Me he cortado para no poner análisis de heces, que tampoco hay que pasarse. Mucha gente del universo de la izquierda se encuentra desolada o devastada después de los resultados de las autonómicas de Madrid y el triunfo sin paliativos de la señora Ayuso. Hombre, yo no es que esté feliz con el tema, pero la principal sensación que siento en estos momentos es de alivio: por fin se acabó el coñazo. Los agoreros del costado izquierdo pronosticaban que esto iniciaría la implantación de un régimen nazi en España (igual que los del otro lado anunciaban una dictadura comunista). A este respecto, yo les repito mi frase mágica tras cumplir 70, que rememoraba lo que suelen decir los que consumen por primera vez marihuana: ¡¡Pues yo no noto nada!! Lo único es que a mí no me va a dar la risa floja, pero frente a un resultado tan contundente, toca estudiarlo e intentar entender lo que ha pasado.
Sí señor, yo no noto nada. El miércoles y hoy he caminado por la ciudad y he visto que todo seguía igual, no me ha asaltado ninguna partida de la porra de rubios con tirantes de la bandera de España, igual que tampoco me había atacado nunca ningún mena. Dicho esto, hemos de empezar por lo más elemental: esto es una democracia, la gente se manifiesta (y no se suele equivocar; otra cosa es que nos guste más o menos el resultado). El pueblo ha hablado y, por lo que respecta a Madrid, vamos a tener dos años tranquilos, salvo por el hecho de que Ayuso utilizará el triunfo para seguirle dando el coñazo a Pedro Sánchez y comiéndose poco a poco al fraCasado. Por lo demás, pues a vivir. Y a trabajar, a ver si la próxima vez lo hacemos mejor. Y, por supuesto, felicitar a la ganadora. Me consta que Mónica García la felicitó personalmente, y también Pedro Sánchez públicamente, como debe ser; imagino que un tipo tan educado como Gabilondo lo habrá hecho también. Pablo Iglesias no, pero no por mala educación, sino porque está demasiado metido en su mundo y en su tragedia personal.
¿Qué ha pasado? Pues obviamente, que el discurso, o lo que sea, de Ayuso, ha calado hondo en los votantes, que lo han preferido a cualquiera de los que lanzaban los demás. Para mí, la única sorpresa ha sido la cantidad desmesurada de votos que ha reunido el PP. Haciendo una simplificación de las mías, yo creo que hay tres grandes grupos de gentes que han votado al PP. UNO, los que lo votan siempre. Estos no fallan nunca, son muy disciplinados y no se fijan en si el candidato es un corrupto (Rajoy), es pequeñito y feo (Almeida), no sabe muchas veces de lo que habla (Ayuso) o cualquier otro defecto. Ellos votan siempre, porque lo consideran como una obligación que no se discute: es el partido que les garantiza el mantenimiento del statu-quo, que la situación no derive en revoluciones ni partidas de desharrapados quemando iglesias y haciendo pintadas por todas las paredes. Suelen ser de clase alta o media alta, conservadores, serios, un poco miedosos y también tirando a anticuados.
DOS, los autónomos. Esto ya lo dije. En Madrid todos los carpinteros, fontaneros, electricistas, ferrallas, parquetistas, pintores o albañiles por cuenta propia, son de derechas, igual que los tenderos, los que regentan bares y restaurantes, los taxistas y los que tienen pequeños talleres. No hay más que escucharles cuando te hacen una pequeña obra en casa, o por ahí fuera en los diferentes tajos. O ir a cualquier bar o subirse a un taxi. ¿Por qué esta gente, que son más bien de clase baja o media baja, votan a la derecha? Pues porque todos tienen algo muy valioso que proteger: la posibilidad de seguir trabajando sin factura, cobrando en negro, defraudando a Hacienda hasta donde puedan y viviendo bien así. Son gente de muy poca cultura, muy insolidarios y suelen vivir en adosados de la zona sur de Madrid y conducir unos todoterrenos de los más contaminantes, que usan para ir a tomarse un vermú a quinientos metros, dejándolo en doble fila y, a menudo, hasta con el motor encendido.
Con esos dos estereotipos que he descrito (exagerando y caricaturizando para que se entienda lo que quiero decir), se lograba ya una mayoría bastante amplia, que era la que pronosticaban todos los sondeos, menos el del señor Tezanos que va por libre. Pero hete aquí que ha surgido un tercer bloque, que es el que ha llevado a esos números desmesurados: TRES, los que odian a Iglesias. No quiero culparle a él de la derrota de la izquierda, sería injusto, pero la verdad es que nos ha hecho un pan con unas tortas. Cierto que su presencia ha evitado que Podemos se quedara por debajo del 5%, como Ciudadanos, pero su entrada en campaña con el ceño fruncido, los pendientes de aros negros, su aire épico y belicoso y su referencia inicial a la derecha criminal, ha hecho que mucha más gente se movilice a votar a los partidos de la derecha y que algunos habituales de la izquierda se hayan abstenido o hayan cambiado de bando.
Yo conozco al menos a dos personas que iban a votar PSOE y no lo hicieron porque pensaban que luego iba a hacer coalición con Iglesias, a quien no quieren ver ni en pintura. Y también me han dicho amigos de Más Madrid que, si llegan a ir en una candidatura conjunta con Podemos, muchos de sus votantes se hubieran borrado de la votación. El odio a Iglesias se ha exacerbado desde la caverna, donde los medios afines, que son prácticamente todos, le han hecho una campaña en la que le han llamado de todo, pero eso es un mensaje que llega a su caladero de lectores. Yo estoy hablando de otro odio, el que le profesa gente que no es facha y que yo he podido pulsar. A mí no me cae bien, como saben, pero no le odio hasta ese extremo.
Pero, por ejemplo, el día de antes de la votación, me encontré por la calle a un amigo, que les juro que no es facha, ni siquiera de derechas. Estuvimos hablando de nuestras cosas tranquilamente y, cuando ya nos despedíamos, le dije: –Mañana votarás, ¿no? Me contestó enseguida con energía: –Claro, tenemos todos que apoyar, a ver si de una vez echamos a… (en este momento, yo me disponía a oír la última palabra de su frase, obviamente: Ayuso) …al Coletas. Me pilló tan de sorpresa que me dejó descolocado, y repuse: –¿Al Coletas? pero si ese no está en el gobierno ni en ningún lado ya, ¿echarle de dónde? Respuesta: –No, no, es que hay que echarle de la política. Como lo oyen.
A veces en estas cosas confundimos nuestros deseos con la realidad, y nos creemos que lo que piensa nuestro reducido círculo es lo que piensa todo el mundo. Este ha sido un caso claro. Después sigo con Iglesias, porque hay más cosas al respecto. La señora Ayuso nos puede gustar o no, pero hay que reconocerle algunas cosas. Su política de mantener abiertas las tiendas, los bares, los restaurantes, los cines y los teatros ha sido en muchos momentos única en todo el mundo civilizado. Y nuestras cifras de contagios son de las más altas de España, pero no son tan exageradamente diferentes como cabía esperar. Y mucha gente de los bares, etc. es que la adoran, porque gracias a ella no se han arruinado. En ese sentido, hay que reconocer que ha sido valiente y ha tenido suerte, porque le podía haber salido fatal. Pero, como no se sabe nada en realidad de cómo funciona el jodido virus, pues lo cierto es que le ha salido de puta madre. Al menos, después de superada la primera ola, la de marzo/abril del año pasado.
En esa ola, lo que pasó en las residencias de mayores es una tragedia y es de juzgado de guardia. Y las familias de los ancianos fallecidos, que cayeron como moscas, están organizadas y han presentado varias denuncias en los tribunales, que ya saben que van lentos pero seguros. Si se demuestra fehacientemente que se impidió el traslado de los enfermos a hospitales, pero se permitió el de los que tenían una tarjeta de Adeslas o Sanitas, como se dice que ocurrió, esto le pasará factura a Ayuso; no va a poder salir del tema con su sonrisa. Porque hay que tener en cuenta que la sonrisa y la cara amable de Ayuso, ha contado también. Estamos en una pandemia, que es una putada inmensa y de la que no se ve el final a pesar de las vacunas, y la gente está harta y quiere alegría, quiere sonrisas, quiere amabilidad. No quiere tipos aburridos como Gabilondo, o enfadados permanentemente como Iglesias.
Los que han podido mantener sus negocios abiertos tienen motivos para estar agradecidos a Ayuso y no quieren saber nada más. ¿Y qué ha pasado con los otros candidatos? Pues Gabilondo está muy mayor. La pandemia lo había entristecido, no hizo la menor oposición a Ayuso, ni una mínima crítica, ni siquiera en el tema de las residencias. Yo creo que estaba pensando en retirarse, o en pillar un puesto como el de Defensor del Pueblo como se rumoreaba. Y la convocatoria de elecciones le pilló con el pie cambiado. Ni tenía ganas, ni se lo ha pasado bien en una campaña en la que los argumentos, que son su fuerte, no importaban para nada. Y encima le han hecho la campaña desde Moncloa y la han cagado. No se le vio cómodo en ningún momento. Primero no quería saber nada de Iglesias, luego hasta le llamaba Pablo. Todo eso se lo decían desde Moncloa, es el estilo Sánchez. Y su resultado no puede sorprender a nadie.
Mónica García fue la que asumió el papel de jefa de la oposición a Ayuso en toda la pandemia y sus intervenciones demoledoras circularon profusamente por las redes. La convocatoria le pilló también por sorpresa, pero reaccionó con naturalidad, se dio a conocer a pesar del poco tiempo que tenía, y sus resultados son muy buenos, de lo cual me congratulo, porque fue mi opción de voto, como saben. Las intervenciones de Errejón en todos estos días, me parecen impecables. En cambio, el mito Carmena, se me ha caído, y lo siento. Como era tan evidente que no quería hacerse una foto con Mónica, que le hubiera dado aún más votos, la prensa la persiguió para ver qué le pasaba. Y dijo que por supuesto que Mónica le caía muy bien, pero que ella se tenía que ir unos días a Menorca a dar una conferencia a la que la habían invitado. O sea, igual que cuando Pablo Iglesias se fue Tenerife en el cierre de campaña de las locales. Parece claro que a esta señora se le ha subido el ego, después de tanto elogio.
Vox se ha mantenido más o menos en su nicho de votantes franquistas, cazadores, toreros y similares. Su discurso en toda la campaña ha sido lamentable, ellos son los que han crispado más las cosas. La señora Monasterio me parece vomitiva y me da mucho miedo. Pero estos son muy listos y saben que dan miedo. Por eso se quedan en un segundo plano, como están haciendo en el Ayuntamiento de Madrid y lo van a hacer así también en la Comunidad. Ellos saben que un mayor protagonismo perjudicaría a Ayuso que, por otro lado, ya casi firma su mismo ideario. Lo sorprendente es que Pablo Iglesias no era consciente del odio que suscita, y no sólo entre los fachas. En realidad, su intervención comunicando que se retira de la política, parece indicar que se acaba de dar cuenta del tamaño y profundidad de ese odio.
Dice mi admirado Sergio C. Fanjul que no se explica ese inmenso odio que le tienen a Iglesias sus enemigos, cuando en realidad a quienes más ha perjudicado y jodido es a los suyos. Estoy de acuerdo en lo segundo: la carrera de Iglesias ha sido una sucesión de tiros en el pie, que le ha llevado a donde está ahora. Les pido que lean el artículo que sobre él escribe en La Voz de Galicia el gran Pousa, uno de mis periodistas favoritos. Fíjense en la foto fundacional de Podemos y en cómo todos los demás se han ido cayendo del cartel. Han de pinchar AQUÍ.
A mí me parece lamentable el acoso a que han sometido a Iglesias y a su familia durante estos últimos tiempos, no sé ni cómo lo ha soportado. Pero yo sí entiendo que se le tenga manía. En mi caso ya he explicado por qué. Pero hay más cosas. No puedes ir por la vida presumiendo de ser de Vallecas, tener una radio alternativa y salir a tomar cañas por el barrio, a la vez que criticas a la casta por vivir en casoplones aislados de la gente, y luego irte a Galapagar a un chalé exento. Y no puedes meter de ministra a tu mujer, aunque sea más brillante que tú (opinión personal). Y estar en un despacho de vicepresidente, mientras apoyas los incendios por Pablo Hasel, la República y todo lo que aparezca por ahí. Y no renegar de cosas como el chavismo. Todas esas cosas le han pasado factura.
En fin, yo tengo claro que la gente ha hablado en las urnas. Y ha dictaminado que el discurso de Ayuso les llega, que Gabilondo es un aburrido, que Mónica es simpática y con proyección, que a Iglesias no lo quieren y que Vox les da miedo, pero no más que Podemos. Y tendremos que aceptarlo. Creo que MAR es un genio y ha conseguido que no se hable de las residencias de mayores, ni siquiera de que el hecho de convocar elecciones en plena pandemia sea una imprudencia (a Macron lo pusieron verde por celebrar unas locales en toda Francia hace un año). Por mi parte, yo no estoy triste por el resultado, hay que pasar página y ya está. Yo estoy pasándomelo de puta madre, como les seguiré contando en los posts sucesivos y no voy a dejar de escuchar a Samantha Fish, a seguir aprendiendo blues y a quedar con mis amigas. Ahora bien, admito que me preocupan algunas cosas que considero importantes para el medio/largo plazo.
UNO. Quedan dos años para las próximas elecciones locales y regionales. Es muy poco tiempo para que la izquierda revierta esta situación. Mónica García tendría que ponerse a trabajar ya, tiene ganada por derecho la plaza de jefa de la oposición y puede bregarse en estos dos años y aprender. Pero Errejón tiene que ponerse las pilas y también Rita Maestre, que está bastante desaparecida en el Ayuntamiento. Y a ver si rescatan a Carmena aunque sea para enseñarla, como una especie de espantajo. Veremos a ver cómo evoluciona la cosa. Pero yo tengo claro que a los socialistas no les da tiempo. El PSOE no está mucho mejor que Ciudadanos. Debe desprenderse de Gabilondo y también del invisible Pepu. Y no le veo yo a Pedro Sánchez con capacidad y talla de político como para recomponer el desaguisado.
Pedro Sánchez es un virtuoso del regate en corto, hablando en términos futbolísticos. A mí me recuerda a esos futbolistas que juegan mirando todo el rato al suelo, regatean a todo el mundo, hasta a su sombra, y luego, inevitablemente, pierden la pelota o la pasan mal. Había hace años en el Valladolid un jugador regordete de pelo rizado, que se llamaba Onésimo y era de ese perfil. El problema que tenemos en España es la falta de talla de TODOS los dirigentes actuales de los partidos. Ni Sánchez ni el fraCasado están a la altura. Y, en esta tesitura, como salga alguien con un poco de estatura política, ya sea de derechas o de izquierdas, arrasa. Incluso no necesitan ni talla política, como ha demostrado Ayuso. Este podría ser un cuarto tema que me preocupase, pero la verdad es que no es el caso, antes o después llegará alguien joven, tal vez mujer, que barrerá con todos los mediocres.
DOS. Desanima mucho que no se haya hablado nada de los dos temas clave de la Humanidad, el ecológico y el de la desigualdad social creciente. Especialmente el primero, preocupa mucho a la gente joven, que ha votado mayoritariamente a Mónica, porque es la única que lo llevaba en su programa, al haber integrado a EQUO. Esto es una muestra del retraso de nuestro país en este tema. Las políticas que está poniendo en marcha Biden en este sector revelan una cierta sensibilidad con el mundo que viene. Y, no sé si lo saben, pero en Alemania hay elecciones generales en septiembre y, en estos momentos, los sondeos sitúan en cabeza al partido Los Verdes, Die Grünen, cuya candidata a canciller es una mujer brillante y guapa, de esas que me gustan a mí: Annalena Baerbock, cuya foto tienen abajo. El movimiento verde tiene que crecer también en este país, es una simple cuestión generacional: que se vayan muriendo los insensibles y contaminadores y se vayan incorporando al voto los jóvenes ecologistas.
TRES. Esto es quizá lo que más me preocupa. En esta campaña electoral se han traspasado líneas que nunca se tendrían que haber cruzado. Es lícito que Ayuso presuma de su gestión, que se vaya a Barcelona a decirles a los de los bares de allí que les están engañando, que se proclame adalid de la libertad, aunque se olvide de la igualdad y de la fraternidad. Todo eso tiene un pase. Pero lo que no puede es decir que Pablo Iglesias es hijo de un terrorista, que es el mal absoluto y otra serie de barbaridades. Es un precedente muy peligroso que alguien haya ganado unas elecciones diciendo cosas como esas. Y esto deberían de dejarlo claro los medios, incluso los afines a la derecha. El ABC no puede apoyar esa degradación de la política. Lo pagaremos si no salimos de ese fango.
Por lo demás, aquí no va a pasar nada. ¿Saben por qué? Porque la izquierda sabe perder. No esperen ustedes oír hablar del gobierno ilegítimo de Ayuso, de la okupa de la Puerta del Sol, del Ayusismo, la banda y la habitación del pánico. La izquierda acepta las derrotas con deportividad. Y lo malo es que esto no ha hecho más que empezar y que Sánchez va a pasar dos años bastante jodidos. Pero es un resistente y esperemos que aguante el tipo, el resto de España no es como Madrid y el PP está prácticamente desaparecido en el País Vasco y en Cataluña, por ejemplo. Y les digo otra cosa: los socios de Sánchez en el gobierno están ahora mismo literalmente acojonados: el PNV, ERC, Bildu, etc. Yo creo que seguirán apoyando por la cuenta que les trae.
En cuanto a los catalanes, hay una lucha sorda, que se estaba librando mientras esperaban a ver qué pasaba en Madrid. De un lado, ERC, que quiere seguir templando gaitas y colaborando con Sánchez. Del otro Puigdemont y sus secuaces, cuyo sueño es llegar a provocar que España mande para allí unos tanques, única forma en que Europa aceptaría la secesión. Ya sólo con los porrazos que dio la policía en el seudorreferendum, recibieron oxígeno y varias vidas extra. En fin, que los políticos tienen mucho peligro en nuestro país y tenemos que protegernos de ellos y vigilarlos de cerca. Entre los tweets más graciosos que he leído al respecto, está el siguiente. El efecto Mariposa: un tipo se intenta colar en la fila de vacunación en Murcia y como resultado Pablo Iglesias vuelve a ser presentador de La Tuerka. Sean felices, hombre: ya se ha acabado el coñazo electoral, hasta la próxima cita, y podemos dedicarnos a luchar contra la pandemia y a vivir la vida, que es un regalo del cielo. Aleluya.
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