Llevo un cierto retraso de temas,
porque estoy bastante agobiado de trabajo, pero hoy quiero hablar de la Final
de la Champions. He de decir que me alegré un montón con la victoria del Real
Madrid, un soplo de buen rollo en medio de unos días un poco negros para mí,
por un motivo que no les voy a contar y del que me voy recuperando. A priori,
podía pensarse que es el mejor partido que se puede ver en este momento. Sin
embargo, a menudo estos partidos se convierten en un pestiño infumable,
agarrotados ambos equipos por tácticas férreas destinadas a no perder, que
hacen que no se juegue a nada, que nadie se atreva a dar un paso adelante, lo
que lleva a la prórroga y la lotería de los penaltis. Para que eso suceda,
basta con que uno de los dos entrenadores sea, por ejemplo, Mourinho, siniestro
personaje que hace jugar a sus equipos como si fueran muy inferiores al
contrario. Ya les he dicho que sueño con ver a este sujeto de vuelta en su
tierra para entrenar al Pazos Ferreira o algún equipo de la parte baja de la
tabla portuguesa, algo, en fin, acorde con su talento. Sin embargo, a pesar de
sus últimos fiascos en el fútbol inglés, el tipo sigue en la élite ganando un
pastal. No me explico cómo no le dan una patada en el culo.
Nada de eso sucedió en esta
ocasión, en que pudimos asistir a un espectáculo fabuloso, con dos equipos
desbocados luchando como jabatos y poniendo en la liza todo lo que tenían, sin
guardarse nada. En la segunda parte del partido se jugó el mejor fútbol que he
visto en años. Pero, aun así, la alegría que me llevé con el resultado (justo
desde cualquier perspectiva), fue algo que no me esperaba. Ya he dicho muchas
veces que yo soy una persona que se guía por sentimientos y pasiones y luego
trata de explicárselas. En realidad, yo soy del Dépor y se da la circunstancia
de que en la Juventus (el contrincante del Madrid) hay un par de elementos que
me caen muy bien. En concreto, el gran portero Gian Luigi Buffon, un verdadero
mito deportivo y todo un caballero. Y el gran Chiellini, cuya imagen pueden ver
al lado. Este gran defensa, cuyo rostro le permitiría ganarse la vida como actor
interpretando a mafiosos calabreses, resulta que tiene otros planes para cuando
deje el fútbol y el pasado mes de abril se doctoró en Administración y Gestión
de Empresas por la escuela de Turín, con una tesis sobre El modelo de negocio de la Juventus F.C. en el benchmark internacional,
tesis que obtuvo el grado de cum laude.
Como nunca se creen estas cosas, AQUÍ
pueden comprobar la información. Por cierto, este Chiellini fue el último
jugador (por ahora) que fue mordido por el uruguayo Luis Suarez, al que
inmediatamente ficharon en el Barça, supongo que para ver si seguía dando
bocados en los partidos con el Madrid.
A
lo que íbamos. Que me llevé una alegría desmesurada, como hacía años que no me
sucedía viendo fútbol, excepto en lo concerniente al Dépor. ¿Y por qué? Pues se
me ocurren al menos siete razones. UNO. Siempre que juega un equipo español con
uno extranjero, yo voy con los míos y me alegro de que ganen, aunque en este
caso ya quedó dicho que no me hubiera importado que perdieran, para que Buffon
y Chiellini se llevaran un trofeo que se merecen por sus carreras y talante.
DOS. Como ya se ha dicho, el partido fue vibrante y ganó el que se lo mereció
en el campo. TRES. Fue también un triunfo del fútbol ofensivo y alegre, sin
tácticas, dejando que los jugadores hagan lo que les dé la gana. CUATRO. Me
alegro especialmente por Zidane, un tipo que me tiene totalmente seducido, como
quedó patente en un post reciente. Me parece un tío cojonudo, del que me gustan
hasta los cabezazos que daba a los contrarios. Y supongo que ya escucharon su
respuesta a la pregunta "cuál es el secreto de este equipo": que la
relación entre los jugadores es de puta madre. La expresión de puta madre, yo
creo que debería excluirse de la condición de palabrota o taco, después de
escuchar cómo la usa Zidane. Igual que cuando el rey Juan Carlos dijo "los
espárragos navarros son cojonudos" y el calificativo dejó de ser
considerado malsonante y hasta se comercializaron latas con ese nombre.
CINCO. No puedo dejar de alegrarme por los diversos
amigos madridistas que tengo, como mis compañeros del viaje a Birmania o mi
amigo X, seguidor insigne de este blog, que no tiene nada que ver con el señor
X del post anterior, fallecido hace más de treinta años, tal vez cuando yo ni
siquiera conocía a X. SEIS. Como madrileño de adopción no puedo dejar de
congratularme de un triunfo como este, que ayuda a la difusión de la Marca
Madrid, cuya promoción es parte esencial de mi trabajo. Pero la razón que me
puso definitivamente de parte del Madrid desde antes de empezar el partido, fue
la SIETE:
el vídeo que publico TV3 en los días previos. ¿No lo han visto? Pues aquí lo
tienen.
No hay mucho que comentar de este
vídeo, una muestra más de que algunos, más que nacionalistas, son
antiespañoles. A mí, el tema este del prusés
es que ya me aburre mucho. Es como un dolor de huevos y discúlpenme la
expresión. Y además, ya he escrito todo lo que tengo que decir al respecto.
Llevo casi cinco años dando la matraca al respecto y me cabe el honor de haber
empezado a denunciar este asunto y su peligrosidad, antes que casi todo el
mundo. Ahora estamos en el llamado choque de trenes, sobre el que Savater
apuntaba acertadamente que sólo uno de los trenes circula en el sentido
correcto. Hace poco ha corrido por Facebook el fragmento de la entrevista que
le hicieron a Borrell en El Intermedio hace dos años y que permanece vigente.
Abajo pueden verlo.
El independentismo catalán es una
amalgama de tres grupos, que no tienen mucho que ver entre ellos. Por un lado
los de ERC, que son ideológicamente coherentes. Ellos quieren empezar desde
cero y ser los héroes de la nueva patria. Les importa un bledo si la población
catalana va a pasar penurias económicas o de cualquier otro tipo, porque, a
fuerza de repetir que son una nación, se lo han llegado a creer. Este tipo de
grupos los hay en todas partes y normalmente suelen ser minoritarios (no tanto
en este caso). A ellos hay que añadirles a las CUP que son un grupo aún más
minoritario, formado por gente indignada y jodida por la crisis, homónimos de
Podemos. He de decir que estos dos grupos tienen todos mis respetos.
El problema es que hay un tercer
grupo, que está formado por la derecha más rancia y extractiva de la sociedad
catalán, las llamadas 300 familias, que controlan el cotarro de forma
gangsteril y que podemos simbolizar en la persona de Pujol. Estos se han
volcado hacia el lado independentista como una huida hacia adelante, para tener
una Justicia y una Hacienda propias con las que poder irse de rositas (su
cambio de tendencia empezó cuando el FBI forzó a la banca de Andorra a tirar de
la manta, como se ha contado en este blog). Y estos son los que han
desequilibrado el tema. Ahora la sociedad catalana está, decima arriba o abajo
a un 50% a favor de la independencia. Es una sociedad bastante fracturada, como
se evidencia en el artículo de La Voz de Galicia que pueden consultar AQUÍ.
¿Hay alguna solución? Pues yo,
sinceramente, ahora mismo convocaba el referéndum. Creo que la sociedad
catalana está lo suficientemente informada, en el mundo interconectado en el
que vivimos, como para votar en consecuencia. Me cuesta creer que haya una
mayoría de borregos, aunque ya les ha pasado algo así a los británicos y a los
estadounidenses. Si los independentistas perdieran el envite, se acababa el
problema. Y, si lo ganan, allá les den. Entrarían en una problemática similar a
la que están sufriendo británicos y yanquis. Tal vez se despertaran pronto de
su sueño de convertirse en Dinamarca y se dieran cuenta de que se habían
convertido en Eslovenia, por no decir algo peor.