre otras de la gran novela El periodista deportivo (1986). Pueden encontrarla AQUÍ.
En fin. A ver si gana Biden y nos podemos concentrar todos en la lucha contra el virus, el cambio climático y la desigualdad social del mundo, sin que nos distraigan las payasadas de ningún impresentable. Respecto al puto virus, la cosa está jodida. Yo creo que nadie sabe qué hacer para prevenir contagios. Primero parecía que éramos nosotros los más torpes de Europa, apreciación que compartían el fraCasado y los de Vox, pero ahora están cayendo ya los franceses, italianos, británicos y hasta los súper correctos alemanes, que tanto presumen de superioridad respecto a los latinos. Lo cierto es que se acaba de inaugurar el nuevo aeropuerto de Berlín, cuyas obras han tenido un sobrecosto de 4.000 millones de euros y un retraso de nueve años. Han batido los records de incumplimientos que tenía la Filarmónica de Hamburgo. Así que tan perfectos no son.
Yo dudo que consigamos doblegar al virus en poco tiempo, mantengo la ilusión de que sea el propio virus el que modere su malignidad porque, si no, vamos de culo, nadie sabe qué hacer. Y, de momento, yo sigo haciendo mi vida, bastante encerrado, pero sin exagerar. El martes pasado fui a la oficina y tuve un par de reuniones presenciales. Luego me quedé a comer en el bar de mis amigos. El jueves salí también a recoger un móvil con el que generosamente me obsequia el Ayuntamiento de Madrid y que he de devolver a mediados de febrero junto con el ordenador, por lo que he decidido no sacarlo siquiera del envoltorio. Al salir me fui a comer a Casa Tomás, donde no vi menos trasiego del habitual. Y el viernes acudí al Medialab al acto de presentación de un libro que hemos editado, en donde me reuní con el concejal, mi jefa y otros compañeros. A la salida me quedé a tomar una caña con dos amigos que aparecieron por allí, en la terraza del propio Medialab, aprovechando el sol de mediodía.
Esas han sido mis salidas de la semana. Les confesaré que llevo un par de semanas sin correr por el Retiro, haciendo mi entrenamiento en círculos por la casa. Me resulta cómodo y las últimas veces que salí detecté ciertas miradas de cabreo por el hecho de que corro sin mascarilla. Así que esa es mi respuesta al nuevo cierre de la situación. Uno de los que intervinieron en el acto de presentación de nuestro libro, dijo algo que me parece interesante: está todo el mundo hablando de adaptarse a la situación post-covid, y yo creo que más bien deberíamos pensar en adaptarnos a la situación covid y aprender a convivir con ello. Un escritor cuyo nombre no recuerdo, decía el otro día en una entrevista que tenemos que desistir de arreglar el presente, que el presente hay que darlo por perdido y empezar a pensar en cómo será el futuro. Son dualidades simples, pero creo que acertadas. Como la de todo o nada.
Si tengo ilusión en echar a Trump del poder es por quebrar esa deriva maldita que hemos sufrido en los últimos años, que ha llevado a diferentes países a tener al frente de sus gobiernos a impresentables peligrosos, como Putin, Xi Jinping, Erdogan, Bolsonaro, Duterte, Maduro, Ortega, más los presidentes de Hungría, Polonia, Bielorrusia y tantos otros lugares. No puede estar el mundo en manos de semejantes sujetos. Y no me olvido de Boris Johnson. Gran Bretaña está ya clausurada y tengo una foto cojonuda de un hogar inglés, con la que voy a encabezar una serie de imágenes de ese mundo covid al que nos tendremos que adaptar, a modo de cierre de este post esperanzado, en el que hago votos para que mañana tengamos buenas noticias y podamos celebrarlo.
Muy buenas las fotos. Bien seleccionadas. Enhorabuena.
ResponderEliminarGracias, yo voy guardando muchas fotos y, de vez en cuando, tiro de la colección y hago una selección. Es como Bruce Springsteen, que se encerraba en el estudio de grabación, dejaba terminadas tropecientas canciones y luego la discográfica hacía una selección. Por eso sus discos son tan completos.
EliminarComparto mi admiración por la selección de fotos y tu inquietud por los resultados de las elecciones USA. En este mundo arrasado por la pandemia sería devastadora la perspectiva de otro mandato del "motherfucker". AOC está impresionante y a los republicamos que critican el modelazo, aunque sea prestado, habría que informarles de que las mujeres de izquierdas no son monjas, así que no han hecho voto de pobreza.
ResponderEliminarMenos mal que ha perdido "ese señor del que usted me habla", querida. No sé si lo hubiéramos soportado. Los que critican a AOC, como los que lo hacen con la primera ministra de Finlandia, son básicamente unos reprimidos y unos miedosos.
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