domingo, 10 de septiembre de 2023

1.246. La vida sigue, pero no igual

Sí, eso que cantaba Julio Iglesias es mentira, la vida va evolucionando y cada año es diferente de los anteriores; hace unos cuantos posts les hablé de la auténtica escabechina que vamos teniendo alrededor al llegar a edades como la mía y de la alegría que me entra cada día que me levanto de la cama y constato que no me duele nada ni tengo ninguna molestia. En una casa bonita como la mía, que me la he hecho a la medida, con el suelo y la pintura recién adecentados, un gato tan maravilloso y buen compañero como Tarik Marcelino Martínez, los ojos operados de cataratas con los que veo como Dios y el clima suave de estos días preotoñales, pues qué quieren que les diga, que a vivir que son dos días.

Sólo faltaría que en estas condiciones estuviera triste o preocupado. Lo que he de estar es agradecido de que las riadas de la dana no se hayan llevado todos los puentes que me conectan con el mundo, como les ha pasado a los de Aldea del Fresno y de que la Tierra no se haya abierto bajo mis pies en un terremoto demoledor como el de Marruecos, que está aquí al lado. En los comics de Asterix, el gran jefe Abraracurcix vivía amargado y súper preocupado por la posibilidad de que el cielo se derrumbara y le cayera sobre la cabeza. En los días de la dana, tal parecía que estaba sucediendo eso, qué manera de diluviar. Fueron tres días que me pasé encerrado en casa, con las ventanas cerradas y con Tarik procurando sentarse a mi ladito bien tieso por si las moscas. Además, no tenía coche, que está todavía en el taller de chapa.

Pero, poco a poco, nos vamos incorporando a las rutinas después del corte del verano. Todavía no he empezado las clases de guitarra ni el Billar de Letras, pero ya estoy a tope con el yoga, el running y el inglés. Respecto al inglés, resulta que por diferentes motivos me he perdido unas cuantas clases y la forma de recuperarlas es en unas sesiones de dos horas que el bueno de Ed organiza los sábados de diez a doce. El único problema es que el sábado es uno de mis dos días de correr, tema que hasta ahora compaginaba saliendo muy temprano (muy bueno para los calores extremos del verano) y volviendo con tiempo para desayunar y afrontar las dos horas de clase de inglés. Pero este sábado pasado sucedió que me levanté tarde, porque ya no hace tanto calor y los días van acortando.

Me desperté tarde, me vestí con mi equipación habitual y salí de casa prácticamente a las nueve. Iba muy justo para estar sentado frente al ordenador a las diez. Entonces se me ocurrió algo. Como les he contado más de una vez, yo acostumbro a regular la velocidad de carrera llevando en la mente una melodía que me fija un ritmo continuo. No puedo llevar cascos con música porque eso supone cambiar de canción todo el rato, algo que me despista. En estos últimos tiempos solía acompañarme de un rock’n roll de ritmo bajo, tipo La Bamba o similar. Como tenía prisa, decidí cambiar a un ritmo más vivo y pensé en el C’mon everybody de Eddie Cochran. ¿Cómo dicen? ¿Que no lo conocen? ¡¡Venga ya!! Se lo voy a refrescar y ya verán como sí lo conocen. Esta es una versión para la tele yanqui, nada menos que de 1959. No dejen de fijarse en el aspecto de las chicas y chicos que componen el público.

Menudo tema. Una auténtica bomba. Las chicas y chicos del público ya se habrán muerto, o serán octogenarios. Para que luego haya gente que dice que no hemos cambiado. Eddie Cochran, en cambio, podría salir así por una de nuestras calles y nadie se daría cuenta de que viene del pasado. El rock fue la verdadera revolución y seguimos viviendo de ello. Pero volviendo a mi carrera, aguanté todo el recorrido sin cansarme y paré el cronómetro al llegar al portal: marcaba 42.30 minutos. En los últimos tiempos estaba acercándome peligrosamente a los 46 minutos, no cabe duda de que me estaba adocenando. Así que me puse muy contento y subí a casa como en una nube. Conecté el ordenador y me encontré un mensaje de Ed: que tenía que suspender la clase por una emergencia personal. Así que aproveché para pegarme un desayuno de puta madre, que hay que hacer de la necesidad virtud.

Pero el mundo evoluciona y yo he debido, por ejemplo, acomodar mis rutinas a los cambios en la academia de yoga, que me han fastidiado un poco. Todo ello se debe a que se ha ido de la academia Elena, la chica que me metió en el asunto. Ella vivía por y para el yoga, está sola y, tal como yo lo hago, se solía coger vacaciones fuera de temporada, para irse de viaje. Eso permitía tener clases todo el año sin interrupción y tener muchos turnos, entre ellos el de mediodía, que me venía a mí de perlas, puesto que lo combinaba con la posterior comida en el Ricla, conjunto de actividades que me dejaba ya suave para toda la tarde. Al haberse ido Elena, los demás profesores no pueden mantener el ritmo, puesto que todos tiene otro trabajo que les da de vivir y han de compaginarlo con las clases de yoga.

A partir de este punto, para este año se introducen diversas modificaciones en la academia, todas molestas para mí. Primero, se suprime el turno de las 14.00. Quedan otros de madrugón o de tarde. Entre estos, he empezado a ir a las 19.30, los lunes y jueves. Los lunes, encima, el Ricla cierra por la tarde, así que ya sólo voy un día por semana; los lunes estoy yendo a la Cervecería Santa Ana, a medio camino de casa, porque el Revuelta también cierra ese día. Esto es una mierda, porque yo tenía unos biorritmos perfectamente adaptados a la otra rutina. Es como los ritmos de carrera. Yo desayunaba bien, pero a las 14.00 tenía el tubo digestivo vacío. Ahora he de acostumbrarme a comer poquito los lunes y jueves para no llegar con la digestión a medio hacer, que es muy malo para practicar yoga. Por no hablar de la posibilidad de llegar con gases. Al haber suprimido el turno intermedio, el de la tarde está lleno y no es cosa de ponerse uno a soltar cuescos en medio de la masa de chicas sudorosas.

Pero no es el único cambio. También se suprime la posibilidad de clases on line, que me permitía a mí conectarme desde París o desde cualquier otro sitio. Y anuncian que, como esto es una actividad lectiva, se parará desde Nochebuena a Reyes, la Semana Santa completa y el mes de agosto, que los profesores tienen que descansar como cualesquiera otros docentes. La justificación es vergonzante, por no reconocer que su problema es que ya no está Elena y que esta chica se ha ido por tener la sensación de que la estaban explotando, de que todos se apoyaban en su disponibilidad absoluta y no se lo valoraban lo suficiente. Elena es amiga mía, sigo en contacto con ella y no me cuenta nada al respecto porque es muy discreta, pero yo la oí varias veces rezongando y quejándose de cómo la trataban. Por mi parte, ajo y agua, no me queda otra. Tengo ya el nivel mínimo para seguir practicando por mi cuenta en casa, aunque continuaré yendo a la academia para ir mejorando.

En cualquier caso, no es este del yoga el único cambio en mi vida para el cuarto trimestre del año, porque lo que más me va a incidir en las rutinas y querencias es el hecho de que mi hijo Lucas se haya mudado de Lille a Londres y esté allí instalado con casa y trabajo. Eso me ha llevado de mis habituales escapadas a París, a proyectar un viaje a Londres, ciudad que conozco muy poco. Yo en París me siento como en casa, sé cómo moverme y he visitado casi todos los barrios, y algo parecido, aunque en menor nivel, me sucede en relación con Ámsterdam y Bruselas. Pero en Londres he estado en dos ocasiones, una hace una eternidad, con una compañera que apenas se interesaba por los monumentos y los museos, y otra más reciente, para contar el proyecto Madrid Río a los técnicos de la TfL, Transports for London.

Esta visita, en la que apenas pude ver nada de la ciudad, fue contada en el blog y tal vez ustedes recuerden que, a la vuelta, me caí entrando al Metro de Madrid y me rompí el húmero izquierdo, justo el día en que cumplía 65 años, incidente en el que perdí un paquetito de bombones Cadbury, que había comprado para invitar a mis compañeros de trabajo por mi cumple, para gran cabreo de mi querida amiga África, que estuvo varios días llamando a los diferentes servicios de objetos perdidos para recuperar el paquetito de marras. Creo que, con mi encuentro con Samantha Fish en Jerez de la Frontera y las fotos que dan fe de ello, es la historia más impactante entre todas las que he contado a lo largo de estos once años de blog (que se cumplen en unos días). No exagero cuando digo que mi vida es un blog.

Así que ya he encajado el viaje londinense entre mis múltiples ocupaciones (en octubre iré a la ETSAM a contar mi historia sobre el realojo de Palomeras y he de recibir a unos estonios que me trae Werner). Una vez fijadas las fechas en que me puedo marchar, he tenido unos contactos preliminares con mis posibles anfitriones, para asegurar que no estuvieran fuera. También he comprobado que mi querida África puede hacerse cargo de Tarik Marcelino porque, ya que viajo, no me voy a limitar a cinco días, que es el margen que puede aguantar el gato solo en casa. Y, asegurados estos extremos, me he sacado ya un billete de ida y vuelta. Me ha costado exactamente 162€. ¿Y cómo se hace para encontrar un billete de avión tan barato? Pues es muy fácil: UNO, planificar con una cierta antelación y DOS, elegir días específicos más baratos. ¿Y cuáles son esos días? Pues los lunes a primera hora y los sábados. Nadie viaja en sábado ni en lunes a primera hora. Sólo los que no tenemos un horario de trabajo estable.

Mi viaje será a finales de octubre, ya les iré contando; hasta entonces voy a informarme bien de qué se puede hacer en Londres en esas fechas. Entre las actividades que puedo pillar, está el concierto que Samantha Fish dará en el 100 Club, una sala de conciertos de Londres, pero ya no quedan entradas, según la página Web de la chica. Puede que hayan reservado algunas para vender en el propio lugar el último día pero, teniendo en cuenta que Sam viene con Jess Dayton en la versión que menos me gusta y que ya he visto en París, quizá no me esfuerce mucho en conseguir acceder al lugar. Ahora mismo, todos sus fans estamos preocupados e intrigados por saber cómo va a ser su participación en el Crossroads de Eric Clapton, en LA los días 25 y 26 de este mes. Espero que no sea tan cabezota de llevar a Jess Dayton y cederle la mitad del tiempo del que dispongan. A Jess no lo han invitado al Crossroads que yo sepa.

Respecto a este tema, se me han venido a la cabeza dos posibles explicaciones. Una: Sam está enamorada y Jess es su pareja. En París estuve con ambos al final del concierto y se les veía con bastante complicidad entre ellos. Dos: hay algún tema de derechos de las canciones en el que Sam está ahora mismo litigando. Es muy raro que en París apenas tocara tres de sus grandes temas de todos los tiempos. Sam es su propia empresaria y es bastante fenicia como les he explicado en los sucesivos textos que le he dedicado. Ella sabrá. Después del Crossroads tiene bolos prácticamente seguidos hasta después de Navidad, incluyendo hacer de telonera de la Steve Miller Band y participar en un Crucero del Blues, de tres días, que sale de Fort Lauderdale y acaba en Nueva Orleans. Alguna vez se me ha pasado por la cabeza apuntarme a este tipo de saraos (que se hacen también por el Mediterráneo), pero puede más mi alergia básica a los cruceros, una forma de viajar a la que le tengo un odio básico, esencial, ontológico, como el que me suscita el deporte del golf.

Voy a cortar aquí, que es ya bastante tarde. Pero arriba les he puesto un tema histórico, el C’mon everybody de Steve Cochran. Y creo que no viene mal terminar con otro tema histórico, esta vez del rock en francés, de la cuerda de Johnny Halliday, Antoine, Eddy Mitchel o Jacques Dutronc. No tan conocido como ellos, aunque no menos genial, estaba Nino Ferrer, un cantautor de voz ronca bastante loco, de formación jazzística y muy dado a las parodias humorísticas. Les cornichons (los pepinillos) fue uno de sus éxitos más grandes en Francia, nada menos que en 1965. Se lo dejo de despedida. Es, además un buen tema para perfeccionar su francés gastronómico, con los subtítulos que se muestran. Sean buenos.

lunes, 4 de septiembre de 2023

1.245. Bajo la dana

Supongo que ya saben que estamos afectados por una dana, palabro o neologismo resultante de la manía de los especialistas en las diferentes ciencias, de ponerle a las cosas corrientes nombres abstrusos, con el único fin de hacerse los enteradillos para darse pisto y sentirse superiores a los legos. Esto que sucede estos días siempre se había llamado una tormenta o temporal de fin de verano, hasta que hace como una década ya fue denominada por los expertos como gota fría. Pero no bastaba con eso. Ahora, si dices gota fría quedas como un antiguo. Los expertos han decidido llamarlo nada menos que Depresión Aislada en Niveles Altos. De ahí las siglas DANA, a las que luego se le quitan las mayúsculas para hacerla más cotidiana.

En el libro Guía para orientarse en el laberinto vasco (Mario Onaindía, 2000), se contaba cómo a la policía vasca recién creada se la empezó a llamar la Ertzaina, pero hubo un momento en que ya todo el mundo conocía ese término, por lo que hubo que inventarse otro más exclusivo, para que los realmente enterados pudieran mostrar su pertenencia a la crème del independentismo. Por eso, la Ertzaina mutó a Ertzantza. Y los médicos son especialmente dados a poner nombres que sólo entienden ellos, para designar las dolencias que ya tienen un nombre en el imaginario popular. Pero es que esto de la dana resulta bastante ridículo. Es como si al vulgar resfriado se le empezara a designar como irva, Infección Respiratoria de las Vías Altas. Imagínense a los señores doctores en sus cónclaves, diciendo: mi hija se ha pillado un irva de lo más molesto. En fin, tengamos la fiesta en paz y no les demos ideas.

La cosa es que hoy lunes es el tercer día de lluvia bastante intensa, sobrevenida tras los coletazos de la cuarta ola de calor del verano que, a finales de la semana pasada nos dejó ya unos días bastante agradables. El viernes hacía un día de temperatura perfecta, circunstancia que aproveché para quedar a tomar el vermú con Henry Guitar y su amigo Félix a quien solemos llamar El Rapsoda, porque es un coleccionista de versos de Quevedo, Calderón y otros, que recita a veces como parte de las performances del Colectivo La Palmera: Henry y su banda le ponen un fondo sonoro de bossa nova o jazz y Félix se lanza a declamar con su voz potente y apasionada. Félix es, cómo no, vallecano y muy implicado en la vida cultural del barrio, aunque el amor le ha llevado últimamente a residir en Bonn (Alemania), pero estaba por aquí de paso. Nos tomamos unas birras en la Cervecería Santa Ana; luego El Rapsoda se tuvo que ir y Henry y yo la rematamos en el Parrondo de Antón Martín.

Era ya uno de septiembre y sabido es que cuando entran los meses de nombre acabado en bre, uno se da de bruces con el hecho insoslayable de que el verano se terminó. Además, vuelven los chistes de El Roto y muchos de los veraneantes de las playas. El sábado 2, anunciaban lluvias generalizadas, pero a mí me tocaba correr en el Retiro. Según los pronósticos, las lluvias debían empezar a las 3 de la mañana, pero cuando me desperté a las 7 no había caído ni una gota. Dudé si salir o no, pero finalmente me vestí y bajé a la calle. Estaba ya chispeando, pero paró enseguida. Habían sido cuatro gotas, que cayeron sobre los caminos de arena clara del Retiro sin siquiera dejar manchas más oscuras; la tierra estaba tan abrasada después de los meses de sequía, que absorbía el agua con avidez de náufrago rescatado. Volví a casa sin mayores problemas y entonces es cuando empezó a llover en serio.

Por cierto, en el portal me encontré al portero, recién llegado de sus vacaciones playeras. Me acerqué a saludarlo, pero huyó de mí como del diablo en calzoncillos, se metió en su cubículo y salió después cubierto con una aparatosa mascarilla. Le dije que yo estaba sano, que no contagiaba nada, pero me aclaró que el enfermo era él, que se había pillado el Covid nada más llegar de la costa. Esto del Covid es un coñazo, no se acaba de ir y no nos deja olvidarnos de los malos ratos pasados. En los años pasados, a los porteros suplentes de agosto les pasaba siempre alguna faena, como les conté en un post llamado La maldición de los porteros suplentes. Pero este año, al suplente no le ha pasado nada, ha ido todo como la seda y se ve que le ha transferido la mala suerte al titular. Le saludé a distancia y le dije que mejor se encerrara en su cubículo y pusiera fuera un letrero. Así lo hizo y manda carallo el letrero que perpetró nuestro amigo. Si no se ve, no se cree.

Es imposible juntar tantas incorrecciones gramaticales en cuatro líneas. Y eso que el hombre se ha esmerado, como evidencia el hecho de que ha usado rotus de dos colores. Pero parece que el virus del Coby le ha afectado a las neuronas o a la capacidad de concentración. Aparte del hilarante nombre que le pone al virus, confundiéndolo con una mascota olímpica, se come una ene en la primera palabra, se olvida de cualquier signo de puntuación, escribe unas eles dignas de un practicante de palotes y, para colmo, incurre en el anacoluto habitual de sustituir el tiempo imperativo del verbo por el infinitivo, como Lola Flores cuando dijo: Si me queréis, irse. Este letrero entra por derecho en la pléyade de los carteles históricos, donde yo guardo uno en lugar preferente: No cagarse en los sembrados, que un día mato a uno.

Busco información sobre esa nueva cepa de Covid que nos acecha y resulta que se trata de la variante Pirola. ¿Que no se lo creen? Pues pinchen AQUÍ. En mi tierra, la palabra pirola es una de las diversas que se usan para designar al miembro viril, ese que le hubiera gustado enseñar a Rubiales en la asamblea de la RFEF en la que se defendió del ataque de las falsas feministas. A comienzos de los ochenta, en plena explosión del primer punk, el grupo vigués Siniestro Total editó una canción de crítica al régimen iraní, que se llamaba Ayatollah y rimaba ese título con la pirola de marras. Como tampoco se lo creerán, pues aquí se la traigo.

Nada, que yo no quería hablar más de Rubiales, pero el tema del verano se te cuela por las rendijas. Ahora resulta que no se le puede cesar, que el tipo se ha pegado a la poltrona con superglue. No sé qué se esperaban de un gangster que, por llevarse la Supercopa de 2022 a Arabia, se embolsó una comisión millonaria a medias con Piqué, según las conversaciones telefónicas que les pincharon y en las que se llamaban entre ellos Geri y Rubi, ya ven qué tiernos. En el post anterior, una lectora anónima hace un largo comentario, que yo creo que completa lo que se puede decir de este lamentable caso. A mí, lo que realmente me interesa es el futuro de la selección de futbol femenino, ahora mismo sin jugadoras ni cuerpo técnico, puesto que los once ayudantes de Vilda han dimitido en bloque. El Vilda este ya está tardando en irse. ¿Por qué? Pues porque sus aplausos a Rubiales en la asamblea culminan todo un festival de gimnasia gestual babosa entre ambos, que empezó en Australia nada más ganar la final. ¿No lo vieron? Pues aquí tienen un par de fotos, en el propio campo al terminar el partido.

En la de arriba, se ve que Rubi es un besucón. En la otra, Vilda parece decir: este, este es el que tiene todo el mérito por haberme apoyado a muerte. Vilda se tiene que ir y ser sustituido por alguien que promueva la unión de todas las futbolistas, las que se descartaron de la selección y mantuvieron su postura hasta el final, las que al final cedieron y se sumaron al equipo y las que nunca se plantaron. Si las reunimos a todas, vamos a ganar muchos títulos. Nuestras chicas juegan muy bien al fútbol y suponen una vuelta a las esencias del juego, la pillería, el regate, el encarar, el pase de primeras y la carrera por las bandas. De la mano de las selecciones nórdicas y anglos, el fútbol femenino se estaba convirtiendo en algo más próximo al rugby, protagonizado por mujeres con aires de campeonas de lanzamiento de peso. España pasó por encima de cuatro de esas selecciones: Suiza, Holanda, Suecia e Inglaterra. Vean una imagen extraída del vídeo de la final, que está disponible en RTVE Play, la que corresponde a la salida al campo de ambas selecciones. Comparen la altura de Olga Carmona con la de la capitana de Inglaterra. Una imagen vale más que mil palabras. 

Frente a semejantes gigantas, las españolas eran verdaderas ardillas. En una semana empezará la llamada Liga F, la competición de futbol femenino de Primera División, con el Barça como favorito y un Real Madrid que cada vez se le acerca más. El Dépor competirá en segunda y a ver si esta vez consigue subir para jugar con las mejores. Pero, de momento, los sindicatos de futbolistas han convocado una huelga de dos jornadas para reclamar una serie de reivindicaciones históricas. Después de ganar nada menos que el Mundial, es el momento de pedir todas las mejoras. Yo lo que siento es que el futbol femenino es ya un fenómeno imparable y pronto será imposible ver los partidos gratis por la tele. Veremos cómo me las arreglo yo para verlos. De momento, el miércoles pasado la UEFA eligió a los mejores deportistas del año pasado y, como no podía ser de otra manera, el premio a la mejor jugadora recayó en Aitana Bonmatí, la ardilla más lista del grupo. Vean qué contenta estaba ella con su trofeo en el avión de vuelta. 

Hasta ahora, la futbolista española más laureada era Alexia Putellas, dos veces Balón de Oro. Pero Aitana está destinada a marcar una época, ninguna otra tiene su inteligencia táctica ni derrocha tanto esfuerzo, ni tiene su capacidad para improvisar en segundos. El futbol que despliega Aitana es un verdadero escándalo, fruto de muchos años de jugar con los chicos en los descampados y un proceso de aprendizaje y mejora continuos. Durante el partido está todo el tiempo pendiente del balón, indicándole a la compañera que lo conduce a quién se lo tiene que pasar o lista para cortar las internadas de las contrarias, como en la jugada del gol de la final. Además, tira con ambas piernas con una potencia sorprendente. Desde luego que Putellas es muy buena, pero tiene una cara de pena casi permanente y carece de un rasgo que en Aitana es algo natural: el sex-appeal.

Y esto nos lleva a algo que tiene un poco intrigados a mis lectores. Por qué no hablo ya apenas de Athenea del Castillo ni de Samantha Fish, de las que parecía perdidamente enamorado hace menos de un año. Bueno, en primer lugar, yo nunca he presumido en este blog de ser un amante confiable, que no vaya a salir detrás de otra que aparezca en mi horizonte. Pero estos son dos casos muy diferentes. Athenea era la figura diferencial del Dépor en su año de gloria, cuando quedó cuarto de la Liga F. Por entonces era una mujer rapidísima y liviana que regateaba a su sombra y era indetectable para las defensas. Fichada por el Real Madrid, se ha empeñado en ganar cuerpo y lo ha conseguido en buena parte, además de mejorar un montón en su sentido táctico. Pero en el Mundial, Vilda apenas la utilizó. Fue titular en el primer partido, donde fue sustituida. Luego jugó unos minutos en el segundo, momento en que se lesionó. Y ya no volvió a saltar al cesped.

Yo creo que Vilda, a quien ya he dicho que tengo por un buen entrenador, pensó que Athenea es demasiado liviana para enfrentarse a las gigantas de los equipos nórdicos, que la anulaban a base de faltas y la desplazaban al suelo con un simple empellón, incluso lesionándola si era preciso. Estoy convencido de que Athenea tiene una larga carrera en ciernes y no ha roto todavía, algo que sí ha hecho Salma Paralluelo, que tiene 19 años, por 21 de Athenea. En otro orden de cosas, Athenea es una chica que también tiene sex-appeal de forma natural. A los seguidores del Real los tiene encandilados. Incluso, los machistas que hay a cientos entre los seguidores del fútbol (los de forocoches y otros medios similares), esparcieron el año pasado el rumor de que esta chica estaba liada con Vinicius, jugador del masculino a quien, como negro, se le presupone una pirola de las dimensiones de la del legendario Makelele, lo que alimentaba los sueños eróticos de estos impresentables.

La chica, que es muy discreta y no cuenta nada habitualmente de su vida privada, tuvo que salir a la palestra a decir que tiene un novio, algo que yo ya sabía. Athenea tenía ya ese novio en sus años en el Dépor, y por Coruña se comentaba que era un futbolista de algún equipo de regional. Por eso lloraba tanto cuando se consumó el descenso del Dépor a segunda, en una imagen que les traje al blog: nada más terminar el partido con el Betis, Athenea se desplomó llorando en el césped y todas las jugadoras del equipo contrario fueron a consolarla. Cuando salió la fake news de su relación con Vinicius, Athenea se limitó a publicar en sus redes una foto besando a su novio en alguna playa gallega, en la que apenas se le ve, para preservar su intimidad. Abajo la tienen, y no me digan que esta chica no tiene un encanto especial.

Lo de Samantha es diferente. Me sigue pareciendo una artista sensacional, lo que pasa es que no me gusta lo que está haciendo ahora. Hasta este momento, su carrera llevaba un rumbo ascendente, basado en que ella era la estrella, se rodeaba de músicos potentes a su servicio y maravillaba a las audiencias en directo, porque ya dije que sus discos no son tan buenos como su desempeño en el escenario. Su penúltimo grupo, con Matt Wade a los teclados y Sarah Tomek a la batería, era espectacular, yo los vi tres veces en directo y hubiera seguido viéndolos muchas más. Pero ahora comparte escenario con Jess Dayton y la impresión que da es que es él quien impone su línea. Y a mí no me gusta ver a Sam dominada por un macho.

En los conciertos, como el que yo les vi en París, ella canta la mitad de las canciones, que en su mayoría son de su último disco, apenas alguno de los temas antiguos que tanto me gustan. Viéndola en París, no me quedó ninguna duda de que ella se lo está pasando bien, que está haciendo exactamente lo que quiere hacer en este momento. Pero es como si a Aitana Bonmatí la pusieran de recogepelotas a un lado del campo. Un desperdicio. Pero Sam es muy cabezota, como ya sabemos y va a seguir un tiempo en su versión actual. Yo estoy deseando que se quite de encima a Dayton y vuelva a dar giras con sus temas más potentes y con una banda a su servicio. Para que me entiendan, les voy a poner dos vídeos, uno de por qué me fascina tanto esta mujer, una versión más del clásico Killing Floor que le sirve para improvisar como ella sabe. Realmente, creo que nadie toca la guitarra así en estos momentos. Debajo, un ejemplo de lo que hace ahora, para que comparen.


Sin comentarios. La mitad de los conciertos de Sam y Jess es así, en la otra mitad es ella la que lleva la voz cantante, nunca mejor dicho. Pero, viendo estos dos vídeos, supongo que entienden lo que les quiero decir. Y un feminista como yo no puede dejar de sentirse mal viendo a su diva bastante dominada por un colega que no es malo, en su línea de punk-country, pero que no le llega a la suela del zapato. Pero, en fin, ella sabrá. Si sigue por esa línea, yo creo que su carrera puede sufrir un parón. Aunque a finales de este mes está incluida en el cartel del Crossroads de LA, elegida personalmente para ello por Eric Clapton. De ese festival, cuyo cartel les he traido al blog al menos dos veces, se ha caído por fallecimiento el gran Robbie Robertson. Tenía 80 años y supongo que le dedicarán el festival.

Samantha tiene comprometido para después un bolo como telonera de la Steve Miller Band, un grupo que me gusta poco, pero que para ella es sin duda un salto adelante en su ascenso al estrellato del rock. Veremos por dónde tira, pero repito: yo estoy deseando que se quite a Jess Dayton y recupere su carrera anterior. Creo haberles destacado el hecho de que en el Crossroads, que es una reunión de buenos guitarristas, hay muy pocas mujeres. Sheryl Crow, Samantha Fish, Sierra Hull (una chica delgada y llena de tatuajes que hace country) y Molly Tuttle, de la que hasta ahora no sabía nada. No están ni Larkin Poe, ni Ghalia Volt, ni Ally Venable que son muy buenas, pero han de esperar a una siguiente edición.

Bien, pues buscando información sobre esa Molly Tuttle, he encontrado una pequeña joya. Nada menos que una versión del White Rabbit, el himno a las drogas y a Alicia en el País de las Maravillas, de la gran Grace Slick, que les traje hace poco en su versión en directo en Woodstock. Molly no había nacido cuando Grace cantaba este tema sensacional, pero lo versionea a su manera. Si Grace lo concibió como un crescendo breve sobre un fondo repetitivo, Molly lo viste con unos solos instrumentales preciosos, a cargo de su grupo que se llama The Golden Highway, la autopista dorada: contrabajo, mandolina, violín y banjo. Merece la pena verlo. En cuanto el contrabajo inicia el riff de fondo, el público lo reconoce y aúlla expectante. Molly no canta con tanta profundidad vocal como Grace, pero los distintos instrumentistas son buenísimos. Escuchen esta maravilla. Y sean buenos, por Dios.


PD. Con el post ya publicado, he encontrado el vídeo del homenaje que se le hizo el sábado en el Bernabeu a las campeonas del mundo que juegan en el Real Madrid, al principio del partido del masculino con el Getafe. Pueden verlo pinchando AQUÍ.

jueves, 31 de agosto de 2023

1.244. El tema del verano

He de reconocer que me da una cierta pereza hablar del asunto Rubiales, que ha desplazado a todas las serpientes de verano de este Año del Señor de 2023, haciendo que casi no le dediquemos atención al asesinato del jefe de Wagner o las dificultades para formar gobierno, por citar un par de temas de mucha más trascendencia que el arriba citado. Añadiré que, para insistir en lo mismo que está diciendo todo el mundo (salvo la señora Ayuso, Losantos y cuatro colgados), yo no perdería el tiempo en escribir nada al respecto. Lo que pasa es que vengo siguiendo el fútbol femenino desde hace años y creo que puedo poner el tema un poco en contexto. En realidad, yo sigo este tema desde que el Dépor montó su equipo femenino en segunda división, logró por fin ascender a Primera y, en su primer año en la categoría, fue el equipo revelación, en una temporada que se cerró en falso por la pandemia, cuando el Dépor era el cuarto clasificado. En ese equipo había varias jugadoras que me gustaban mucho, como Tere Abelleira, Athenea del Castillo o Misa Rodríguez, la portera canaria.

Al año siguiente, el Dépor empezó fatal, merced al empecinamiento de su entrenador, al que tuvieron que echar a media temporada, cuando el equipo iba último. Empezó entonces una remontada, que terminó muriendo a la orilla, como es el sino de todos los equipos del Dépor. En una liga en la que todos los años menos ese descienden los dos últimos clasificados, ese año bajaban cuatro, por una remodelación de las categorías. Y el Dépor femenino terminó cuarto por la cola, empatado con el quinto, que logró la permanencia por una diferencia de un gol. Es como si estuviera escrito que el equipo tenía que sufrir esa especie de castigo bíblico para igualar el destino funesto del masculino. El recién creado Real Madrid femenino pescó en río revuelto y se llevó a las tres mejores jugadoras del equipo, que el año pasado se quedó por muy poquito a las puertas del ascenso. Con motivo de todo eso, empecé a interesarme por el Real Madrid y también por el Barça, que en estos años pasados ha tenido un dominio abrumador, espectacular, no sólo en España, sino también a nivel mundial.

Así que yo no soy un recién llegado a este tema, como muchos de los que ahora opinan como si entendieran del asunto. El tema del famoso beso de Rubiales a Jenni Hermoso ha generado un pollo descomunal, en el que no viene mal analizar las cosas sin tanta pasión como le ponen algunos y situar las cosas en su contexto, más que nada por tratar de conocerlo en todos sus matices. Eso es lo que voy a intentar, sabiendo que me arriesgo a que me pongan verde o me entiendan al revés. Quede claro que mis simpatías entre los dos protagonistas del beso de marras no son equidistantes. El tal Rubiales me parece un impresentable y representa los valores totalmente opuestos a los que yo vengo defendiendo en este blog. Es un tipo de la Edad de la Piedra, es el eslabón perdido de Darwin, es un animal de pezuña y en estos días se ha mostrado como es. Además (y esto es todavía más grave), es un gangster, que ha establecido una red clientelar en la RFEF, básicamente destinada a forrarse y a conseguir cada vez más poder. En la Federación, Rubiales estaba en todas partes, como si tuviera el don de la ubicuidad.

Pero esto ya se sabía y nadie decía nada. Y, de la misma forma en que el gran Al Capone acabó en el trullo por un asunto colateral de deficiencias en su declaración de Hacienda, Rubiales está cayendo por un asunto colateral de su práctica gangsteril, en cuyo transcurso ha demostrado no haberse enterado de que la sociedad española ha cambiado y ya no es la de los tiempos de las películas del destape y las excursiones a Perpiñán a ver el Último Tango en París. Además de todo eso, el tipo es un basto y un inculto, que ha llegado a donde está por una serie de prácticas matonistas, como las que usa el señor Putin. Y, para colmo, tiene cara de pene; yo no hay vez que vea su jeta que no la imagine embutida en un preservativo gigante. Debe de dar mucho asco que un tipo así te dé un beso, ya no sólo en los labios, sino en la mejilla o cualquier otro de los lugares considerados como castos. Entre las cosas que he leído sobre él, lo mejor es la caracterización que le hace un articulista, que dice que con él se queda corto el concepto de macho alfa, que más bien hay que considerarlo un macho alfalfa.

En cambio, Jenni es una chica de Carabanchel, vividora y divertida, que aprendió a jugar al fútbol en los descampados de un barrio por donde es fácil imaginar pululando a Manolito Gafotas y ha logrado el nivel de excelencia futbolística después de superar diversos baches en su carrera, que se desarrolló en el Rayo Vallecano, Atlético de Madrid y Barça, además de una aventura en Suecia, otra en el París St. Germain y una última en el Pachuca de México. Su trayectoria vital está a años luz de la de Rubiales, es honesta y disfrutona y se tomó lo del beso inicialmente a la ligera, porque anda que no habrá ella visto y sufrido cosas peores. Yo tuve una compañera del curre de Carabanchel, que cada día llegaba echando pestes de un exhibicionista que se cruzaba en su camino al Metro a través de un parque y le abría la gabardina. Encima era del barrio y ella lo conocía y cada día le decía: joder Manolo, qué desagradable eres, ¿es que no tienes nada mejor que hacer a estas horas y con el frío que hace?

Jenni trató de quitarle hierro al tema al principio (aunque en todo momento sostuvo que no le había resultado agradable) pero, a la vista de la que se estaba liando, tuvo que pronunciarse y lo hizo de la única forma posible. Pero todo esto viene de antiguo y conviene hacer un repaso somero a la historia. El hecho más trascendente de esta historia se produjo hace un año, cuando quince de las mejores futbolistas españolas enviaron e-mails individuales idénticos a la federación manifestando que renunciaban a participar en la selección hasta que cambiaran o se solucionaran determinados problemas de fondo que amenazaban su salud mental. La cosa era grave y se comentó en su día en el blog.

La renuncia era el resultado de una conspiración subsiguiente a la derrota ante Inglaterra en el Campeonato Europeo de 2022. Esa derrota abrió la espita del malestar de las jugadoras, que entendían que las cosas no se estaban haciendo bien. El objetivo del colectivo tenía nombre y apellidos: Jorge Vilda, seleccionador desde 2015. Hay que decir que, antes de 2015, el fútbol femenino prácticamente no existía en España. Vilda sustituyó a un energúmeno que llevaba 27 años en el cargo y acostumbraba a insultar a las jugadoras llamándolas focas, pedorras y cosas peores. La llegada de Vilda fue una especie de soplo de aire fresco, porque el tipo es educado y mantiene una distancia correcta con las jugadoras. Las rebeldes se cuidaron de dejar claro que el entrenador no se había propasado con ninguna de ellas, que lo que ellas pedían era una mejora en la infraestructura de la selección, que optimizara el talento de toda una generación muy brillante de jugadoras. 

Pero, entre 2015 y 2022, ya se habían visto algunas actitudes de este señor un poco despóticas. Por ejemplo, a Vero Boquete, gallega y estrella del equipo hasta entonces, la relegó sin demasiado motivo, no la usaba apenas y acabó forzando su renuncia a la selección. Ocho años después, sigue en activo, ganándose la vida como futbolista en la Fiorentina, de la primera división italiana. Otro caso similar es el de Damaris Egurrola, jugadora vasca de madre holandesa y criada en USA, que fue la estrella de las selecciones españolas sub 17 y sub 19 y a la que Vilda le cogió manía, por lo que acabó aceptando la oferta de unirse a la selección holandesa. Por cierto, en este Mundial, Holanda jugó contra España y Damaris me pareció una jugadora muy sucia, que arrollaba a las españolas con faltas continuas.

Planteado un conflicto tan grave, la prensa encontró carnaza y se dividió en dos bandos irreconciliables, echando más leña al fuego, es lo que da el país. De un lado, se decía que Las 15 eran unas niñatas consentidas que habían hecho lo mismo en el Barça y les había salido bien. Era verdad en parte. Es más, en el Barça lo habían hecho dos veces. En enero de 2019, un plante colectivo de las jugadoras desembocó en el cese del entrenador Fran Sánchez, que fue sustituido por Lluis Cortés. Con este señor, logró el Barça femenino el histórico triplete de 2021 (Liga, Copa de la Reina y Champions), lo que no le libró de un nuevo plante de las chicas por el que acabó fulminado y despidiéndose entre lágrimas. Por cierto, en pocos meses encontró trabajo como entrenador del equipo femenino de Ucrania pero, nada más llegar a Kiev empezó la guerra; yo creo que este señor es un poco gafe.

O sea, que las jugadoras del Barça tenían experiencia en plantes, aunque ha de reconocerse que el nivel del equipo ha ido subiendo hasta su actual posición a la cabeza del fútbol mundial, en parte gracias a estas combativas futbolistas, que no se conforman nunca. Desde el otro lado de la opinión patria, se decía que Vilda era un manta, un enchufado de la federación en donde trabajaba su padre y que su única experiencia anterior era como entrenador del Canillas FC. Esto era falso. Vilda, hijo de Ángel Vilda que pasó por varios puestos en la federación, ejerció efectivamente como preparador físico del Canillas pero de ahí pasó a entrenar a la selección femenina sub 17, cargo que le llegó a través de su padre, pero con el que consiguió dos Eurocopas y un subcampeonato mundial. O sea, que no era un piernas.

El pulso estaba planteado y Vilda, que es un hombre educado, seguramente se planteó dimitir y que de esa forma se solucionara todo. Pero ahí apareció el macho alfalfa, que le dijo: tú de ahí no te mueves, que yo te voy a apoyar a muerte. En el motín, las chicas del Barça llevaban la voz cantante, pero estaban las de todos los equipos. Finalmente, las del Real Madrid en bloque decidieron no enviar el e-mail de renuncia. También se las puso verdes, se dijo que el club les había prohibido apoyar la revuelta o al menos recomendado que no se significaran. Y que, al caerse del cartel, lo que querían era copar todos los puestos que las rebeldes dejarían libres. Yo creo que esto es una decisión personal de cada una y ambas posturas me parecen respetables.

De hecho, a Las 15 no se les sumaron tres pesos pesados del Barça, tres veteranas que mostraron su apoyo al fondo de su reivindicación, pero dijeron que no compartían las formas. Estas tres eran Jenni Hermoso, Irene Paredes y Alexia Putellas, esta última lesionada de larga duración. Tampoco firmaron esa carta algunas de las jóvenes promesas del Barça, como Salma Paralluelo, Laia Codina o Cata Coll, que siguieron acudiendo a las convocatorias de Vilda, sin que ello mermara su compromiso con su club. La cosa entró entonces en un tira y afloja cada vez más tenso a medida que se acercaba el Mundial. Llegó un torneo intermedio, la Copa de las Naciones, en el que Vilda se las arregló para enhebrar un equipo con lo que tenía y consiguió hacer un buen papel, quedando de segundas. También jugaron amistosos de altura, como uno en que lograron ganar por primera vez a la selección USA.

En esos partidos, Vilda empezó por llamar a Irene Paredes y luego a Jenni Hermoso. Y, en cuanto Putellas regresó a la actividad, se le hizo ver que se contaba con ella para el Mundial. Se dice que Alexia fue la que hizo de mediadora con algunas de las quince, a las que se les llevaban los demonios viendo que se iban a perder el Mundial en el mejor momento de su carrera. Pero el gorila Rubiales exigía que quien quisiera volver tenía que desdecirse de su renuncia por la misma vía: con un e-mail. Lo hicieron cuatro de las 15: Aitana Bonmatí (para mí la mejor jugadora del mundo ahora mismo), Mariona Caldentey, Ona Batlle y la portera Sandra Paños. Vilda convocó para el Mundial a las tres primeras, pero dejó fuera a Paños, en una especie de venganza: el seleccionador no le perdonaba que hubiera apoyado a las díscolas, con todo lo que él había hecho por ella. Con ese grupo, Vilda logró montar un equipo que finalmente salió campeón, como todos saben.

¿Por qué volvieron Aitana y las otras dos? Pues yo las entiendo muy bien. Son profesionales y un Mundial como el de este verano es un escaparate único para sus carreras. Más los patrocinios y las ganancias directas en dinero contante y sonante, que no son como para despreciarlas por una cabezonería. Aitana es una mujer muy ambiciosa, como ella misma reconoce, va derechita a por el Balón de Oro y no podía dejar pasar esta oportunidad. Y las tres son catalanas o medio catalanas (Caldentey es mallorquina) y ya saben que la pela es la pela. Además, la federación incorporó muchas de las innovaciones pedidas por las rebeldes. Menos entiendo a las once recalcitrantes, encabezadas por Mapi León, la mejor defensa del mundo. En el caso de esta mujer, hay que decir que es maña, lo que explica bastantes cosas. Y tiene un liderazgo que seguramente ha arrastrado a las demás.  

Rubiales acudió a la final y se mostró eufórico en el palco y después en las celebraciones sobre el césped. Las mujeres lo habían sometido a un pulso muy duro y eso es algo que un machista como él no soporta. Y en ese pulso, había ganado por goleada. Con su apoyo, Vilda había logrado nada menos que el campeonato mundial. Así que se volvió loco y, en su euforia, se olvidó de convencionalismos y etiquetas y se mostró como es: un impresentable. Como se ha dicho, él no estaba celebrando tanto el campeonato, como su victoria en el pulso con Las 15. Pero es curioso cómo se endiosan este tipo de personajes, hasta el punto de olvidarse de que les están filmando. Porque las actuaciones incorrectas de Rubiales fueron cuatro. Primero se agarró los huevos en el palco, gesto que ya se ha comentado en el post anterior. Luego le echó la mano al hombro a la reina. Y después del beso a Hermoso se echó al hombro a Athenea del Castillo, la jugadora más liviana del equipo, como si fuera un saco de patatas. Todo esto se ve en las fotos que les traigo.






Pero la herida entre las jugadoras seguía abierta. Las 12 que se quedaron finalmente fuera, guardaban silencio. Ni una sola de ellas escribió en sus redes una felicitación por el éxito de sus compañeras. Durante el Mundial, habían sucedido algunas cosas significativas. En el tercer partido, contra Japón (España estaba ya clasificada después de ganar los dos primeros), el equipo sufrió una derrota sonrojante, por 4-0. Las japonesas nos pillaron al contraataque y nos marcaron cuatro goles como cuatro soles nacientes. Parece claro que, con Mapi León en el equipo, no hubiéramos encajado cuatro goles. Vero Boquete, que hacía de comentarista para RTVE, se dejó el micrófono abierto y se la escuchó lamentando la falta de Mapi y también de la portera Sandra Paños. Destilando, en suma, todo su resentimiento contra el entrenador que la apartó de la selección. Un resentimiento que comparte Damaris Egurrola, que tal vez por eso les arreó tanta leña a sus antiguas compañeras de la sub 17.

Vilda señaló a tres jugadoras después de ese partido. La portera Misa, que no paró un solo disparo: le tiraron cuatro veces y todas fueron goles. Y la parte izquierda de la defensa, formada por la central cordobesa Rocío Gálvez y la lateral Olga Carmona. Ninguna fue alineada de inicio en el siguiente partido, contra Suiza en el que ganamos 5-1. Ni Misa ni Rocío volvieron a jugar un solo minuto en el Mundial. En la posición de Olga, Vilda situó a Ona Batlle, cambiándola de lado y dando entrada a Ohiane Hernandez por la derecha. Pero Ohiane vio la segunda tarjeta amarilla contra Holanda, así que en las semifinales contra Suecia, Vilda tuvo que rescatar a Olga y nuestra gitana universal le terminó por salvar el culo en el último minuto de la semifinal y le solucionó después la final, con un par de goles históricos. Cosas del karma, o resultado de la actividad de esos dioses que nos gobiernan jugando a los dados.  

Pero esa desunión entre las jugadoras la ha solucionado definitivamente el macho alfalfa con sus actitudes arriba reseñadas y la posterior huida hacia adelante. Aún en Sídney, los periodistas le rodearon y, cuando se creía que le iban a pedir que hablara sobre el triunfo de la selección, resulta que lo que le preguntaron fue sobre el beso a Jenni, que ya empezaba a ser muy comentado en España. Su respuesta: yo sólo quiero hablar del Mundial, no de las bobadas que dicen algunos gilipollas y tontos del culo (sic). Todavía no sabía en qué jardín se había metido. Luego en el avión, se ve que le recomendaron hacer un vídeo de disculpas, que grabó claramente a regañadientes: yo no creo haber hecho nada malo pero me dicen que me disculpe y tendré que disculparme. Más tarde se supo que presionó de todas las formas posibles a Jenni y a la capitana Ivana Andrés para que participaran en ese vídeo, ayudándole a exculparse, pero ambas son muy listas y se negaron.

Llegada la selección a Madrid, el tema del beso se había convertido ya en trending topic mundial, copando las portadas del New York Times y todos los grandes diarios de occidente. Entonces, se filtró a la prensa que Rubiales dimitiría en la asamblea de urgencia que se había convocado. Pero sorprendentemente para todos, el tipo no dimitió, sino que se atornilló a la poltrona y reforzó la unión con superglue. Lo más penoso fue ver a Vilda y otros palmeros aplaudiendo un discurso en el que atribuía sus problemas al acoso de unas falsas feministas, muy distintas de las feministas de verdad, como sus hijas, a las que había invitado a que presenciaran el despropósito desde la primera fila. Todo muy mafioso, muy corleone. Cinco veces repitió como un mantra la frase no voy a dimitir, entre el aplauso de los asistentes, en una escena a la que algunos músicos han añadido bajo, batería y otros instrumentos. Véanla.

Además, intuyendo lo que se le venía encima, cesó a todos los miembros de su Consejo de Administración, menos a uno: su fiel Pedro Rocha. Pero este, que se ha quedado al cargo del tinglado al ser suspendido Rubiales por la FIFA, rápidamente se ha desmarcado de su mentor y ahora encabeza el movimiento para que se vaya. Esto es ciertamente un clásico: el propio Rubiales fue nombrado de urgencia para sustituir al no menos gangsteril Ángel María Villar y seguir como su hombre de paja, pero enseguida renegó de él. Como Franco con Suárez, o Uribe con Santos en Colombia. Por entonces, ya las 12, más las 23 de la selección y otras 50 de todos los equipos españoles habían firmado un llamamiento en el que manifestaban que no irían a la selección hasta que se vaya Vilda. Sus aplausos al mono en jefe en su último y delirante discurso fueron la gota que colmó el vaso de todas ellas. Y así están las cosas en este momento. Se espera que Vilda se vaya, lo que permitiría que se pueda hacer una selección femenina con las mejores. Vilda ha demostrado ser un buen entrenador, en circunstancias muy difíciles, y podría hacerlo muy bien en cualquier club europeo. De momento, España, que era la nº6 del ranking FIFA a comienzos del Mundial, ocupa ahora el nº2 y no es la primera por su derrota ante Japón.

Poco queda que añadir a este chungo asunto. Ahora bien: un beso por sorpresa, o a traición, en los labios ¿es para tanto? ¿Por qué? Pues yo creo que sí es para tanto, aunque hay que interpretarlo como una gota que colma un vaso que lleva mucho tiempo llenándose. Siglos. El vaso del maltrato a las mujeres. El vaso del machismo. Rubiales abusa de su posición superior, él es el jefe de la federación y Jenni una simple futbolista, es decir, una persona en un nivel inferior y, en teoría, a sus órdenes. Está muy mal utilizar esa preeminencia para obtener lo que se solía llamar un beso robado. Es tan incorrecto como si yo se lo hiciera a la señora que limpia en mi casa, o a cualquiera de las chicas que tuve a mis órdenes en mi etapa laboral. Rubiales, que es un verdadero neandertal, entiende que tiene una especie de derecho de pernada que le permite hacer lo que hizo. Además está toda la gesticulación circundante, cómo el tipo se le cuelga del cuello como un mono y rodea su cintura con las piernas, como le sujeta firmemente la cabeza para plantarle el beso. Es ciertamente asqueroso.

Pero no conviene demonizar específicamente el beso en los labios como algo perverso en sí mismo. En otro tipo de contexto, en un contexto de coqueteo y seducción entre iguales, puede ser un simple gesto que invita a ir un poco más adelante, en espera de la respuesta de la otra parte. Incluso por sorpresa, en forma de beso robado. En ocasiones, es la mujer la que toma la iniciativa, a mí me ha tocado vivirlo en las dos formas. Es diferente; si es la mujer la que da el paso, no suele tener muchas dudas de la respuesta: el hombre ya se sabe que piensa con la polla y le va a parecer bien en todos los casos, a menos que la chica no le guste en absoluto. En cambio, si es el hombre el que toma la iniciativa, la cosa es como una pregunta o una propuesta, que puede tener muchos resultados, incluso cargarse del todo la relación en ciernes. Me viene a la cabeza un ejemplo.

Hace un tiempo yo solía quedar con una amiga para ir al cine, cenar o tomar algo juntos y, sobre todo hablar largamente de nuestras preocupaciones y nuestros anhelos. Al final de cada cita, yo solía acompañarla a un punto intermedio entre nuestras casas, ya saben que pocas cosas hay que me gusten más que caminar por la noche en la ciudad con una chica guapa a mi lado. En las despedidas nos dábamos un largo abrazo, seguido de un par de besos. En una ocasión, yo la besé en los labios. Se quedó muy sorprendida, pero dimos media vuelta sin decir nada más. No fue, por mi parte, un impulso, sino algo premeditado, dirigido a hacerle ver que podíamos ir más adelante en nuestra relación, si ella quería. Ya en casa, pensé que a lo mejor no volvíamos a quedar. Pero fue ella la que me llamó la siguiente vez. Durante la velada, ninguno hizo referencia a nuestro beso del día anterior. Y, llegados al mismo punto de habitual despedida, fue ella la que buscó mi boca y sacó la lengua a pasear. Esto es algo muy femenino, con perdón: hacemos lo que yo quiera, cuando yo quiera y llegando hasta donde yo diga. Lo que vino después, ya entra en la zona de sombra sobre la que no se habla en este blog; que cada lector imagine lo que quiera.

Lo que intento decir es que no hay que sacar las cosas de quicio. Un beso robado en los labios no siempre es malo. Lo es y mucho, con abuso de posición, entre dos que no se conocen más íntimamente y encima sujetándole la cabeza a la chica con fuerza. Algo tan deleznable como mirarle las tetas o darle una palmada en el culo, costumbres bastante arraigadas entre cierto tipo de machos alfa. Todos ellos son restos del derecho de pernada y en el mundo de hoy son rechazables absolutamente y sin matices. Pero no debemos llevar este tema hasta el mundo de la seducción, el flirteo y la relación libre entre personas de distinto sexo (o del mismo) en situación de igualdad. Yo apoyo totalmente el feminismo y todo este mundo del Mee Too, pero que no nos lleve al puritanismo meapilas de que haya que ir con cuidado a la hora de ligar. Yo siempre he sido un seductor educado y cuidadoso, con iniciativas basadas en el respeto, que apenas me he llevado broncas por propasarme y sí, en cambio, algún desprecio o desinterés de mujeres que gustan de actitudes más agresivas o directas.  

No sé si esta diferenciación entre besos en los labios es compartida por algunos sectores del feminismo radical. Yo la verdad añoro el momento en que todas las feministas iban de la mano y no divididas como en el último 8 de marzo, una división motivada por las posiciones de intolerancia de algunas. En Madrid, el feminismo dio un gran salto adelante en la manifestación de 2020, esa misma que fue demonizada por la derecha diciendo que había sido un foco de contagio del Covid (yo tengo muchas amigas que se unieron a la manifestación de ese día y ninguna conoce a nadie que se pillara allí el Covid). El cartel anunciador de esa marcha, emitido por Comisiones Obreras es todo un símbolo de aquella unidad que hoy echamos de menos. Con él les dejo. Sean buenos. Y buenas, ya que estamos en este tema.