Con notable retraso, por el que les pido disculpas, les hago el obligado resumen de lo que ha sido para mí el Año del Señor de 2023, lleno de hechos prodigiosos y con un punto agridulce, sobre todo por el hecho de haber perdido a dos de mis mejores amigos, ambos seguidores fieles del blog, mi muy querido Mariano y mi entrañable Amigo X. Los dos sucumbieron al ataque del cáncer de pulmón en una racha que, no por esperada, me ha resultado menos dolorosa. Tengo pendiente hacer una reseña de cada uno, si es que consigo el tiempo para ello. Como contrapunto de este hecho luctuoso, tengo que destacar la llegada a casa de mi gato Tarick Marcelino Martínez, todo un personaje que me hace mucha compañía. A Tarick me lo trajeron en el mes de abril y en agosto cumplió un año. Ahora mismo no concibo cómo he podido vivir todo el tiempo anterior sin un compañero tan cariñoso. Por lo demás, como suelo hacer, voy a clasificar los hechos sucedidos de forma temática, por grupos.
1.- Los viajes. Este año he hecho tres viajes más largos, como de quince días de duración, dos a París y uno a Londres. Mi primer viaje a París fue en febrero, con motivo de la invitación de mi amigo Alain Sinou a dar una clase en su máster de Desarrollo Urbano de la Universidad París-8. Finalmente fueron dos las clases que tuve que dar, una a cada curso. Tras de lo cual, mi hijo Kike, su señora y yo cogimos un tren a Lille, donde vivía por entonces mi otro hijo Lucas Todos reunidos, visitamos la extensión del Louvre en Lens y celebramos juntos mi 72 cumpleaños. El segundo viaje a París fue en mayo e incluyó un concierto de Samantha Fish en el Bataclan, una excursión en coche con Alain y otro amigo a Rouen y Le Havre, una escapada a Ámsterdam y Utrecht y comidas con mi amiga Hélène Chartier y algún otro conocido.
En Londres, estuve en octubre, instalado en la nueva casa de Lucas, que se había trasladado a vivir allí en agosto. Este viaje, que tengo muy reciente, estuvo lleno de historias peculiares, como la visita a mis hermanos británicos Ian y Louise, la salida en tren a Bexhill on Sea, en la costa sur, para ver otro concierto de Samantha Fish, la asistencia a una sesión en el Shakespeare Theatre, los encuentros con mi amiga Clare Haley, mi sobrina Elena y familia, y con Pedro Cubino, propietario de un restaurante español. De este viaje es una de las fotos más destacadas del año, que acredita mi participación en una manifestación en la zona sur de la ciudad, entre los antiguos muelles reconvertidos, sosteniendo una pancarta con gesto ceñudo, imagen que fue especialmente aplaudida por mis amigos y seguidores. Abajo la tienen.
Además, este año he hecho un montón de viajes cortos, de dos o tres días, empezando por uno a Baeza para asistir al concierto de Ghalia Volt, a la que ya había visto en Madrid. Viajé también a Cáceres en coche, con mi amigo Henry Guitar, con motivo del festival Womad. Repetimos, con mi nuevo amigo Críspulo para asistir al festival de blues de Béjar, donde pudimos ver a Vanessa Collier y a Tommy Castro entre otros artistas destacados. Dos viajes a La Coruña, el primero en coche, con mi hijo Kike en verano para la reunión familiar en torno al 50 cumpleaños de mi sobrino Alex y el segundo en tren en diciembre, para acompañar a mi hermano Pepe en su cumpleaños 81. Una escapada galante a Ámsterdam y una excursión senderista a Don Benito y Logrosán, recuperando la dinámica de un grupo que había estado bastante al ralentí durante todo el año. Y al menos un par de viajes en tren a Ciudad Real para mantener viva la llama del otro grupo, el de los grandes viajeros por el mundo, que no hemos retomado desde la pandemia por diversos problemas físicos de sus veteranos integrantes.
2.- Los conciertos de rock. Además de las dobles citas ya reseñadas para ver a Samantha Fish en París y en Bexhill y a Ghalia Volt en Madrid y Baeza, más el festival de blues de Béjar, he visto en Madrid a los Interrupters, sin duda uno de los conciertos del año. Acudí también a ver a Rick Estrin y a Frank Turner. Más una serie de conciertos de artistas locales del ámbito vallecano, a los que suelo asistir con Henry y Críspulo, como los Pure Tones, Osi y los Osidados, Funk Mechanicae, la Big Band vallecana y el Colectivo La Palmera. Estuve también en el festival de blues de Moratalaz, una iniciativa bastante meritoria de la Junta de Distrito. Todo ello constituyó un conjunto de actividades complementarias de mis clases de guitarra en el Palomeras profundo, que en junio culminaron con una audición para los familiares de los alumnos más jóvenes que nos quedó bastante aseada. Después del verano inicié la transición a la guitarra eléctrica, dejando la española. Y, hablando de guitarras, Ghalia Volt dejó las suyas en mi casa mientras volvía a los USA para hacer una mini-gira. Aquí la foto cuando fui a devolvérselas en el aeropuerto.
3.- Las actividades lectivas. Este asunto poco a poco va disminuyendo de volumen, pero este año todavía ha tenido un cierto peso. Empecé con un encuentro con la experta sueca en participación Jenny Stenberg, que está montando un sistema de comunicación digital que quiere poner al servicio de los diferentes ayuntamientos. Como les he dicho, di dos clases en Paris a los alumnos de primero y segundo del Máster de Desarrollo Urbano. Los de segundo vinieron luego con Alain para una visita de trabajo de una semana, para la que les tuve que organizar todo el programa, con la ayuda de mi amiga Sonia de la ETSAM y de Isabel Calzas, Directora General de Vivienda del Ayuntamiento. En octubre, Sonia volvió a invitarme a contar mi historia sobre el realojo de Palomeras a los alumnos de su asignatura.
En este terreno, me generó unas expectativas especiales la visita de una delegación de Brazzaville, expectativas que no se cumplieron, como les cuento más abajo. Además, he recibido a una delegación de la ciudad holandesa de Almere y a una asociación de promotores inmobiliarios de Estonia, a los que di sendas conferencias en una de las Torres del Real Madrid. Y paseé por el Madrid Río al director de planeamiento de Shanghái y al staff de una empresa de construcción de autopistas surcoreana que está sufriendo una contestación popular importante para una autovía que tiene proyectada en su país, por lo que Mr Chung, alto ejecutivo del think tank KDI que nos visitó en 2017, les recomendó que vinieran a ver el resultado de la obra de la M-30, y que me buscaran a mí para contarles todos los pormenores de cómo se canalizó el rechazo inicial a dicha obra. Asistí también en la ETSAM a las lecturas de tesis de mis amigos Eva Gil y Darío Rivera, y no pude ver la de Elisa Pozo, por problemas de agenda.
4.- Varios. Aquí podría englobar diferentes temas. Empezando por la salud. Antes de viajar a Londres en octubre, me hice mi analítica anual, cuyo resultado fue espectacular, sigo bastante bien de casi todo, toquemos madera. También pedí por esas fechas vacunarme por quinta vez del Covid, así como de la gripe A, para ir bien protegido a Londres. Eso no me ha impedido terminar el año con un VRS de caballo, del que ya estoy casi totalmente recuperado. También debo recordar que me he hecho con un coche nuevo para los próximos cuatro años, continuando con mi acuerdo con la marca Toyota, que me entregaron en junio. Y que en mayo me compré un nuevo ordenador, porque el anterior estaba hecho una patata, desde que se me cayó de la mano en casa de mi hijo Lucas en Lille.
Hice de anfitrión en Madrid para Alain Sinou y su amiga Victoria en el mes de enero, cuando ambos hicieron una escala volviendo de pasar la Navidad en el Cabo de Gata. Para este año teníamos el mismo plan, pero la señora se ha pillado algún tipo de VRS, lo que a los 87 años es serio, de modo que han suspendido las vacaciones del Cabo de Gata. Tenía yo sacadas tres entradas para ver con ellos el nuevo Museo de Colecciones Reales, que finalmente vi con dos señoras amigas, muy próximas a mi querido Amigo X, en una estupenda mañana que dedicamos a la memoria de nuestro amigo. Acogí también en mi casa a Patri, amiga alemana de mi hijo Lucas, y a su novio Roman, que nos hizo esta foto brindando por nosotros tres.
En febrero participé en las Jornadas Divulgativas del proyecto Bosque Metropolitano, que organizó mi última jefa Silvia, que por entonces no sabía que la iban a cesar en verano, como consecuencia de la mayoría absoluta del señor Almeida, alias El Topillo. He asistido también a algunas conferencias memorables, como la de Carlos Moreno, asesor de la alcaldesa de París, o la de mi amigo Mauro Gil-Fournier, sobre las arquitecturas afectivas. Entre las exposiciones destacaría la dedicada a David Bowie en el COAM, ciertamente espectacular. En fin, es una síntesis de un año de múltiples actividades, que puntualmente se han ido reseñando en el blog. Pero yo no quiero esta vez quedarme en la mera reseña de mis andanzas, sino profundizar un poco en el lado anímico, en el que he recibido algunos golpes que me han dejado un poco tocado, como seguramente han notado.
El primer bajonazo vino con la muerte inesperada de mi amigo Luis el Charcutero, personaje habitual del blog. Este hombre estaba en plena madurez y había salido incluso en un programa de la tele, cuyo vídeo les traje al blog, en una entrada que publiqué sin saber que ya estaba muerto. Su hijo lo dejó al volante de su coche y enseguida le llamaron para decirle que había tenido un accidente. Corrió al lugar y allí comprendió que lo que su padre había sufrido era un infarto y por eso se había chocado. A las edades que vamos teniendo, estas cosas te tocan en lo más íntimo. Una vez pasado el trago, en mi mente quedó claro que hay que tirar para adelante hasta donde se pueda. Pero entonces vino el segundo bajonazo, el de la visita de la delegación de Brazzaville.
En este caso, yo tenía unas ilusiones importantes. El tema pintaba precioso. Nada menos que una ONG pionera en África del tema medioambiental y la preocupación por el cambio climático, que se llamaba Eveil d’Afrique. Y el jefe de esa ONG quiere venir a que le expliquemos el Bosque Metropolitano para hacer algo similar en Brazzaville e inaugurar una línea de colaboración entre ambas ciudades. Tuvieron problemas con el visado y hubieron de cambiar la fecha, pero al final consiguieron llegar a Madrid, donde les habíamos preparado entre Werner y yo un programa bastante intenso, que seguirían luego en Valencia para visitar la Albufera y otras operaciones locales. Implicamos para el tema a la Dirección General de mi jefa y menos mal que no le dijimos nada a los de Internacional del Ayuntamiento.
Porque la ONG no existía. Era sólo un personaje, arquitecto formado en China, que tiene aspiraciones políticas de acceder a la presidencia del país y quería venir a que le filmaran unos vídeos entrevistándose con gente de Madrid, entrando en las sedes municipales y visitando partes del futuro Bosque. Le acompañaban cinco figurantes, que no decían nada, para fingir que era una ONG. Y, una vez que tuvieron sus vídeos, el último día ya no querían hacer nada, estaban derrumbados en la recepción del hotel dejando pasar el tiempo, mientras su jefe intentaba negociar con nosotros eliminar la etapa de Valencia para irse a París (su antigua metrópoli) para que las señoras del grupo se compraran trapitos. Con tanto desinterés, las distintas actividades salían fatal, porque llegaban tarde, perdían trenes y estaban completamente fuera de lugar. Cuando logramos que se subieran por fin al tren a Valencia, que no perdieron por segundos, el alivio fue tremendo.
Cuando yo creía todavía en ellos, mi ilusión era que nos hubieran invitado a devolverles la visita a Brazzaville, pero pronto descartamos ese asunto. Y aquí también me quedé un poco tocado en mi confianza en la hermandad de todos los pueblos del mundo. A los africanos se les hizo una putada gigantesca con la colonización y el esclavismo. Pero, a la que surgieron algunos gritos contra los blancos, se les dejó solos, en manos de tiranos y autócratas que los han puteado todavía más. Yo admito que tengan otro concepto de la formalidad, de la puntualidad, de la seriedad sobre los acuerdos sellados. Con todo eso contaba. Pero la falta de un mínimo de ética, la desfachatez de venir a engañarnos como si no nos fuéramos a dar cuenta, es algo que me dejó muy decepcionado.
Yo continué con mi vida acelerada, pero en verano vinieron las peores noticias: mis dos mejores amigos y seguidores del blog empeoraron de forma radical. Mariano se nos fue en agosto y el Amigo X en septiembre. En octubre yo tenía un viaje planeado desde antes, para ver a mi hijo recién instalado en Londres. Y fue un viaje fabuloso. Pero a la vuelta entré en un cierto bajón, inducido también por haber dejado de correr. Llevo sin bajar a entrenar desde finales de septiembre. Luego, mi rutina de clases de yoga a mediodía se cortó cuando mi amiga Elena se marchó de la academia. Lo de hacer yoga a mediodía y tomarme luego un guiso del Ricla le sentaba estupendamente a mis biorritmos. Ahora he de hacer el yoga por la tarde y no es lo mismo.
Por hache o por be, empecé a estar un poco decaído, lo que tuvo el efecto de que pasase a escribir bastante menos en el blog, como habrán podido notar. Y, cuando a uno le pasa eso, pues no cabe duda de que le bajan las defensas inmunológicas. La Navidad me apetecía este año menos que nunca. Y así fue como caí en las garras del VRS. El haberme curado de ese maldito virus, espero que sea un punto de partida para continuar con mi vida acelerada sin descanso. Y, en fin, quitando este bajón final inesperado, la verdad es que no me puedo quejar del año que se acaba de terminar. Ha tenido sus puntos agridulces, pero también ha habido historias fabulosas. He profundizado mi amistad con nuevas gentes, como Henry Guitar, Críspulo el batería o el Padre de Corro, además de los chicos del Ricla. Y mi balance no puede ser más que muy positivo. Además, he enriquecido mi colección de fotos con mujeres guapas, de las que ya les he traído arriba algunas y les dejo con una selección de otras más. Debajo de todo la última con mi querida Sam. Para ser todas de 2023, no está nada mal. Lo dicho, que sean buenos.
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